Imaginemos que por cualquiera de nuestras fronteras penetran unos
cuantos batallones de tanques destruyendo a su paso fábricas y locales
de empresas, hospitales, escuelas… y todo tipo de instalaciones e
incluso produciendo daños personales a miles de individuos.
¿Qué pensaríamos si el Gobierno, en lugar de tratar de frenarlos
disponiendo frente a ellos a los militares que juraron defender siempre
la integridad de la Patria, se sometiera a sus dictados y permitiera que
siguieran destruyendo nuestra riqueza?
Sin duda, creo yo, lo condenaríamos por felón y el pueblo tendría
entonces todo el derecho a levantarse contra él y a imponer otro fiel y
no traidor a la Nación y a los intereses de sus ciudadanos.
Salvando las distancias, eso es lo que viene pasando desde hace meses, no solo desde que Rajoy es Presidente del Gobierno.
No nos engañemos. Todo el mundo sabe que son intereses extranjeros y
algunos nacionales espurios quienes están imponiendo medidas que
destruyen nuestra riqueza. Solo una ingenuidad infinita puede hacer
creer que esas medidas son el resultado del ejercicio libre de nuestro
poder soberano como Nación. Por mucho que se disimule, como hace el
Ministro de Guindos, cuando dice que se toman “por convicción”, es muy
evidente que responden a una extorsión continuada de especuladores que
ha llegado a ser calificada, con toda la razón, como “terrorismo
financiero” por el Presidente de la Junta de Andalucía. Ex presidentes
europeos nada sospechosos como Delors, Schmidt, Santer… han reconocido
que son los mercados financieros quienes nos gobiernan. Y el propio
Rajoy declaraba hace unos días que ni a él ni a sus ministros les
gustaban los Presupuestos que han presentado.
Es una evidencia: nuestra Nación está siendo sometida a un ataque
inmisericorde desde el exterior que viene produciendo un daño
gigantesco. El Inspector de Hacienda, Interventor y Auditor del Estado
Agustín Turiel acaba de demostrar que la deuda ilegítima que soporta el
Estado español (excluyendo la de las Comunidades Autónomas y Entidades
Locales) como consecuencia de tener que hacer frente a compromisos
derivados de las políticas que se le imponen desde “los mercados” es
nada más y nada menos que 120.842 millones de euros. Una cifra fabulosa a
la que habría que añadir la del coste incalculable que producen la
pérdida de millones de puestos de trabajo, la destrucción de miles de
empresas y de los patrimonios de otros miles de empresarios y
trabajadores como consecuencia también de las reformas sucesivas y de
los recortes de gasto asociados a las políticas mal llamadas de
austeridad y de apoyo a la banca que imponen los mercados.
Nadie, ningún país, ningún ejército, ningún general, ningún gobierno,
ningún ser humano tiene nunca la garantía de ganar todas las batallas
que se le ponen por delante pero todos ellos tienen la obligación de
darlas cuando él mismo o la Nación a la que representa es atacada y
dañada. Y es traidor quien en lugar de servirla se somete sin más a
quien la ataca y destruye y quien en lugar de defender a su población la
somete a severos e innecesarios sacrificios para satisfacer a quienes
solo desean vencerla para aumentar sus riquezas a su costa.
Los gobiernos de España, el anterior y el actual, han tenido y tienen
ante sí una doble opción, la de la dignidad o la de la rendición
cobarde. Y están optando por esta última para simple beneplácito de los
bancos y de los grandes capitales. Nuestro gobierno podría dar un golpe
en la mesa de Europa y gritar “¡Basta ya!” con firmeza y afirmar con
fuerza que ya está bien de imposiciones absurdas que están condenando a
toda a Europa a un dramático futuro de depresión y malestar. España no
es una mota de polvo en la Unión Europea y podría hacer valer con éxito
su presencia, entre otras cosas, porque sus intereses coinciden con los
de otros muchos socios. Nuestro gobierno podría reclamar que el Banco
Central Europeo actúe como un auténtico banco central y garantice la
financiación a los Estados y a la economía sin someter a los gobiernos, a
los ciudadanos y a las empresas que crean empleo a la esclavitud
insensata de los bancos que provocaron la crisis y que se muestran
incapaces de cumplir con la función que les corresponde. Podrían exigir
un programa paneuropeo de estímulo y, en fin, las soluciones
alternativas que hasta los propios expertos liberales están empezando a
pedir ante la insensatez de las autoridades europeas, presas del poder
financiero, y que permitirían hacer frente con más fortuna al abismo
ante el que nos encontramos.
En lugar de eso, como he dicho, siguen prefiriendo obedecer a los
poderosos y sacrificar los intereses nacionales incluso de la manera tan
vergonzosa y chapucera con que anunciaron el recorte adicional de
10.000 millones de euros en servicios esenciales de salud y educación,
tan solo una semana después de haber presentado los Presupuestos y al
dictado de los especuladores.
No vale con que el Gobierno de Rajoy se ponga gallito ante otro país
para defender a una multinacional tan poco ejemplar como Repsol y que en
realidad tiene muy poco de española para hacer creer que se tiene
dignidad y fortaleza. No. El gobierno español debe ponerse firme, como
le exige la Constitución, para defender al Estado y no a los intereses
particulares, por poderosos que sean.
Renunciar a defender a España y limitarse a dar por buenos los
recortes y las reformas que imponen los mercados para que se llenen los
bolsillo los grandes propietarios de capital, los banqueros y los
especuladores a costa de sacrificios cada día más grandes para la
inmensa mayoría de los españoles, como viene ocurriendo, es traicionar a
la Patria a la que dicen amar y estar dispuestos a defender hasta el
último suspiro… pero parece que solo desplegando banderas y con la boca
pequeña.
Juan Torres López
Ganas de Escribir
http://juantorreslopez.com/impertinencias/la-traicion/
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