lunes, 28 de octubre de 2013

El complejo de Sansón

De la Biblia proviene la famosa historia de Sansón, quien es un héroe. Hay muchas interpretaciones del significado del cuento, donde Sansón, un israelita a quien Dios le otorgó fuerza, derriba el templo de los enemigos filisteos (también muy fuertes), muriendo en el proceso. Yo le doy el sentido de que un acto que parece irracional (Sansón muere en el proceso) es a la vez heroico y bastante sensato, porque resulta el modo (tal vez el único) de que el fuerte enemigo sea derrotado y su pueblo se salve.

Parece que en los días que corren tenemos muchos Sansones putativos que bloquean o buscan bloquear lo que consideran arreglos peligrosos con el enemigo. Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, está diciendo que un mal acuerdo es peor que no tener ninguno. Se refiere a lo que mira como un acuerdo Estados Unidos-Rusia en torno a Siria y el posible acuerdo Estados Unidos-Irán. En Colombia, el anterior presidente conservador está despotricando contra el actual mandatario conservador por estar negociando con la organización guerrillera conocida como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), bajo los auspicios de Cuba y Brasil.

Y, por supuesto, tenemos las masivas no negociaciones que ocurren en Estados Unidos, en las que los miembros del Partido del Té en el Congreso estadunidense están utilizando su fuerza para vetar cualquier arreglo con las fuerzas enemigas que, para ellos, están encabezadas por el presidente Barack Obama y el Partido Demócrata, con la colusión de otros a quienes consideran el enemigo interno –es decir, esos republicanos que llaman a algún tipo de arreglo. No es difícil demostrar que todos estos Sansones están tirando la casa no sólo sobre el enemigo, sino sobre ellos mismos. Para ellos, sin embargo, aun cuando ello sea cierto, es un asunto de sincronía. Lo tienen que hacer ahora, mientras tienen todavía la fuerza para hacerlo. De otro modo el enemigo vencerá e institucionalizará o mantendrá los males que ellos ven que se están cometiendo.

Esta clase de lucha ideológica, como se le llama, impermeable al así llamado pragmatismo, no fue inventado en los últimos 10 o 20 años. Es tan antiguo como la socialización humana. Pero ahora asume una característica especial, precisamente porque estamos en los espasmos agónicos de la crisis estructural de nuestro sistema-mundo capitalista. En una crisis estructural podemos esperar que habrá dos fenómenos masivos –una enorme confusión intelectual y, como consecuencia, alocados vaivenes en los sentimientos, que a su vez conducen a más locos vaivenes.

Conforme hay más y más grupos listos para tirar el templo, aun cuando ellos mismos resulten aplastados, la gente más confundida e incierta acerca de lo que hay que hacer es el llamado establishment. Ya se fueron los días en que podían maniobrar cínicamente y salirse con la suya. Ya no es cierto que “plus ça change, plus c’est la même chose (mientras más se cambie, más es la misma cosa)”, es decir, que ningún cambio aparente es real, que son sólo cortinas nuevas en las ventanas, meros cambios en el personal.

Así, ¿qué es lo que podemos hacer si buscamos un cambio verdadero, un tipo diferente de sistema-mundo del que hemos vivido por lo menos los pasados 500 años? Lo primero que deberíamos hacer es no quedar atrapados en los debates y locos vaivenes entre los Sansones y los del establishment. En realidad no importa quién de ellos gane en el corto plazo.

La segunda cosa que deberíamos hacer es no gastar toda nuestra energía lamentando el hecho de que aquellos que quieren un cambio fundamental (algunas veces llamados la izquierda mundial) no parecen estar unificados o claros en sus objetivos, o comprometidos en organizarse con urgencia. El hecho es que ellos mismos están atrapados en la confusión, por lo menos en este momento.

Que el templo se desquebraja es una realidad que va más allá de nuestros esfuerzos por sostenerlo, aun si lo intentáramos. Pero no necesitamos pararnos debajo de la avalancha de rocas. Tenemos que intentar escapar de ésta. Debemos tener la seguridad de que los miembros más poderosos del establishment están intentado hacer justo eso.

Pero, ¿cómo nos escapamos y con qué fin? De nuevo, insisto en que es un sentido de la temporalidad: la diferencia entre el corto plazo (tres años o me nos) y el mediano (los próximos 20 a 40 años).

En el corto plazo la gente de todas partes (99 por ciento) está sufriendo. Debemos luchar por minimizar su dolor, batalla que puede asumir múltiples formas. Puede ser presionar por legislaciones inmediatas o decisiones ejecutivas de las dependencias del Estado que ayuden de inmediato a los desposeídos o evitar los daños futuros al ambiente, o salvaguardar los derechos de los pueblos indígenas o de las llamadas minorías sociales.

Pero en el mediano plazo debemos aclarar la naturaleza de las estructuras que esperamos institucionalizar si conseguimos inclinar la bifurcación en nuestro favor. Debemos intentar entender no sólo los objetivos de mediano plazo de la derecha mundial, sino la naturaleza de sus profundas divisiones internas. La llamada izquierda mundial está también profundamente dividida. Debemos trabajar para remontar esto.

Nada es fácil en este tiempo de transición de un sistema-mundo a otro. Pero todo es posible –posible pero lejos de ser una certeza.

Immanuel Wallerstein
La Jornada

miércoles, 16 de octubre de 2013

La izquierda inane



Si algo resulta llamativo en la crisis actual es la ausencia de un planteamiento socio-político que sea capaz de generar algún problema serio a la ofensiva neoliberal. Las recientes elecciones alemanas son una muestra de ello: los votos unidos de SPD, Verdes y Die Linke podrían desbancar a la derecha, pero esta es una posibilidad que no pasa por la cabeza de nadie (al menos de sus dirigentes) y que, de momento esta fuera de lugar. En la crisis del 29, otra de las ocasiones en las que el capitalismo mostró toda su miseria y ninguno de sus atractivos, fue tiempo de frentes populares y respuestas reformistas. Ahora lo que se llamaría “la izquierda” ni resulta creíble, ni moviliza ni genera movimientos sociales realmente impactantes (como por ejemplo el sindicalismo de clase norteamericano de los años treinta aglutinado en la CIO).

En gran medida ello forma parte del éxito de la derecha en marcar un estrecho territorio de juego institucional que no admite reformas serias. Una buena parte de la izquierda política y social se ha dejado atrapar en este espacio y con ello ha perdido toda credibilidad alternativa. No sólo los partidos socialdemócratas y/o verdes, también muchas de las organizaciones sindicales desarrollan unas prácticas y un discurso en un marco de juego en el que la derecha y el capital tienen todas las cartas marcadas. Cómo se ha llegado a ello es una cuestión compleja y que merece reflexión. Mi intuición es que ha sido el resultado de una combinación de diversos procesos que van desde el soborno y la amenaza del poder hasta un proceso de aculturación provocado en el ámbito académico (donde se forman muchos de los cuadros dirigentes) y la propia deriva de las lógicas burocráticas. En todo caso, el punto de llegada son organizaciones colonizadas culturalmente por la derecha, incapaces de adoptar propuestas y prácticas de ruptura, aisladas de las bases sociales que las deberían alimentar.

Pero si ésta es una situación harto conocida de la izquierda institucional, tampoco los sectores alternativos han conseguido cambiar sustancialmente la situación. Una parte de esta izquierda, la que se sigue reclamando de la tradición comunista, no ha podido hallar respuesta ni superar el fracaso soviético. Sin pensar una propuesta que incluya algún proyecto de gestión económica eficiente, social y ambientalmente, de respeto a los individuos, de democracia real y de ausencia de burocratismo y autoritarismo, es imposible que algo alternativo pueda tener atractivo. Una parte de esta izquierda sigue siendo demasiado nostálgica de un pasado no glorioso, demasiado esperanzada con cualquier lider carismático, demasiado quisquillosa en recordar las verdades de su catecismo (las críticas al capitalismo son a menudo certeras pero no hace falta restregar que “ya lo sabíamos”), demasiado preocupada de liderar como para atraer a nuevas generaciones de activistas. Y los nuevos movimientos sociales de los últimos tiempos están demasiado absorbidos por sus propios descubrimientos, demasiado dependientes de ofrecer recetas particulares que parecen respuestas simplistas a cuestiones complejas (como pretender resolver el paro con el reparto de trabajo, la desigualdad con la renta universal o la participación democrática con el referendum electrónico) y carecen de reflexión sobre cómo construir dinámicas sociales para que hoy por hoy puedan representar, cuando menos, un reto serio al orden social. Algo que no desmerece en todo caso que muchas de sus aportaciones y su renovado activismo constituyen en todo caso una inflexión básica.

Y mientras predomina esta inanidad, el capitalismo, las élites sociales, agudizan todos los males sociales, desmoronan derechos y refuerzan las tendencias destructivas que llevan a la gente al desastre. Pensar y actuar para reconstruir una alternativa es un deber moral, una necesidad existencial de todas las personas que pensamos que los males actuales, los que padecemos ahora, los que muchas personas en otros países llevan padeciendo, no son una situación normal sino el resultado de un proceso perverso del que la humanidad aún no ha sabido salir. Y este deber y esta necesidad exigen realismo, generosidad, amplitud de miras, paciencia y constancia para construir algo nuevo, necesario, urgente. Hacen falta activistas, pensadores, cooperantes, interlocutores. Sobran gurús, burócratas, trepas, inquisidores y parásitos. Todos y todas tenemos algo de cada parte, es urgente encontrar los mecanismos para que se imponga el lado positivo, creativo.

Joan Busca
Mientras Tanto

“Cambio Climático 2013: La Base Científica Física”. V Informe del PICC

 “Una gran parte del Cambio Climático antropogénico es irreversible en una escala de tiempo humano, sino se frenan las emisiones de CO2”
 
El pasado 27 de septiembre de 2013 se dio a conocer en Estocolmo, Suecia, el Quinto Informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (PICC) (Aquí se puede ver el Informe), en medio de grandes expectativas tuvo lugar la presentación, a pesar de que gran parte de los resultados de reporte ya habían sido filtrados a los medios de comunicación.
 
Este reporte preparado por el Grupo de Trabajo I del IPCC lleva como título “Cambio Climático 2013: La Base Científica Física”. Este informe de Estocolmo, es la primera parte del informe general compuesto de cuatro capítulos, que serán dados a conocer a lo largo del próximo año, que ha comenzado desde septiembre 2013 hasta octubre de 2014.
 
El reporte del IPCC de 2013 además de poner al descubierto las valoraciones de toda una serie de fenómenos climáticos extremadamente críticos e inequívocos, permite  igualmente ver el ambiente de presión a que se ven enfrentados los expertos durante el proceso de desarrollo del informe por parte de intereses creados y de gobiernos. Estos los podemos resumir en tres líneas básicas: Un primer elemento a resaltar es la reconfirmación de lo que ya se había demostrado científicamente en el informe de 2007: el cambio climático existe, es muy grave, y ha sido causado principalmente por los seres humanos. Lo segundo a resaltar es lo que hace referencia al llamado “presupuesto de CO2” con que cuenta la humanidad para no traspasar la frontera peligrosa del 2oC, y cómo a partir de ello, se desprende no tan veladamente la apuesta de la economía verde por la geoingeniería y la bioingeniería. En tercer lugar resaltar cómo los científicos y los medios de comunicación que están luchando contra el cambio climático se ven enfrentados a dos tipos de presiones: por una lado, a un fuerte lobby de grandes empresas y de negocios y de emisarios de gobiernos que presionaron sobre los resultados del informe para tome una dirección a favor de estos intereses privados, y en por otro, al flujo de dinero donado por el gran capital a los escépticos o negacionistas del cambio climático para que desacrediten el trabajo científico de los expertos en el cambio climático.
 
Las siguientes son las partes del informe del PICC a destacar y con las cuales el lector debe saber:
 
1.- Cambio Climático Global:
 
El cambio climático ha venido incidiendo y cambiando el sistema climático del planeta de muchas maneras y que no tiene precedentes en los últimos cientos o miles de años. Esos cambios han afectado a todas las regiones del mundo, tanto en la tierra como en el mar. Las emisiones de CO2 inducirán a más extremas olas de calor, al aumento del nivel del mar, al deshielo y a climas extremos.
 
Estos cambios según lo previsto duraran siglos y para una posible limitación de los efectos se requerirá de recortes sustanciales y sostenidos de CO2.
 
2.- Temperaturas:
 
Los científicos del panel están ahora más seguros en que las tres últimas décadas han sido las más calientes en los últimos 1.400 años de historia. La temperatura global de los últimos 100 años ha alcanzado los 0,9 oC. Lo resaltable de este acontecimiento es que más del 90% de ese calor está siendo atrapado por los océanos.
 
El informe del panel predice que para mediados del presente siglo de continuar las emisiones de CO2 como viene aconteciendo en la actualidad habrá un aumento adicional de 1,4 a 2,6 oC. Si las emisiones de CO2 se detuvieran casi de inmediato y el CO2 fuera extraído de manera significativa de la atmósfera, el aumento para el año 2050 sería de un 0,4 a 1,6 oC.
 
Asimismo, los expertos predicen para los años que van de 2080 a 2100 de un aumento promedio de temperatura será de 2,6 a 4,8 oC más alta de lo que tenemos en la actualidad. En caso de que las emisiones no sean restringidas las olas de calor serán más frecuentes y más intensas.
 
Del mismo modo, se espera que el calentamiento de la superficie de los océanos sea más fuerte que en las zonas subtropicales y tropicales arriba de 2 oC para el año 2100. Este escenario representa una grave amenaza para los arrecifes de corales que son la fuente primaria de mucha de la vida marina.
 
Otro de los acontecimientos que predice el panel de manera concluyente es el colapso de la Corriente del Golfo.
 
3.- Los Océanos:
 
El nivel global de los océanos ya ha aumentado en el último siglo 20 centímetros (cm) y ese promedio de subida del nivel del agua seguirá incrementándose.
 
La línea de tendencia está en aumento ya que los glaciales y las capas de hielo como resultado del calentamiento global están vertiendo cientos de miles de millones de toneladas métricas de agua al los océanos cada año. Además, existe un factor que también es determinante y que contribuye al aumento del nivel de los océanos, la expansión del agua en si misma producto del calentamiento.
 
Las nuevas proyecciones para el nivel promedio de los mares en el periodo 2080 a 2100 son mucho mayores que las del informe del año 2007, las cuales van desde 45 a 82 cm más altos que lo que acontece ahora, en el caso de que no realice ningún tipo de esfuerzos para reducir y detener las emisiones de CO2, y lograr de esta forma reducir el nivel de los mares entre 26 a 55 cm. En el primer caso, los océanos podrían aumentar en 98 cm para finales del siglo XXI, amenazando ciudades que van desde Shanghai hasta Nueva York y dando lugar a que los huracanes y ciclones causen peores daños cuando lleguen a las costas.
 
Las proyecciones sobre del nivel de los océanos han sido controversiales debido a la falta de información por parte de los científicos, y de que es poco conocido, qué rápido los glaciales y las capas de hielo caerán en los mares en el futuro. Un colapso de las capas de hielo no está incluido en las estimaciones y estas podrían añadir aún más decenas de centímetros al aumento del nivel del agua.
 
En cuanto a que las capas de hielo de Groenlandia y de la Antártida se parte de que tardan más tiempo en derretirse, y por lo tanto, los científicos predicen una fusión y un aumento del nivel de los mares de forma continúa por siglos.
 
Si la temperatura aumenta de manera sostenida entre 1oC y 4 oC, las grandes capas de hielo de Groenlandia al derretirse completamente añadirían tal cantidad de agua que el nivel del los océanos alcanzarían 7 metros más de altura, los expertos del panel predicen que esto transcurría en un milenio.
 
La acidez de los océanos también está aumentando debido a las grandes cantidades de CO2 que los mares están absorbiendo, de continuar esta situación menoscabará uno de los  soportes más importantes de la formación de la vida marina, pero los científicos están aún evaluando en qué medida será este daño.
 
4.-  Capas de Hielo, Glaciares y Hielo Marino o Banquisa:
 
 El impacto del calentamiento global es muy claro y en un promedio mucho más rápido en el derretimiento de casi todos los glaciales y de las grandes capas de hielo de Groenlandia y la Antártida. Las capas de hielo que han sido arrojadas a los mares han resultado ser por lo menos cinco veces mayor en la década del 2000-10 con relación a la década de 1990-99.  En el hemisferio norte la cubierta de nieve se ha reducido en 11% por década desde 1967; y la temperatura del suelo estacionariamente congelado, o permafrost, ha aumentado entre 2 oC y 3 oC en Rusia y Alaska.
 
El hielo del océano Ártico se ha derretido entre un 9% y 11% por década desde 1979, mientras que el hielo oceánico de la Antártida ha aumentado entre 1% y 2% debido probablemente a los actuales cambios climáticos.
 
Los científicos del panel están seguros en un 90% de que el  hielo de los mares del Ártico, las capas de nieve y los glaciares seguirán contrayéndose. Además, habrá un Ártico “libre de  hielo” en los meses de septiembre, el cual podría estar libre de hielo antes del año 2050 y las posibilidades de esto suceda son de 66%. Para el 2100 entre el 35% al 85% del restante volumen de glaciales del mundo habrán desaparecido si las emisiones de gases de efecto invernadero no se reducen. En cuanto al permafrost las posibilidades de que este se reduzca aún más a nivel mundial son del 99%.
 
5.- Sucesos o eventos Extremos:
 
El grado de seguridad es de un 90% en cuanto al incremento en el número de días y de noches más calurosas a nivel mundial, y las olas de calor se han vuelto más frecuentes, con una duración más larga en Europa, Asia y Australia. Las sequías son igualmente más frecuentes e intensas en las regiones de África y el Mediterráneo y las regiones de África occidental.
 
El número de eventos de lluvias más fuertes han aumentado en más regiones a nivel global. Es prácticamente seguro que la frecuencia e intensidad de los ciclones tropicales sean más frecuentes, los cuales han aumentado en Atlántico Norte desde 1970.
 
El informe concluye que en un 99% la frecuencia de días y noches más calientes aumentará en las próximas décadas, mientras que los días y noches fríos disminuirán. La periodicidad de las lluvias extremas es muy probable que aumente en muchas regiones pobladas.
 
6. – Detenimiento en Calentamiento Global:
 
La última década ha sido la más caliente registrada, pero aunque las concentraciones de CO2 en la atmósfera han seguido aumentando aceleradamente, pero si se realiza una comparación con relación a la cantidad de gases de efectos invernadero vertidos en este periodo, se encuentra que las temperaturas en la atmósfera y en la superficie han aumentado sólo marginalmente en los últimos 15 años. Esta situación ha conducido a que algunos sugieran que el calentamiento global se ha detenido.
 
El PICC rechaza estas argumentaciones a favor de que se ha detenido el calentamiento global, e informa que mientras la tendencia del calentamiento es marcadamente consistente en las últimas décadas, hay una variabilidad substancial en cuestión de décadas y llegan a la conclusión que “las tendencias sobre la base de registros cortos… en general, no reflejan las tendencias del clima a largo plazo.” (pp. 3, Summary for Policymakers, IPCC 2103). Como ejemplo claro está el promedio de calentamiento global de los últimos 15 años 1998-2012 el cual ha correspondido a un 0,05 oC [0,05 a 0,15] por década, este periodo comienza con un evento Del Niño muy fuerte, y este es menor que el promedio calculado desde 1951-2012 que fue de 0,12 oC [0,08 a 0,12] por década.
 
El reporte añade que el calor atrapado por los océanos por el calentamiento global acumulando el aumento de la energía almacenada en el sistema climático, lo cual representando más del 90% de la energía acumulada en periodo que va de 1971 a 2010.
 
7.- El “Presupuesto de CO2” con que cuenta la Humanidad:
Los expertos del PICC calculan que casi la mitad de todo el dióxido de carbono que puede ser vertido a la atmósfera en “forma segura” sin que la temperatura exceda los 2 oC, límite al cual se le ha denominado la frontera peligrosa, ya ha sido vertido a la atmósfera.
 
Esto es una voz de alarma y significa que los gobiernos deben actuar rápidamente para tener un cambio “razonable” que evite los 2 oC. También es probable que cerca del 40% del CO2 emitido a la atmósfera permanezca en ésta por más de 1000 años después de haberse realizado las emisiones antropogénicas.
 
De acuerdo con el PICC una gran parte del cambio climático antropogénico resultante de las emisiones de CO2 es irreversible en tiempo de escala escala humana, pues este cambio puede durar múltiples centurias hasta milenios, excepto en el caso de que se realice una gran remoción neta de CO2 de la atmósfera durante un periodo sostenido. Las temperaturas de la superficie permanecerán aproximadamente constante por muchos siglos después del cese total de las emisiones netas de CO2 antropogénicas. (pp. 20, Summary for Policymakers, IPCC 2103).
 
8.- Geoingeniería:
 
Los expertos informan que se han propuesto métodos tecnológicos que pretenden alterar el sistema climático para combatir el cambio climático, como la llamada “geoingeniería”. Las limitadas pruebas impiden una completa evaluación cuantitativa de la gestión de la radiación solar (GRS) y de la remoción de dióxido de carbono (RDC) y su impacto en el sistema climático. Los métodos RDC tienen limitaciones tecnológicas y biogeoquímicas de su potencial a escala mundial. Existe insuficiente conocimiento para cuantificar cuántas emisiones de CO2 podrían ser compensadas parcialmente por el RDC en una escala de tiempo de un siglo.
 
La modelización indica que los métodos del GRS, si es realizable, tienen el potencial para compensar un aumento de la temperatura global, pero también modificaría el ciclo mundial del agua y no reduciría la acidificación de los océanos. Si por cualquier razón el procedimiento de la GRS fuera terminado o suspendido, existe una alta certeza que las temperaturas globales de la superficie aumentarían de forma acelerada a valores constantes con un reforzamiento de gases de efecto invernadero. Los métodos tecnológicos que proponen  la RDC y la GRS conllevan efectos secundarios y consecuencias a escala mundial a largo plazo. (pp. 21, Summary for Policymakers, IPCC 2103).
 
9.- Cambios Abruptos:
 
Además, como resultado del calentamiento global existen otra serie de riesgos que conducirían a más vertidos de gases de efecto invernadero a la atmósfera como son la liberación de CO2 y de metano (CH4) a la atmósfera de las reservas de carbono producto del derretimiento del permafrost en el siglo XXI, estas emisiones añadirían aún más CO2 en el aire y que están evaluadas en un rango de 50.000 a 250.000 millones de toneladas métricas de CO2.
 
Es muy probable que en el siglo XXI se debilite la circulación del Atlántico meridional (Corriente del Golfo). Las estimaciones y promedios para la reducción de la corriente van del 11%  (1 a 24%) al 54% (12 a 54%). Es probable que habrá un decline de la corriente alrededor del año 2050. Un colapso de la Corriente del Golfo más allá del siglo XXI no puede ser descartado como resultado de la cantidad de calentamiento sostenido.
 
Una conclusión del informe del PICC 2013 que nos debe quedar claro es que le cambio climático además de ser una realidad contrastable, es una crisis de enormes, profundas e irreversibles consecuencias no solamente para la especie humana sino para todas las formas de vida que existen el planeta. E incluso si existiera la voluntad decidida por parte de los centros de poder económico y político y de los gobiernos de parar de inmediato todas las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación, los daños que se han ocasionado son de tal magnitud que muchos de éstos son irreversibles e irreparables: Ya han desaparecido miles de especies animales y vegetales; y en peligro crítico extinción se encuentra un 40 % de las especies. Al planeta y los ecosistemas le tomará entre miles y millones de años lograr un balance climático para que la vida se desarrolle a plenitud. Las consecuencias de esa bomba de tiempo silenciosa que es la contaminación química y que puede ser de mayores consecuencias para la vida en el planeta, le conllevará millones  de años para lograr un posible equilibrio.
 
Si bien es cierto y acertado la reconfirmación por parte del PICC de que la influencia antropogénica es principalmente la causante del cambio climático, es  también necesario hacer una importante matización sobre este importante señalamiento.  En primer lugar, a un indígena de la selva amazónica, a un habitante pobre del África o a un ciudadano pobre del planeta no se puede responsabilizar de la contaminación y del calentamiento pues ellos han a penas presionado los ecosistemas y en algunos casos con una casi nula huella ecológica o con una muy baja. Mientras que cada uno de los habitantes de las naciones que se autodenominan “desarrolladas” su huella ecológica oscila entre 6  y 12 planetas. En segundo lugar, los países enriquecidos producto de opresión y a costa de la explotación de otros pueblos y países son los mayores responsables de la contaminación y del calentamiento climático global. En tercer lugar, los responsables directos de la actual crisis climática son los poderes económicos y políticos fácticos capitalistas que no tienen límites ni miramientos en la imposición del modelo económico capitalista de libre mercado, el cual está basado en el crecimiento infinito a sabiendas que el planeta es finito.
 
Igualmente es importante señalar cómo el capital y sus voceros buscan hacer negocio y obtener lucro de la crisis climática ─que ellos mismos han ocasionado─ a través de la llamada economía verde. Acudiendo al llamado “presupuesto de CO2” los impulsores de la economía verde tratan de imponer una serie de políticas y de planes basados en tecnologías como la geoingeniería y la bioingeniería que no resuelven la grave crisis climática, si no que por el contrario encarnan altos peligros y riesgos para los ecosistemas y graves consecuencias para la vida en el planeta. Cuando hoy, lo urgente y significativo para lograr detener y disminuir el cambio climático y el calentamiento global es suspender radicalmente las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial y terminar con el consumismo desenfrenado impuesto por la economía de mercado.
 
Finalmente, señalar que debido a las múltiples presiones a que se han visto sometidos los científicos, más comprometidos, del panel por parte de intereses gubernamentales, económicos y políticos, el informe del PICC no contempla mucho más abiertamente la profundidad y la gravedad de la crisis causada por calentamiento global antropogénico, pero a pesar de ello, el informe del PICC es una buena herramienta de análisis y de ayuda para el trabajo de lucha contra el cambio climático.
 
La presión y los chantajes por parte de poderes con intereses creados por parte de lobbies del gran capital y de diferentes gobiernos contra muchos de los expertos que participan en los estudios y la elaboración del informe del PICC, son de tal magnitud y a todos los niveles, que esta vez fueron puestos de manifiesto por voceros del PICC. Las grandes compañías están pagando a opositores y negacionistas del cambio climático para desacreditar el trabajo de los científicos del PICC. Por su parte, ante este hecho el Director de la Unidad de Implementación de las United Nations Framework Convention on Climate Change, Halldór Thorgeirsson, y quien dirige las negociaciones de las Naciones Unidas a alto nivel internacional del cambio climático, afirmó que “los científicos tendrán que estar preparados para contrarrestar los ataques de parte de los escépticos”. “Los intereses creados están pagando por el desprestigio de los científicos todo el tiempo. Tenemos que estar preparados para eso”.
 
- Víctor Wilches, Agropolis, Estocolmo.

ALAI (Agencia Latinoaamericana de Información)
http://alainet.org/active/68113

lunes, 14 de octubre de 2013

El día que acabó la crisis

"Cuando termine la recesión habremos perdido 30 años en derechos y salarios".

Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas. Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.

Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.

Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado.

Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.

Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis ha terminado.

Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.

Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.

De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà: su obra estará concluida. Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.

Concha Caballero
El País. Andalucía
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/01/18/andalucia/1358541477_909155.html


domingo, 13 de octubre de 2013

Fracking: fractura geológica, fractura económica, fractura ecológica y fractura social

En geología, hydrofracking,o fracking de manera abreviada, es un término anglosajón para referirse a la técnica de fracturación hidráulica para la extracción de hidrocarburos no convencionales, fundamentalmente gas natural no convencional, el laureado shale gas o gas de esquistos, que no es otra cosa que metano.

Básicamente, el fracking consiste en la extracción de ese gas natural no convencional mediante la fracturación de la roca madre poco o nada porosa, fundamentalmente esquistos de pizarras, donde se aloja de forma muy fragmentada y dispersa. Para extraer las incontables microburbujas de metano atrapadas en las formaciones de esquistos de pizarras se utiliza una técnica de perforación mixta: primero se perfora a gran profundidad, hasta unos 5.000 metros, en vertical, y posteriormente, a partir de ese pozo, se perfora varios kilómetros, entre 2 y 6, en horizontal. Una vez realizadas la perforación vertical y horizontal, se inyecta por ellas agua con un alto porcentaje de arena (hasta un 98%) y una serie de aditivos químicos (hasta un 4%) a gran presión, lo que provoca que la roca madre se fracture y las microburbujas de metano se liberen y asciendan a la superficie a través del pozo vertical. El proceso se repite perforando vertical y horizontalmente a lo largo de toda la veta de roca rica en gas, lo que genera que parte de la mezcla inyectada vuelva a la superficie en forma de residuo (entre un 15% y un 85%), además de dejar la litosfera de la zona de perforación como un queso gruyere.

Desde el punto de vista económico, la explotación del gas de esquisto mediante fracking se puede considerar toda una fractura económica, además de la geológica, pues en la actualidad se puede afirmar sin lugar a dudas que se trata de una práctica no rentable económicamente.
Una vez alcanzado el pico mundial de la producción de petróleo convencional, o el momento en el cual se alcanza la tasa máxima de extracción global de petróleo y tras el cual la tasa de producción entra en un declive terminal, tal como reconocen ya sin paliativos un número creciente de organismo e instituciones internacionales, se han generado unas superlativas expectativas en la explotación del gas de esquistos mediante esta antigua práctica y nueva promesa, primero fundamentalmente en Estados Unidos, país de los primeros en alcanzar su pico local de producción de petróleo convencional allá por 1973 y en el que se concentran los principales recursos de este gas, extendiéndose posteriormente al resto del mundo. Pero, desgraciadamente, recursos no son reservas, y la extracción de este gas mediante fracking se está probando, como se preveía, costosa en términos energéticos e inviable en términos económicos.

La extracción del shale gas depende, al igual que la del petróleo convencional, más de la energía requerida en el proceso de su extracción que de su coste económico. Esto es lo que se conoce como Tasa de Rentabilidad Energética (TRE), o el cociente entre la cantidad de energía total que es capaz de producir una fuente de energía y la cantidad de energía que es necesario emplear o aportar para explotar ese recurso energético; y su límite físico, marcado por la termodinámica, es 1, o sea, el momento a partir del cual hemos de invertir en el proceso de producción o extracción más energía que la que obtenemos mediante dicho proceso. En el caso del gas de esquistos y el fracking, los escasos estudios independientes realizados hasta la fecha arrojan unas TRE estimadas escandalosamente bajas. Así, teniendo como referencia que la TRE de los mejores yacimientos de crudo convencional no supera la cifra de 20:1 o 15:1, o que la de los campos de aerogeneradores eólicos se encuentra en torno a 15:1, resulta que la del gas de esquistos no supera la impresionante cifra de 3:1 o 2:1. Además, la productividad de estos pozos es muy baja (alrededor de unas 200 veces menor que la de un pozo convencional); y su producción decae muy deprisa, tanto que durante el primer año un pozo de gas no convencional típico produce el 80% de todo el gas de su vida útil (los ritmos de decaimiento son tan rápidos que se tiene que estar perforando continuamente y a gran velocidad nuevos pozos para mantener la producción, y este ritmo crece a medida que se intenta producir más gas por este método, lo cual pone un límite absoluto a la producción total anual; como ejemplo, en el yacimiento de la cuenca Barnett de Dallas, uno de los mayores de Estados Unidos, en menos de 5 años desde el comienzo de su explotación se han dado por agotados 16.000 de los 22.000 pozos practicados en la cuenca).

Con todo, como ya evidencian numerosos estudios, informes y noticias, el gas de esquisto no es rentable económicamente: las empresas que se dedican a la explotación del gas de esquisto perdieron 10.000 millones de dólares sólo en 2012, con pérdidas aún más abultadas durante 2010 y 2011, como denuncia Dave Hughes en su artículo de análisis en la revista Nature; por su parte, el CEO de Exxon Mobile, Rex Tillerson, reconoció en un alarde de sinceridad, en declaraciones a The New York Times en Agosto del año pasado, que las empresas del sector "estaban perdiendo hasta la camisa"; y hasta la holandesa Royal Dutch Shell ha anunciado recientemente por boca de su CEO, Peter Voser, que probablemente retirará sus inversiones en este sector norteamericano… Tan solo parece tratarse de otra gran burbuja de las tantas que en los últimos años se viene inflando, en este caso orquestada por Wall Street, tal como recoge también un número creciente de informes, como el de Deborah Rogers, del Energy Policy Forum, una analista energética con muchos años de experiencia, que ha estudiado la economía de las explotaciones y quién está detrás de sus esquemas de financiación; y ya sabemos cómo terminan antes que después las burbujas económicas…

Pero, además de una fractura geológica y económica, la explotación del shale gas mediante fracking constituye también una peligrosa fractura ecológica por diferentes motivos ya bien constatados: consumo hídrico, contaminación de acuíferos, emisiones de metano, generación de actividad sísmica, y degradación territorial por el uso del suelo.
La explotación de hidrocarburos no convencionales mediante fractura hidráulica implica un consumo de agua bastante significativo, que en el caso del gas de esquisto se produce en una proporción de 2,33 barriles de agua por cada barril equivalente de petróleo (bep = aproximadamente 159 litros). Esta cantidad de agua no es significativamente mayor a la que requiere la extracción de petróleo convencional, pero se requiere en algunas zonas donde nunca antes se habían producido estos usos del agua, y en algunos casos comporta los mismos riesgos y problemas que cualquier otra industria intensiva en el uso del agua: aumento del estrés hídrico, salinización y contaminación por metales pesados en los pozos, etc.

Además, para acceder a las formaciones de esquistos se ha de perforar roca sello, encontrándose los acuíferos siempre encima de ella, con lo que inevitablemente se tienen que atravesar. Amparándose en secretos patentados, sic, aunque como sabemos las patentes no funcionan así, las compañías no revelan la composición de sus cócteles. Análisis in situ realizados por activistas revelan que los cócteles usados frecuentemente están compuestos por sustancias cancerígenas, mutagénicas y tóxicas (incluyendo benzeno, tolueno, etil-benzeno, xilenos...). Resulta muy ilustrativa la infografía de The New York Times sobre la contaminación asociada con las plantas e instalaciones de fracking. En muchos casos se han encontrado cantidades muy significativas de estas sustancias tóxicas, y del propio gas natural filtrado, en los suministros de agua que se alimentan de pozos en las zonas adyacentes (como denuncian documentales como Gasland). No es de extrañar, pues como señalan Aitor Urresti y Florent Marcellesi, en cada pozo entran aproximadamente 4.000 toneladas del cóctel químico. Este problema de la contaminación directa de los acuíferos es el que habitualmente más preocupa a las poblaciones circundantes, particularmente porque nadie ha sido capaz aún de estimar cuánto tiempo se necesita para que el acuífero se recupere; tienen motivos para ello, como hemos podido comprobar recientemente en Colorado... Más allá de esta contaminación de acuíferos, es habitual la emisión de gases diversos, como compuestos volátiles orgánicos y, en algunos casos, radón; sin contar con que es una industria con un impacto significativo en emisión de gases, no sólo CO2, sino también el propio metano (CH4), con una capacidad de efecto invernadero por unidad emitida 25 veces superior a la del CO2.

Otro de los riesgos del fracking es la generación de sismicidad, y no se trata de una leyenda urbana sino de algo cierto y preocupante, pues la fractura de las láminas de pizarra y la lubricación con agua pueden favorecer el desplazamiento de masas de tierra y causar terremotos. Según un estudio publicado en Science el pasado mes de Julio por científicos de la Universidad de Columbia, el incremento de la actividad sísmica estaría relacionado con la inyección de la mezcla química utilizada para extraer el gas mediante esta técnica, pudiendo generar seísmos de hasta 3,6 de magnitud en la escala Richter. A su vez, una de las técnicas principales utilizada para deshacerse de los líquidos contaminantes que se extraen del proceso de fracking, consistente en su inyección en pozos subterráneos a gran profundidad, puede producir terremotos de magnitudes mayores, hasta 5,7 en la escala Richter, según otro estudio publicado en Geology el pasado mes de Marzo; algo que ya hemos podido comprobar en vivo y en directo en la comarca del Baix Maestrat como consecuencia de las mismas técnicas de inyección en la plataforma Castor de Escal UGS, propiedad de ACS.

Por si todo lo anterior fuera desdeñable, estamos hablando de una industria pesada, que requiere de un tráfico constante de materiales y personal, con infraestructura, logística, transporte, alojamiento, etc. Y como se trata de una industria que requiere de una gran logística pero que, como hemos argumentado, tiene una vida muy corta, el impacto sobre el territorio es enorme, y las prisas, descuidos y errores pueden destruir en poco tiempo lo que puede llevar décadas recuperar.

Finalmente, considerando la exposición anterior, todo apunta a que la explotación del gas de esquisto mediante fractura hidráulica constituye una práctica industrial de elevado coste, nula rentabilidad económica y muy alto riesgo; que más que suponer la solución a nuestros problemas, puede bien venir a incrementarlos aún más.
En este sentido, cabe preguntarse por qué cuando la inviabilidad económica del gas de esquisto es ya patente en Estados Unidos y en un número creciente de territorios, cuando nuestros vecinos franceses han decidido ya la prohibición de esta técnica en todo su territorio tras una amplia deliberación social en la que ha prevalecido un criterio de prudencia ante sus elevados riesgos, aquí el Senado primero y el Congreso después dan luz verde con nocturnidad y alevosía, y desatendiendo toda evidencia y cualquier oposición, a su práctica en nuestro territorio. ¿Qué tácitos intereses guían a nuestro gobierno para también en este sensible y evidente asunto actuar de la forma a la que ya nos vienen acostumbrando? ¿Contribuirá la explotación del gas de esquisto mediante fracking también a la fractura social española ya iniciada? Me temo que, decidiendo así sobre un asunto tan evidente y al que acompañan tan enormes riesgos, las cosas deben de estar mucho peor de lo que nos pretenden hacer creer en cuanto a la crisis, su relación con la energía y las verdaderas posibilidades de crecimiento que ni están ni se las espera.

J.A. Urra Urbieta 1. (1)
La Calamanda
 
[1] Un explícito y especial reconocimiento, como incentivo del aprendizaje e inspiración de este breve artículo divulgativo, al compañero Antonio Turiel Martínez y su magnífico trabajo en The Oil Crash.


 

lunes, 7 de octubre de 2013

Tecnología y control

Las revelaciones de Wikileaks y especialmente las de Snowden han puesto de manifiesto lo que antes podía intuirse: que el uso masivo de internet está siendo utilizado por los grandes estados (y también las grandes empresas) para desarrollar nuevas formas de espionaje y control social antes impensables. La sorpresa ha impactado especialmente a la inmensa masa de personas que se habían creído que los nuevos medios de comunicación abrían la puerta a un mundo dominado por comunicaciones horizontales. Una visión utópica de las nuevas tecnologías que convertía a los multimillonarios promotores de Apple, Facebook, Google, Twitter en precusores de un nuevo orden social más libre. Ahora sabemos que estas empresas son idénticas a las grandes corporaciones de toda la vida: abusan de su poder de mercado, tratan de eludir derechos sociales cuando pueden, evaden impuestos, colaboran con el poder político y utilizan la información que les proporcionamos gratuitamente para favorecer la manipulación social de gobiernos y clientes.

La cultura postmoderna en la que se introdujeron las nuevas tics se caracteriza por su ausencia de memoria. Todo es nuevo y sin historia. De aquí la ingenuidad y el desconcierto. Si en cambio realizamos una somera lectura de la historia del capitalismo, fácilmente descubrimos que la cuestión del control humano ha sido uno de los componentes esenciales del cambio tecnológico y organizativo. Lo han explicado muy bien decenas de estudiosos críticos del cambio tecnológico desde Marx en adelante. La fábrica moderna fue sobre todo un medio de control del comportamiento humano asociado al poder del capital sobre el espacio y el reloj. Toda la historia de la mecanización ha tenido entre uno de sus componentes esenciales el de reducir la discrecionalidad de la acción humana, el de hacerla predecible, el de permitir su supervisión (una máquina parada, una luz encedida permite reconocer que alguien no esta haciendo su faena), el de influir sobre el ritmo de trabajo, el de condicionar las relaciones sociales entre iguales... Vale la pena releer toda la literatura crítica sobre la organización del trabajo, los Braverman, Marglin, Coriat, etc., para pensar el proceso actual. De la misma forma que vale la pena releer el David Noble de El diseño de EE.UU. (Ministerio de Trabajo y la Seguridad Social, 1988) para conocer la estrecha relación que ha existido históricamente entre las grandes empresas, los centros académicos de innovación y el poder político (particularmente el militar).

Si algo tienen las nuevas tic es precisamente potencial de control. Han sido las tecnologías esenciales para promover la externalización y globalización de las estructuras económicas. Para posibilitar el control a distancia de trabajadores aislados. Para facilitar el movimiento de todo el flujo de dinero especulativo. Y no podía esperarse que fuera utilizado como un elaborado mecanismo de control político y social.

Un control directo en forma de conocimiento preciso de las relaciones personales de cada cual, de sus movimientos en el espacio. Y un control cultural en forma de entretenimiento masivo, de una nueva oleada de ocio digital en formas diversas de videojuegos, chats, descargas, comunicación instantánea… que mantienen entretenida a una inmensa masa de población y hasta le genera la sensación de participación con una trivial acción en la red. Una acción que además posibilita a los poderes nuevos mecanismos de conocimiento y control social. Hace unos años, en la fase de lanzamiento de las nuevas tic, se hablaba de la “brecha digital”, de la diferenciación entre los que sabían y los que no sabían utilizar la red. Una vez se trataba de un debate hasta cierto punto ficticio, la propia expansión del negocio ha conllevado una mayor facilidad de acceso y una enorme difusión social de los conocimientos básicos del uso de las tic. El problema social no es el analfabetismo en el uso de internet o la compleja telefonía movil, el peligro está en que para millones de personas se convierta, a la vez, en un medio para control externo y en una forma de ocupación inocua del tiempo.

Todas las innovaciones tecnológicas han tenido sus resistencias, sus respuestas sociales. Es hora de perder de vista la visión ingenua de las tic y empezar a pensar qué hay que hacer para soslayar la amenaza cierta de control social directo e indirecto que conlleva su desarrollo.

Albert Recio Andreu
Mientras Tanto

Albert Recio Andreu
Albert Recio Andreu
Las revelaciones de Wikileaks y especialmente las de Snowden han puesto de manifiesto lo que antes podía intuirse: que el uso masivo de internet está siendo utilizado por los grandes estados (y también las grandes empresas) para desarrollar nuevas formas de espionaje y control social antes impensables. La sorpresa ha impactado especialmente a la inmensa masa de personas que se habían creído que los nuevos medios de comunicación abrían la puerta a un mundo dominado por comunicaciones horizontales. Una visión utópica de las nuevas tecnologías que convertía a los multimillonarios promotores de Apple, Facebook, Google, Twitter en precusores de un nuevo orden social más libre. Ahora sabemos que estas empresas son idénticas a las grandes corporaciones de toda la vida: abusan de su poder de mercado, tratan de eludir derechos sociales cuando pueden, evaden impuestos, colaboran con el poder político y utilizan la información que les proporcionamos gratuitamente para favorecer la manipulación social de gobiernos y clientes.
La cultura postmoderna en la que se introdujeron las nuevas tics se caracteriza por su ausencia de memoria. Todo es nuevo y sin historia. De aquí la ingenuidad y el desconcierto. Si en cambio realizamos una somera lectura de la historia del capitalismo, fácilmente descubrimos que la cuestión del control humano ha sido uno de los componentes esenciales del cambio tecnológico y organizativo. Lo han explicado muy bien decenas de estudiosos críticos del cambio tecnológico desde Marx en adelante. La fábrica moderna fue sobre todo un medio de control del comportamiento humano asociado al poder del capital sobre el espacio y el reloj. Toda la historia de la mecanización ha tenido entre uno de sus componentes esenciales el de reducir la discrecionalidad de la acción humana, el de hacerla predecible, el de permitir su supervisión (una máquina parada, una luz encedida permite reconocer que alguien no esta haciendo su faena), el de influir sobre el ritmo de trabajo, el de condicionar las relaciones sociales entre iguales... Vale la pena releer toda la literatura crítica sobre la organización del trabajo, los Braverman, Marglin, Coriat, etc., para pensar el proceso actual. De la misma forma que vale la pena releer el David Noble de El diseño de EE.UU. (Ministerio de Trabajo y la Seguridad Social, 1988) para conocer la estrecha relación que ha existido históricamente entre las grandes empresas, los centros académicos de innovación y el poder político (particularmente el militar).
Si algo tienen las nuevas tic es precisamente potencial de control. Han sido las tecnologías esenciales para promover la externalización y globalización de las estructuras económicas. Para posibilitar el control a distancia de trabajadores aislados. Para facilitar el movimiento de todo el flujo de dinero especulativo. Y no podía esperarse que fuera utilizado como un elaborado mecanismo de control político y social.
Un control directo en forma de conocimiento preciso de las relaciones personales de cada cual, de sus movimientos en el espacio. Y un control cultural en forma de entretenimiento masivo, de una nueva oleada de ocio digital en formas diversas de videojuegos, chats, descargas, comunicación instantánea… que mantienen entretenida a una inmensa masa de población y hasta le genera la sensación de participación con una trivial acción en la red. Una acción que además posibilita a los poderes nuevos mecanismos de conocimiento y control social. Hace unos años, en la fase de lanzamiento de las nuevas tic, se hablaba de la “brecha digital”, de la diferenciación entre los que sabían y los que no sabían utilizar la red. Una vez se trataba de un debate hasta cierto punto ficticio, la propia expansión del negocio ha conllevado una mayor facilidad de acceso y una enorme difusión social de los conocimientos básicos del uso de las tic. El problema social no es el analfabetismo en el uso de internet o la compleja telefonía movil, el peligro está en que para millones de personas se convierta, a la vez, en un medio para control externo y en una forma de ocupación inocua del tiempo.
Todas las innovaciones tecnológicas han tenido sus resistencias, sus respuestas sociales. Es hora de perder de vista la visión ingenua de las tic y empezar a pensar qué hay que hacer para soslayar la amenaza cierta de control social directo e indirecto que conlleva su desarrollo.
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sábado, 5 de octubre de 2013

El ajedrez, los salarios y las pensiones

Entre las muchas leyendas existentes acerca del origen del ajedrez se encuentra la que lo atribuye al brahmán Susa, o Sissa, que lo ideó con la intención de reconfortar al rey que había perdido a su hijo en una batalla. El monarca quedó tan satisfecho con el regalo que prometió premiar al brahmán con lo que deseara. El astuto inventor hizo una demanda en apariencia sencilla, colocar granos de trigo en el tablero de ajedrez de acuerdo con la siguiente cadencia: un grano en el primer recuadro, dos en el segundo, cuatro en el tercero y así sucesivamente. El rey quedó sorprendido por el carácter modesto de la petición, pero más sorprendido quedó aún cuando sus sirvientes al ir a complacer al brahmán se dieron cuenta de que era imposible. Ni la cosecha obtenida en diez años al sembrar toda la superficie de la tierra sería suficiente para conceder lo prometido.

La leyenda, verdadera o falsa, sirve para ilustrar el poder de transformación que aparece en toda progresión geométrica, un insignificante grano de trigo al que al principio nadie concede importancia alguna se convierte al final en una magnitud ingente y casi inimaginable. El símil es trasladable a la fuerza con la que el dinero (y con él todo tipo de rentas que no se actualicen) se desvaloriza por efecto de la inflación. Todos hemos escuchado a nuestras abuelas relatar la cantidad fabulosa de cosas que hace años se podían realizar con 1.000 pesetas, hoy son seis euros y poco se puede hacer con ellos.

La ilusión monetaria puede hacer de la inflación la forma más segura de transferencias de rentas de unos colectivos a otros. El ministro de Economía ha hecho una loa a la no indexación, afirmando que cuanto menor sea esta, mejor va la economía. Debe referirse a la economía de algunos, no desde luego a la de los trabajadores que ven cómo su capacidad adquisitiva empeora año a año, si en la negociación de sus salarios no se tiene en cuenta (tal como pretenden imponer la Comisión, el BCE y el propio Gobierno) el incremento de los precios.

El Banco de España -que no es precisamente sospechoso de rojerío- acaba de afirmar que la reforma laboral no ha servido para crear empleo, ni siquiera para amortiguar el ritmo de su destrucción, tampoco para minorar la temporalidad, pero sí para reducir el nivel salarial. En realidad, esta era la verdadera finalidad que el Gobierno y las autoridades comunitarias esperaban de ella.

La reforma laboral junto con la no indexación de los salarios constituyen las dos armas que se están empleando para conseguir la llamada “deflación interna” que, como alternativa a la devaluación monetaria (el euro no la permite), se utiliza para recuperar la competitividad perdida. Existe, sin embargo, una enorme diferencia entre ambas: mientras la depreciación de la moneda incide por igual sobre todas las rentas, la deflación interna actúa únicamente sobre los salarios y, por supuesto, no sobre todos por igual; los consejeros y directivos de las grandes empresas no solo no han perdido poder adquisitivo sino que lo han ganado. Es paradójico que el aumento de competitividad que se pretende obtener a base de empobrecer a los trabajadores se dilapide mediante la política de Alemania y del BCE centrada en el mantenimiento de un euro fuerte.

Entre los damnificados en mayor grado se encuentran sin duda los empleados públicos, a los que desde hace cinco años no solo se les ha congelado el salario nominal sino que en dos de esos ejercicios se les ha reducido. Es más, incluso ya antes de la crisis sus retribuciones no se actualizaban al cien por cien con el incremento del coste de la vida. Como en el juego del ajedrez, lo que en un solo año parece no tener demasiada importancia se transforma en un empobrecimiento grave y progresivo mediante una serie acumulativa en el tiempo. Lo curioso es que muchas de estas medidas han sido tomadas por ministros que ostentan la condición de funcionarios; bien es verdad que como no piensan volver a la administración pública, sino que esperan sentarse en el consejo de administración de alguna gran empresa o montar su propio chiringuito de influencias el tema, no les afecta personalmente.

¿Y qué decir de los pensionistas? El proyecto de ley que el Gobierno acaba de remitir a las Cortes diseña un panorama dantesco para la tercera edad. Las pensiones, por término medio muy reducidas (el 77% de los pensionistas cobran en la actualidad menos de 1.000 euros mensuales), irán sufriendo la erosión acumulativa de la inflación, de manera que en un plazo relativamente breve la totalidad de los jubilados se adentrarán en el círculo de la pobreza.

La pensión máxima y la pensión mínima tenderán a converger, pero lógicamente a los niveles de la pensión mínima, es decir, con el tiempo el sistema se transformará en una institución casi de beneficencia que concederá al conjunto de los jubilados un subsidio escaso y que se irá deteriorando con la inflación. La razón es simple, al estar plafonada en la actualidad la pensión máxima su cuantía irá perdiendo desde este mismo momento poder adquisitivo, por lo que cada vez será mayor el número de pensionistas que ingresen en el sistema cobrando la pensión “máxima”, una pensión máxima cada vez más deteriorada por la inflación hasta que sea esta cuantía la que rija para todos los jubilados. Es decir, llegará un momento en que todos los pensionistas reciban, por ejemplo, una prestación de 2.100 euros, el problema es que esos 2.100 euros equivaldrán a los 500 de ahora.

El ministro de Hacienda ha declarado que lo que se pretende es acompasar la actualización de las pensiones a la marcha de la economía, lo que no es verdad. Ya quisieran eso los pensionistas: que sus pensiones se renovasen de acuerdo con la evolución de la renta per cápita (por ejemplo, con la media del incremento de esta magnitud en los veinte años anteriores). Lo que aparentemente se intenta es indexarlo tan solo con la marcha de los ingresos de la Seguridad Social, lo que sin duda conlleva un enorme riesgo.

Pero es que, además, ni siquiera esto es cierto totalmente, puesto que existen limitaciones claras, la primera es que el índice goza de una enorme discrecionalidad ya que en la media móvil figuran las previsiones del Gobierno para los cinco años siguientes sin que se establezca ninguna corrección en el caso de que existan desviaciones, y ya sabemos lo que ocurre con las previsiones; la segunda es que los límites que se establecen por arriba y por abajo son asimétricos, con respecto a la línea de la neutralidad que sería el incremento del IPC (ni se pierde ni se gana capacidad adquisitiva). Por muy bien que vaya la recaudación de la Seguridad Social la única mejora que pueden obtener los pensionistas sería el 0,25%, mientras que si la economía va mal perderán el incremento del IPC menos el 0,25%. Hay una gran diferencia.

El Gobierno pretende solucionar el problema del déficit y su incapacidad para recaudar impuestos (la presión fiscal española es inferior a la de Grecia, Polonia, Estonia, Portugal, Malta, República Checa, Chipre, Hungría y Eslovenia) deprimiendo las pensiones y las retribuciones de los empleados públicos. Teniendo en cuenta que todos los ingresos del Estado evolucionan (o al menos deberían evolucionar) en consonancia a como lo hace el PIB monetario, es decir, están indexados por los precios, la no actualización de los salarios de los funcionarios y de las pensiones representa una transferencia de renta de estos colectivos al Estado, o sea, un impuesto, impuesto bastante inicuo; al igual que la no actualización de los salarios del sector privado, representa una transferencia de renta de los trabajadores a otros colectivos, se supone que a las rentas empresariales y de capital, es decir, un expolio.

Juan Fco Martín Seco
República.com
 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Desafíos de la protesta social



Desde una óptica progresista desechamos las salidas autoritarias o conservadoras y la simple estrategia adaptativa a los retrocesos socioeconómicos y políticos. La apuesta es frenar o impedir la actual deriva regresiva y promover un giro más social en la política socioeconómica y la democratización del sistema político, con una mayor activación de la ciudadanía. Veamos algunos elementos de este punto de vista.

Giro socioeconómico y democratización

En el momento actual, se podría especular con la reproducción de cierta similitud de escenario con el periodo 2002-2004 (agresividad de la derecha, oposición del conjunto de la izquierda y los movimientos sociales, recuperación electoral socialista). No obstante, existen distintos factores y procesos específicos a los de esa etapa: gravedad de las consecuencias socioeconómicas de la crisis, reciente experiencia de la gestión antisocial del gobierno socialista, ausencia de renovación y reorientación significativas del PSOE, autonomía y persistencia de una ciudadanía activa.

Una profunda acción política, social y democrática es mucho más imprescindible para la izquierda, para contrarrestar el poder económico y financiero, corregir y regular los mercados financieros, activar a la ciudadanía y fortalecer la legitimidad de esa actuación y su representación política.

La auténtica solución para impedir y cambiar la estrategia de austeridad, revalorizar la acción pública o sociopolítica frente a los mercados financieros y reforzar la democracia, es la consolidación de una amplia corriente indignada y una fuerza social activa, con un aumento de su representación parlamentaria, reequilibrando en las izquierdas la hegemonía del partido socialista. Es un elemento también positivo para que el partido socialista resuelva de forma progresista su desafío de reorientación política y renovación orgánica, así como mejorar sus vínculos con la sociedad.

Por tanto, la crítica y el rechazo a la política regresiva, a esa clase gobernante encargada de su aplicación, muchas veces faltando a elementales prácticas democráticas de transparencia y compromisos electorales con sus bases sociales, están fundamentados, son realistas y constituyen la mejor opción pragmática para ponerles freno y promover su cambio.

Por supuesto, no todos los políticos o partidos políticos son iguales. Hay diferencias significativas, en diversos planos, entre los dos partidos mayoritarios PP y PSOE. Pero ambos han asumido y aplicado políticas regresivas y antisociales, son corresponsables junto con los poderes económicos del deterioro material de la mayoría de la sociedad y han sido poco respetuosos con sus compromisos con sus bases sociales y la opinión de la ciudadanía. Ese distanciamiento respecto de la mayoría de la sociedad, en aspectos especialmente sensibles, le hace merecer a ambos partidos, a la clase política mayoritaria y, especialmente a sus líderes, la poca confianza ciudadana sobre que su gestión de los asuntos públicos esté guiada por la justicia social, la defensa de las capas populares y desfavorecidas o el interés general de la sociedad.

En otro plano, sin esa gran responsabilidad en la gestión de la política de austeridad y la aplicación de los recortes sociales de espaldas a la ciudadanía, están las deficiencias o limitaciones de otros agentes sociales y políticos. 

En la sociedad se combinan dos elementos:

1) Una amplia desconfianza en las élites políticas actuales que a juicio de la mayoría social ‘no representan’ adecuadamente su opinión e intereses, aunque gran parte de ella siga votando a los mismos partidos políticos.

2) Una esperanza en que el sistema democrático y representativo, con nuevas élites políticas y sociales, sea capaz de una renovación institucional y una reorientación de sus prioridades socioeconómicas y políticas.

Es una aspiración sensata y justa, no exenta de cierto escepticismo en su materialización completa. La desafección no alcanza a la democracia representativa o a la acción sociopolítica y ciudadana, sino todo lo contrario, hay expectativas en que proporcionen los mecanismos para la solución. La cuestión es si es probable o, mejor, qué condiciones sociopolíticas se deben configurar para ser una opción realista y practicable.

El propio partido socialista se debate entre la continuidad o la ligera renovación de sus políticas, discursos y liderazgos. No se adivina una reorientación profunda de su estrategia y su dinámica organizativa. El grado de desarrollo de la izquierda social y política es fundamental. La potenciación y articulación de la ciudadanía activa, con su expresión del sindicalismo, el movimiento 15-M (y sus derivados), sus fórmulas mixtas (como las mareas ciudadanas) y el resto del tejido social progresista, es clave para impulsar el cambio social y político.

El futuro está abierto. La opción dominante es la salida regresiva y autoritaria de la crisis que están intentando imponer el poder económico e institucional europeo (y mundial), con la corresponsabilidad de las élites políticas del sur periférico. Pero la sociedad europea no está condenada de forma fatal a esa opción liberal-conservadora dominante, con un fuerte retroceso de las condiciones y derechos sociolaborales, el desmantelamiento del actual Estado de bienestar, particularmente para el sur europeo, y la anulación o la subordinación de las fuerzas sociales y políticas de izquierdas, el sindicalismo y los movimientos sociales progresistas.

La pugna sociopolítica por una salida justa de la crisis

El nuevo ciclo sociopolítico, iniciado en el año 2010, tiene varias fases y presenta diversas enseñanzas. El hecho social más significativo, en este periodo, es la consolidación de una corriente social indignada, una ciudadanía activa y una doble representación social, los sindicatos y los grupos de activistas del 15-M.

Primero, en el año 2010, del sindicalismo, luego, en la primavera, verano y otoño de 2011 por el movimiento 15-M, y después, empezando ya en el otoño de 2011 (huelgas en la enseñanza pública y movilizaciones contra la reforma constitucional) y en el año 2012, ya con el nuevo gobierno del PP y sus duros planes de ajuste, con una combinación de  movilizaciones generales del movimiento sindical, acompañado de una amplia participación de grupos sociales. Se realizan las dos huelgas generales de marzo y noviembre, con cerca de cinco millones de huelguistas cada una y entre uno y dos millones en las grandes manifestaciones de esos días y algo menores en otras jornadas de participación también masiva como el 15 de febrero, el 19 de julio o el 15 de septiembre de ese año. Se añaden protestas sindicales y ciudadanas sectoriales y locales y algunas acciones del movimiento 15-M (y similares), que alcanzan decenas de miles de personas.

El nuevo escenario sociopolítico, con un emergente campo social autónomo y diferenciado de las instituciones políticas, tiene la particularidad de que cristaliza frente a la gestión antisocial del gobierno socialista y luego se desarrolla contra la derecha.

La configuración de las ideas fuerza de esa corriente crítica y los objetivos de su actividad expresiva, están constituidos por cuatro elementos interrelacionados:

1) El rechazo a las graves consecuencias de la crisis, el paro masivo, la desigualdad social y el retroceso en las expectativas laborales y socioeconómicas, particularmente entre la gente joven.

2) La oposición a la gestión regresiva (económica y política) dominante, con profundos recortes sociales.

3) La crítica al déficit democrático de las instituciones políticas, legitimadas electoralmente pero alejadas de la conciencia popular mayoritaria, con desconfianza social hacia la clase política.

4) El deterioro de la credibilidad del aparato socialista como representación política y cauce de las demandas de un amplio sector social.

La conciencia crítica hacia la clase política es todavía más lacerante al integrar en ella al partido socialista, como responsable de una política especialmente regresiva y dura en un país periférico como España (al igual que hicieron los partidos socialistas de Grecia y Portugal). Las bases sociales progresistas y de izquierda reaccionan más firmemente contra los recortes sociales y las medidas injustas, defienden más la igualdad social, cuestión positiva y que les diferencia de las personas de derecha. Pero, además, cuando la aplicación de medidas antisociales viene de políticos socialistas se sienten más defraudados con esa clase política al advertir más distancia respecto de sus discursos y proyectos.

La profundidad y la especificidad de la crisis económica y social en España y las medidas regresivas que adoptó el Gobierno de Zapatero-Rubalcaba en la segunda legislatura revelaban el fracaso de un proyecto modernizador. O, más grave todavía, constataban la ausencia de tal proyecto, la ingenuidad en la creencia de la solidez de nuestro sistema económico y la estabilidad de nuestro mercado de trabajo, la continuidad de la misma política económica anterior y la complicidad con la burbuja inmobiliaria, la especulación financiera y un débil Estado de bienestar.

Así mismo, la cúpula socialista infravaloraba que los fundamentos de su apoyo social, fortalecido en el periodo previo de las grandes movilizaciones sociales de 2002/2004, que le auparon para su victoria electoral, tenían que ver con su confrontación con la derecha, sus vínculos con la izquierda social y los movimientos progresistas y la expectativa de un avance en los derechos civiles, políticos y sociales.

Por tanto, la frustración de esa corriente social indignada con la clase política gestora de la austeridad para las capas populares, su crítica al poder económico y financiero, como principales culpables de la crisis, así como el malestar ciudadano, son profundos, realistas y justos. Ese fenómeno refleja una mayor conciencia del papel positivo de la propia activación ciudadana y constituye una exigencia de regeneración democrática del sistema político y una reorientación social y ética de las izquierdas.

No obstante, la realidad es que la conformación de un campo social, con una cultura progresista y una representación y articulación social, tiene unos ritmos específicos y unas características distintas a la configuración de los campos electorales, con la estructuración de unas opciones políticas y una estructura organizativa, creíbles y relativamente cohesionadas con un proyecto político y el condicionamiento de los mecanismos electorales.

El concepto ‘resistencias’ sociales o colectivas se adecúa a la realidad de los equilibrios de fuerzas y los caminos a recorrer. Las protestas colectivas no consiguen mejoras materiales inmediatas, sino que son freno al empeoramiento impuesto y generan la deslegitimación de sus gestores, para promover el cambio de políticas e instituciones. Estamos en un ciclo ‘defensivo’, de impedir retrocesos en las condiciones y los derechos sociales y democráticos de la ciudadanía, aunque esa posición es imprescindible completarla con un proyecto social y democrático, de transformación progresista.

El significado de la acción sociopolítica, la protesta social y las resistencias ciudadanas es impedir la deriva regresiva, antisocial y autoritaria. Esos componentes no son simplemente el contexto de la acción colectiva de la ciudadanía activa, como si fueran las circunstancias externas que rodean el hecho fundamental. Por el contrario, el actual proceso de movilizaciones populares tiene sus bases, sus objetivos y su sentido en esa realidad socioeconómica y política y expresan la aspiración a su cambio. La especificidad del actual proceso de resistencias colectivas es que señala su rechazo a componentes ‘sistémicos’ de la realidad socioeconómica y política y apunta a reformas profundas de carácter social y democrático.

El descontento ciudadano con esa clase política, incluido el aparato socialista en la medida que no corrige claramente su orientación, está fundamentado, es justo y conveniente. Supone un valor positivo y democrático para regenerar el sistema político y reorientar la acción socioeconómica y laboral. Tiene insuficiencias y una débil y fragmentada representación social. Esa corriente indignada está relativamente huérfana de representación política y gran parte de ella sigue votando a los mismos partidos mayoritarios, por más que ya ha tenido un significativo efecto en el apoyo electoral a otros partidos minoritarios y de izquierda.

Su evolución depende, sobre todo, de la consolidación de una dinámica creíble para derrotar esa estrategia de austeridad, abrir un horizonte más justo en la salida de la crisis y una mayor democratización del sistema político. El bloqueo de esa expectativa colectiva, progresista, solidaria y democrática, podría generar otras dinámicas contraproducentes, adaptativas individualmente y segmentadas o, entre ciertos sectores, de carácter populista, xenófobo o exclusivista. En definitiva, la indignación ciudadana es una corriente social a impulsar, encauzar y madurar, no a debilitar, desprestigiar o minusvalorar.

Particularmente, desde el año 2010, estamos en otro ciclo sociopolítico y de la protesta social. No solo cambia el contexto, las circunstancias que rodean el hecho principal: el rechazo ciudadano a una política antisocial y poco democrática. Esos elementos forman parte del sentido y el significado de las resistencias colectivas en una situación defensiva respecto del poder. Es mayor la disociación entre su componente expresivo o dimensión social y sus logros reivindicativos de mejoras en las condiciones materiales o los derechos individuales y colectivos.

Desconocer los componentes socioeconómicos y laborales y, en otro sentido, las respuestas del mundo sindical, deja sin explicar aspectos sustantivos de este ciclo de movilización social. Las protestas colectivas actuales, las más amplias y generales (las huelgas generales y las grandes manifestaciones sindicales o ciudadanas, hasta algunos masivos conflictos sectoriales pero también cívicos, como en la educación y la sanidad) apuntan a elementos más sistémicos o de conjunto que otras experiencias más parciales. Así, infravalorar el contenido social de ese proceso de contestación ciudadana, dificulta analizar su significado, sus causas y sus objetivos. Nos alejaría de la realidad, dificultando una interpretación adecuada y, sobre todo, una estrategia o un proyecto sociopolítico acertado.

Rebajar este enfoque social y crítico generaría, por una parte, el embellecimiento de la gestión socialista y la derecha, basada en la austeridad, y, por otra parte, la minusvaloración del fortalecimiento de la ciudadanía activa y, más en general, de la articulación de un fuerte movimiento social transformador de la realidad socioeconómica y política. Y este factor es clave para promover una salida más justa y equitativa a la crisis y asegurar un modelo social avanzado para los países europeos.

La cuestión es la perspectiva y las características de la conformación de los dos campos y su interrelación: el social o sociopolítico y el político-electoral. Es difícil, con  las tendencias actuales, asegurar la certeza de una salida justa y solidaria de la crisis. No obstante, es imprescindible proponer y empujar por un proyecto transformador, referencia para los sectores de izquierda, estímulo para la ciudadanía activa y condicionamiento de los equilibrios y acuerdos más amplios que puedan definir fases intermedias y aislar a los núcleos de poder más reaccionarios. Ello permitirá una mayor firmeza y determinación de los distintos agentes sociales y superar la inercia adaptativa o la simple supervivencia representativa. Es el sentido de una alternativa sociopolítica y una teoría social crítica que permita fortalecer la acción práctica igualitaria y democrática, así como el compromiso solidario.

Extracto de la Comunicación presentada en el XI Congreso español de Sociología, en el grupo de “Movimientos sociales, Acción colectiva y Cambio social”,  julio de 2013

[Antonio Antón es profesor honorario de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid]
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