domingo, 26 de abril de 2009

Por una Declaración Universal del Bien Común de la Humanidad

Frente a la crisis financiera que afecta a toda la economía mundial y que se combina con la crisis alimentaria, energética y climática, para terminar en un desastre social y humanitario, diversas reacciones se perfilan en el horizonte. Algunos proponen castigar y cambiar los actores (los ladrones de gallinas, como dice Michel Camdessus, el ex-director del FMI) pero continuando exactamente igual como antes. Otros señalan la necesidad de regular el sistema, pero sin cambiar los parámetros, como George Soros. Finalmente hay aquellos que piensan que es la lógica misma del sistema económico contemporáneo que está en juego y que se trata de encontrar alternativas a éste.

La urgencia de soluciones es el desafío mayor. No queda mucho tiempo para actuar eficazmente contra el cambio climático. En el curso de los dos últimos años, según la FAO, 100 millones de personas han pasado por debajo de la línea de pobreza, la necesidad imperativa de cambiar el ciclo energético está frente a nuestras puertas. Una multitud de soluciones alternativas existen, en todas las áreas, pero ellas exigen una coherencia para garantizar su eficacia, no un nuevo dogma, sino una articulación entre ellas.

De la misma manera que la Declaración de los Derechos del Hombre proclamada por las Naciones unidas, una Declaración Universal del Bien Común de la Humanidad podría tener un papel similar. En efecto los Derechos del Hombre antes de haberse adoptado por la comunidad internacional, han conocido un largo recorrido entre las revoluciones francesa y estadounidense. El mismo proceso progresivo ha tenido la tercera generación de los Derechos, incluyendo una dimensión social antes de ser proclamados. Bastante occidental en sus perspectivas, el documento fue completado con una Declaración africana y por una iniciativa similar del Mundo árabe. Sin ninguna duda la Declaración, muy seguido, es manipulada en función de intereses políticos, especialmente por las potencias occidentales. Pero ella continúa siendo una referencia de base, indispensable a toda legitimidad política y una protección para las personas.

Actualmente ella debe ser completada, ya que está en juego la supervivencia de la humanidad y del planeta. Cuatro ejes fundamentales podrían dar coherencia a las nuevas iniciativas que buscan construir alternativas y también orientar numerosas prácticas.

1) La utilización sostenible y responsable de los recursos naturales. Aquello significa otro enfoque de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza: pasar de la explotación al respeto de esta última, fuente de toda la vida.

2) Privilegiar el valor de uso sobre el valor de cambio. Luego, definir la economía como la actividad destinada a crear, dentro del respeto de las normas sociales y ecológicas, las bases de la vida física, cultural y espiritual de todos los seres humanos sobre el planeta.

3) Generalizar la democracia a todas las relaciones sociales y a todas las instituciones. No solamente aplicarla y profundizarla en el campo político, con una nueva definición del Estado y de los organismos internacionales, sino también ampliarla al área de la economía, de la cultura y de la relación entre hombres y mujeres.

4) La multiculturalidad, a fin de darle la posibilidad a todos los saberes, a todas las culturas, a todas las tradiciones filosóficas y religiosas de participar en la definición del Bien Común de la Humanidad y a la elaboración de su ética.

La adopción de estos principios permitiría comenzar un proceso alternativo real frente a las reglas que presiden actualmente al desarrollo de la economía capitalista, a la organización política mundial y a la hegemonía cultural occidental y quienes causan las consecuencias sociales, culturales y naturales que conocemos actualmente. Los principios expresados desembocan sobre grandes orientaciones que es posible esbozar.

En efecto esta claro que el respeto de la naturaleza exige el control colectivo de los recursos. Aquello requiere también constituir los elementos, los mas esenciales a la vida humana (el agua, las semillas…) como patrimonio de la humanidad, con todas las consecuencias jurídicas que aquello provoca. Ello significaría igualmente tomar en cuenta de las cuestiones ecológicas en el cálculo económico.

Privilegiar el valor de uso exige una trasformación del sistema de producción actualmente centrado sobre el valor de cambio, con el fin de contribuir a la acumulación del capital considerado como el motor de la economía. Aquello provoca el restablecimiento de los servicios públicos, incluido en las áreas de salud y de la educación, es decir «no mercantilización».

Generalizar la democracia, especialmente en la organización de la economía, supone el fin del monopolio de las decisiones ligadas a la propiedad del capital, pero también la puesta en práctica de nuevas formas de participación que conviertan los ciudadanos en sujetos.

Aceptar la multiculturalidad en la construcción de los principios mencionados significa no reducir la cultura a uno solo de sus componentes y permitir a la riqueza del patrimonio cultural humano expresarse, de poner término a los normas monopolizadores del saber y de expresar una ética social en los diversos lenguajes

¡Utopía! Si, ya que aquello no existe hoy día, pero podría existir mañana. Utopía necesaria, ya que es sinónimo de inspiración creadora de coherencias en los esfuerzos colectivos y personales. Pero también aplicaciones muy concretas, sabiendo que cambiar un modelo de desarrollo no se realiza en un día y su construcción demanda un conjunto de acciones individuales y colectivas las cuales evolucionan de forma diversa en el tiempo. Entonces ¿cómo proponer medidas insertándose en esta lógica y que podría ser el objeto de movilizaciones populares y de decisiones políticas? Muchas proposiciones ya han sido planteadas, pero se podrían agregar otras.

En el plano de los recurso naturales, un pacto internacional sobre el agua, previendo una gestión colectiva (no exclusivamente estatal) correspondería a una conciencia existente de la importancia del problema. Otras orientaciones podrían ser propuestas: la soberanía de las naciones sobre los recursos energéticos; la prohibición de la especulación sobre los productos alimenticios; la regulación de la producción de los agrocarburantes en función del respeto de la biodiversidad, de la conservación de los suelos y del agua, y el principio, de la agricultura campesina; la adopción de las medidas necesarias para limitar a un grado centígrado, el aumento de la temperatura de la tierra en el curso del siglo XXI, el control público de las actividades petroleras y mineras, mediante un código de explotación internacional, verificada y aprobada, concerniendo los efectos ecológicos y sociales (entre otros los derechos de los pueblos indígenas)

A propósito del valor de uso, ejemplos concretos pueden ser dados igualmente. Se trataría de restablecer el estatuto de bien público, del agua, de la electricidad, del correo, de los teléfonos, del internet, de los trasportes colectivos, de la salud, de la educación, en función de las especificidades de cada sector. Exigir una garantía de cinco años sobre todos los bienes manufacturados, lo que permitiría alargar la vida de los productos y disminuir la utilización de materias primas y de la energía. Imponer un impuesto sobre los productos manufacturados que recorren mas de 1000 kilómetros entre su producción y su consumo (adaptable según los productos) y que sería atribuido al desarrollo local de los países los mas frágiles; reforzar las normas de trabajo establecidas por la OIT, sobre la base de una disminución de los tiempos de trabajo y de la calidad de este último, cambiar los parámetros del PBI, introduciendo en él, los elementos cualitativos que conlleven la idea del «bien vivir».

Las aplicaciones de la democracia generalizada son innombrables y podrían concernir a todas las instituciones que pidan un estatuto reconocido públicamente, tanto por su funcionamiento interno como por la igualdad en las relaciones de género: empresas, sindicatos, organizaciones religiosas, culturales, deportivas. En lo que concierne al plan de las Naciones Unidas, se podría proponer la regla de los dos tercios para las decisiones de «principio» y de la mayoría absoluta para las medidas de aplicación. En cuanto a la multiculturalidad, ella comprendería entre otros, la prohibición de patentar los saberes tradicionales; la puesta a disposición publica de los descubrimientos ligados a la vida humana (medicales y farmacéuticos); el establecimiento de las bases naturales necesarias a la supervivencia de culturas particulares (territorialidad).

Se ha hecho un llamamiento para que las proposiciones sean reunidas en un conjunto coherente de alternativas, que constituirían el objetivo colectivo de la humanidad y las aplicaciones de una Declaración Universal del Bien Común de la Humanidad por la Asamblea General de las Naciones Unidas.

François Houtart. Alai Amlatina.


martes, 21 de abril de 2009

Pobreza "made in Monsanto"

Quien controle las semillas controlará la alimentación del planeta, por lo tanto controlará el mundo. Esta frase es la esencia (su verdadero eslogan) del negocio de Monsanto, el gigante de los transgénicos, desnudado en la investigación de la periodista francesa Marie Monique Robin, 'El mundo según Monsanto'. Muchas son las mentiras, trapos sucios y falsedades que desvela su investigación a propósito de las supuestas bondades de los transgénicos que tanto defiende Monsanto. Demasiadas para una empresa que goza de muchos privilegios en las administraciones públicas. Pero por encima de todos, es esencial desmontar el mito que «les hace fuertes», y que, ahora en tiempos de crisis, vuelve a esgrimirse: la tecnología transgénica contribuirá a mejorar la agricultura y el medio ambiente para ayudar a los agricultores de los países en vías de desarrollo y combatir el hambre. Un argumento falso donde se utiliza sin rubor la pobreza como arma publicitaria.
De hecho, una cosa es lo que dicen y otra es lo que hacen: la mayor parte de los cultivos transgénicos comercializados hasta la fecha se destinan a piensos, no a consumo humano. Es decir, por un lado es peliagudo combatir el hambre produciendo pienso para animales y por otro, la expansión de soja transgénica (el futuro pienso) en forma de enormes monocultivos por muchos países empobrecidos no sólo no ayuda a sus agricultores, sino que ha sido la principal causa de expulsión de campesinas y campesinos en los últimos años. Si esas cosechas se siembran y cultivan con avionetas, ¿dónde queda el trabajo campesino? Si la exportación de esos cultivos sólo se la pueden permitir grandes corporaciones, ¿dónde queda el beneficio para las y los pequeños agricultores? Si esos cultivos han acaparado miles y miles de hectáreas ¿en qué rincones pueden las familias cultivar alimentos? Y los parcos esfuerzos en mejorar cultivos destinados a la alimentación humana no han funcionado. El boniato transgénico de Monsanto en Kenia resultó ser mucho menos productivo que la variedad de boniato no transgénico.
Pero donde tenemos las evidencias más desgarradoras es en India con el algodón (tampoco se come) transgénico de Monsanto. Antes de los transgénicos los agricultores indios utilizaban sus abonos y pesticidas naturales y guardaban las semillas para las siguientes temporadas, pero a partir de la introducción de las semillas transgénicas de Monsanto, por diferentes distribuidoras indias bajo su control y fuertes campañas publicitarias, las cosas cambiaron. Son semillas patentadas y está prohibida su reproducción en los siguientes años. Qué paradoja, semillas no renovables, que además requieren de insecticidas específicos (propiedad de Monsanto), por lo que la anterior independencia agrícola de cada campesino se ha convertido en una 'esclavitud' de Monsanto. Y en deudas, muchas deudas, que el precio final del algodón (compitiendo con algodón subvencionado de EE UU), las plagas y las inclemencias del tiempo, no le permiten subsanar. Entonces, con el agua hasta el cuello, deciden suicidarse.
¿Cómo es posible que una empresa esté haciendo negocio con una actividad tan criminal? ¿Cómo es posible que 'invente' semillas que una vez patentadas queda prohibida su conservación y reproducción, que sería lo ecológicamente razonable? ¿Cómo es posible? Es una cuestión de pedigrí, la empresa tiene 107 años de historia y se le reconoce ser impulsora del PCB (elemento cancerígeno utilizado en transformadores eléctricos) y de proveer en la Guerra de Vietnam del químico 'agente naranja' utilizado por las tropas estadounidenses para fumigar el territorio enemigo. De hecho, lo que se puede afirmar es que detrás del espejismo de los transgénicos sólo existió la voluntad de Monsanto de vender su herbicida. El invento de semillas transgénicas es sólo el instrumento para mantener y aumentar las ventas del herbicida.
Contra la agricultura de los transgénicos muy presente en el suelo español y a favor de la soberanía alimentaria de los pueblos, diferentes colectivos de la sociedad civil, organizaciones campesinas, ONGD, y ecologistas hemos planificado una multitud de actos durante esta semana, que culminarán con una manifestación unitaria en Zaragoza mañana sábado. Las administraciones pertinentes deberían atender estas demandas y en un primer paso podrían inspirarse en la decisión del Gobierno alemán que el día 14 prohibió la siembra del maíz de Monsanto en su territorio.

Gustavo Duch Guillot, Veterinarios Sin Fronteras

domingo, 19 de abril de 2009

Sumisión ciudadana

Crisis energética, inmobiliaria, financiera y bursátil, cambio climático... Un escenario de colapso sistémico que movimientos sociales de base y propuestas transformadoras enfrentan justo cuando no parecen lograr salir del bache. ¿Cómo analizar la situación?


Estamos en plena crisis. Los titulares hablan del Gobierno, de los bancos centrales y no centrales, del préstamo y no préstamo, de quiebras, despidos, desahucios y paro... Se habla menos de una progresiva irrupción de la miseria, que ya antes se sabía abrumadora al otro lado de los cayucos. Apenas se osa nombrar lo más temido, el peligro de una ‘desestabilización’. Y cuando se habla, mucho, de la salida de la crisis, no se quiere contar con que la luz del sol, tras salir del túnel, sea más turbia.


Los media nos presentan una crisis ‘en el’ capitalismo, no una crisis ‘del’ capitalismo; a lo sumo se habla de algunas reformas legales, que nadie cree que puedan llegar a ser profundas. La arrogancia de los poderosos en su momento de máxima exposición lo escenifica ostentosamente. Y no sólo estamos pagando su crisis, sino que la aprovechan para ponernos en fila e invadir descaradamente cada vez más espacios. El rechazo del capitalismo ahora parece un tema tabú, como si sólo se tratara de un mal gobierno económico en manos de los neo-cons; en el fondo, una fatalidad y una fatalidad pasajera, pero que nos obliga a más disciplina, más sacrificio. ¿Será el miedo, que paraliza el cerebro? ¿Es que quienes estábamos contra el capitalismo ahora pensamos que puede ofrecernos un rostro más humano? ¿Que algún salvador Obama puede disponer los mecanismos de corrección implícitos en el mismo capitalismo, o al menos compatibles con él en una nueva figuración? Porque nuestra crítica del capitalismo fue antes tan global como ideológica y vaga, sobre todo en la supuesta incontaminación del sujeto crítico por su supuesto objeto; como si no estuviéramos encantados de chupar un poco de su cuerno de la abundancia.


Se ha acabado la era de la ‘crítica’ y de las buenas voluntades ‘sociales’, pagadas a precio carísimo por los terceros mundos periféricos... y metropolitanos. Tampoco es que se trate de un hundimiento total y simultáneo. La casa está cediendo por partes, como si se estuviera abriendo una inmensa tijera; y sólo aspiramos a mantenernos aferrados en la parte de arriba.


Realismo

La izquierda se ha convertido a la democracia, olvidando que ésta es la forma política de la dominación capitalista. Se ha instalado en la esperanza, o la ilusión, de una progresiva socialidad y ha acabado en un “esto es lo que hay” junto con “soy izquierdista, pero no gilipollas”. La falta de un modelo visible al que poder engancharse excusa la complicidad con “lo que hay” por horrible e intolerable que sea. Más aún, también nuestra izquierda oficial ha aceptado la doctrina ‘técnica’ de que cada ámbito –especialmente el económico–, tiene sus propias leyes, en las que nada ‘externo’ debe interferir. Con esa compartimentación ha olvidado algo esencial: que la economía es por de pronto política y lucha de clases, desde arriba por supuesto. Y que la teoría de la pauperización de Marx no sólo se muestra real en el Tercer Mundo, sino que en lo político todos somos hace mucho pauperes. A fin de cuentas los mismos telediarios, con su extrema estilización y reducción de la realidad (como la telenovela escenificada por la política española), son un factor tranquilizador frente a la propia indignidad política. Hasta el punto de que nos falta hasta la capacidad de imaginarnos un mundo no capitalista. La caverna nos ha tragado. Nuestra imaginación nos traiciona cuando nos creemos externos al capitalismo y capaces de ver sin sus gafas; en realidad ya ni tenemos otros ojos que los suyos.


No es en la ideología, sino en la respuesta a las situaciones, donde debería ir surgiendo en pequeño, a nuestra medida, el reconocimiento de la realidad vampírica de la que formamos parte y nuestra reacción constructiva. No es la minoría culpable de la razón, como quería Kant, la causa de nuestra miseria personal y colectiva, sino más bien la minoría culpable de nuestra información; marginamos, minimizamos, contextualizamos en el aluvión publicitario lo que debería servirnos de base para emprender una rebelión lúcida, inexcusable. No una rebelión de grandes gestos, que sólo puede ser general y siempre precaria, sino por de pronto la de una imaginación política sin necesidad de perspectivas de “lucha final”. Porque nos toca estar hegemonizados por poderes inmensos, pero lábiles, que nunca contarán con nuestro apoyo total, aunque vivan de nuestras complicidades ya por el mero hecho inexcusable de que trabajemos bajo y por tanto para ellos.


No se trata de acabar con el capitalismo, sino, primero, de ir saliendo, nosotros, de su caverna. Él ya nos está echando... hacia el fondo, encadenados en sumisión ‘ciudadana’.


José Mª Ripalda.

Fuente: Diagonal



jueves, 16 de abril de 2009

Salud , multinacionales farmaceúticas y periodismo

Pfizer intenta evitar el juicio por la muerte de niños en Nigeria


El periodismo tiene estas cosas. Cuando se trata de grandes intereses privados lo que está en juego es muy posible que lleguemos a no enterarnos de nada. Una información puede ser contada de tan diferentes maneras que dos medios de comunicación consigan que sus versiones sean exactamente opuestas. Me refiero a lo que ocurrió en el estado de Kanu, Nigeria, hace una década, con los niños que murieron tras probar en ellos uno de sus fármacos el laboratorio primero en la lista de ventas, Pfizer.

Resulta que El País cuenta una historia y el portal PRNoticias la contraria. Y entre medias la versión del laboratorio, rectificación del diario independiente de la mañana que ahora es El periódico global en español, etc. La semana pasada El País, haciéndose eco de una información del diario británico The Independent titulaba una noticia así: Pfizer dará 55 millones de indemnización tras la muerte de 11 niños en ensayos clínicos. Según este periódico:

La mayor farmacéutica del mundo, Pfizer, pagará 55 millones de euros a un grupo de familias nigerianas para evitar un juicio por la muerte de 11 niños en el país africano que sirvieron como cobayas de un medicamento en pruebas, Trovan. En 1996, Nigeria sufrió una epidemia de meningitis que terminó con la vida de al menos 11.000 personas. En medio de la crisis humanitaria, Pfizer, famosa por haber inventado la Viagra, envió un grupo de médicos que colocó su centro de operaciones al lado de un centro médico gestionado por Médicos sin Fronteras, quienes intentaban detener la tragedia gracias a medicinas cuya fiabilidad estaba demostrada. Los médicos enviados por la farmacéutica captaron 200 niños y prometieron a sus familias que los curarían. Once de aquellos niños murieron y muchos más sufrieron efectos secundarios graves, incluidos daños cerebrales. Pese a que la alerta sanitaria persistía, el fracaso de la terapia experimental de Pfizer llevó a la empresa a desmantelar su dispositivo apenas dos semanas después de llegar al campo sin ofrecer información sobre los experimentos”.

Como bien narraba el matutino de los Polanco, fue John Le Carré quien denunció con su característico estilo este asunto en su libro El jardinero fiel, cuya adaptación a la gran pantalla consiguió un gran éxito de público y crítica. El caso es que un día después de lo publicado por El País, el portal de internet PRNoticias titula una de sus informaciones: Pfizer pelea por la verdad. Pero quienes esperen que dicha noticia informe sobre cual es la verdad del asunto, quienes esperen unas palabras de Pfizer que nieguen rotundamente los hechos denunciados por The Independent, recogidos por El País y conocidos desde hace años, que esperen sentados. PRNoticias se dedica a criticar al rotativo de Prisa… advirtiéndonos de la enorme generosidad de la multinacional farmacéutica:

Una vez más El País lleva a su edición digital la polémica con la industria farmacéutica y arremete contra Pfizer con motivo de la expedición que la compañía mandó a Nigeria en 1996 cuando esta sufrió una epidemia de meningitis que acabó con la vida de 11.000 personas. La biomédica trasladó un grupo de médicos que atendió a 200 niños, salvando la vida a 189 de ellos.

(…) Pfizer trató de salvar la vida de 200 niños con un centro de operaciones, pero 11 de ellos murieron y uno de los investigadores que participó en la misión denunció que las pruebas realizadas por la compañía habían ’violado normas éticas’

(…) siempre es más fácil ir contra el gigante y poderoso que se lucra con las desgracias ajenas, utiliza a los niños de ’cobayas’, tiene dinero para ‘indemnizar’ o ‘evitar juicios’ y, además, goza de mala prensa”.

Dos días después de su información, El País negaba a The Independent como Pedro a Jesucristo y la noticia de que la farmacéutica se ha comprometido a pagar a los afectados 55 millones de euros en concepto de indemnización tras llegar a un acuerdo extrajudicial que recogía el diario británico, fue sustituida por: Pfizer negocia con Nigeria un acuerdo extrajudicial por la muerte de 11 niños en ensayos clínicos.

PRNoticias volvería a la carga sobre el asunto para contarnos, ahora sí, una parte de una parte de una parte de la verdad, la más insustancial -desde el punto de vista humano, claro-:

La realidad es que Pfizer no tiene ningún acuerdo y que sigue en conversaciones para resolver algunas cuestiones todavía pendientes”.

De todo esto saco algunas conclusiones. El diario de mayor tirada en castellano hace un refrito de una información de otro diario en vez de elaborar una propia sobre un tema de gran calado. Cuando le presionan, la compañía afectada y/o algunos de los medios de comunicación que esta financia con publicidad (PRNoticias tiene un portal específico de Salud con abundante poublicidad de los laboratorios farmacéuticos en el que recoge de manera habitual la línea editorial de los mismos, tanto reproduciendo sus notas de prensa como con su estilo informativo) matiza siguiendo los dictados de la farmacéutica. Esta “matización” contradice lo publicado por el rotativo británico, uno de los más prestigiosos.

También concluyo que el rifi rafe de PRNoticias con El País es sobre si Pfizer ha logrado evitar un juicio que haría más daño todavía a su imagen o no, si las negociaciones extrajudiciales han concluido o no y cuánto le ha costado a la farmacéutica. De los niños muertos, de sus familiares, de lo que supone experimentar un fármaco con niños aprovechando que sufren una epidemia nada de nada. De cómo durante los últimos años los grandes laboratorios están trasladando a países empobrecidos la realización de ensayos clínicos porque en ellos es más barato hacerlo, tienen menos trabas burocráticas y poblaciones en la miseria que “prestan su cuerpo a la ciencia” por algo de dinero, nada de nada. Sobre cómo se llega a acuerdos extrajuidiciales comprando con dinero a las víctimas o sus familiares cada vez que un fármaco produce muertes o graves daños en la salud de las personas (caso del plasma sanguíneo contaminado con sida y hepatitis, Talidomida, Vioxx, etc), nada de nada.

-Para los interesados, el libro Traficantes de salud contiene un capítulo dedicado en exclusiva a Pfizer titulado Pfizer. Pruebas con niños. Y otro denominado Humanos como cobayas (con perdón de éstas).


http://migueljara.wordpress.com





martes, 14 de abril de 2009

Breves: Otra lectura de la crisis

La mentalidad antigua se formó en una gran superficie que se llamaba catedral; ahora se forma en otra gran superficie que se llama centro comercial. El centro comercial no es sólo la nueva iglesia, la nueva catedral, es también la nueva universidad. El centro comercial ocupa un espacio importante en la formación de la mentalidad humana. Se ha acabado la plaza, el jardín o la calle como espacio público y de intercambio. El centro comercial es el único espacio seguro y el que crea la nueva mentalidad. Una nueva mentalidad temerosa de ser excluida, temerosa de la expulsión del paraíso del consumo y por extensión de la catedral de las compras.

¿Y ahora qué tenemos? La crisis.

¿Será que vamos a volver a la plaza o la universidad? ¿A la filosofía?

José Saramago. Cuaderno.josesaramago.org

Red-insurgencia virtual

Que el capitalismo simula estar en crisis para dar el salto a una gran mutación no lo dudo; que está en marcha un engaño global (con la sonrisa de Obama y las caras preocupadas de los mandatarios de la Unión Europea) me parece evidente; que todo avanza hacia la consolidación de una red mundial de estupidización (robots al servicio de las grandes corporaciones) es indiscutible; que el poder económico (con el aplauso de la ley, de la política y de la religión) nos secuestró la calle es cierto; que mientras tanto la izquierda permanece adormecida (o bailando al compás del engaño) es inquietante. Sin embargo, considero que estamos en un momento estelar para resistirnos al proyecto de uniformidad de la existencia humana.

Si los líderes visibles de la izquierda no impulsan un debate sólido que proponga un nuevo modelo revolucionario y práctico, le corresponderá a cada individuo participar en la conformación de una nueva conciencia social. Se trata de asumir, cada quien desde su posición individual, la conciencia de que cada ser humano es un colectivo. Sospecho que por ahí va el camino de la nueva batalla social. Y qué mejor que aprovechar al máximo los recursos de las nuevas tecnologías para resistirse al gran engaño del poder establecido.

Nos secuestraron la calle (como espacio para la vida) y hay que rescatarla; eso es indudable. No obstante, el sistema capitalista abandona (en apariencia) la calle (tras el colapso que provocó) y traslada su campo de acción a un novedoso terreno creado con el objetivo de instaurar el más férreo y uniforme proyecto de dominación: el espacio virtual. Y es allí, desde ese mismo espacio, de donde debe surgir el combatiente del siglo XXI.

Si cada individuo actúa atendiendo la necesidad de impulsar la diversidad colectiva, los caminos de resistencia se multiplicarán antes de que el desgano y la indiferencia nos congelen la energía. Cada día se hace más inútil sostener las formas clásicas de protesta; por más que nos resistamos a reconocerlo el capitalismo ha paralizado cualquier posibilidad de respuesta convencional. Esta crisis que nos impusieron es una trampa para darle un giro contundente al sistema de dominio. Lanzar piedras (o flores) es caer en el juego del poder (¡los violentos a la cárcel y los pacifistas al cielo!); mejor sería impulsar acciones concretas que nos permitan intervenir en todas las formas de políticas (la económica, la legislativa, la educativa, la cultural, la científica, la ecológica, etc.). Más que un objetivo abstracto, es una necesidad lograr desarrollar mecanismos que nos lleven a entendernos como millones de individuos conectados. Y dispuestos a movilizarnos hacia metas concretas.

Desconocer que cada ser humano es único e irrepetible ha sido el máximo chantaje de la derecha; pero también ha representado una de las más severas ignorancias con las que se ha estrellado la izquierda. Necesario es impulsar la educación de un individuo consecuente con su especificidad y con la de cada uno de los otros. El uno es el otro. Oportuno es identificar las particularidades que nos ofrece este momento histórico. A partir de allí debemos llenar de contenidos las nuevas tecnologías (con participación consciente, estratégica y activa) antes de que las grandes corporaciones nos expulsen de la red, como antes lo hicieron de la calle.

La próxima batalla no será por la autodeterminación de los pueblos, sino por la autodeterminación del individuo. La hora de los malditos (la luz que viene de las sombras) se acerca. Aprendamos a usar el reloj.

Edgar Borges

Fuente: Rebelión



lunes, 13 de abril de 2009

¿Es tan malo ser antisistema?

Venimos observando que, en los últimos tiempos, los medios de comunicación de todo tipo han puesto de moda el término antisistema. Lo usan por lo general en una acepción negativa, peyorativa, y casi siempre con intención despectiva o insultante. Y aplican o endosan el término, también por lo general, para calificar a personas, preferentemente jóvenes, que critican de forma radical el modo de producir, consumir y vivir que impera en nuestras sociedades, sean estos okupas, altermundialistas, independentistas, desobedientes, objetores al Proceso de Bolonia o gentes que alzan su voz y se manifiestan contra las reuniones de los que mandan en el mundo.

Aunque no lo parezca, porque enseguida nos acostumbramos a las palabrejas que se ponen de moda, la cosa es nueva o relativamente nueva. Así que habrá que decir algo para refrescar la memoria del personal. Hasta comienzos de la década de los ochenta la palabra antisistema sólo se empleaba en los medios de comunicación para calificar a grupos o personas de extrema derecha. Vino a sustituir, por así decirlo, a otra palabra muy socorrida en el lenguaje periodístico: ultra. Pero ya en esa década la noción se empleaba principalmente para hacer referencia a las posiciones del mundo de Herri Batasuna en el País Vasco. En la década siguiente, algunos periódicos a los que no les gustaba la orientación que estaba tomando Izquierda Unida ampliaron el uso de la palabra antisistema para calificar a los partidarios de Julio Anguita y la mantuvieron para referirse a la extrema derecha, a los partidarios de Le Pen, principalmente, y a la llamada izquierda abertzale. Así se mataba de un solo tiro no dos pájaros (de muy diferente plumaje, por cierto) sino tres.

Esa práctica se ha seguido manteniendo en la prensa aproximadamente hasta principios del nuevo siglo, cuando surgió el movimiento antiglobalización o altermundialista. A partir de entonces se empieza a calificar a los críticos que se manifiestan de grupos antisistema y de jóvenes antisistema. Pero la calificación no era todavía demasiado habitual en la prensa, pues el periodista de guardia de la época, Eduardo Haro Teglen, en un artículo que publicaba en El País, en 2001, aún podía escribir: “Las doctrinas policiales que engendra esta globalización que se hace interna hablan de los grupos antisistema. No parece que el intento de utilizar ese nombre haya cundido: se utilizan los de anarquismo, desarraigo, extremismo, agitadores profesionales. Pero el propio sistema tendría que segregar sus modificaciones para salvarse él si fuera realmente un sistema y no sólo una jungla, una explosión de cúmulos”.

En cualquier caso, ya ahí se estaba indicando el origen de la generalización del término: las doctrinas policiales que engendra la globalización. Desde entonces ya no ha habido manifestación en la que, después de sacudir convenientemente a una parte de los manifestantes, la policía no haya denunciado la participación en ellas de grupos antisistema para justificar su acción. Pasó en Génova y pasó en Barcelona. Y también desde entonces los medios de comunicación vienen haciéndose habitualmente eco de este vocabulario.

El reiterado uso del término antisistema empieza a ser ahora paradójico. Pues son muchas las personas, economistas, sociólogos, ecólogos y ecologistas, defensores de los derechos humanos y humanistas en general que, viendo los efectos devastadores de la crisis actual, están declarando, uno tras otro, que este sistema es malo, e incluso rematadamente malo. Académicos de prestigio, premios Nobel, algunos presidentes en sus países y no pocos altos cargos de instituciones económicas internacionales hasta hace poco tiempo han declarado recientemente que el sistema está en crisis, que no sirve, que está provocando un desastre ético o que se ha hecho insoportable. Evidentemente, también estas personas son antisistema, si por sistema se entiende, como digo, el modo actualmente predominante de producir, consumir y vivir. Algunas de estas personas han evitado mentar la bicha, incluso al hablar de sistema, pero otras lo han dicho muy claro y con todas las letras para que nadie se equivoque: se están refiriendo a que el sistema capitalista que conocemos y en el que vivimos unos y otros, los más moran o sobreviven, es malo, muy malo.

Resulta por tanto difícil de entender que, en estas condiciones y en la situación en que estamos, antisistema siga empleándose como término peyorativo. Si analizando la crisis se llega a la conclusión de que el sistema es malo y hay que cambiarlo, no se ve el motivo por el cual ser antisistema tenga que ser malo. El primer principio de la lógica elemental dice que ahí hay una incoherencia, una contradicción. Si el sistema es malo, y hasta rematadamente malo, lo lógico sería concluir que hay que ser antisistema o estar contra el sistema. Tanto desde el punto de vista de la lógica elemental como desde el punto de vista de la práctica, es indiferente que el antisistema sea premio Nobel, economista de prestigio, okupa, altermundista o estudiante crítico del Proceso de Bolonia.

Si lo que se quiere decir cuando se emplea la palabreja es que en tal acción o manifestación ha habido o hay personas que se comportan violentamente, no respetan el derecho a opinar de sus conciudadanos, impiden la libertad de expresión de los demás o atentan contra cosas que todos o casi todos consideramos valiosas, entonces hay en el diccionario otras palabras adecuadas para definir o calificar tales desmanes, sean éstos colectivos o individuales. La variedad de las palabras al respecto es grande. Y eligiendo entre ellas no sólo se haría un favor a la lengua y a la lógica sino que ganaríamos todos en precisión. Y se evitaría, de paso, tomar la parte por el todo, que es lo peor que se puede hacer cuando analizamos movimientos de protesta.

Francisco Fernández Buey y Jordi Mir - Público

viernes, 10 de abril de 2009

La dominación sin ideología

En el artículo de la Cuarta Página que publiqué en marzo sobre la democracia-marketing insistía en el abandono de los atributos propiamente políticos por parte de la nueva democracia. En primer lugar, los actores, con la sustitución de los partidos y los militantes por los colectivos de apoyo electoral y los grupos en favor de campañas sociales concretas; y por otra parte, la renuncia a toda doctrina y formación ideológica, suplantadas por nuevos dispositivos técnico-funcionales.

Esta cancelación del espacio ideológico llevó a pensar que se trataba de una reedición del tema del fin de las ideologías, que había emergido a finales de los años cincuenta en el mundo de las ciencias sociales y del análisis político y que desde entonces ha acompañado todos los intentos de conservadurismo político y social.

En su momento inicial, sin duda el más brillante, sus principales protagonistas fueron, ya en 1955, Edward Shils (The end of ideology?), Lewis Feuer (Beyond ideology) y Raymond Aron (L'opium des intellectuels), seguidos en 1960 por S. Martin Lipset (The end of ideology?, Daniel Bell (The end of ideology in the West); Dennis H. Wrong (Reflections on the end of ideology; C. Wright Mills (Letter to the New Left) y un largo etcétera hasta finales de la década, recogidos y comentados en el Reader the end of ideology debate, de Chaim I. Wayman. En Francia y en España, Jean Meynaud es el más prestigioso difusor de esta problemática, en particular en sus libros Le destin des idéologies y Technocratie et politique.

La generalización y el vigor de la tesis, en el mundo académico y en el político, tuvo mucho que ver con la aparición, en los países occidentales, del tema de la sociedad opulenta y del amplio bienestar generalizado que, según sus promotores, conllevaba una situación, real o mitificada, que supuso un cierto apaciguamiento de los antagonismos sociales y una pérdida de pugnacidad de las opciones políticas de izquierda, en particular del comunismo y del socialismo. El progreso, predicaban, no podía venir de una transformación impuesta por la fuerza desde fuera de la sociedad, sino de los factores de cambio que en ella existían, de su propia evolución, estimulada por el desarrollo económico y las innovaciones tecnológicas. No se trata, por tanto, de excluir a lo ideológico de la esfera pública, sino tan sólo de sustituir las referencias relativas al combate político por la tesis del apaciguamiento político y de la eficacia económica, la llamada ideología tecnocrática, que se convierte durante 40 años en la única oferta ideológica capaz de imponerse.

Esta situación no podía escapar a la sagacidad de la sociología crítica, y así, en 1976, en el número 7 de la revista Actes de la Recherche en Sciences Sociales, vehículo del que se servía el entonces joven grupo de Pierre Bourdieu para dar a conocer sus trabajos, aparece, con el título de La producción de la ideología dominante, un largo artículo de más de 70 páginas, obra del grupo en su conjunto, pero cuyos dos principales autores fueron el mismo Bourdieu y su más próximo colaborador, Luc Boltanski. El texto y los numerosos materiales que lo componen son una carga en profundidad contra el orden establecido y una impugnación frontal y, en buena medida, provocativa contra los usos y los modos de las ciencias sociales en la Universidad y más ampliamente en la academia.

Frente a la interpretación convencional que retoma el fin de las ideologías y en la que sus contenidos desaparecen/se cancelan por cansancio o por indiferencia, lo que sucede hoy es que los marcos conceptuales que les son propios y que rigen sus conductas y acciones ya no tienen ninguna razón de ser, porque las decisiones que se toman, no dependen en modo alguno de sus estructuras ideatorias, sino de un conjunto de micromedidas, de dispositivos menores, de prácticas de detalle, que no responden a ningún imperativo global dictado desde arriba, sino a una incitación particular y difusa, movilizada sólo por las exigencias de funcionamiento cotidiano del sistema. Este hermetismo al universo de las ideas, esta inaccesibilidad al ejercicio de pensar, hacen que las concepciones del mundo sean ininteligibles, que simplemente no quepan, lo que convierte en radicalmente impracticable, además de inútil, toda ideología.

Ahora bien, los individuos y los colectivos no pueden vivir sin dotarse de motivos y de razones sobre lo que hacen y por qué y para qué lo hacen, por lo que, carentes de cualquier marco inspirado en las grandes explicaciones discursivas, tienen que recurrir a su historia privada, al patrimonio de anécdotas y de experiencias que dan sentido a su experiencia personal, a la trama de sus vidas, con sus triunfos y sus fracasos, sus tristezas y sus alegrías.

Desde esta consideración podemos entender mejor el éxito del story telling, la necesidad de los humanos, sobre todo cuando falta la racionalidad del pensamiento, de contarnos, de que nos cuenten historias. Así se explica mejor el absoluto primado de lo literario, la vigencia de lo narrativo en la sociedad actual y la dramática miseria del pensamiento. Hoy la vía más segura para el triunfo intelectual es escribir novelas policiacas con elementos people. Las universidades nórdicas lo están introduciendo en sus curricula, y la glorificación de las intimidades más húmedas viene acompañada por los referentes dominantes de nuestra contemporaneidad: el familismo, la juvenilidad, el egotismo sin límites.

Todo ello presidido por el economicismo empresarial, enseñado en las business schools, con su invocación constante a la racionalización de los medios, a la eficacia, a la innovación, pero sobre todo a la productividad, a la excelencia, al siempre más y mejor. Frente a la doctrina de la igualdad, aquí se predica a los mejores que sean aún mejores, superiores, más excelentes, que entren en la cultura de los campeones. Estamos en las antípodas del Mayo del 68 y de su voluntad de luchar contra la desigualdad, de privilegiar a los trabajadores, a los emigrantes, a los marginales, de no dejarse devorar por la incorporación al proceso productivo y al ascenso en la escala social. La desigualdad es una realidad natural, predican, que hay que aceptar y construir a partir de ella, valiéndose cada cual por sí mismo. Lo demás es huida de lo real, simple escapismo.

Este sálvese quien pueda provoca una permanente multiplicidad de microseísmos sociales, que maximizan las diferencias y las distancias entre unos y otros y producen un unánime antagonismo de todos contra todos. Sin principios ni valores comunes, la irreparable fragmentación resultante no tiene más tratamiento colectivo que el autoritarismo coactivo ni más práctica individual que la trampa y la marrullería. Para qué pensar si mandamos y engañamos. Lo que hace de nuestra vida colectiva un paisaje amenazado y tedioso en el que el hastío de lo público es incapaz de salir de su ensimismamiento poltrón y aprovechado y la mitificación de nuestros pequeños egos nos confina en la insignificancia de nuestras mismidades. Para todo ello, el único remedio de los que nos mandan es enseñarnos el palo, exhibir las catástrofes que nos amenazan. Con ello, la inseguridad y la violencia se convierten en nuestro destino inescapable, que nos condena a vivir en un aburrimiento átono y abotagado, pero sobre el que sabemos que pende la inminencia del desastre.

Claro que frente a la incuria de nuestros líderes y gestores, frente a la ineptitud de un poder en todas sus versiones -personal político, clase dominante, estructuras gubernativas- incompetente e incapaz, que sólo sabe recurrir a ritos y ceremonias y que pervive a golpe de anuncios incumplidos -después del último G-20 vendrán otros y otros-, sólo tenemos un recurso: la extraordinaria pujanza de los movimientos sociales, de los colectivos sociales de base. En todos los países, a todos los niveles, surgen y persisten como reacción a situaciones de opresión y de expoliación insoportables, como soportes y acompañantes de iniciativas que apuntan a la transformación de la sociedad.

José Vidal-Beneyto es director del Colegio Miguel Servet de París y presidente de la Fundación Amela.

Fuente: El País



jueves, 9 de abril de 2009

X Edición del Festival Tres Culturas dedicado al Estado de Israel. Comunicado de condena CONGD-Murcia

El pasado martes 7 de abril, en el local de la Coordinadora de ONGD de la Región de Murcia, se procedió a la firma del Manifiesto propuesto por esta coordinadora denunciando la invitación que ha hecho el Ayuntamiento de la capital murciana al Estado de Israel como país invitado a este certamen cultural que celebra este año su décima edición.

Manifiesto íntegro de las asociaciones y entidades firmantes:

Coordinadora de ONGD de la Región de Murcia

A LA OPINIÓN PÚBLICA MURCIANA

LAS ORGANIZACIONES SOCIALES Y CIUDADANAS DENUNCIAN LA DEDICATORIA A ISRAEL DE LA X EDICIÓN DEL FESTIVAL MURCIA TRES CULTURAS.

El Relator Especial de la ONU para los territorios ocupados palestinos, afirma que existen pruebas de que Israel cometió crímenes de guerra en Gaza.

Murcia a 7 de abril de 2009

La Coordinadora de ONGD de la Región de Murcia, las Entidades, Instituciones, Organizaciones Sociales y Sindicales, Partidos Políticos y personas firmantes, que al pie del presente se detallan, ante la dedicatoria a Israel de la X edición del Festival Murcia Tres Culturas que organiza el Ayuntamiento de Murcia, queremos manifestar que -compartiendo los objetivos que persiguen recordando los tiempos en que "los pueblos judío, musulmán y cristiano dieron hace ya más de 800 años un ejemplo de convivencia en paz y armonía en todo el Mediterráneo y en especial en Murcia, y que ahora encuentran en estos foros espacios para hablar de solidaridad, diálogo, mestizaje, paz y respeto"-, y en el convencimiento de que ese clima de entendimiento solo podrá conseguirse desde el respeto a los Derechos Humanos y la aplicación del Derecho Internacional, no nos parece lo más adecuado que este año se rinda homenaje al Estado de Israel, por los siguientes motivos:

1º POR RESPETO a las movilizaciones multitudinarias realizadas en Murcia en demanda del cese el fuego del Ejército Israelí sobre Gaza donde ha perpetrado lo que podemos calificar como un grave atentado contra los más elementales principios del Derecho Internacional Humanitario, provocando la muerte de más de 1.400 palestinos la mayoría civiles - unos 300 de ellos niñas y niños- la destrucción completa o parcial de miles de hogares, de la principal universidad, de 45 mezquitas, de varios ministerios incluyendo los de Educación y Justicia, de decenas de escuelas, de un hospital del Creciente Rojo y de un sinnúmero de ambulancias y clínicas, así como de miles de fábricas y pequeñas empresas, incluso a instalaciones de las Naciones Unidas debidamente señalizadas y en las que se encontraban refugiadas la población civil.

2ª PORQUE es una muestra gratuita de menosprecio al pueblo palestino, que padece diariamente la violencia brutal de la ocupación israelí; del que una importante parte vive en el exilio defendiendo generación tras generación el derecho al retorno a su propia tierra de la que están siendo expulsados, sistemáticamente, desde 1948 y justo en el Coordinadora de ONGD de la Región de Murcia momento en que el Relator Especial de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos, Richard Falk, Judío de origen estadounidense, a quien el Estado de Israel expulsó de su territorio por cumplir con la misión encomendada por el Secretario General de la ONU, ha manifestado que, sin duda, las políticas de Israel en la zona constituyen un crimen contra la humanidad.

3º PORQUE aún hoy, se mantiene el bloqueo a la población de vive en la Franja de Gaza, imponiendo restricciones sobre los movimientos e imposibilitando que la mayoría de los palestinos pueda salir de Gaza, devastando las relaciones comerciales, que son la principal fuente de ingresos en Gaza, condenando a sus habitantes a vivir prácticamente en un campo de internamiento, pero sin guardias en el interior y provocando que los palestinos vivan cada día la inseguridad económica, medioambiental, alimenticia y una constante situación de temor por su vida.

4º PORQUE en la actualidad existe una demanda interpuesta en la Audiencia Nacional española, por crímenes de lesa humanidad cometidos en el año 2002 por un bombardeo en Gaza, debido a la carencia de las necesarias instituciones judiciales y de los instrumentos jurídicos adecuados en el lugar de comisión de los hechos (Gaza) y por la denegación de justicia en el lugar de origen de los perpetradores (Israel).

5º PORQUE el resultado de las últimas elecciones consagra el carácter extremista, sectario y excluyente del Estado de Israel y, lamentablemente, de un amplio sector de su sociedad. Aunque desde aquí rendimos homenaje a los sectores progresistas de la sociedad civil Israelí que defienden la coexistencia de los Estados de Israel y Palestina y el derecho a una Paz Justa, en ocasiones a costa de su propia seguridad, no podemos olvidar que Netanyahu (primer ministro) se niega en redondo a la posibilidad de la existencia de un Estado Palestino independiente, siendo también contrario a cualquier proceso de paz que no conduzca al sometimiento y claudicación del pueblo palestino así como a la anexión por Israel de la Tierra Palestina y así lo ha hecho explícito, desmarcándose de los Acuerdos de Paz de Oslo y del más reciente de Anápolis, por lo que expresamos nuestra preocupación por la peligrosa deriva que muestra ese Estado.

6º PORQUE mientras las personalidades de la cultura sionista gozan de libertad de movimiento y expresión en todo el mundo, la defensa de los derechos del pueblo palestino, en su propia tierra, se ve permanentemente criminalizada por el Estado de Israel, en un intento de destruir cualquier vestigio de sociedad o cultura palestinas. Por ello y siguiendo las recomendaciones de la Campaña Internacional BDS que anima al boicot, a la desinversión y la exigencia de sanciones contra ese Estado, personalidades internacionales de la política y la cultura de la talla de John Berger, Ken Loach, Arundhati Roy, Roger Waters, John Williams, Sting, Bono, Snoop Dog, Jean Luc Goddard y Juan Manuel Serrat, han cancelado sus giras y visitas a Israel.

Podríamos exponer más motivos, que desaconsejarían fervientemente la dedicatoria del Festival a Israel pero creemos que estos son suficientes. No se trata aquí de cercenar ninguna libertad de expresión, ni de menospreciar o criminalizar en su conjunto a una Cultura o una Religión extendida en el mundo y plural como la Humanidad misma, sino de que nuestras Instituciones Públicas no festejen, al menos con el dinero de la ciudadanía de Murcia, a un Estado que cuanto menos, tiene un concepto muy sui generis de lo que significan los derechos humanos así como su promoción y defensa que está construyendo un auténtico apartheid, en Palestina, que ignora cuantas Resoluciones de la ONU se han dictado contra sus políticas e impulsa una auténtica limpieza étnica mediante la expulsión del Pueblo Palestino de su propia tierra.

Por todo ello, hacemos un llamamiento a las organizaciones sociales, Instituciones, partidos políticos, sindicatos, ciudadanos y ciudadanas de Murcia para que muestren su rechazo ante esta desafortunada decisión y denuncien este dislate enviando mensajes a los Responsables Políticos de la organización del Festival, Don Miguel Ángel Cámara Botía, Alcalde de Murcia y a Doña Fátima Barnuevo Ruiz, Concejal Delegada de Cultura y Programas Europeos.

Miguel Ángel Cámara Botía, Alcalde de Murcia
Glorieta de España, 1 - 30004 MURCIA;
Teléfono: 968 358600; Fax: 968 218573

Fátima Barnuevo Ruiz. Concejala de Cultura:
Plano de San Francisco, Palacio
Almudí - 30004 MURCIA
Teléfono: 968 358600 Fax: 968 882008

Organizaciones firmantes:
CONGD- Región de Murcia // CC.OO // STERM // CGT // Foro Social de Murcia// Foro Ciudadano de la Región de Murcia // IU // Acción en Red.

lunes, 6 de abril de 2009

Romero el madero y los globalifóbicos

Una página de internet, que ostenta el escudo y distintivos de las Unidades de Intervención Policial (UIP), define a los miembros de la Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras y de Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) como “globofóbicos que se oponen a la llamada ‘globalización’, la cual pretenden sustituir por la anarquía y la anomia total. Estos destructores sociales quieren eliminar el actual sistema de economía de mercado bajo un lema “otro mundo es posible”. Un mundo de okupas, vagos y desarrapados cuya máxima aspiración es drogarse y robar para no tener que trabajar”.

Resulta de lo más preocupante que una colección de simplezas de esta índole pueda formar parte del curriculum pedagógico empleado en la formación de los cuerpos policiales encargados de velar por la seguridad ciudadana.

Hablando con propiedad, ‘globalifobia’, es un neologismo (De global y fobia, y éste del griego phóbeomai, temer) que significa “aversión a la globalización”, utilizado desde los poderes establecidos para ridiculizar las críticas a la globalización económica descontrolada por sus funestas consecuencias sociales

La paternidad del neologismo pertenece a Robert Z. Lawrence y Robert E. Litan, de la Brooking Institution, de Washington. Ambos editaron en septiembre de 1997 un boletín titulado Globaphobia: The wrong debate over trade policy. (Globalifobia: un debate equivocado sobre el modelo de comercio). El propósito era defender la idea de que las empresas de EE. UU. son las que mayores ventajas obtienen en el mercado libre y globalizado, justo en un momento en que arreciaban las críticas internas a Bill Clinton por su defensa del ALCA. Lawrence y Litan admiten que las críticas a la globalización tienen un sustancial apoyo público, y reconocen que dichas críticas se basan en las malas noticias referidas al estancamiento salarial, mayor desigualdad e inestabilidad en el empleo que preocupan a la clase media. En 1998, estos autores, junto con Gary Burtless y Robert Shapiro, recogieron estas ideas en el libro Globaphobia: Confronting Fears About Foreing Trade. (Globalifobia: Afrontando los miedos al comercio exterior)-

Como eslógan político, el término fue lanzada a los vientos mediáticos por el presidente mexicano Ernesto Zedillo en el Foro Económico Mundial de Davos de enero de 2000. Zedillo calificó a los miles de personas que se manifestaron contra la Organización Mundial del Comercio en las históricas jornadas de Seattle, como «globalifóbicos de pereza mental». Zedillo utilizaba así demagógicamente una palabra que ya circulaba en sectores financieros.

Un sinónimo de globalifóbico sería antiglobalización, otro calificativo que inicialmente sirvió para desprestigiar desde el poder al Movimiento de Resistencia Global que lucha contra los efectos del libremercadismo sin control, comparándolo con los ignorantes que se oponen a las leyes de la gravedad. No obstante, la proyección mediática de las protestas ha tenido un efecto «boomerang», generando en la opinión pública un sentimiento creciente de simpatía hacia un movimiento que ahora prefiere autodenominarse alterglobalización. Es decir, que lucha por conseguir un modelo de globalización distinto del neoliberal, diseñado a la medida exclusiva de los poderes financieros y las corporaciones multinacionales. Pues, como señala la escritora y activista india Arundhati Roy: “La mayoría de las personas que luchan contra la globalización corporativa está a favor de la globalización de los tratados internacionales, de la globalización de la justicia, de la globalización de la libertad de movimiento de las personas. Por tanto, si hemos de utilizar ese término, somos nosotros los que estamos a favor de la globalización, ellos sólo están a favor del libre movimiento del dinero”.

Pero todo esto parece demasiado complejo para un simple madero. [Según el diccionario de la RAE ‘madero' es una pieza larga de madera escuadrada y rolliza. Persona muy necia. Coloquialmente, agente de las Fuerzas de Seguridad del Estado]. En su canción Romero el madero, el grupo musical SKA-P retrata al agente de los cuerpos antidisturbios encargados de reprimir las manifestaciones de protesta contra el Orden Establecido con estrofas como esta: No le importó y nunca quiso saber / por qué protestaba la mani de ayer. / Su pobre cerebro no puede pensar / es un profesional.

El retrato del madero policial por parte de SKA-P no es demasiado caritativo, pero los agentes de la UIP se ganarían a pulso esa caracterización si se identifican con la sarta de simplezas enunciadas en la información encabezada por el título “Globofóbicos: verdugos de las U.I.P.s”, que aparece en la página web http://www.uipcnp.es/globo.htm

Por cierto, en la página se indica que “La información que a continuación vamos a ofrecer no está, ni mucho menos, inventada. La misma esta avalada por fuentes fidedignas en la investigación del Cuerpo Nacional de Policía, sobre grupos radicales violentos en nuestras manifestaciónes públicas. Dicha información es sólo una parte de la investigación, la cual se somete a estudio en Cursos especializados impartidos por profesorado perteneciente al C.N.P.”

A los autores de la información parece que les cuesta articular adecuadamente la traducción española, y en vez de escribir globalifóbicos (que tienen aversión a la globalización), se refieren a globofóbicos (supuestamente, los que tienen aversión al globo). En concreto, se refieren a los “globofóbicos y los “globofóbicos violentos”. Según ellos,

Los globofóbicos estan integrados por los sectores más radicales de los que se oponen a la llamada “globalización”, la cual pretenden sustituir por… nada, la anarquía y la anomia total, no dan ningún proyecto alternativo, son meros destructores sociales. Quieren eliminar el actual sistema de economía de mercado y en esa senda, ensalzan la movilización ciudadana bajo un lema “otro mundo es posible” (ya veréis qué mundo, okupas, vagos y desarrapados cuya máxima aspiración es drogarse y robar para no tener que trabajar). En fin, que este grupo de “salvadores” conforman lo que denomina la mayoría del “movimiento antiglobalización”, y dan una cobertura “pacífica” y romántica de cara a la opinión publica para arrogarse una superior cualidad moral.

Por lo que se refiere a la categoría de globofóbicos violentos, son los que se encuentran íntimamente ligados a los primeros, y que usan la violencia irracional como medio para destruir el orden social, a través de las guerrillas urbanas y mediante los ataques a las Policías, en nuestro caso, las U.I.Ps.

Utilizando una inaceptable analogía, se dice que es “como si la extinta HB, Herri Batasuna, fueran los globofóbicos y ETA, los globofóbicos violentos”.

Como si se tratase de los cuatro jinetes del Apocalipsis, la página parapolicial identifica a los principales líderes en la sombra “de estos peligrosos y violentos activistas”. Se trataría del subcomandante Marcos, del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, grupo terrorista mexicano. Ralph Nader, abogado norteamericano que se dedica a coordinar las manifestaciones violentas contra las grandes compañías. Susan George, vicepresidenta de ATTAC, y cuya actividad principal es dotar ideológicamente al movimiento a través del adoctrinamiento de masas. Ignacio Ramonet, fundador de ATTAC, igualmente, su misión es el adoctrinamiento intelectual de los prosélitos a través de la red y de numerosas publicaciones que incitan a la violencia y la rebelión.

Por supuesto, los adjetivos y supuestas funciones de cada una de estas personas procede de la web de marras, que recoge asimismo una pintoresca descripción de las supuestas estrategias de las que se valen los “alrededor de 45.000 colectivos que se vinculan y preparan sus acciones a través de la red, mediante las diversas páginas web (nodo50, indymedia, attac, etc.), que les sirven de captación de incautos y para organizar las acciones de protesta” que tanto parecen preocupar a los uiperos. Un ‘palabro’ horrendo y hortera que utiliza la web para definir a los policías, al lado del cual el término madero resulta mucho más elegante, y hasta cordial si me apuran.

José Antonio Pérez - Observatorio de Renta Básica de Ciudadanía de ATTAC Madrid

domingo, 5 de abril de 2009

Sobre el término ‘decrecimiento’ y sus usos

Habida cuenta de la magnitud de las agresiones que el capitalismo imperante ha asestado contra la naturaleza, y al menos en el Norte opulento, se impone reducir los niveles de producción y de consumo de muchos bienes. Y ello de resultas de al menos tres circunstancias: vivimos por encima de nuestras posibilidades, es urgente cortar emisiones que dañan peligrosamente el medio y, en fin, empiezan a faltar materias primas vitales.

Ahora bien, ¿es el término ‘decrecimiento’ el adecuado para describir esa propuesta o, por el contrario, y como señalan voces muy respetables, arrastra problemas severos? Hablando en propiedad, ninguno de los conceptos que utilizamos para describir iniciativas complejas deja de suscitar polémicas. Un ejemplo: aunque la mayoría de los improbables lectores de este texto se confesarán anticapitalistas, parece evidente que no todos los discursos que se reclaman de esa etiqueta son suscribibles. Determinadas modulaciones del rigorismo islamista contestan agriamente el capitalismo sin que sus cimientos conceptuales y su propuesta final sean, claro, los nuestros.

A duras penas, y en semejantes condiciones, podría uno pretender que el término ‘decrecimiento’ está libre de carencias. Hay quien señalará, así, que en realidad se ha abierto camino en los últimos meses un activo proceso de decrecimiento que es resultado de la llamada crisis financiera. Salta a la vista que ese proceso nada tiene que ver con lo que proponemos, y ello por mucho que, a la hora de describirlo, resista el empleo –bien es verdad, eso sí, que más bien raro– del mismo término. En paralelo, tampoco faltará quien aduzca que la palabra ‘crecimiento’ en su sentido más cotidiano tiene entre nosotros un cariz positivo –hablamos, por ejemplo, de crecimiento personal–, de tal suerte que no parecería razonable atribuir una condición saludable, también, a su antítesis. Lo suyo es reconocer que lo del decrecimiento acarrea un riesgo nada despreciable: si declaramos rechazar el concepto de ‘crecimiento’ porque entendemos que incorpora una aberrante inclinación en provecho de lo estrictamente cuantitativo y en detrimento de la consideración de variables sociales y medioambientales fundamentales, corremos el riesgo de que, al contraponer el vocablo ‘decrecimiento’, éste se vea impregnado del cuantitativismo de su contrario, de tal suerte que se traslade la idea de que, en los hechos, lo único que demandamos es que se verifiquen reducciones en los niveles de producción y de consumo.

Se aducirá, entonces, que debemos poner el acento, no en la demanda de esas reducciones, sino en la condición del proyecto alternativo –primacía de la lógica social frente al consumo y la propiedad, reparto del trabajo, ocio creativo, reducción del tamaño de infraestructuras, preponderancia de lo local, sobriedad y simplicidad– que defendemos, o, lo que es casi lo mismo, que debemos tirar por la borda el término ‘decrecimiento’. De operar de esa manera, lo que ganaremos por un lado lo perderemos por el otro. No se trata de esquivar la mención, siempre necesaria, de los rasgos del proyecto alternativo. Se trata de preguntarse si la mera enunciación de éste, mil veces realizada desde la trinchera del ecologismo radical, es suficiente, en clave de comunicación pública, para desvelar un problema tan hondo. Y ello por no hablar de que algunas de las manifestaciones del proyecto ecosocialista de siempre no acaban de dar el paso definitivo en el sentido de cuestionar directamente las presuntas virtudes del crecimiento económico. En ese sentido, el término ‘decrecimiento’, pese a sus carencias, tiene la virtud de poner delante de nuestros ojos determinadas exigencias que en otras circunstancias quedarían un tanto mortecinas. Dicho sea de paso, no parece que sea distinto lo que corresponde afirmar del vocablo ‘acrecimiento’, que más bien parece invocar la conveniencia de dejar, sin más, las cosas como están.

Es verdad que la discusión que nos atrae tiene perfiles distintos si utilizamos los indicadores económicos del sistema o si empleamos otros de carácter alternativo. En el primer caso no hay manera de esquivar una conclusión: nuestra demanda de acabar con la actividad –o al menos de reducir ésta– de sectores como el militar, el automovilístico, el de la aviación, el de la construcción o el de la publicidad se traduciría en una reducción del Producto Interior Bruto (PIB), sin que sea sencillo entender qué es lo que de malo aprecian en ello quienes recelan del término ‘decrecimiento’. Parece como si reclamar medidas que deben rebajar los niveles del PIB fuera, en sí misma, una actividad pecaminosa. Harina de otro costal es lo que sucedería si utilizásemos indicadores alternativos que valoren en su justo punto las actividades de cariz social y medioambiental. No hay ningún motivo para rechazar que el retroceso de los sectores económicos cuya actividad queremos que se reduzca se vería compensado entonces por el impulso que recibirían esos menesteres sociales y medioambientales, con lo que, en el cómputo final, la economía en conjunto podría no decrecer.

Pero no debe olvidarse que, por muy lógica que sea esta última consideración, lo cierto es que el común de las gentes razona conforme a los indicadores convencionales, de tal suerte que parece preferible poner delante de los ojos de la ciudadanía lo que aquéllos, pese a su impresentabilidad general, revelan bien a las claras: el peso ingente de actividades económicas extremadamente dañinas para el medio natural y la necesidad consiguiente de ponerles freno. Hay quien aducirá que asumir como propio, aun a regañadientes, ese terreno de juego es una opción delicada, o al menos lo es si uno demanda, en época de elecciones, el cierre de complejos fabriles y el reparto del trabajo (tal vez esto explica, siquiera sólo sea de modo parcial, por qué el ámbito en el que las propuestas de decrecimiento germinan con mayor rapidez es el que proporciona el mundo libertario, por definición ajeno a las consultas electorales).

Lo que en ningún caso debemos hacer es trampear con cuestiones tan delicadas como éstas, toda vez que podríamos deslizarnos por un camino mil veces recorrido, como es el de rebajar nuestras propuestas para que la ciudadanía no vea en ellas lo que a muchos nos gustaría, muy al contrario, que viese con claridad. En este orden de cosas, el término ‘decrecimiento’ tiene la virtud del aldabonazo que coloca delante de nuestros ojos un problema fundamental tras obligarnos a formular preguntas muy delicadas sobre la sinrazón que rodea al crecimiento que nos venden por todas partes. Creo que eso es lo que aprecian en él, por lo demás, la mayoría de los interpelados. Y es que semejante capacidad de despertar conciencias no la tiene ninguno de los vocablos alternativos que se manejan.

Ello no es óbice para que quienes nos reclamamos del decrecimiento pongamos todo nuestro empeño en subrayar que el proyecto correspondiente no implica en modo alguno, antes al contrario, una general infelicidad. Trabajaremos menos y, muchos, ganaremos también menos dinero, pero disfrutaremos de más tiempo para otros menesteres y demostraremos fehacientemente que es posible vivir, más felices, consumiendo mucho menos y asumiendo, claro, un ambicioso proyecto de redistribución de la riqueza.

Carlos Taibo. Profesor, ensayista y analista internacional
Fuente: Diagonal

viernes, 3 de abril de 2009

El G-20 mata: un SMARTMOB de Attac‏


http://www.youtube.com/watch?v=bbIFBF1nKwE

El G20 se ha reunido en Londres esta semana. Varios colectivos sociales han mostrado en Madrid su rechazo a las medidas propuestas en la Cumbre, en una performance organizada por Attac Madrid y desarrollada el día 2 de abril en la plaza del museo Reina Sofía.

El G-20 mata. Los Jefes de Estado y de Gobierno se han reunido en Londres con el objetivo de estudiar y adoptar medidas para solucionar la grave crisis en la que se encuentran las grandes economías del mundo. Sus economías.

El G-20 mata. Porque aunque los políticos pretenden derivar a financieros, banqueros y empresarios la ira de los ciudadanos y ciudadanas, los políticos son tan responsables de la degeneración del capitalismo como los financieros, los banqueros y los grandes empresarios.

El G-20 mata. Porque son los representantes de unas economías regidas por la avaricia. Y la avaricia mata.

Mata físicamente a esa buena parte de la humanidad que muere de hambre y de sed. Y moralmente a los millones de residentes en sus 20 países, y de todos los países a partir del 211, expulsados del trabajo productivo para arreglar los balances de las empresas. A los millones de ciudadanos a los que se hurta la sanidad y la enseñanza públicas, para entregarlas a la iniciativa privada, buscando tan solo el beneficio monetario. A los millones de jóvenes a los que ofrece un futuro de trabajo precario, temporal y mal pagado. Y a los millones de mayores a los que peligra una jubilación digna.

El G-20, un organismo privado, sin la legitimidad de la ONU y otras organizaciones internacionales, pretende solamente hacer correcciones a un sistema basado en la acumulación de riqueza y poder por unos pocos y que ha llegado a su límite.

El G-20 mata. No tiene voluntad de cambio y no piensa dar los pasos para implantar un nuevo sistema de relaciones económicas que se base en la solidaridad entre toda la ciudadanía del planeta y que busque el bienestar general.

El G-20 mata. A los que no somos políticos, ni financieros, ni banqueros, ni grandes empresarios, ni les servimos para conseguir sus grandes ganancias. En definitiva, a la gran mayoría de los ciudadanos y ciudadanas del mundo.

Y para hacerlo utiliza instrumentos de apariencia inofensivos, medios de comunicación y en especial las televisiones.