lunes, 31 de octubre de 2011

15-M. Jornadas de Convivencia. 6-12 de noviembre. Murcia

Jornadas de Convivencia. 15-M. Murcia
6-12 de noviembre
Plaza de Santo Domingo

Estaremos al pie del cañón durante una semana (del 6 al 12), todo el día (de 9 a 11) en la Plaza de Santo Domingo, en Murcia, esperándoos para retomar vuestros datos si no queréis poneros en contacto cibernéticamente. Habrá un poco de todo: información de todo el movimiento y de las comisiones de la coordinadora, charlas, talleres, conciertos, proyecciones, té-tertulia, y mucho más.
 ¡Animáos a pasar y/o participar! Os esperamos.
Recuperemos juntos el poder político que nos han robado. 
Un abrazo para todos.

domingo, 30 de octubre de 2011

URBANISMO Y ACCIÓN CIUDADANA. Jornada-Fiesta. 4-Noviembre. Murcia


URBANISMO Y ACCIÓN CIUDADANA.
Jornada-Fiesta. 

Viernes 4 de Noviembre, 19:30 h. 
Pabellón 5
Antiguo Cuartel de Artillería. Murcia

Organiza: Asamblea Murcia Sur
(Comisión Paisaje Urbano)

Colaboran: Observatorio del Diseño y la Arquitectura de la Región de Murcia “Obs” 
Área de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad Politécnica de Cartagena.

“URBANISMO Y ACCIÓN CIUDADANA”
Con motivo de la celebración del día Mundial del Urbanismo (8 de noviembre) el grupo de Trabajo “Paisaje Urbano” de la “Asamblea Murcia Sur” contando con la colaboración del Observatorio de la Arquitectura y el Diseño de la Región de Murcia “Obs” y con el Área de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Universidad Politécnica de Cartagena hemos planteado una jornada a celebrar el viernes 4 de noviembre en el, Espacio 5 del Centro Párraga, Cuartel de Artillería.

La intención de esta jornada es fomentar la conciencia ciudadana sobre los derechos, capacidades y posibilidades que otorga ser miembro de una comunidad. Comenzar un debate abierto sobre participación ciudadana en el desarrollo urbanístico de las ciudades y las acciones y estrategias para conseguir los objetivos previstos. Contando para ello con la integración de profesionales de diferentes ramas del conocimiento, de cara a participar activamente en un proyecto colectivo de asesoramiento, difusión y apoyo de las causas que afectan a la supervivencia natural, social y política de las ciudades.

Estas jornadas se plantean al margen de las cuestiones técnicas que suponen estos procesos en los profesionales del urbanismo, incidiendo en las decisiones que afectan de una manera directa a las relaciones con y entre los ciudadanos y de estos con la ciudad. Trataremos por un lado de conocer experiencias llevadas a cabo en otros lugares, así como producir un acercamiento a los diversos cauces posibles de gestión de esta participación. Con la intención de a partir de unos primeros análisis exploratorios de estas vías de participación, determinar aquellas que garanticen la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos, sin censuras ni autocensuras, como forma de generar un contrapoder posible a la estructura actual de toma de decisiones, con especial atención a las nuevas herramientas que mejor encarnan ese principio de igualdad de oportunidades, contenidas en la red.

Posteriormente a la mesa redonda nos quedaremos charlando en un ambiente musical y de tapeo compartido por todos.

Contamos para esto con la participación en la jornada profesionales e investigadores en estas cuestiones como son:

Agustín Hernández Aja. Dr. Arquitecto. Profesor titular de Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela T. S. de Arquitectura de Madrid.

Maria Castrillo. Dra Arquitecta. Profesora titular de Urbanística y Ordenación del Territorio en la Universidad de Valladolid.

Carolina García Madruga. Arquitecta. Investigadora Departamento Urbanística y Ordenación del Territorio de la Escuela T. S. de Arquitectura de Madrid.

Ángela Matesanz Parellada. Arquitecta. Investigadora Departamento Urbanística y
Ordenación del Territorio de la Escuela T. S. de Arquitectura de Madrid. Miembro de la
Comisión Madrid Ciudad del movimiento 15 M

Todos los ciudadanos interesados en participar.

Desmundialización: el debate prohibido

La amplitud del control que se opone al término "desmundialización" o "desglobalización"  proporciona la justa medida de su lado intolerable para todos aquellos que, desde hace décadas, se ufanaban de la maravilla de la globalización, aunque los hechos acumularan, día tras día, síntomas de su fracaso. Es posible juzgarlo por la proliferación de burlas: absurda, irrealista, reaccionaria, subalterna, acusada de propagar una ilusión demagógica, un concepto superficial y simplista, una fábula, un tema provocador, de alentar un retroceso nacional que solo puede conducir al modelo de Corea del Norte. No se ha ahorrado nada.

La movilización de los think tanks y de los políticos emergentes en el “Círculo de la razón” no puede menos que asombrar. Cumplen con su papel para que la alternancia se mantenga en alternancia y, sobre todo, que no se transforme en alternativa. Las fuerzas que participan de ese Círculo, como un disco rayado, repiten circularmente, a pesar de las evidencias, las ventajas de la globalización. Por el contrario, uno no puede dejar de sorprenderse de que otros, en nombre de la ideología altermundista, cuyo balance luego de diez años tiende a desvanecerse, por miedo a perder lo poco que les queda de sus “fondos de comercio”, juntan sus voces a las de los primeros con bastante mala fe.  Pero el debate no se halla ya confinado a la izquierda de la izquierda puesto que ha sido invitado a la pugna presidencial. Lo que es normal por cuanto implica el necesario análisis de los últimos treinta años. Querer sofocar ese debate sería un gran error político. Sería ocultar la riqueza potencial inherente a todo debate sobre una salida ordenada del túnel de la austeridad fabricado a golpes de deflación salarial, de deslocalizaciones, de la invención de “limitaciones externas” buscadas por nuestras élites y cimentadas sobre una antedicha racionalidad superior de esencia mundial, de construcción europea a partir de la importación de las formas más exacerbadas de la globalización, a menudo bajo el pretexto de resistir y considerándose incapaz de proteger, de promover al sector social o de controlar las finanzas.

Es lo de lo que se trata actualmente, retomar y profundizar la oposición a la bifurcación planteada en 1983 que sacrificó los adelantos sociales en aras de la construcción europea. Magnífico debate cuyo desafío no se centraba ni sobre personas ni sobre puestos y que ha sido relanzado hoy en día por las crisis de 2008 y su actual contragolpe alimentado por las deudas soberanas, la incertidumbre sobre el euro y las preguntas sobre las formas de imaginar la construcción europea. Y si la desmundialización interpela fuertemente a Europa, es porque esta región del mundo  se  ha convertido en un  concentrado –un laboratorio– de la desglobalización, y en lugar de ser apacible  concentra todos sus excesos.  No hay lugar para el asombro. Es en ese espacio donde se ha desarrollado más el comercio de cercanías. En el que la interdependencia es mayor, en el que se han transferido fragmentos íntegros de la soberanía nacional, en el que una gran parte de los países decidieron adoptar una misma moneda y un Banco Central independiente de los gobiernos y finalmente en el que se han acumulado numerosos instrumentos de configuración económica (Acta única, Tratado de Maastrich, Pacto de Estabilidad,etc.) para encorsetarlos finalmente en el Tratado de Lisboa. Al ampliarse a 27 países, Europa modificó brutalmente las condiciones de competencia, importó también brutalmente la diversidad de la globalización y se marginó de la posibilidad de asegurar la menor protección de los pueblos sobre los que planea la sombra de la austeridad.

Es por todo eso que los debates que suscita el tema de la desmundialización son esenciales. Están  simplemente relacionados con las condiciones necesarias para llegar a una ruptura con el neoliberalismo globalizado de los últimos treinta años que como una aplanadora destruye todo a su paso. Porque, ¿es posible soportar durante más tiempo la estrategia deliberadamente establecida por el capital de instalar trabajos precarios y no protegidos y huir de quién había impuesto la “coacción” de las conquistas sociales? Todo se intentó con las consecuencias conocidas,  desde las deslocalizaciones masivas hasta la organización de flujos migratorios, pasando por la libre circulación de los capitales especulativos y desestabilizadores, el generalizado libre comercio de las mercaderías, la deflación salarial y su corolario con  el endeudamiento de los hogares, la sumisión a las señales de los mercados, de preferencia internacionales. De este debate surgen con fuerza algunas cuestiones centrales cuya riqueza se querría sofocar.

- Nos explican que es necesario ser pacientes y que nuestros males procederían de una situación de entre dos en las que estaríamos inmersos. El Estado-Nación se halla herido, pero aún respira mientras que la economía mundial no habría llegado aún a establecerse y estaría haciendo esfuerzos para dotarse de un gobierno global (o europeo). De modo que acumularíamos los defectos de la erosión de las fronteras sin estar aún en condiciones  de beneficiarnos de las ventajas de haberlas superado. Esta “transición” que se viene desarrollando desde hace treinta años por el momento solo ha alumbrado crisis y cada vez se encuentra menos en condiciones de probar que la expansión del neoliberalismo a escala mundial sería salvadora. La expectativa de un gobierno mundial para resolver los problemas engendrados por su búsqueda corre el riesgo de hundirse. Y es evidentemente insoportable para los pueblos. Salir de este carril proponiendo una verdadera opción, significa  para todos los países entrar en un proceso de desmundialización.  ¿Es necesario esperar que esto cambie en Europa o en el mundo para que cambie entre nosotros? O en todo caso, ¿es necesario emprender la acción de modo unilateral considerando su aspecto conflictivo y prepararse para ello? No olvidemos que la Europa que se ha construido ha servido siempre de  ganga viscosa destinada a reducir la amplitud de la oscilación de la balanza de las alternancias y jugar así el papel de Santa Alianza, reemplazando al Muro de dinero de los años 20. De modo que rechazar la antimundialización, vendría a subordinar todo cambio en Francia a eventuales  e improbables evoluciones europeas y mundiales. Este planteo conduce a abordar la inevitable cuestión del ejercicio de la soberanía, es decir de la necesaria superposición  entre el perímetro donde se practica la democracia y el del dominio de la regulación de los flujos económicos y financieros. Se impone el marco nacional. ¿Por qué la “relocalización” en la región sería el límite aceptable, deseada la Europa federal y la soberanía nacional vilipendiada? ¿Por qué el odio al Estado-Nación que habría que atenazar por arriba y por abajo?. La izquierdas latinoamericanas han demostrado que el marco nacional pude permitir sustanciales avances sociales, como una mancha de aceite y hacer posible la cooperación.

- La sumisión tiene una racionalidad considerada superior porque es mundial, lo que nuestras élites llaman el “condicionamiento exterior”. Que no es otra cosa que la consecuencia de lo que fue querido y buscado. La mundialización que cae sobre nuestras cabezas es la que se difundió a golpes de desregulaciones, de libre comercio furioso, de privatizaciones, de deslocalizaciones, de circulación descontrolada de capitales y mercancías, de financiarización, de endeudamiento de los pueblos y de los Estados. Choca con las conquistas sociales históricamente logradas que se convierten así para nuestros globalizadores en “condicionamientos internos” que ponen frenos a sus objetivos y de los que por lo tanto deben desembarazarse para responder a las órdenes de los mercados. La competencia internacional se convierte en el arma de lo antisocial y devasta territorios. El mérito del debate sobre la desmundialización  es mostrar los lógicos enfrentamientos de las lógicas de las dos condicionantes, una fabricada para luchar mejor con la otra e identificar a los ganadores (los factores móviles: capital y finanzas, grandes empresas, mafias) y a los perdedores (los factores fijos: pueblos y territorios).

- La consecuencias en las políticas económicas que se deben adoptar se ubican en el corazón del debate. El aumento del pedido de protección concierne prioritariamente al conjunto de las conquistas sociales archivadas durante los Treinta Gloriosos, agregadas las del capital nacional maltratado por la competencia salvaje.  Un período que conoció las protecciones tarifarias, algunos controles de cambio, innumerables devaluaciones que no significaron repliegue nacional, cierre o adopción de un modelo norcoreano. Crecimiento, elevación del nivel de vida, pleno empleo estuvieron bien en el centro de lo que se nos querría hacer ver hoy en día como un horror “nacional-proteccionista” La crisis actual convoca el regreso del Estado como principal actor económico. No existe protección posible si no se le confía un papel acrecentado, tanto en cuanto al perímetro de sus intervenciones como de la naturaleza de las mismas. En fin, ¿es necesario volver a satisfacer las necesidades del mercado interno o a la errática deriva del mercado mundial? ¿Adonde se ubican las fuentes del crecimiento de nuestro país? ¿En nuestro territorio o en la exportación? Un país puede intentarlo pero si todos lo hacen al mismo tiempo las ventajas desaparecen. Fue esta estrategia que no se puede generalizar la que se propuso a los países del tercer mundo en los años 70 y provocó las crisis de la deuda y las políticas de austeridad que sobrevinieron.

- Se argumentará que existe una forma de globalización deseable, la de los intercambios culturales, el turismo, el conocimiento, los saberes, la cooperación entre los pueblos, la de todo lo que hace a la densidad de la vida internacional o de un espacio público de ese nivel en construcción. Pero no la mezclemos con lo que es el objeto de nuestro actual debate, el necesario bloqueo de la expansión del neoliberalismo a escala mundial. No matemos a los mensajeros que nos traen la mala nueva, miremos en cambio los diferentes signos que atestiguan los límites de la actual fase, comenzando por el anuncio realizado por la CNUCED sobre una reducción del 8% en el comercio mundial en el primer trimestre de 2011.

Michel Rogalski, economista del CNRS, director de la revista Recherches Internationales.
Legrandsoir.info
Traducido para Rebelión por Susana Merino

Fuente:
http://www.legrandsoir.info/demondialisation-le-debat-interdit.html

jueves, 27 de octubre de 2011

Democratizar los medios y liberar los espacios públicos

Democratizar los medios
Para que una democracia funcione, la participación es clave. Si votar es el alcance de nuestra participación, podemos de una vez concluir que vivimos en una farsa democrática. Por eso, aún no existe la democracia, sólo el anhelo a ella. Para lograr en verdad llegar a la democracia, debemos ir más allá de ser espectadores del poder y crear nuestros propios espacios dentro del poder. Y al mismo tiempo, debemos ir más allá de nosotros mismos e interactuar (escuchar, debatir y actuar en conjunto) con los espacios de poder de los demás.

Lo mismo podemos concluir de los medios de comunicación, y de la información en general. Sino participamos en la creación de nuestra información, y nos resignamos nada más a ser lectores pasivos (espectadores) de lo que ocurre alrededor del mundo, somos vehículos que se pueden manipular fácilmente por aquellos que sí crean su propia información y la propagan de forma masiva. Nosotros sí pensamos, pero pensamos lo que otros piensan, hasta que nosotros mismos podamos llegar a producir e imaginar nuestro propio mundo. 

Y en verdad, para empoderarnos y ser partícipes en una democracia real, ocupamos tener acceso a información que sea creíble y que nos ayude a tomar decisiones de acción dentro de nuestra comunidad, y la única forma de obtenerla es cuando cada ciudadano pueda difundir y comunicar su propio mensaje en igualdad de condiciones, y sin un intermediario que filtre y pueda corromper el mensaje.

Por eso, los “medios cívicos” son aquellos que sean creados por cualquier ciudadano que este dispuesto a hacerlo, por lo que le da más oportunidades de ser escuchado, lo cual era un privilegio reservado para aquellos con el poder financiero, político o profesional para accesar los medios. Los “medios cívicos” por definición, nos ayudan a participar en la creación de la información, y por ende, en contribuir dentro de nuestra comunidades cuando identificamos cuáles son las necesidades y problemas que enfrentan y cómo podemos llegar a solucionarlos. Estos medios se convierten en una plataforma para poder comunicar y enlazar gente y recursos rápidamente y así facilitar el proceso de encontrar soluciones en conjunto.

Existe aún un oligopolio de la información. Los medios tradicionales de comunicación hasta este momento, donde unos pocos definían la información importante y la difundían al resto de la población, existían porque eran muy díficiles las condiciones para una alternativa. Para poder producir contenido se ocupaban herramientas (la imprenta, cámaras de televisión, equipo de radio, etc) que costaban dinero, y por lo cual una cantidad limitada de personas fueron encargadas en esta especialidad. El internet, sin embargo, está cambiando todo. Ahora todos podemos involucrarnos en esta actividad, y las posibilidades son inmensas.

Podemos colaborar para encontrar soluciones a problemas comunes (y creo que entre más colaboremos, más nos daremos cuenta que la mayoría de nuestros problemas sí son comunes), podemos reorganizar las estructuras del sistema de lo que fue el periodismo y transformarlo a un espacio que permita más igualdad en la capacidad creativa, y podemos, quizás, conocernos más a nosotros mismos y a los demás en este proceso de colaboración y creación. El proceso, y no el resultado final, guía la conducta de lo que son estos nuevos medios. Ya que la verdad nunca es definitiva, sólo a través de la experimentación y debate abierto con otros miembros de nuestra comunidad nos podremos acercar a ella.

Es este proceso de colaboración comunal y abierta lo que me apasiona de estos nuevos medios. Y en esta experimentación, espero descubrir el potencial democrático y participativo de comunidades apoderándose de sus espacios de información para así apoderarse de sus espacios políticos.

Liberar los espacios públicos
Siempre nos dicen que nosotros tenemos el derecho de expresarnos y de entrar en grupos libremente. Es parte de muchas constituciones políticas, porque en teoría para que una democracia funcione plenamente se ocupan espacios donde uno pueda deliberar de forma segura sin amenaza a repercursiones de ningún tipo. Pero la importancia de expresarnos es también la de ser escuchados. Nosotros seremos justamente representados si nuestros intereses son tomados en cuenta, y para que eso ocurra, se ocupan espacios públicos donde otros nos puedan escuchar, y medios que nos puedan conectar con aquellos que representan nuestros intereses y tienen el poder de hacer algo al respecto.

Sin embargo, hay una paradoja. No podemos expresar nuestros intereses si no sabemos cuáles son. ¿Qué es lo que queremos o necesitamos en nuestras vidas? A veces la respuesta no es tan obvia por varias razones. Además, en un mundo desigual, no todos tenemos igualdad de acceso a las herramientas, y espacios públicos, para amplificar nuestras voces.

En el primero de los casos, se ocupa conocimiento: sobre nuestros alrededores, el contexto en el que nos ubicamos, la vida de los demás y cómo se relaciona a la nuestra. De manera inmediata, en tiempo y espacio, siempre lo hemos tenido. Nuestros vecinos nos cuentan algún chisme del barrio, o mi abuela me cuenta cómo era su vida cuando ella tenía mi edad. Tal vez el aprendizaje por métodos orales de conocimiento sirvieron en momentos cuándo las decisiones de nuestras vidas ocurrían a un nivel más local donde podríamos hablarles directamente a aquellos con los que teníamos que resolver nuestro problema. Pero con el crecimiento de las estructuras sociales y de poder sobre nuestra vida, también aumentó las dimensión del tamaño del mundo que influye en mí, y más pequeña la posibilidad de yo influir en él.

Pero también nace dentro del mismo sistema una solución. La prensa, a través de la industrializacion, ayudó a producir en masa y hacer más barato los libros, y por ende, hizo más accesible la lectura. La lectura, y el conocimiento hasta cierto punto, dejó de ser un privilegio y comenzó a volverse en algo que más personas podían hacer. O sea, el conocimiento más allá de dictados religiosos y sociales, comenzó a esparcirse y así las personas podían aprender otros elementos esenciales del mundo en que vivían. Esta nueva información ayudó a romper con los esquemas sociales actuales, las autoridades ya no tenían poder total sobre las personas porque no tenían un monopolio sobre el conocimiento que las mantenían limitadas a actuar a las realidades que les hacían conocer. Sus realidades cambiaron, y así también el sistema que las definía.

Sin embargo, las máquinas de imprenta en sí son controladas por sus dueños, y el mensaje que ellas pueden producir se limita, directa o indirectamente, por lo que estos capitalistas quieran que se diga o no. Estos inversores en los medios de comunicación tienen la última palabra y van a querer que se propaguen libros que quepan dentro de la visión de vida que tienen: la de competencia libre (menos sí los afecta a ellos), menos impuestos a los que tienen dinero como ellos para que supuestamente puedan proveer más trabajo (austeridad fiscal), capitalismo puro (mientrás que todavía los ayude el gobierno con concesiones). Sus voces, y sus intereses, se escuchan más fuerte porque ellos tienen el dinero para comprar los medios de comunicación masiva que va a distribuir el mensaje al resto de la población. Y por esta razón, porque nosotros vamos incorporando estos mensajes como sí fueran nuestros, es cómo nuestras necesidades se adaptan a la de los demás. Lo mismo ocurrió el siglo pasado con la radio y la televisión.

No sólo nos es más díficil hacernos escuchar porque los medios masivos de comunicación pertenecen a unas cuantas entidades privadas, también lo es encontrar un lugar para hacerlo porque los espacios igual les pertenece. Naomi Klein lo describe muy bien en su libro, No Logo: cada espacio en nuestra vida se ha ido comercializando, desde lo público hasta lo más íntimo, todo con el fin de generar ganancia, y si nosotros no nos expresamos con este fin, se nos intenta callar ya que vivimos bajo las reglas de su territorio. El problema es que toda expresión que no tenga valor comercial no va a merecer la pena ser escuchada bajo estas circumstancias. En el espacio público, sí se pueden escuchar opiniones alternativas a las meramente consumistas. La importancia del espacio público lo explica Sara Carrasco:

“[son]los únicos espacios con potencial para ser auténticamente democráticos, donde los ciudadanos y los sectores no representados del público pueden realizar reivindicaciones colectivas sobre su uso, forma y normativa aplicable; reivindicaciones que, si se legitiman, pueden servir para tender puentes que conduzcan a una mayor democratización de los espacios privados.
Los espacios públicos sirven de territorio de experimentación en donde la sociedad puede, y a veces no le queda otra alternativa que hacerlo, confrontar sus divisiones internas. Los conflictos que se plantean en ellos son un obsequio a través del cual el conjunto de la sociedad se ve obligado a reconocer las diferencias físicas, culturales e ideológicas que alberga.”

Por esto mismo, los espacios públicos, sean físicos o no, son espacios donde uno puede ser libre para expresarse y ser uno mismo, y al mismo tiempo, interactuar con otros intentando de enfrentar problemas parecidos para así, quizá, colaborar y crear algo nuevo. Nosotros creamos nuestra comunidad en ese espacio, aprendemos y somos creativos en este espacio, sin la necesidad de comercializarlo.

Pero como lo explica Clay Shirky en su libro, Here Comes Everybody (Aquí Viene Todo el Mundo), en nuestra realidad globalizada, el internet y la tecnología actual nos han ofrecido la oportunidad de crear nuestros propios espacios de comunicación a muy bajo costo que pueden distribuir nuestros mensajes a lugares que jamás hubieramos podido ser capaces sin las viejas formas de producción. Los espacios públicos físicos son más escasos, pero han nacido los digitales. Y hasta cierto punto, las herramientas digitales han ayudado a abrir las posibilidades de uso de aquel espacio público físico, como lo fueron en el caso de las rebeliones en Tunéz y Egipto, y ahora Wall Street. Estos son los nuevos espacios públicos alternativos, los que nosotros mismos debemos idear para que se materialicen de forma espontánea, y donde se puedan escuchar las verdades escondidas e informaciones inconvenientes que se hayan querido silenciar. Nosotros mismos tenemos la oportunidad de crear nuestros espacios, nuestros medios, para actuar de formar coordinada con respecto a nuestros intereses comunes. Como lo han demostrado las asambleas en España y Estados Unidos, uno puede empoderarse dándole nuevo significado a estos espacios públicos, abriéndose a la comunidad y encontrando usos alternativos de participación dentro de ellos.

Pero como mencione antes, para verdaderamente expresarnos, debemos también ser escuchados, y por medio de estos espacios digitales organizarnos con otros espacios para abrir aún más espacios públicos físicos en los que podamos participar y experimentar creativamente. Amauta esta proponiendo un posible modelo para formular una red interconectada de espacios de expresión, participación y colaboración, que se puede leer aquí.

Noam Chomsky, en una entrevista, dió un ejemplo del potencial de los espacios públicos en la participación creativa:
“Hace aproximadamente 15 años, estuve en Brasil, viajé mucho por allí con Lula en aquel tiempo. Él todavía no era el presidente. Me llevó una vez a un gran suburbio en las afueras de Rió de Janeiro, con un par de millones de personas, un barrio pobre. Y tenía un gran espacio abierto, una especie de plaza al aire libre. Es un país semi-tropical, todo mundo estaba afuera, era de noche. Un pequeño grupo de periodistas y profesionales, de Río, salían por la noche en un camión, y lo estacionaban en el medio de la plaza. El camión tenía una pantalla encima y un equipo de transmisión. Y lo que ellos transmitían eran parodias escritas, actuadas y dirigidas por gente de la comunidad. Así, la población local presentaba sus parodias. Una de las actrices, una chica de unos 17 años talvez, caminaba entre la multitud con un micrófono invitando a la gente a comentar –un montón de gente estaba allí, estaban interesados, estaban viendo, tú sabes, gente sentada en barras de metal, o dando vueltas por el lugar-, y así comentaban sobre lo que vieron, y lo que decían era transmitido, ya sabes, había una pantalla detrás que mostraba lo que la persona decía, y después otra gente comentaba. Y las parodias eran significativas…sobre la crisis de la deuda, o sobre el SIDA… Es la participación directa en la creatividad. Y era una cosa muy imaginativa a realizar, creo. No sé si aún se lleva a cabo, pero es uno de los muchos modelos posibles.”

Eric French Monge
Revista Amauta

miércoles, 26 de octubre de 2011

Sobre el concepto de decrecimiento

Este texto resume una exposición más completa y documentada sobre las tesis del decrecimiento que publicaré en un libro próximo. Aquí trataré de mostrar de la manera más breve e intuitiva posible algunas inconsistencias que a mi modesto modo de ver presenta el concepto de decrecimiento, aunque quisiera señalar antes que nada que tengo una gran simpatía por las personas que lo defienden. Comparto su paradigma de cambio social anticapitalista basado en el desarrollo de nuevas formas de producir, de distribuir, de consumir y de pensar. Simplemente discrepo del concepto de decrecimiento que utilizan para definir tales estrategias porque creo que carece de rigor, que no puede hacerse operativo, porque creo que no responde a la realidad del capitalismo de nuestros días y porque, por esas razones, me parece que solo puede servir para estimular una creencia o simples acciones testimonialistas pero no para combatir eficazmente el capitalismo.

El mito del crecimiento pero al revés

Quienes defienden el decrecimiento pueden decir que están pensando en otra cosa pero es innegable que cuando utilizan ese término están hablando de disminuir los indicadores que miden la dimensión cuantitativa y monetaria de la actividad económica y más concretamente el PIB.

Es verdad que los decrecentistas nos dicen que además de eso, además de reducir el PIB, la producción y el consumo, el decrecimiento es algo más (redistribución, decrecimiento solo para los ricos, valores de austeridad...) pero eso no niega la mayor: el decrecimiento es, antes que nada, la disminución de la magnitud que mide la producción, el consumo o ambas cosas a la vez.

Para los defensores ortodoxos de la economía convencional, todo lo que tienen que hacerse para que las economías funcionen bien es recurrir al “termómetro” del crecimiento y hacerlo crecer. Naturalmente, como les pasa a los decrecentistas en el lado contrario, ningún economista ortodoxo defensor del mito del crecimiento admitiría que se limita a promover solamente que crezca la actividad porque afirmaría que no es suficiente con crecer sino que siempre hace falta algo más: una combinación apropiada de mercado y estado, instituciones eficientes, incentivos adecuados, etc.

Se quiera o no, defender el concepto de decrecimiento es recurrir al mismo instrumento, al termómetro, aunque -a diferencia de los ortodoxos- para decirle ahora al enfermo que sus males desaparecen simplemente si baja su temperatura, la tasa de crecimiento.

El concepto de decrecimiento o no se puede poner en práctica o significa lo contrario de lo que propone

El segundo gran problema que plantea el concepto de decrecimiento es que hay que hacerlo operativo. Si se le dice a la sociedad que la solución a sus problemas es que decrezca la producción y el consumo debe decírsele en qué cuantía concreta deben bajar porque, lógicamente, no puede dar igual que baje un 5 que un 50 o un 500%.

Para ser consecuente con la propuesta de decrecimiento que se hace, éste ha de manifestarse en una determinada variación negativa de una magnitud concreta que lo refleje. Más exactamente, en una magnitud que exprese la cantidad total de la producción y del consumo que ha de decrecer para poder determinar así en qué cantidad proponen que se reduzca.

Es decir, el decrecimiento necesita exactamente el mismo tipo de indicador que necesitan los partidarios del crecimiento y, de hecho, en los ejemplos que utilizan se refieren incluso al mismo término: el Producto Interior Bruto. Un indicador sobre cuyas carencias y limitaciones no creo que sea necesario insistir aquí.

Los partidarios del crecimiento lo utilizan porque asumen una ficción: que la actividad económica es solo el proceso de producción/consumo de bienes y servicios con expresión monetaria. Y el problema del concepto de decrecimiento es que, al utilizar también el PIB como magnitud de referencia, se está asumiendo también esa ficción, aunque los decrecentistas no quieran reconocerlo.

Para responder a esta objeción, los decrecentistas responden que entonces, en lugar de utilizar el PIB, podrían recurrir a otro indicador.

Pero la cuestión estriba en que es sencillamente imposible disponer de un indicador que proporcione ese “cómputo final” que nos indique lo que ocurre con “la economía en conjunto”.

La razón de esta imposibilidad es que los factores que inevitablemente hemos de tomar en consideración si queremos poner sobre la mesa una propuesta política integral de progreso social (monetarios, materiales, físicos, energéticos, éticos, emocionales...) y no una puramente economicista (basada en una simple medición de la actividad con expresión monetaria), son heterogéneos y no se pueden integrar en una magnitud homogénea que proporcione un resultado de crecimiento o decrecimiento que sea inequívocamente satisfactorio o indiscutible.

Un concepto “ricocéntrico”

Cuando se plantea la estrategia del decrecimiento se suele poner cuidado en señalar que se trata de que disminuya la producción y el consumo de los ricos. Pero también aquí aparecen varios problemas.

En primer lugar, es muy difícil, por no decir imposible, poder separar la producción y el consumo de “ricos y pobres” (o de mujeres y hombres, que también sería pertinente, por cierto) sobre todo, cuando no se está haciendo por parte de sus defensores un análisis de clases sociales o de género del decrecimiento.

En segundo lugar, yo creo que, aunque analíticamente fuese posible (que creo que no lo es y desde luego los defensores del decrecimiento no demuestran que lo sea), discernir entre la producción y el consumo de los ricos y el de los pobres que debe subir o bajar independientemente uno del otro, la población empobrecida tendría muchas dificultades para asumir como propio un proyecto que se presenta como de reducción general de la posibilidad de satisfacer en mayor medida sus necesidades.

Lo diré más claro anticipándome a lo que señalaré más adelante: lo que necesita la inmensa mayoría de la sociedad que hoy día está insatisfecha y que se supone es lo que debería apoyar un movimiento como el del decrecimiento es que crezca la producción de bienes y servicios a su disposición, y no al contrario. Aunque eso haya que hacerlo, eso sí, con otro modo de producir, de consumir y de pensar.

En este punto se me podría argumentar que una gran parte de las clases trabajadoras son consumistas y que están dominadas por la ideología del consumo y el gasto y que lo que acabo de decir contribuiría a exacerbar aún más ese fenómeno. Pero, aunque no puedo desarrollar este asunto aquí, creo que se podría argumentar fácilmente que el consumismo no tiene que ver con la cantidad de bienes disponibles o efectivamente dispuestos. Se puede ser consumista con un salario de 700 euros mensuales pero lo que precisamente demuestra eso es que para combatir el consumismo no basta con disminuir la provisión de bienes, sino que más bien es necesario, por el contrario, es que crezca la de aquellos que pueden contribuir a la mejor formación, a la autonomía personal, al buen criterio, etc. de los seres humanos. Aunque, lógicamente, procurando que eso se lleve a cabo sin provocar daños añadidos a la vida, al equilibrio social y al del planeta.

Un concepto ajeno a la realidad del capitalismo actual

En el trasfondo de la propuesta del decrecimiento late la idea de que el capitalismo ha provocado un crecimiento de la producción inmenso e insostenible que se debe detener. Y quien escucha la propuesta del decrecimiento en general no puede sino confirmar la idea de que la abundancia sin límite de nuestra sociedad va a provocar un gigantesco descalabro que hay que tratar de parar.

En mi opinión, eso es otro error de graves consecuencias políticas porque no me parece cierto que la Humanidad viva en la civilización de la abundancia. El daño al medio ambiente, el peligro indudable que nuestro modo de vivir y de organizar la sociedad produce en el planeta hipotecando la vida y el bienestar de las generaciones futuras no se deben a que se produzca demasiado para todos y haya, por tanto, que detener la producción y el consumo de todos, sino a que se produce y se consume mal y de una forma muy desigualmente distribuida entre los distintos seres y grupos humanos.

Los datos que nos indican que una parte importantísima de la población mundial carece de los bienes más esenciales son bien conocidos y no me voy a detener en ellos.

Ni siquiera es correcto afirmar que las economías capitalistas estén registrando tasas elevadas de crecimiento. De hecho, lo que viene ocurriendo es lo contrario y conviene explicarlo bien a la población y a la hora de hacer propuestas políticas. Las políticas neoliberales han provocado precisamente una disminución de los ritmos de crecimiento de la actividad económica incluso medidos a través del PIB provocando así más desempleo y carencias de todo en gran parte de la población (y no solo en la posesión de bienes superfluos sino en la disposición de educación, sanidad, cuidados, cultura...).

No nos confundamos: el capitalismo neoliberal produce mucho pero para pocos, muy poco para muchos y, sobre todo, bastante mal para todos.

El error que yo encuentro en el discurso de los partidarios del decrecimiento es que confunden la insostenibilidad que produce un mal modo de producir y una lógica desigual de reparto con un problema de cantidad. Se falla al caracterizar la realidad y entonces se aplica la terapia inadecuada.

Por eso, la alternativa no puede ser simplemente disminuir cuantitativamente la actividad económica sino producir lo necesario de otro modo y distribuir con justicia, y para ello reorientar la actividad económica hacia la satisfacción que tiene que ver con la vida humana en el oikos, liberándola de la esclavitud que le impone el mercado al universalizar el intercambio mercantil y el uso del dinero (la “puta universal”, como Marx recordaba que lo llamó Shakespeare) como equivalente general.

Ni siquiera debería darnos miedo el verbo crecer. Todo lo contrario. Es deseable crecer (e incluso creo que ello comporta un mensaje más humano y optimista) en la satisfacción de las necesidades humanas, en la producción de todo aquello que las satisface de un modo equilibrado y natural. Hacer crecer la satisfacción solidaria y pacífica de las necesidades humanas no es algo indeseable sino una aspiración lógica que no tenemos derecho a frustrar, aunque, eso sí, tenemos que aprender a conjugarla en la práctica con la austeridad, con el equilibrio, con el amor a la especie y a la naturaleza y, sobre todo, con el respeto indeclinable al derecho que todos los seres humanos tenemos a estar igual de satisfechos que los demás y que es el que obliga a negociar y establecer de un modo democrático la pauta del reparto de la riqueza.

Una propuesta desmovilizadora y políticamente inocua, aunque esté llena de buenas intenciones

El problema de confundir la naturaleza del capitalismo de nuestros días no solo lleva a proponer una estrategia inadecuada para resolver el problema objetivo de la destrucción ambiental y del mal uso de los recursos. Además, comporta un discurso que confunde a la población, que le impide entender la naturaleza del mundo en que vive y que, al proponerle medidas que nunca pueden resultar atractivas cuando a la mayoría de ella tiene insatisfechas la mayor parte de sus necesidades, no permite concitar apoyo ni generar movilización política suficientes para cambiar el estados de cosas actual.

Como dice José Manuel Naredo, un término con pretensiones políticas (como el de decrecimiento) que pretende articular un enfoque económico alternativo al actualmente dominante “necesita tener a la vez un respaldo conceptual y un atractivo asegurados, de los que carece el término decrecimiento (...) De ahí que el movimiento ecologista que defiende el decrecimiento tiene que empezar a ponerle apellidos para que el objetivo resulte inteligible y razonable desde fuera del enfoque económico ordinario” (José Manuel Naredo, “Luces en el laberinto”, La Catarata, Madrid 2009, pp. 214-217).

Conclusión

Todo lo que acabo de señalar no quiere decir que la actividad que despliegan los defensores del decrecimiento sea inútil. Entiendo, como dije al inicio de este texto, que el discurso añadido a la propuesta del decrecimiento y que implica la puesta en práctica de nuevas relaciones de consumo (formas distintas de producción, y nuevos valores humanos de solidaridad, austeridad, justicia, cooperación, etc.) es hoy día imprescindible. Pero mientras la formulación que dé pie a este discurso y a estos valores sea la del decrecimiento tal y como hoy se mantiene, y a la que he dedicado este texto, lo que en mi opinión se estará generando será un movimiento en torno a una creencia y no en torno a un concepto riguroso y que pueda ser llevado a la práctica de modo coherente con dicha filosofía. Se estará promoviendo un movimiento testimonial, muy necesario sin duda y ejemplar si se quiere desde el punto de vista del compromiso personal y colectivo, pero que nunca podrá promover una solución efectiva, operativa y políticamente viable frente a los problemas contra los que se quiere actuar. En definitiva, con el precario arsenal teórico del que hoy día dispone el decrecimiento podrá ser un movimiento atractivo pero que solo puede ofrecer una creencia, una apuesta moral, una filosofía o una práctica personal, como acabo de decir, muy valiosas pero incapaces de concretarse en un proyecto político y, por tanto, en una acción social colectiva realmente transformadora.

Juan Torres López
Ganas de Escribir

Junta de accionistas del Banco Santander. Intervención Álvaro José Van Den Brule

Intervención Álvaro José Van Den Brule
(Junta de accionistas del Banco Santander)


NR AttacMurcia.
Sobran comentarios.
Nuestro aplauso para este Señor

Respuesta Sr. Botín
http://www.youtube.com/watch?v=CamH0lajcpc&feature=related

domingo, 23 de octubre de 2011

Movimiento y política

Las formas de transformación política sólo son eficaces situándose fuera del sistema político para obligarlo a cambiar.
El 15 de octubre del 2011 marcó un hito en la emergencia de los movimientos sociales en la era internet. Cientos de miles de personas se manifestaron en más de mil ciudades de 82 países respondiendo a una convocatoria inicialmente sugerida por un grupo de Facebook llamado Propuestas Post-15M y asumida por Democracia-Real-Ya-Internacional y Takethesquare. La iniciativa se perfiló en una reunión de redes de activistas en Barcelona a inicios de septiembre convocando la manifestación global del 15-0 bajo el lema #unitedforglobalchange. Los manifestantes criticaban al capitalismo financiero causante de la crisis y a gobiernos percibidos como estando a su servicio. No hubo líderes ni comité de dirección. Sólo asambleas y redes locales conectadas en redes globales.

Paralelamnte surgió otra iniciativa en julio de la revista Adbusters, radicada en Vancouver y especializada en la crítica de la publicidad. Difundió en internet la imagen de una bailarina danzando sobre el toro de Wall Street con una frase: "Nuestra única demanda: ocupa Wall Street. El 17 de septiembre ven con tu tienda". Esa fecha es el día de la Constitución de EE.UU. y la demanda era separar dinero y política. A partir de ahí grupos diversos empezaron a preparar la ocupación. Y simultáneamente indignados en todo el mundo decidieron por su cuenta asediar los centros financieros de sus países.

Tras las revoluciones árabes, las revueltas en Grecia, los indignados en España y Europa, la masiva movilización contra el Gobierno en Israel y la rápida difusión de ocupaciones y manifestaciones, con apoyo de los sindicatos en cientos de ciudades de EE.UU., la convergencia de las protestas el 15-0 señaló el carácter global del movimiento. Pero cada cual incluye sus propias reivindicaciones y proclamas. En Barcelona una asamblea propuso pasar "de la indignación a la acción" con el lema "Nuestras vidas o sus beneficios". En Madrid y otros lugares fueron consignas distintas. Y la web de los acampados de Nueva York hizo explicita la conexión entre movimientos: "De Tahrir Square a Times Square".

Y es que no hace falta liderazgo porque cualquier iniciativa se difunde viralmente por internet, sumándose a ella quienes están de acuerdo y añadiendo de su propia cosecha. Si hubiese un comité global de dirección sólo pequeños grupos de activistas se darían por aludidos. Si hoy se puede hablar del nacimiento de un nuevo movimiento social de alcance global es porque carece de liderazgo o ideología unificada y por disponer de internet como plataforma flexible de difusión de iniciativas, debate de ideas y coordinación de acciones.

Este movimiento en continua metamorfosis no puede ser encasillado política o ideológicamente. La inmensa mayoría son gente de todas edades y opiniones que se indignan por diversos motivos y coinciden en que no tienen confianza en los actuales canales de representación política. De ahí que intelectuales y dirigentes políticos vaticinan día tras día su disgregación mientras sigue subiendo como la espuma. O bien, tras reconocer su fuerza a regañadientes, acaban desdeñándolo por no tener resultados concretos, por no organizarse en un proyecto político. Tales actitudes revelan un desconocimiento de la práctica de los movimientos sociales en la historia. Los movimientos sociales tienen efectos políticos, frecuentemente fundamentales, pero no son políticos en el sentido tradicional del término, no se refieren a la ocupación del Estado. Los movimientos cambian la mentalidad de las personas y, por tanto, los valores de la sociedad, son fuente de creación y cambio social. Los partidos políticos trabajan sobre lo que ocurre en la sociedad para gestionar las instituciones que rigen la vida social. Cuando las instituciones pueden escabullirse del control ciudadano, parece que el poder es de los partidos y todo depende de resultados electorales. Pero cuando surge una distancia creciente entre representantes y representados, cuando el modelo económico, ecológico, de protección social o de modo de vida entra en crisis o es cuestionado, entonces los movimientos sociales son la fuente de renovación de la sociedad, el único antídoto contra la esclerosis de una política sometida a las fuerzas irracionales del mercado y a las racionales de la codicia.

Sin embargo, dícese, toda esa energía social tiene que canalizarse en opciones políticas. No siempre. Hay distintos ritmos del paso de lo social a lo político: lentos en periodos de estabilización, acelerados en momentos de crisis en donde se busca una nueva política. Por eso las crisis conducen a veces a opciones demagógicas y líderes populistas, paladines de la xenofobia y aventureros de la violencia. Pero también surgen voces y prácticas de profundización de la democracia que van cambiando las reglas del juego. Algunos partidos aprenden la lección y se apuntan al cambio para sobrevivir. Otros se atrincheran y descalifican. En ciertos casos se desintegran y a la clase política existente la echan a gorrazos, mientras su espacio empieza a ser ocupado por nuevos actores políticos impensables hasta entonces (ecologistas, piratas, alianzas electorales en torno a principios democráticos (control de los bancos, reforma de elecciones) o en defensa del respeto de derechos sociales (salud, educación, vivienda) ) en contraste con los partidos que aparentan defender intereses generales pero que en realidad defienden los del partido. Las formas de transformación política son variopintas y contextuales. Requieren movilización y tiempo. Y sólo son eficaces situándose fuera del sistema político para obligarlo a cambiar: vaciándolo de votos mientras no haya opciones válidas, imponiendo fórmulas de control de la gestión con desobediencia civil a políticas contrarias a los programas votados, defendiendo el control del ciudadano sobre el uso específico de sus impuestos, etcétera.

La única opción no es votar por uno u otro. Puede ser también elaborar e imponer reformas políticas que aseguren la participación ciudadana en decisiones concretas, mande quien mande. Cuanto más funcione la democracia participativa más efectiva será la democracia representativa. Otra política es posible. Pero sólo tomará forma tras un periodo de indignación y acción. La vida no termina el 20-N. De hecho acaba de empezar.

Manuel Castells
La Vanguardia

 

sábado, 22 de octubre de 2011

Neoliberalismo y autoritarismo

En España, el Partido Popular puede ganar las próximas elecciones. Más neoliberal que el PSOE y heredero del franquismo, un autoritarismo feroz e implacable que fue condenado por Naciones Unidas en 1946. En 1948, la ONU denunció de nuevo el franquismo porque "en origen, naturaleza, estructura y conducta general, el régimen de Franco era de carácter fascista, impuesto al pueblo español por la fuerza". Y en 2006, el Consejo de Europa también condenó la dictadura de Franco por "las múltiples y graves violaciones de derechos humanos cometidos en España por el régimen franquista de 1939 a 1975". Violaciones como la desaparición forzada de 114.000 personas, como ha denunciado Amnistía Internacional.

Que un partido neoliberal, que apenas oculta su vocación autoritaria acorde con su origen franquista, gobierne en España, no es cuestión local. Desvela el declive europeo hacia el autoritarismo y no solo por una mayor presencia de partidos de extrema derecha en los parlamentos. Ejemplifica la deriva de la neoliberal Unión Europea, porque el capitalismo neoliberal tiende al autoritarismo por su propia razón de ser. Y, cuanto más neoliberalismo, más riesgo de autoritarismo. El poder financiero no sienta las bases de un nuevo orden autoritario recurriendo a militares salvapatrias. Pero afianza el bipartidismo (cada vez más corrupto) que distorsiona la voluntad política ciudadana, vacía de contenido la democracia y pone a su servicio una casta de políticos profesionales que se sirve a sí misma y a sus señores. Esa degeneración de la democracia es la que denuncia el movimiento de los indignados cuando proclama: ¡No nos representan!

La democracia pierde significado cuando no se respetan los derechos humanos y se vacía de contenido si se perpetra una sistemática y masiva vulneración de derechos humanos con el pretexto de la estabilidad presupuestaria u otro. Porque los derechos se respetan o no se respetan y, si no se sirven los intereses de la mayoría ciudadana, no hay democracia que valga. No hay término medio, atenuantes ni excepciones. Y no se respetan los derechos cuando un gobierno (el griego, por ejemplo) acepta del poder financiero (por boca del FMI y Comisión Europea) reducir el ya escaso salario mínimo de 750 euros mensuales a 500, tras innumerables agresiones a los derechos sociales de los griegos. Y es que, según la propia Declaración Universal de Derechos Humanos, "todos los derechos son universales, individuales e interdependientes y están relacionados entre sí", y, si se violan unos, se acaba vulnerando otros.

Hoy, los derechos humanos a la salud y educación son diana preferente de los furibundos ataques del poder financiero, cómplices y servidores. Carlos Martínez Villarejo, antaño Fiscal Anticorrupción de España, ha denunciado que ni crisis ni déficit justifican nunca la destrucción del derecho a la salud ni del derecho a una vida digna, al tiempo que recuerda que las políticas sanitarias que violen el derecho a la salud, por recortes presupuestarios, puede ser delito.

Pero no solo se violan derechos sociales. La brutalidad policial contra el movimiento de los indignados; la manipulación informativa sistemática sobre quienes se oponen a la democracia vaciada, así como la persecución de quienes defienden la justicia y la democracia real son síntomas del retorno al autoritarismo. Un hecho lo ilustra.
La Audiencia Nacional citó a una veintena de jóvenes por su presunta participación en el bloqueo de protesta del Parlamento de Cataluña en el que hubo algún incidente violento. Enterados de la citación, esos jóvenes fueron libremente al edificio judicial de Barcelona, pero los antidisturbios de la policía catalana (Mossos d'Esquadra) invadieron violentamente el edificio y detuvieron a los jóvenes ¡que se presentaban voluntariamente ante el juez!

Los derechos cívicos y políticos también son vulnerados, pero no solo en España. El delirio neoliberal autoritario, por ejemplo, lo protagoniza la ministra británica de Interior, Theresa May, que pidió derogar la ley de derechos humanos del Reino Unido.

Hoy, la minoría rica privilegiada (poder financiero y cómplices) no recurre a militares miserables para ejecutar sus planes autoritarios. Utilizan la policía para reprimir la oposición, controlan los medios de comunicación masiva para ocultar y falsear la realidad, dominan las entidades económicas internacionales (que nadie ha elegido) y manejan los gobiernos. Así vacían la democracia, aunque dejen la carrocería de la misma para dar el pego.

La ciudadanía ha de actuar. O sufriremos de nuevo sistemas autoritarios, aunque maquillados de democracia ritual.

Xavier Caño, Periodista y escritor
Hora Cero

viernes, 21 de octubre de 2011

Foro Alternativo de Desarrollo Sostenible

Foro Alternativo de Desarrollo Sostenible
Murcia 23-26 octubre
Salón de Actos del Edificio Rector Sabater (Anexo Ronda de Levante) Universidad de Murcia.

ORGANIZA: La Región de Murcia No se Vende, Democracia Real Ya, 15M y Attac Murcia.

APOYAN: Ecologistas en acción, Greenpeace, Foro Social, Foro Ciudadano, ANSE, HUERMUR, ADESGA.

El Gobierno Regional tiene previsto realizar un foro de inversión que por primera vez se realiza en Europa y al que se espera que asistan representantes del Gobierno español, así como representantes gubernamentales y del sector empresarial de varios países de Oriente Medio.

Como respuesta a este Foro de Inversión (ASIF), que se espera que se celebre el día 26 de octubre en Torre Pacheco, diversas asociaciones ciudadanas y movimientos sociales hemos organizado un FORO ALTERNATIVO DE DESARROLLO SOSTENIBLE. Se celebrará los días 24, 25, 26 y 27 de octubre en el Salón de Actos del Edificio Rector Sabater (Anexo Ronda de Levante) de la Universidad de Murcia.

Este foro pretende hacer reflexionar sobre la calidad democrática de los posibles inversores, la democratización de la economía regional y sobre el impacto de determinados megaproyectos multimillonarios para los que se intenta captar fondos. Algunos de ellos son muy destructivos con el patrimonio natural y cultural de la Región, representan el modelo de desarrollo que ha traído la crisis o el paro y suponen una apuesta peligrosamente arriesgada para el futuro regional. Entre estos macroproyectos encontramos: Air Marina de Cope (4.000 millones de euros de inversión, 9.000 viviendas tipo resort, 23.000 plazas hoteleras, 6 campos de golf, puerto de 1400 amarres, desaladora propia, autopista; y todo esto en un lugar protegido), Macropuerto del Gorguel (4 kilómetros de hormigón, más de 1.400 millones de euros de inversión, proviniendo 400 de ellos de la Comunidad Autónoma y todo ello en un espacio declarado Lugar de Importancia Comunitaria “LIC”) y Paramount (que ocupará una superficie de 550.000 metros cuadrados y necesitará de una inversión de 1.094 millones de euros).

Además de estar apoyados con personas y dinero público ¿Quién responde si quedan en total abandono como ocurre con algunas macrourbanizaciones? ¿Exigirán que intervenga el Estado o empresas donde este participa, para rescatarlo ante un más que probable fracaso?

Por otro lado, con la realización de este Foro de Desarrollo Sostenible pretendemos EXIGIR que se mire hacia otros sectores productivos MUCHO MÁS SOSTENIBLES, que con gran esfuerzo ya generan miles de puestos de trabajo reales en nuestra región y que, con más apoyo institucional y de la ciudadanía, pueda multiplicar más fácilmente el empleo local.

Por último, en el marco de este evento convocamos una CONCENTRA-ACCIÓN para el Miércoles 26 de octubre, a las 18.30 horas en la Plaza del Romea (¡Qué inauguraremos!) frente a la Consejería de Turismo. En ella expresaremos simbólicamente el rechazo que proyectos como Marina de Cope, el Macropuerto del Gorguel o la Paramount generan entre la población, exigiendo que se apueste por modelos económicos sostenibles con más futuro y más respetuosos con nuestra tierra.

¡No han aprendido... NADA!

Después de más de una década de apuesta por el ladrillo, asfalto o cemento como motor económico algunas de sus nefastas consecuencias son más que evidentes: grave degradación del rico patrimonio medioambiental y cultural, corrupción política, especulación urbanístico-financiera y ... CRISIS ...profunda y preocupante CRISIS, paro, afectados, desahuciados, estafados, recortados,... e INDIGNAD@S ...miles de crecientes INDIGNAD@S.

Pues bien, los gobernantes poco han cambiado, salvo para empeorarnos las condiciones de vida a la gente. Ahora, al gobierno regional, se le ha ocurrido traer un foro árabe (previsiblemente se reunirá en un hotel de Polaris en Torrepacheco los días 26 y 27 de octubre) para intentar captar inversores. ¿Para qué? ¿para cambiar el modelo de desarrollo? ¿para apoyar a sectores económicos sostenibles medioambiental y socialmente?...¡no señor!¡para seguir erre que erre con un modelo que ha supuesto seguramente la mayor ESTAFA en la historia de nuestro pais...como poco!

Algunos de estos fabulosos megaproyectos son:
- AIR Marina de Cope: 9.000 viviendas tipo resort, 23.000 plazas hoteleras, 6 campos de golf, puerto de 1.400 amarres, desaladora propia, autopista,... ¡en un espacio natural protegido-desprotegido!...No Typical.

- Macropuerto de el Gorguel: 4 km. de hormigón, más de 1.400 millones de euros ( 400 aportados por nuestra Comunidad Autónoma) en Lugar de Importancia Comunitaria (LIC). Para destrozar la Sierra de la Fausilla y sus fondos marinos. Para que entren superbuques, dicen, con las tan necesarias mercancias chinas. Para competir, dicen, con otros superpuertos del entorno (Algeciras, Alicante, Valencia, Almería, Tanger,...)

- Paramout (turismo de ocio claramente especulativo), Contémpolis, Megaplanta solar (¿y los productores locales murcianos?), Ciudad de las Ciencias,...

¿Lo hacen por loca inercia?, ¿por oscuros intereses personales o no?, ¿por miopía política al no conocer otras alternativas mejores a corto, medio y largo plazo?..., ¿un poco de todo?. ¿No ven que a más ladrillazo más paro?... Toda esa energía, dinero, personas, tiempo... que están invirtiendo en sacar adelante estos destructivos proyectos (algunos más que cuestionados legal y moralmente) se lo están quitando a otros sectores económicos con más futuro y mucho menos perjudiciales para el planeta.

Como respuesta a estos proyectos y al mismo foro (al que se prevé asistan inversores de países nada respetuosos con los derechos humanos, ambientales, sociales o laborales...: Qatar, Siria, Emiratos Árabes, Dubai...) hemos preparado un FORO ALTERNATIVO que siga generando debates y propuestas participativas sobre otros modelos de desarrollo. Además de buscar soluciones realistas y sostenibles de verdad, pretendemos hacer visible el gran rechazo que provoca este tipo de proyectos entre gran parte de la ciudadanía. Invirtiendo así no deben encontrar la supuesta estabilidad y tranquilidad que no tienen en sus países.

Estas invitad@ a participar activamente en este otro foro tan importante para la región (al de Polaris difícilmente podrás asistir ya que cuesta unos 800 euros? por persona y día)

Movimiento 15-M. "No saben por qué protestan"

Las últimas afirmaciones de Zygmunt Bauman sobre el 15-M resultan cuanto menos sorprendentes. El sociólogo y pensador polaco considera en unas declaraciones recogidas por El País que este movimiento es fundamentalmente "emocional" y que “si la emoción es apta para destruir resulta especialmente inepta para construir nada. Las gentes de cualquier clase y condición se reúnen en las plazas y gritan los mismos eslóganes. Todos están de acuerdo en lo que rechazan, pero se recibirían 100 respuestas diferentes si se les interrogara por lo que desean”. La emoción sería, por lo tanto, inestable y fluctuante y haría que el actual movimiento, que el el 15 de octubre se manifestó como potencia política en las calles y plazas del mundo entero, sólo sirviera para destruir. Un movimiento fundado sobre la "emoción" carecería, a su juicio de capacidad constituyente y sólo podría configurarse como una desordenada multitud, una hidra de 100 o mil cabezas.

El problema de Bauman es tal vez que no ha participado nunca directamente en una asamblea ni un debate del movimiento. Basta acercarse a una asamblea para observar cómo el movimiento se ha dotado de un dispositivo de limitación de la "emoción" sumamente eficaz. Llaman, en efecto, la atención el tono y las maneras civilizados, resultado de una disciplina de debate colectivo muy particular, que proscribe los aplausos y las interrupciones verbales o sonoras de la palabra del orador. Un lenguaje gestual silencioso puntúa las intervenciones: las aplaude, las rechaza, critica el lenguaje agresivo o denigrante etc. Por otra parte, la palabra, en las asambleas abiertas del 15-M no tiene como origen ni como destinatario un grupo que afirma una identidad cerrada, sino el ciudadano "cualquiera" reunido con otros "ciudadanos cualesquiera". Ni las pasiones del liderazgo, ni las de la identidad colectiva tienen libre curso en este medio.

Lo que se afirma en su diferencia es la singularidad "cualquiera", pero se trata de un cualquiera positivo, no de aquel por el que no se opta y constituye un residuo, sino el que supone una opción abierta por un otro con quien se busca lo común. En latín este "cualquiera" se denominaría con la palabra "quislibet" que designa al "cual quiera", al "cual" que se acoge y que es causa de amor (el verbo libeo que se encuentra en el componente libet, está directamente relacionado con la raíz del término libido). Tal vez la pasión política fundamental suscitada por el movimiento sea ese amor civil del otro cualquiera, del otro, distinto de mí con quien, sin embargo, estoy en comunidad. Sin duda, el reverso de este amor es la indignación, definida en el sentido de Spinoza como "el odio hacia quien ha hecho mal a otro". La indignación es fuente de antagonismo y de posible destrucción, pero su origen es el reconocimiento del otro cualquiera como un igual; un igual que no lo es por ser propietario, con igualdad de derechos en el mercado respecto de otros propietarios, sino como alguien que tiene igual acceso a lo común del lenguaje, del afecto, de la producción etc.

Difícilmente puede sostenerse, pues, que el 15-M sea un fenómeno meramente emocional desprovisto de pensamiento y que sólo sirva para destruir el orden existente. Sólo cabe suponer que Bauman se ha dejado llevar por un sentido "vulgar" de la palabra "indignación" definida por el Diccionario de La Real Academia como " Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos" y ha atendido más a la designación periodística del movimiento (los indignados) que a su realidad. Efectivamente, lo que está ocurriendo en las calles y plazas de medio mundo en los últimos meses, y con particular intensidad en las de España, es un auténtico experimento de producción política de pensamiento que contrasta con el desierto intelectual y moral en que se mueve el agonizante discurso del poder. La palabra pública tal y como se profiere y se utiliza en las asambleas abiertas es un medio privilegiado de producción de "nociones comunes", de ideas adecuadas y verdaderas que van, precisamente, más allá de la pasión y de la emoción individual o colectiva. En los espacios del 15-M está renaciendo un espacio público que el neoliberalismo había destruido junto a la propia política. Un espacio público donde el contraste organizado de puntos de vista, la necesidad de argumentar lo que se afirma ante un auditorio diverso e imprevisible, la necesidad de contradecir mediante argumentos etc. generan racionalidad.

Esta racionalidad surge, sin embargo, a partir de una palabra que, al no ser proferida por grandes expertos ni sabios reconocidos podría considerarse de poco peso. Sabemos, no obstante, desde la antigüedad -y Hannah Arendt nos lo ha recordado en toda su obra- que no existe un saber de la política, una ciencia de la cosa pública que unos posean y que se imponga a todos como una verdad. Sólo han llegado a pretender gobernar sobre la base de este saber regímenes como el absolutismo y su avatar liberal; por lo demás sin demasiado éxito. La única racionalidad, la única verdad de la política surge del debate público entre singularidades cualesquiera. Esto es algo que Maquiavelo y Spinoza ponen en el centro de su teoría de la democracia: una asamblea siempre tiene menos posibilidades de equivocarse gravemente que un sólo individuo porque en ella las distintas pasiones se moderan y llegan a abrirse paso las nociones comunes. Por ello la democracia, o cualquier forma de gobierno que se rija por el principio democrático es más estable y menos pasional que una monarquía donde sólo el monarca tenga el poder decisorio. Por esta razón también el único régimen estrictamente absoluto, el más libre de influencias externas y menos propenso a las pasiones tristes, no es la monarquía mal llamada "absoluta" basada en la decisión exclusiva del monarca, esto es fundamentalmente en las emociones del monarca, sino la democracia, en cuanto es capaz de enraizar en una racionalidad colectiva. Frente a las teorías absolutistas de un poder basado en el saber trascendente de uno o de unos pocos, el Spinoza del Tratado Teológico-Político sostenía lo siguiente a propósito de la potencia racional que es a la vez efecto y principio de la democracia: "en la democracia son menos de temer las órdenes absurdas que en otros gobiernos, pues resulta casi imposible que la mayoría de una gran asamblea dé su aprobación a un absurdo. Además, el fundamento y el objeto de este régimen es, como hemos demostrado también, poner coto a los desarreglos de los apetitos y mantener a los hombres cuanto sea posible en los límites de la razón, a fin de que vivan juntos en paz y concordia; pues si se retira este fundamento, todo el edificio acabará necesariamente por derrumbarse." La multitud, su supuesta liquidez, su insumisión a la regla de la uniformidad y del uno, que tanto parece temer Bauman, no son, así, causas de la irracionalidad ni del imperio de la emoción sino auténticos instrumentos de construcción de una racionalidad común.

Por la razón antes señalada, tampoco puede decirse que el 15-M carezca de organización ni de programa. Lo que ocurre es que su organización se genera y reproduce al ritmo mismo del debate y de la movilización colectiva. Su programa es perdurar como nueva figura de la democracia. No es proponer al poder que cambie tal o cual aspecto de su ejecutoria. A pesar de que las primeras reivindicaciones del movimiento proponían al poder un cambio en las formas de representación a través, por ejemplo, de una nueva ley electoral, el lema central del movimiento, "no nos representan", ha ido cargándose de un juevo contenido mucho más radical. Ya no se trata de pedir que nos representen mejor: lo que se ha comprobado es que el espejo de la representación está roto, hecho añicos y que es imposible recomponerlo. Al poder capitalista neoliberal ya no hay mucho que proponerle. Lo que queda es que el trabajador colectivo, cognitivo, precario, migrante que se congrega en las plazas haga lo que mejor sabe hacer: comunicarse y organizarse como nueva comunidad política en éxodo respecto del mando del capital. Las manifestaciones y ocupaciones del 15-M al 15 de octubre y las que seguirán son demostraciones de vida y de racionalidad frente a un poder vacío. Sorprende que un gran analista del presente como Zygmunt Bauman haya olvidado el pasado reciente de su propio país o el de la Alemania del Este donde el principio del fin de esa caricatura del capitalismo que fue el "socialismo real" lo marcaron unas grandes manifestaciones ignoradas por unos gobernantes que las consideraban carentes de pensamiento y de programa.

John Brown
Rebelión

Feria de Autogestión en Cieza‏

Feria de Autogestión Itinerante
Cieza‏

Domingo 23 de octubre

Asociación BioConstruyendo 


11:15 Taller: “Construcción con tierra: conociendo el material”

12:00 Taller/demostración (junto con la asociación Aski Aldai): “Bioingenios. Hornos y cocinas solares”

13.00h Presentación de colectivos: Bioconstrucción y Agricultura Ecológica.

17:30 Charla: “Autoconstruyendo con paja: la experiencia de la finca "El Cabecico”


Los otros colectivos de bioconstrucción son:

- Bioconstructores de Cieza
- Aski Aldai
- John Logos /Silvia Quiroga




martes, 18 de octubre de 2011

Las alternativas de los tiempos que están cambiando

Lucha de clases. Con intenciones muy diversas, il va de soi, ya todo el mundo (casi todo el mundo, tampoco hay que exagerar) se apunta a llamar al pan, pan y al vino, vino. Economistas, sociólogos, politólogos, periodistas… que hace pocos meses, pocos años, consideraban definitivamente demodé no ya la existencia de la lucha de clases sino la realidad de las clases mismas, ahora ven bien clara la montaña que tienen ante sus ojos. Claro que siempre puede encontrarse académicos que consideran que es mejor obviar la montaña ante sus narices y refugiarse en el sofisticado y poco comprometedor "imaginemos que…" (y aquí puede apuntarse cualquier situación superferolítica que jamás se dará en un mundo habitado por el Homo sapiens).

Quizás lo que llevó a confundir a más de uno y de dos, fue que debían imaginar que la lucha de clases tenía lugar básicamente en los momentos en que la clase obrera (o clases trabajadoras en general) luchaba más o menos ofensivamente. Lo que hemos experimentado a lo largo de al menos los últimos 35-40 años es justamente lo contrario a esta lucha ofensiva de las clases trabajadoras: quien ha estado a la ofensiva de forma decidida, clara y constante ha sido la clase de los súper ricos.  Pongamos, aunque seguramente es hacer demasiado grande la proporción, que estamos hablando del 1% de la población, el más rico. Bien es cierto que las clases trabajadoras se han resistido mal que bien, ¿qué es lo que está haciendo la población griega si no una resistencia heroica al saqueo a que está siendo sometida por parte de la gran banca, la UE, el FMI y su propio gobierno? Para que este 1% (o menos) más rico salga exitoso de sus acometidas, precisa, claro está, de la completa colaboración de los gobiernos. No es por sus méritos que la mayor parte de este grupito son ricos, especialmente si el criterio lo marcan los resultados empresariales conseguidos. Solamente están dispuestos a continuar con la cantinela de la justicia meritocrática debida a la innovación, y vaya usted a saber qué patochadas más, que soñadoramente aporta este 1%, algunos sicofantes y otros personajes delirantes instalados en Babia. Aunque influyentes en algunos casos, sin duda. Como escribía muy recientemente el economista Dean Baker: "Mientras que cierto número de ricos pueden haber logrado el éxito trabajando duro y siendo listos y creativos, muchos de los muy ricos consiguieron directa o indirectamente su dinero gracias a que la gran mano del Gobierno inclinó el campo de juego en su dirección. El trabajo duro de esas personas consistió en amañar las reglas para asegurarse de que terminarían en la cima."

Cuando un político ultraconservador y católico como Duran i Lleida, ¡el político que encuesta tras encuesta es el más valorado del Reino de España!, se permite emitir frases como las que tanta polvareda ha levantado estos últimos días, está hablando también de lucha de clases. Está hablando de la necesidad de recortar aún más los fondos públicos que aún van destinados a los sectores sociales más vulnerables. Recordemos algunas de los improperios que ha proferido: "En otros sitios de España reciben un PER [Plan de Empleo Rural] para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo", "No es lo mismo una persona que tenga un inmigrante en su casa de servicio que quien vive en un bloque y no puede vender su piso a precio de mercado porque cada día van más inmigrantes a comprar en la tienda de al lado". Pocas dudas ofrecen las intenciones de estas palabras. Y más cuando el beligerante en recortes sociales gobierno conservador de la Generalitat, de cuya coalición es miembro Duran i Lleida, ha asumido sus palabras sin la menor rectificación. Este mismo gobierno que en Catalunya está recortando las ayudas a los más necesitados entre los necesitados. Lucha de clases desde arriba. Otrosí: la Unión Europea lleva empleados casi 1,3 billones de euros para intentar reflotar 215 bancos. La deuda de Grecia, de 340.000 millones, es pues 3,8 veces inferior a lo que está costando salvar a los bancos. Las diferencias de condiciones exigidas en las "ayudas" a Grecia y las ayudas, sin comillas, a la banca no hace falta volverlas a enumerar. Lucha de clases desde arriba. 

La idea de aprovechar la situación de crisis para incrementar la sospecha del fraude que supuestamente realizan los perceptores de los subsidios destinados a los pobres no es exclusivamente del gobierno catalán, por supuesto. Se repite en la comunidad autónoma vasca y en la de Madrid, por citar dos comunidades gobernadas en el primer caso por el partido Socialista (con el apoyo del Partido Popular) y por el Partido Popular directamente, en el segundo. Y se repite en otros lugares, y se ha repetido en otras épocas. Siempre que las clases trabajadoras y los más vulnerables dentro de ellas han accedido a un nuevo derecho, normalmente conseguido después de duras y largas luchas, se ha lanzado desde los púlpitos políticos, periodísticos y académicos proclives a los más ricos, los más negros vaticinios contra este nuevo derecho. Hay un momento histórico que es una de mis situaciones preferidas. En 1935, bajo la presidencia de Franklin D. Roosevelt, se implantó en EEUU el subsidio de desempleo. Como puede imaginarse, hubo grandes declaraciones y debates, antes y después de promulgada la ley, entre políticos, economistas, intelectuales, periodistas y población en general. ¿Qué decían algunos industriales o representantes suyos sobre las calamidades que supondría la implantación del subsidio de desempleo? Hubo declaraciones al respecto que merecen ser rescatadas. Una pequeñísima muestra:  "La dominación definitiva del socialismo sobre la vida y la industria" (Asociación Nacional de Fabricantes); "Destruirá la iniciativa, desalentando el ahorro y ahogando la responsabilidad individual" (James L. Donnelly, de la Asociación de Fabricantes de Illinois); "En un momento u otro, traerá consigo, ineluctablemente, el final del capitalismo privado" (Charles Denby, Jr., de la Asociación Americana de Abogados). Y podríamos seguir. Las declaraciones y prácticas de gobierno de los tipos como Duran i Lleida se inscriben en esta larga tradición de los Donnelly y Denby.

La pobreza está aumentando de forma constante. Según un informe del Consejo Económico y Social de mediados de 2011, Pobreza, desigualdad y crisis económica, desde el comienzo de la crisis [en el cuarto trimestre de 2007] los hogares que no perciben ningún tipo de ingreso, indicador indirecto de la pobreza más extrema, han aumentado un 120%, hasta 265.000. Solamente en el 2010, el número de familias en esta situación aumentó en 115.000. Un 7% respecto al año anterior. Sabido es que dentro de pocas semanas muchos centenares de miles de desempleados que habitan en el territorio del Reino de España se quedarán sin la menor cobertura. En Catalunya, entre octubre y marzo, acabarán de percibir prestación de desempleo casi 175.000 personas. Nación en donde el 75% que cobran el PIRMI (renta mínima de reinserción), aproximadamente 34.000 familias, son "pobres a consecuencia de la crisis" ya que hace menos de 2 años que la perciben. Las consecuencias más perniciosas de la crisis para las clases trabajadoras están aún por venir.

El impresionante despliegue de centenares de miles de personas el sábado 15 de octubre en muchas ciudades del mundo, con especial fuerza en Roma, Barcelona y Madrid, protestando por la situación social a la que hemos llegado debido a las prácticas económicas que han permitido y alentado las autoridades, y por las políticas posteriores que han aplicado muchos gobiernos, muestran que son muchos los hombres y mujeres que creen, y están dispuestos a emplear tiempo y dedicación para defenderlo, que las cosas pueden hacerse de otra manera. Que hay alternativas. Que muchos centenares de miles de personas están, como expresaba el manifiesto de la asamblea general de Nueva York, "dispuestas a ocupar el espacio público; a crear un proceso para gestionar los problemas a los que nos enfrentamos; y a generar soluciones accesibles para todos." Que no se creen que no haya alternativas. Escribíamos Antoni Domènech y yo a principios del verano en otro lugar: "La impresión dominante es que cualquier alternativa imaginable a la política 'sin alternativa' habrá de estrellarse contra el pétreo muro de una troika empeñada ahora en destruir la democracia europea con el mismo celo dogmático con que llevó incompetentemente a nuestra economía a la catástrofe en 2008." Pero alternativas las hay y no pocas.

El próximo 22 de octubre se realizará en Barcelona un simposio para profundizar en una de estas alternativas, la renta básica de ciudadanía. Con la presencia de representantes de Bildu, Democracia Real Ya, EUiA… se analizará las perspectivas de una medida que ha ido siendo abandonada por algunos partidos que habían mostrado por ella ciertas simpatías en determinado momento, y que de forma poco estrepitosa pero segura está siendo incorporada a las reivindicaciones, a las alternativas, de este gran movimiento que ocupó muchas calles el 15 de octubre. Al igual que dice la letra de la gran canción de 1963 que compuso Bob Dylan: "como lo ahora presente más tarde será pasado/ el orden se desvanece rápidamente/ y el ahora primero más tarde será el último/ porque los tiempos están cambiando." 

Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Su último libro, coeditado con David Casassas, es La renta bàsica en la era de las grandes desigualdades (Montesinos, 2011). 

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