sábado, 31 de marzo de 2012

Después de la huelga empieza la cuenta atrás

Huelga general, guerra de cifras. Día de excesos policiales. El gobierno transmite un discurso de normalidad. Los dirigentes de los dos grandes sindicatos, Toxo y Méndez, aprovechan la gran afluencia de gente a las manifestaciones para ampliar el plazo de negociación hasta mayo. La ministra de trabajo, Fátima Báñez, afirma que “la senda reformista es imparable”, ahora es el turno de los presupuestos. Un recorte del 17% de media por ministerio para volver a la “senda del crecimiento”. El lema de UGT-CCOO para la jornada de huelga apelaba a conservar lo que queda porque “quieren cargárselo todo”.

Pero el rodillo no es nuevo, desde los años 80′s, la mayor parte de las legislaciones, tanto a nivel nacional como internacional, van dirigidas a fomentar la desregulación de las finanzas, reducir la presión impositiva sobre las rentas más altas, favorecer la deslocalización de la producción y precarizar el empleo. La economía financiera se convierte en el lugar privilegiado para los negocios y el poder adquisitivo de los trabajadores deja de estar vinculado al aumento de los salarios y comienza a ser mantenido por el acceso al crédito.

El miedo que expresan los grandes sindicatos y las esperanzas que vende el gobierno remiten a imágenes del pasado, de un tiempo que se vino abajo con la crisis. El pasado reciente tiene mucho que ver con los problemas actuales. Los años del boom inmobiliario, de cuales fueron responsables los partidos gobernantes, y las cúpulas sindicales grandes actores de reparto, no son precisamente un horizonte deseable. Estamos en un momento de grandes cambios, nadie sabe lo que puede suceder porque todo depende de lo que vaya ocurriendo.

Tratar de conservar lo que se está perdiendo no asegura que poco a poco desaparezca. Pero las agendas, que vienen marcadas por entes que nadie ha elegido, pueden sufrir imprevistos debido a las inclemencias del malestar ciudadano. La huelga general ha demostrado que hay mucha gente que rechaza la reforma laboral y las políticas de ajuste. Hay quien dice que “sólo han parado las industrias y los transportes”. Alguien responde que “no somos un país industrial”. Una tercera persona añade que “las calles están llenas de gente y eso es lo importante”.

Cuando la precariedad laboral o el paro son una realidad para la mayoría de trabajadores y trabajadoras, las huelgas cobran un significado diferente y las reivindicaciones sobrepasan lo meramente laboral. En tiempos de crisis, cuando la riqueza es mayor que en ningún otro momento previo, hablar de sacrificios es muy cobarde. Después de que salvar a los bancos haya aumentado la deuda de varios países europeos, los ajustes suenan a estafa. Una vez han sucedido las revoluciones árabes y se han tomado plazas en Europa y EEUU, conocemos la fuerza de la cooperación.

Durante el próximo mes veremos de qué manera los grandes sindicatos tratan de administrar la multitudinaria respuesta en las calles y si el gobierno cede en algunos aspectos de la reforma laboral. En paralelo a las negociaciones entre el gobierno y los sindicatos mayoritarios sucederán cosas. La primavera es tiempo de salir a la calle para conseguir un rescate ciudadano. La cuenta atrás para la convocatoria global del 12 al 15 de mayo ya ha empezado.

Madrilonia.org

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