Marearon la perdiz durante un mes. La ministra de Empleo y Seguridad
Social, Fátima Báñez, recién estrenado su cargo, visitó sedes y recibió a
los “agentes sociales”, urgiéndolos a llegar a acuerdos sobre la
“reforma laboral”, presentada como una modernización necesaria y una
adecuación a la legislación en materia laboral de los países europeos
más avanzados.
A su vez, patronal y sindicatos se reunían una y otra vez para
constatar que apenas llegaban a un acuerdo de mínimos (visto el paño ya
el primer día, es difícil de entender hasta qué punto alimentaron las
vanas esperas y esperanzas de que la otra parte iba a mutar posiciones).
Por si fuera poco, estaban mal colocados en el salón de reuniones, por
mucho que supusieran que el tiempo no pasa y que las cosas siguen siendo
como hace unas cuantas décadas.
Por un lado, los “patronos” tradicionales (¡”la patronal”!): CEOE y
Cepyme, encabezados por sus presidentes Juan Rosell y Jesús Terciado,
respectivamente. Por otro, los sindicatos denominados “mayoritarios”
(¡”la parte social”!): Ignacio Fernández Toxo, secretario general de
CCOO, y Cándido Méndez, secretario general de UGT.
Comenzó entonces un diálogo de besugos sobre asuntos tan
trascendentales como el traslado de algunos festivos, pero sin abordar
el núcleo duro de la reforma laboral, pues el diálogo pinchaba
inmediatamente en hueso y la cosa seria estaba tan pactada por parte de
los grandes mandamases patronales con el Gobierno, Merkel, Deutsche
Bank, FMI y demás adláteres que aquellas reuniones tenían como función
principal representar una fugaz y solitaria representación teatral.
Los sindicatos quizá tuvieron en algún momento inicial la sensación
de que allí estaban haciendo algo útil. Sin embargo, extraña que al cabo
de un rato no se fueran por donde habían venido. Estaban mal colocados
(¿descolocados?) porque aquello era una simple tomadura de pelo.
Tendrían que haber convocado una rueda de prensa para explicar las
posturas y las propuestas de una y de otra parte, y sanseacabó. La
opinión pública se lo habría agradecido y los sindicatos no habrían
estado sosteniendo semejante farsa bufa. En otras palabras, tras conocer
lo que daba de sí la reunión, lo que allí realmente se cocía y lo que
ya se traía cocinado, allí no pintaban nada. Al decidir seguir mal
colocados (¿descolocados), nos descolocaron a todos los demás.
No por ello estuvieron mejor colocados los “patronos”. Los pequeños y
medianos empresarios viven en la ficción de que sus
interlocutores-adversarios (por eso estaban sentados frente a ellos,
¿enfrentados?) es la parte representante de los trabajadores, cuando en
realidad quienes están devorando a buena parte de los patronos es una
pequeña (en número, no en poder financiero) fracción de esa patronal.
Las víctimas son también ellos, pero en un acto supremo de entrega al
síndrome de Estocolmo, se colocaron junto a los depredadores, codo con
codo, espantando los fantasmas de su desventura mediante la ilusoria
percepción de que el peligro sigue viniéndoles de los malvados
huelguistas, enarbolando en una mano el convenio colectivo del ramo y en
otra, sus derechos personales y profesionales.
Los pequeños y medianos empresarios hicieron como que desconocían que
están asfixiados por la falta de dinero y créditos razonables por parte
de algunos de sus presuntos compañeros-colegas de mesa y negociación.
Los grandes empresarios y financieros les invitaron a comer, los
trataban campechanamente de tú y les advertían de los peligros que
podrían provenir de los trabajadores. Sin embargo, no les contaron que
por mucho que pudieren despedir fácil y barato, sin dinero acabarían
muchos de ellos en el mismo agujero negro que sus empleados.
No obstante, allí se quedaron todos, sentados, asentados, haciendo
razonables declaraciones ante los medios de comunicación, cumpliendo el
papel que a cada uno la mano invisible le había adjudicado en aquella
obra teatral.
Finalmente, todo y todos están ya en su sitio: el 8 de marzo de 2012
la Ley de Reforma Laboral quedó aprobada en el Congreso de los Diputados
por los 197 votos del PP, CiU, UPN y Foro Asturias. (¡Ya somos más
europeos!).
Antonio Aramayona es profesor de filosofía
ATTAC CHEG Aragón
Fuente: Attac España
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