Entre las reiteradas críticas al 15M vertidas en foros y tertulias
destaca la de ser un movimiento demasiado heterogéneo carente de
representatividad interna. Posiblemente la más ideológica de todas las
pegas “civilizadas” que se difunden sobre él, ya que no esconde otra
cosa que una apelación al orden, ese principio tan básico de la
ideología neoliberal imperante. Un concepto cultural tan alejado del
carácter del pueblo español, que explica la aparente total incomprensión
de los conceptos morales que definen los argumentos de 15M por parte de
sus detractores.
Las actitudes que tanto critican, como su negativa a constituir una
plataforma política, a instituir jerarquías, o las aparentes
contradicciones internas surgidas de una amalgama de grupos inconexos,
no son sino la renovada expresión de una concepción cultural de la vida
pública enfrentada ideológicamente al modelo anglosajón imperante. Una
visión del mundo aparentemente superada tras la victoria en los campos
de batalla de la II Guerra Mundial del puritanismo neoliberal y el
estatismo estalinista. Un enfrentamiento ideológico, enraizado en siglo
XVI, revestido en los siglos siguientes por las concepciones hobbesianas
y rousseaunianas del mundo, y cuya última gran batalla se libró en los
albores de un nuevo siglo.
El 15M es así heredero de los conceptos político morales que dieron
lugar al auge de movimientos políticos como el individualismo, el
colectivismo, el socialismo utópico y el anarquismo, que tanto
predicamento tuvieron en la Europa mediterránea de entonces. Conceptos
que corren de boca en boca por las plazas del 15M como la
responsabilidad política individual y su consiguiente traducción en
movimientos asociativos y participativos, la no representatividad del
poder político establecido, la apelación al bien común definido de abajo
arriba, la negación del autoritarismo del Estado sobre la vida social,
son ideas que despiertan la memoria de los pocos que aún quedan que
vivieron las luchas ideológicas europeas, y españolas, del periodo de
entreguerras.
Criticar al 15M como un movimiento desenraizado, minusvalóralo como
un simple juego de universitarios poco leídos arropados con el
descontento social generado por la crisis económica, no reconocer su
fuerte arraigo cultural en el pensamiento político español y europeo es,
sin duda, el principal error que comenten sus enemigos al despreciarlo.
Fernando Vicente
El Diario.es
Imagenes: Manifestación 12 M en Murcia.
Fuente: La Opinión de Murcia
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