No
entiendo un carajo de economía. Mucho menos de economía financiera. Soy
un simple estudiante, un estudiante a punto de ahogarse en un mar de
tecnicismos, formalismos y eufemismos. Un estudiante al que la
globalización siempre le vino demasiado grande. Y es por ello por lo
que, independientemente de mi esfuerzo por comprender el funcionamiento
de todo este mundo virtual de la todopoderosa banca, de los sanguinarios
mercados, y, en general, de la economía capitalista en su conjunto,
estoy convencido de que la solución a la actual situación no pasa por
profundizar aún más en esta maraña en la que se ha convertido la
economía, ni por complicar y hacer más confusa todavía (si es que se
puede) esta ciencia social. En este sentido, creo que lo que debiéramos
hacer es exactamente lo contrario.
Soy
de los que piensa que "no entiendes realmente algo a menos que seas
capaz de explicárselo a tu abuela". Según esta sabia frase atribuída a
Albert Einstein, si de Guindos, Montoro, Rajoy, Merkel, Krugman... no
paran de dar explicaciones sobre la situación actual de la economía y
las medidas que están adoptando, y a pesar de esto, nadie entiende nada,
significa que ellos mismos tampoco están entendiendo nada de lo que
están haciendo (y si lo entienden, nos lo ocultan). Por ello nos marean
con primas de riesgo, Ibex-35, G-7, G-20... y demás denominaciones que
nunca tendrán una incidencia, al menos directa, en nuestra vida
cotidiana.
En
definitiva, lo que está claro es que, teniendo en cuenta que
teóricamente el objetivo de la economía es "estudiar la correcta
distribución de los recursos para satisfacer las necesidades del ser
humano", y en la práctica el objetivo de ésta ha pasado a ser "estudiar
la correcta distribución de los recursos para satisfacer las necesidades
del mercado (y no del ser humano)", podemos afirmar que se ha producido
una completa deshumanización de la economía. Y digo deshumanización
porque esta ciencia ha pasado a ocuparse simplemente de cuadrar cuentas
(déficit cero), de contentar a inversores, de aumentar el PIB y, en
síntesis, de llevar a cabo una serie de cálculos y balances que
físicamente, en el mundo real, no existen. Lo que sí existe, lo que es
completamente empírico y tangible, lo que va más allá del plano virtual,
son las personas que sufren las consecuencias de esta, ya digo,
deshumanización de la economía.
Sin ir más lejos, aquí, en España, ya comienza a hablarse de un gobierno de tecnócratas
que se centre más descaradamente en llevar a rajatabla la contabilidad,
en hacer números sin importar cuantas familias se queden en el camino. Y
a nivel mundial mejor ni hablar... El hecho de que 100.000 personas
mueran al día de hambre es la consecuencia más directa de que la
economía no esté desempeñando el papel que debiera.
La
conclusión es más que evidente: respaldar este sistema económico y
todas sus atrocidades es inmoral. Por ello, como diría Guillermo "Willy"
Toledo: "lo lógico, desde el punto de vista humanístico, es ser
antisistema". Toda teoría económica actual necesita llevar consigo un
fuerte componente humanista y ecologista, que aparque tantos números
digitales, tantas cuentas virtuales, tantos tecnicismos, y que, en vez
de complicar la manera de la que se gestionan los recursos, la
simplifique para que éstos puedan distribuirse equitativamente.
Para
construir este modelo, no necesitamos grandes economistas, ni grandes
técnicos, ni grandes especialistas en finanzas, ni en matemáticas. Lo
que necesitamos es gente con valores como la solidaridad, la humildad o
la empatía, pues de no haberse convertido en una actividad tan opaca, la
economía no sería más que eso, el ejercicio mediante el cual se
distribuye la riqueza por igual entre todos los miembros de la sociedad,
sin que ninguno quede excluído. Sin tantos follones con las primas de
riesgo, el Ibex-35, los préstamos, los bonos...
Al fin y al cabo, todo se reduce a valores.
Ruben Gutiérrez Cabrera
alamarfuipornaranjas
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