Este texto es un resumen de una entrada preparada por la autora,
activista en la lucha por la neutralidad de la red, para un curso
organizado por X.net. Puedes leer el texto original aquí.
Hemos aprendido de la
Red y de cómo puede extrapolarse a todos los
espacios de lucha. Internet no es sólo una herramienta, es
una época histórica y un campo de
batalla. El desarrollo tecnológico
modifica las formas de organización,
de pensar y de ver el mundo. Es la
oportunidad de actuar diferente y
cambiar las reglas del juego. La Red
está en continuo movimiento y evolución, es lo que la caracteriza. Lo
que podemos retener es la esencia,
la filosofía, la ética de estas prácticas, más que las prácticas en sí.
Las observaciones recogidas en
este texto se refieren a la manera de
estructurar acciones políticas. Estamos hablando de acciones desde
dentro de la lógica ilógica del sistema. Como es obvio, siempre hemos
de ponderar tácticamente qué es lo
que el momento histórico nos pide.
Por ejemplo: es claramente diferente la acción que pedía el momentum
del principio del 15M a lo que el 15M
necesita ahora.
1) Hay que venir llorados de casa
Parece obvio, pero no lo es: siempre
nos hemos de preguntar qué objetivo tenemos. Ha de ser concreto, no
una hipótesis. Las legítimas ilusiones, los sueños, los dogmas, la fe,
hay que llevarlos con nosotros pero
guardados en el fondo de nuestro
corazón/mente. En el espacio común de la lucha sólo se vuelcan
cosas concretas que se puedan/ deban conseguir. A menudo, hablando
de objetivos, la parte de la crítica suele redundar; la de la propuesta o de
la re-afirmación suele ser demasiado
débil y privada de fundamento.
Saber lo que no se quiere es fácil,
porque se experimenta; saber lo que
se quiere es difícil porque, para que
tenga consistencia, debe contener invención y experiencia a la vez. Lo
que hemos aprendido en internet, de
la ética de la Red y de la ética hacker,
es que no se reclama que las cosas
‘se hagan’, sino que se hacen. Si reclamamos algo es que sea retirada
cualquier tipo de traba al ‘hacer’.
2) Quiénes queremos ser y quiénes somos:
un individuo, un grupo
cerrado, un grupo abierto o difuso,
una plataforma de grupos y/o personas, etc. Podemos ser varias de estas
identidades a la vez, pero debemos
ser conscientes de los diversos comportamientos que implican. Mezclarlas
de forma inconsciente puede resultar fatal táctica e incluso
‘legalmente’. La opción de cada una de
estas identidades no significa sustraerse a los espacios de interacción
globales voluntarios o inevitables
–la asamblea o el barrio, la ciudad...–. Ocupamos y operamos en
todos los espacios posibles, pero respetamos el formato de la identidad
que cada dinámica requiere.
Manada: está constituida por un
gran número de agentes simples que
interactúan entre ellos y con su ambiente. Su comportamiento colectivo
es descentralizado y auto-organizado, actúa como una unidad en
movimiento conjunto, pero su función
emerge del comportamiento no
coordinado de individuos que buscan su propio bienestar. En la manada
cada individuo se encuentra espontáneamente y según sus aptitudes desempeñando funciones diferentes durante breves períodos
hasta que otro individuo naturalmente toma el relevo... La manada
no puede actuar con agilidad y precisión, pero tiene grandes poderes
de expansión y de agregación.
Catalizador: aquel agente o aparato que sirva para acelerar un proceso
específico. En química los catalizadores son pequeños conjuntos de
moléculas que alteran la velocidad
de una reacción, acelerándola –o
retrasándola–. A través de ellos se
necesita menos energía para un
cierto proceso. Amplifican la potencia, la dirigen. Son grupos pequeños y ágiles que encauzan la
‘atención conjunta’.
Hay épocas en las que la historia
nos pide ser manada y épocas en las
que hemos de ser catalizadores. No
debemos temer ser pocos cuando sólo podemos o debemos ser pocos. Ni
hay que atribuir a una manada las
cualidades de un catalizador. En esta
etapa del 15M es evidente que ha llegado el momento de acelerar procesos trabajando como muchos nodos
pequeños, independientes y soberanos en sus decisiones, que saben lo
que tienen que hacer y que, cuando
es necesario, se apoyan los unos a
los otros conociéndose por los resultados del trabajo de cada uno y basando en esto la confianza recíproca.
3) Ya sabemos que saber lo que
une no es suficiente. Hemos de decidir cómo nos manifestamos en el
mundo exterior. Podemos manifestarnos como: una ‘marca’, una
identidad efímera, una identidad
anónima, un lobby, un medio de difusión, etc. Podemos tener varias
de estas identidades a la vez pero
debemos ser conscientes de los diversos comportamientos que implican. Mezclarlas de forma inconsciente puede resultar fatal.
4) Nuestras relaciones no han de
ser horizontales, sino meritocráticas, en el buen sentido del término:
méritos siempre en construcción y
accesibles a quienes los cultiven a
partir de las experiencias y del trabajo, de las necesidades de cada uno.
Para la mayoría de las comunidades
virtuales, esto es evidente y práctica
natural. Somos todas diferentes.
Esta es la mejor garantía de que es
imposible ‘verticalizar’ una ‘meritocracia’ porque nunca habrá un solo
mérito o habilidad, sino muchas a
cargo de gente muy distinta. Por esto las fuerzas se concentran
alrededor del ‘trabajo hecho’, teorías-puestas-en-práctica y no de
opiniones.
No nos define nuestra identidad, nos
definen nuestros resultados.
La horizontalidad es una falacia:
como Michel Bauwens, entre otros
muchos, ha más que demostrado, en
un grupo un 1% ejecuta, un 9% ayuda y un 90% parasita, se queja y tira
hacia abajo. Para clarificar todavía
más esta ‘provocación’: cuando alguien opina, lo natural es poder preguntar: “Sobre esto de lo que opinas,
¿qué has hecho o sabes hacer?”.
5) Por esta misma razón defendemos la atribución –también la imposibilidad de atribuir cuando quien
‘hace’, así lo quiere–: el empoderamiento y autonomía individual crean
grupos sanos, donde cada miembro
puede aportar según sus habilidades,
sus posibilidades y conocimientos,
siendo reconocido y respetado por
ello. El reconocimiento de la comunidad y del mundo exterior es cuidado y te permite liberarte
de la frustración y del ansia de afirmación para serenamente dejar libre
el fruto de tu trabajo.
6) Elogio del fork (divorcio): cooperamos como individuos autónomos alrededor de cosas concretas;
no pedimos al grupo lo que no nos
puede dar, porque habremos venido
llorados de casa. No hay una relación de dependencia sino de
cooperación. La Red de Redes es
una Red distribuida y esta es la base
de su funcionamiento y filosofía: redes competentes de confianza distribuidas, autónomas, alrededor de
sus actividades específicas.
Una organización ‘democrática’
no consiste en el imposible de estar
de acuerdo sino en crear espacio de
confianza ética, que nos permita hacernos cargo de algunas cosas y
desarrollar nuestras habilidades en
ellas, mientras podemos perder el
control en otras, porque sabemos
que otros se harán cargo. Es mentira
que para conseguir el objetivo “debemos permanecer todos juntos”, que
la manada siempre es mejor. Podemos convivir hasta que plazca, pero
no seremos nunca la misma carne.
Simona Levi
Diagonal
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