1.- Cambio de fase, es fácil percibirlo. Las condiciones del rescate
financiero a la banca obligan al gobierno a un nuevo paquete de medidas
que atacan de forma directa a las posibilidades de consumo de los
españoles (a través del IVA) y a sus rentas (a través de los recortes
salariales a los funcionarios). Son medidas cuyo único objeto son
extraer dinero desde el estado, las familias y el tejido productivo
hacia el capitalismo financiero. Una amiga me dice “Me han quitado mi
trabajo para pagar a los cabrones de los bancos”. Un chiste recorre las
redes: “Deme un billete para el cine y quédese tres euros para bankia”.
La ecuación es evidente para cualquiera.
La
fase, sin embargo, no ha cambiado solo porque los niveles de expolio
sean más veloces e intensos. Se han intensificado también los niveles de
resistencia (y su tono). Movilizaciones espontáneas, manifestaciones
enormes con una mezcla potente y contradictoria de gentes que terminan
cercando el congreso de los diputados una y otra vez. Colectivos
profesionales que cortan calles y bloquean las arterías principales de
las ciudades, encierros en hospitales y escuelas, etc.
No parece una locura afirmar que en cualquier otra circunstancia, el
gobierno estaría negociando las medidas, minimizando daños y rezando
porque la cosa no fuera a más. Pero en esta circunstancia, hoy, el
gobierno no puede hacer concesión alguna ni producir ningún tipo de
diálogo. Nada. El motivo principal es que no gobierna en el sentido
democrático de la palabra. Sus funciones se limitan a la de gestor de la
comunicación y a policía. Gobernar el desorden que provoquen sus
medidas. Nada más. Y esto lo sabe cualquiera que salga a la calle estos
días.
Entonces, ¿qué hacemos?
2.- El primer paso es la pregunta. Hacernos la pregunta y organizar
la forma en la que la pregunta se puede hacer colectivamente. ¿Qué
derechos necesitamos en este contexto? ¿Cómo los hacemos efectivos?
Empecemos a hacernos esa pregunta y salgamos a la calle redefiniendo el
sentido. No estamos aquí para protestar por una medida, estamos aquí
para hacer una nueva democracia. No estamos aquí resistiendo
exclusivamente, estamos creando. No tenemos nada que negociar con el
gobierno, porque el gobierno no tiene poder para negociar nada, salimos a
la calle a decirlo y abrimos la pregunta de cómo superar al gobierno y
restituir el poder en términos colectivos. ¿Qué necesitamos para ello?
Lo importante ahora mismo, estos primeros meses de la nueva fase, no es
tener una buena respuesta, sino tener buenas preguntas y buenos
mecanismos para hacérnoslas y responderlas en común.
Hacer un diagnóstico colectivo del problema e identificar los puntos
esenciales que bloquean la posibilidad de democracia real. ¿Qué medidas
hacen efectiva la esa democracia? ¿Qué mecanismos permiten mayores
niveles de participación?
Estamos encerrados en un mito que nos dice que la democracia es
materia de expertos, pero es el territorio de la participación de
cualquiera. Tenemos los medios necesarios para poder organizar un
mecanismo de consulta y diagnóstico colectivos en las redes y en las
plazas. Barrio a barrio, centro de trabajo por centro de trabajo.
Necesitamos constituir nodos que pueda dinamizar ese trabajo y que
compartan la información obtenida. Mecanismos que sinteticen en lineas
fuerza el resultado de ese trabajo.
No se trata entonces de hacer una lista de noes, no a esta reforma,
no a ésta medida. No a este paquetes. No. Se trata de decir “esto es lo
que necesitamos para garantizar la vida aquí y ahora para todo el
mundo”. Garantizar la salud, la educación, la cultura, el acceso a un
empleo, a una vivienda, a un transporte, etc.
Con eso tendremos un mapa. Nuestro mapa común de salida de la crisis. Ganar es hacer efectivo ese mapa.
Imponerle ese mapa a la otra parte es el paso siguiente, pero
necesitamos, primero de todo, construir el mapa. Ponernos a dibujar ese
mapa permitirá, sobre todo, desbloquear la imposición artificial de lo
que es posible y lo que uno. Una vez hemos dibujado los limites de lo
que es tolerable.
La vida, tal y cómo nos la están imponiendo no es tolerable ni
sostenible. Lo sabe el gobierno, lo saben los bancos y los sabemos todas
las personas movilizadas, cabreadas, idnignadas, mejor o peor
organizadas. Como lo saben, nos dicen que esa vida imposible es la única
vida posible. A ese NO, que ellos nos imponen, tenemos que oponerle no
otro NO, sino nuestro SI. La afirmación de nuestra capacidad, nuestra
potencia colectiva y nuestra inteligencia. Somos capaces de cualquier
cosa en la medida en que nos organicemos y seamos capaces de responder a
la pregunta de partida… ¿Y si ganamos? ¿Cómo sería ganar?
Guillermo Zapata
Libro de Notas
No hay comentarios:
Publicar un comentario