La lucha contra el sistema neoliberal y el déficit democrático derivado
de éste se hace patente a diario, pese a la inopia y la desesperanza en
la que vive gran parte de la sociedad. Las contiendas de antaño contra
sistemas económicos y políticos nos han demostrado que el poder reside
en los ciudadanos; incluso en estados autocráticos como la Alemania
Nazi, las cúpulas de Auschwitz hubieron de divulgar vídeos en los que
mostraba la discriminación de los judíos como algo de pleno bienestar
para ellos, aislados en “guetos” y campos de concentración pero felices y
en familia, con tal de obtener cierta aprobación de la población de sus
prácticas segregacionistas y ocultación del exterminio; del mismo modo,
Stalin se dedicaba a modificar fotos para que no mostraran a los
dirigentes comunistas que iba matando que le pudiesen hacer algún tipo
de sombra o deslegitimar sus políticas, como ocurrió con Trostky. U otro
ejemplo de esto es la legitimación carismática, pretendiendo así Hitler
la aceptación de los valores del régimen mediante la invocación del
Romanticismo alemán, o Mussolini del fascismo mediante el símbolo de la
Roma imperial con la memoria de los Fascios, los Lictores, etc.
Es
decir, pese a ser Estados con el monopolio de la violencia, la
manipulación y demagogia que efectuaron los ejemplos citados, demuestra
cómo hasta ellos eran conscientes de que un gobierno no puede continuar a
perpetuidad sino lo legitima el pueblo. Lo mismo ocurre con un sistema
democrático, principio del que debemos sacar dos conclusiones:
1) el poder es del pueblo y de las organizaciones que se movilicen bajo el respaldo de los principios democráticos; el pueblo puede cambiar el orden de las situaciones y estructuras político-sociales si el pueblo trabaja unido.
2) en este contexto, obviamente, la manipulación de los medios de comunicación de masas es constante, tanto desde campañas de deslegitimación de los movimientos sociales como ha ocurrido con el 15M, como de censura de información y, especialmente, como moldeadores del imaginario colectivo mediante la publicidad, la propaganda, y la información que cada vez se rige más por la lógica del beneficio económico, pasando de ser el denominado “cuarto poder” , la voz de la ciudadanía, vigía de la clase dirigente, a ser la vigilante del pueblo que procura la aceptación de la ortodoxia vigente mediante la criminalización de todo aquello que se salga de la doctrina. Esto a su vez demuestra la inexistencia de, tal y como lo denomina Iñaki Gabilondo [1] en su libro El fin de una época, “un parapeto de ética” en la profesión periodística, publicando cualquier cosa que pueda reportar un beneficio, a sus empresas mediáticas o a los poderes a los que van ligadas.
Actualmente, la desigualdad social que existe, y por tanto política, ante la falta de equidad de recursos para acceder al campo político, es el principal incentivo para el despertar de la sociedad; el único impedimento es que gran parte de ella aún no se ha percatado de la capacidad de cambio que tiene desde fuera de las instituciones debido a la alienación inconsciente de la manipulación citada que les hace priorizar una información, usualmente vacua, en detrimento de otra, como pueden ser movilizaciones y protestas ajenas que les sirvan como ejemplo.
No obstante, desde hace años hay sectores que reaccionan desde puntos geográficamente aislados, algo que sin duda es una ventaja configurándose así una red de movimientos y organizaciones muy amplia que se sitúan contra el sistema imperante tanto en su vertiente económica como social, que de hecho forman un todo unitario, y que a pesar de las trabas mediáticas van haciendo efecto inconscientemente en la sociedad, por lo tanto el ejemplo está al alcance y el despertar de la sociedad, lento pero progresivo. En el último año estos han sido:
· Las políticas de Estado Social de países como Venezuela, que ha impulsado la nacionalización de la industria petrolífera, anteriormente en manos privadas que monopolizaban un bien común y una de las fuentes clave de riqueza del país, o Argentina, impulsadas por la consolidación de la democracia ante la acción de sectores y focos de reacción como los movimientos populares e indígenas, y que actualmente contemplan casi en silencio incrédulos el panorama europeo pensando “tras treinta años de control de oligarquías financieras, de neoliberalismo en nuestros estados y la catástrofe que supuso, ¿cómo hacen lo mismo?”
· El Movimiento 15M del último año que mediante la vía pacífica y la organización horizontal y descentralizada vía redes sociales, ha conseguido aglutinar a grandes sectores de la sociedad, de corrientes ideológicas y generacionales distintas, en una serie de movilizaciones contra el déficit democrático derivado de las prácticas de ajustes neoliberales y una ley electoral completamente opaca e injusta. El 15M ha conseguido traspasar las fronteras nacionales, creándose réplicas del movimiento en muchísimas ciudades del mundo entre las cuales el más destacado es el movimiento Occupy Wall Street, impulsando medidas como el reclamo de la vivienda digna y la dación en pago ante los embargos, el seguro de pensiones, la reforma de la ley electoral, educación y sanidad gratuitas, inclusión política y democracia directa, libertad en la red, etc.
· La Primavera Árabe, conjunto de movilizaciones acaecidas en Túnez, Egipto, Siria, Libia, Yemen, y en menor medida en Marruecos y Bahréin, contra regímenes opresores, demandando una transición democrática ligada a servicios sociales que les garantizasen una existencia digna, ¿Cómo se concibe de que alguien se inmole sino es por desesperación (dejando aparte a sectores terroristas como los Talibanes o la Yihad islámica), como ocurrió con Mohammed Boauzizi durante el gobierno de Ben Ali en Túnez?
En las últimas décadas hemos experimentado numerosas acciones contra la desigualdad y la exclusión social, y la proliferación de movilizaciones que se han opuesto al capitalismo neoliberal y las prácticas de las principales organizaciones financieras. Ejemplo de ellos son el movimiento Zapatista indígena de Chile, las manifestaciones de Tian’anmen en China en 1989 que conllevó a una masacre de los manifestantes, la campaña “50 años bastan” contra los cincuenta años de existencia de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que provocó diversas movilizaciones en distintos lugares del mundo y que culminó en el foro alternativo “Las otras voces del planeta” en 1994. La creación del movimiento Acción global de los Pueblos en 1998, tras la reunión en Ginebra de diversos movimientos opuestos al neoliberalismo y la globalización: Movimientos contra los planes de ajuste estructural del FMI y el BM, como el movimiento de las Barriadas en México o el Movimiento de los Enseñantes en Buenos Aires, movimientos indigenistas (Maoríes de Nueva Zelanda, Ogonies de Nigeria), movimientos por la propiedad comunitaria de la tierra como los movimientos de los Sin Tierra en Brasil. Y por otro lado, la aparición de organizaciones contra la precariedad, como la campaña estadounidense “Food not Bombs”, las Manifestaciones contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle en 1999, el Movimiento de los Parados franceses, o el movimiento británico de propiedad comunal “Reclaim the streets”.
En conclusión, la estructura social en la que nos enmarcamos está formada por la confluencia de los sistemas político-económicos, sociales, las actitudes de los actores sociales y la cultura que comparten, siendo factores e instituciones que se retroalimentan entre ellas. En la actualidad, la apatía política ante la no respuesta de los órganos gubernamentales a las necesidades de la población mediante un sistema de representación que no representa, esto impulsado en parte por un sistema económico injusto que monopoliza los órganos institucionales, y que supone una gran desigualdad social de la población y con ello política, ante la falta de equidad de recursos para acceder al campo político, ha conllevado la no incidencia de la población en política. Ante este panorama ha aparecido un sector social que apuesta por la reformulación de la Democracia, ideando mecanismos de participación, y un sector disidente del sistema neoliberal imperante que se opone a éste con acciones no institucionales desde diversos lugares del mundo. Recordemos: en una sociedad el poder es de los agentes que la forman, y si la gran mayoría de estos agentes son la población civil, a ellos pertenece el derecho de decidir de qué forma quieren vivir.
1) el poder es del pueblo y de las organizaciones que se movilicen bajo el respaldo de los principios democráticos; el pueblo puede cambiar el orden de las situaciones y estructuras político-sociales si el pueblo trabaja unido.
2) en este contexto, obviamente, la manipulación de los medios de comunicación de masas es constante, tanto desde campañas de deslegitimación de los movimientos sociales como ha ocurrido con el 15M, como de censura de información y, especialmente, como moldeadores del imaginario colectivo mediante la publicidad, la propaganda, y la información que cada vez se rige más por la lógica del beneficio económico, pasando de ser el denominado “cuarto poder” , la voz de la ciudadanía, vigía de la clase dirigente, a ser la vigilante del pueblo que procura la aceptación de la ortodoxia vigente mediante la criminalización de todo aquello que se salga de la doctrina. Esto a su vez demuestra la inexistencia de, tal y como lo denomina Iñaki Gabilondo [1] en su libro El fin de una época, “un parapeto de ética” en la profesión periodística, publicando cualquier cosa que pueda reportar un beneficio, a sus empresas mediáticas o a los poderes a los que van ligadas.
Actualmente, la desigualdad social que existe, y por tanto política, ante la falta de equidad de recursos para acceder al campo político, es el principal incentivo para el despertar de la sociedad; el único impedimento es que gran parte de ella aún no se ha percatado de la capacidad de cambio que tiene desde fuera de las instituciones debido a la alienación inconsciente de la manipulación citada que les hace priorizar una información, usualmente vacua, en detrimento de otra, como pueden ser movilizaciones y protestas ajenas que les sirvan como ejemplo.
No obstante, desde hace años hay sectores que reaccionan desde puntos geográficamente aislados, algo que sin duda es una ventaja configurándose así una red de movimientos y organizaciones muy amplia que se sitúan contra el sistema imperante tanto en su vertiente económica como social, que de hecho forman un todo unitario, y que a pesar de las trabas mediáticas van haciendo efecto inconscientemente en la sociedad, por lo tanto el ejemplo está al alcance y el despertar de la sociedad, lento pero progresivo. En el último año estos han sido:
· Las políticas de Estado Social de países como Venezuela, que ha impulsado la nacionalización de la industria petrolífera, anteriormente en manos privadas que monopolizaban un bien común y una de las fuentes clave de riqueza del país, o Argentina, impulsadas por la consolidación de la democracia ante la acción de sectores y focos de reacción como los movimientos populares e indígenas, y que actualmente contemplan casi en silencio incrédulos el panorama europeo pensando “tras treinta años de control de oligarquías financieras, de neoliberalismo en nuestros estados y la catástrofe que supuso, ¿cómo hacen lo mismo?”
· El Movimiento 15M del último año que mediante la vía pacífica y la organización horizontal y descentralizada vía redes sociales, ha conseguido aglutinar a grandes sectores de la sociedad, de corrientes ideológicas y generacionales distintas, en una serie de movilizaciones contra el déficit democrático derivado de las prácticas de ajustes neoliberales y una ley electoral completamente opaca e injusta. El 15M ha conseguido traspasar las fronteras nacionales, creándose réplicas del movimiento en muchísimas ciudades del mundo entre las cuales el más destacado es el movimiento Occupy Wall Street, impulsando medidas como el reclamo de la vivienda digna y la dación en pago ante los embargos, el seguro de pensiones, la reforma de la ley electoral, educación y sanidad gratuitas, inclusión política y democracia directa, libertad en la red, etc.
· La Primavera Árabe, conjunto de movilizaciones acaecidas en Túnez, Egipto, Siria, Libia, Yemen, y en menor medida en Marruecos y Bahréin, contra regímenes opresores, demandando una transición democrática ligada a servicios sociales que les garantizasen una existencia digna, ¿Cómo se concibe de que alguien se inmole sino es por desesperación (dejando aparte a sectores terroristas como los Talibanes o la Yihad islámica), como ocurrió con Mohammed Boauzizi durante el gobierno de Ben Ali en Túnez?
En las últimas décadas hemos experimentado numerosas acciones contra la desigualdad y la exclusión social, y la proliferación de movilizaciones que se han opuesto al capitalismo neoliberal y las prácticas de las principales organizaciones financieras. Ejemplo de ellos son el movimiento Zapatista indígena de Chile, las manifestaciones de Tian’anmen en China en 1989 que conllevó a una masacre de los manifestantes, la campaña “50 años bastan” contra los cincuenta años de existencia de organizaciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que provocó diversas movilizaciones en distintos lugares del mundo y que culminó en el foro alternativo “Las otras voces del planeta” en 1994. La creación del movimiento Acción global de los Pueblos en 1998, tras la reunión en Ginebra de diversos movimientos opuestos al neoliberalismo y la globalización: Movimientos contra los planes de ajuste estructural del FMI y el BM, como el movimiento de las Barriadas en México o el Movimiento de los Enseñantes en Buenos Aires, movimientos indigenistas (Maoríes de Nueva Zelanda, Ogonies de Nigeria), movimientos por la propiedad comunitaria de la tierra como los movimientos de los Sin Tierra en Brasil. Y por otro lado, la aparición de organizaciones contra la precariedad, como la campaña estadounidense “Food not Bombs”, las Manifestaciones contra la cumbre de la Organización Mundial del Comercio en Seattle en 1999, el Movimiento de los Parados franceses, o el movimiento británico de propiedad comunal “Reclaim the streets”.
En conclusión, la estructura social en la que nos enmarcamos está formada por la confluencia de los sistemas político-económicos, sociales, las actitudes de los actores sociales y la cultura que comparten, siendo factores e instituciones que se retroalimentan entre ellas. En la actualidad, la apatía política ante la no respuesta de los órganos gubernamentales a las necesidades de la población mediante un sistema de representación que no representa, esto impulsado en parte por un sistema económico injusto que monopoliza los órganos institucionales, y que supone una gran desigualdad social de la población y con ello política, ante la falta de equidad de recursos para acceder al campo político, ha conllevado la no incidencia de la población en política. Ante este panorama ha aparecido un sector social que apuesta por la reformulación de la Democracia, ideando mecanismos de participación, y un sector disidente del sistema neoliberal imperante que se opone a éste con acciones no institucionales desde diversos lugares del mundo. Recordemos: en una sociedad el poder es de los agentes que la forman, y si la gran mayoría de estos agentes son la población civil, a ellos pertenece el derecho de decidir de qué forma quieren vivir.
Nota:
[1] Iñaki Gabilondo, El fin de una época, Barril y Barral, 2011, pág. 58.
Celia Castellano Aguilera
Rebelión
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