Vuelvo a leer hoy en los periódicos
habituales la nueva gran caída del IBEX 35 y el repunte de la prima de
riesgo a máximos históricos y sigo contemplando estupefacto como
nuestros próceres políticos, de uno y otro signo, siguen encerrados en
la idea única de que es necesaria la confianza de los mercados – sin ir
más lejos la vicesecretaria del PSOE, Teresa Valenciano advirtió ayer a
los ciudadanos “las protestas no ayudan a la confianza de España en el
exterior”- adoptando eso sí diversas formas unos y otros en sus
discursos para que los llamados mercados piensen que hemos sido buenos.
Es como si los abogados de un condenado a muerte dividen sus consejos
entre los que le piden que el día de antes vaya a misa o entre los que
le dicen que escriba una carta de sentido arrepentimiento pidiendo la
venia. Todo lo más se puede aplazar la agonía o la forma del desenlace
final, pero la suerte está echada. El condenado a muerte es el estado
social hace años, desde que los estados adoptaron las políticas
neoliberales.
Hace varias décadas que se viene
proclamando primero y luego anunciando la muerte del estado social,
desde que Hayek y Friedman afirmaran que el problema era el estado
(social claro, no el estado como controlador y represor) o desde que
Margaret Tatcher creara el lema del llamado neoliberalismo – el TINA:
There Is No Alternative – y su encumbramiento internacional, contando
con los próceres socialdemócratas de la traición o conversos
social-liberales. Desde entonces las leyes proclamadas por unos y otros,
conservadores y social-liberales, han puesto al pueblo, al bien común,
de rodillas ante la oligarquía económico-financiera internacional, los
plutócratas, Los “mercados” con nombres y apellidos.
Hoy está claro, el problema no es el
estado, el problema es que el mercado ha acabado con el estado y ha
fragmentado la sociedad hasta cuotas que rayan en su muerte
organizativa, con la anomia social y de seguir así, pronto en su muerte
real. Los gobiernos colaboradores, mediante leyes estatales e
internacionales, ya nos metieron anteriormente en un callejón sin
salida, dentro de un entorno internacional marcado por un circuito
económico interdependiente y globalizado.
No será porque la izquierda
socialdemócrata no estuviese avisada. El Estado habría de haber seguido
manteniendo el control sobre la economía, pero esta izquierda traicionó
sus propios principios y adoptó con ligeros matices los principios
neoliberales: Desregulación, liberalización y privatización. A pesar de
ello, en Europa, firmaron el “Acta única europea” en 1987, el tratado de
Maastricht en 1992 y el de Lisboa en 2009. Cuando los mayores, que no
únicos, referentes de la izquierda promovieron y firmaron los tratados
neoliberales, el pueblo perdió un referente y surgió la confusión- ya no
se sabía quién es quién- la desafección y la desesperanza. ¿Qué
ideología iba ya a promover la izquierda?
Sí , hay alternativas, aunque los
gobiernos europeos de uno u otro signo se hayan empeñado en hacer ver lo
contrario, que no había más alternativa que la planteada por el
mercado, por el pensamiento único neoliberal.
Las actuales políticas de austeridad con
la que nuestro gobierno nos castiga, según ellos por haber vivido por
encima de nuestras posibilidades, solo dan muestras de la servidumbre de
los gobiernos hacia los mercados financieros que ellos mismos
desregularon. Obviamente a la situación actual no hemos llegado por
vivir por encima de nuestras posibilidades, a esta situación hemos
llegado por creer que los derechos conseguidos durarían siempre y no
haber establecido controles ciudadanos para que así fuera. La ciudadanía
no puede dejar de estar organizada, es el seguro ante la perversión
propia del Poder en todos los tiempos.
El homo oeconomicus que persigue el fin de la utilidad en sus actos personales, el homo visa
o individuo consumidor que no mira los límites del medio social o
ambiental, fueron ganando activos al ciudadano consciente y organizado,
al zoon politikón. Los sindicatos en este aspecto han tenido
parte de responsabilidad durante años, fundamentalmente al dejar la
lucha ideológica en manos de los partidos políticos, que sucumbieron al
neoliberalismo y al convertirse en concertantes sociales y sindicales en
convenios – actitud preferentemente economicista- y en gestores
sociales de lo que el sistema iba estableciendo, pensiones de
capitalización, ERES, Planes ocupacionales,..etc.
Muchos obreros tuvieron en la lucha de
clases el imaginario de la lucha final, representando ese “mismo”
imaginario se hacían la foto unos líderes que cantaban con el puño en
alto La Internacional. Pensaron los ciudadanos entonces que la lucha
contra el capital marcaba un destino que no tenía otro horizonte que la
victoria final contra el demonio capitalista. Pensaron que sus
representantes o las vanguardias revolucionarias iban a proclamar un
paraíso eterno para la humanidad. Lo triste fue que descubrieron que el
demonio del Poder se puede revestir de nuevas formas para dominarlos,
incluso en muchas fotos habían algunos demonios con el puño en alto.
El pueblo crítico , sector responsable
del pueblo, ha ido descubriendo las muchas formas en que el dominio de
unos pocos se establece contra la mayoría, contra los ciudadanos y
ciudadanas, sobre todo cuando estos abandonan su responsabilidad
cívico-política de ciudadanos en manos de unos pocos gestores económicos
(bancos) o políticos (gobiernos) sin reglas ni controles ciudadanos.
Es en situaciones como la actual en este
país, de desposesión social y política de la ciudadanía, cuando se
pierden conquistas políticas y sociales adquiridas, el momento en que
hemos de pensar en qué no hemos hecho para evitarlo. En este aspecto
considero que uno de los retos que ciudadanos, políticos y sindicatos
tienen delante de sí hace años, del que sistemáticamente huyen por
comodidad, conformismo o acomodación a las respectivas poltronas, es el
de la globalización de la lucha contra un enemigo que es global, los
mercados financieros.
Porque la lucha de clases actualizada
tiene una contradicción fundamental: Ciudadanía- Mercados financieros y
en este sentido el combate hoy es global, en Europa comencemos por
Europa. Pero para ello no hemos de conformarnos con discursos tibios,
posibilistas, dirigidos a las consecuencias de la crisis y no a las
causas. Hay que señalar a los responsables políticos y económicos de la
crisis. Hay que luchar a nivel europeo por abolir la “ley tiránica” del
Tratado de Lisboa. Hay que auditar la deuda de los estados y negarse a
pagar la ilegítima. Hay que acabar con la lacra de la especulación
internacional y con los paraísos fiscales. Hay que hacer que paguen más
quienes más tienen. Hay que nacionalizar cajas y bancos rescatados con
dinero público, para que el estado no dependa crediticiamente de los
mercados e instituciones financieras y que fluya el crédito a familias y
empresas. Hay que poner a bancos centrales y supervisores bajo la
autoridad de los estados…etc. Son cuestiones que deben estar ya en el
programa mínimo de la ciudadanía y de los políticos que trabajen por el
bien común. No nos podemos limitar a debatir que si euro sí, euro no;
que si eurobonos o rescates del BCE,…etc. ¡Que no nos metan en su
proceso de confusión! Reivindiquemos, todos juntos, justicia y que
paguen los culpables y se abolan las leyes tiránicas.
La lucha contra el monstruo neoliberal
ha de señalar su cabeza, no las plumas de su cola y en esa lucha de la
ciudadanía transnacional, internacional más que nunca, global, el
empoderamiento como continuo proceso de auto-organización, control y
poder ciudadano es necesario. Cuando nuestros representantes catalanes,
españoles y europeos han rendido sus armas al capital o cohabitan con
él, es la hora de la organización ciudadana, local, estatal,
internacional. ¡ahora o nunca!
Pero tengamos en cuenta que el enemigo
supremo de la ciudadanía es el capital, los poderes financieros que
quieren ahora volver a doblegar a la ciudadanía privatizando todas las
esferas de la vida y acabando con las libertades democráticas. En ese
sentido habríamos de organizarnos para combatir directamente a los
poderes financieros, sin contar ya más que lo necesario con nuestros
representantes, ya que no van a mover nada para revertir la situación.
¿Acaso han esperado en algún momento de su historia los movimientos
sociales a que los estados les resuelvan los problemas de injusticia,
falta de libertad o desigualdad? ¿Acaso ha esparado la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca a que el estado y sus representantes les
resuelvan el problema de los desahucios hipotecarios? Y ¿Qué esperamos
para unir fuerzas sociales, organizadas y no organizadas para tomar lo
que es nuestro, por ejemplo los bancos como dice Jean Ziegler,
vicepresidente actual de la ONU?
¿Es que los sindicatos no habrían de
luchar para que los convenios colectivos de empresas trasnacionales sean
globales? ¿Les sirve de algo sus pactos locales? ¿Porqué los sindicatos
aplauden a los partidos PP y PSOE cuando protestan por las
nacionalizaciones de gas y petróleo en Bolivia, o en Argentina de YPF?
¿No aprenderán nunca que la lucha es global, de la ciudadanía contra el
poder financiero-transnacional, que si apoyamos a las oligarquías sean
locales o globales actuamos contra la ciudadanía?
Ciudadanos y ciudadanas, pensemos por
nosotros mismos, no nos dejemos programar con cantos de sirena, exijamos
las justas responsabilidades a cada cual y sobre todo ¡Unámonos como
hermanos que nadie nos vencerá, si quieren exterminarnos jamás lo podrán
lograr!
Os invito a ojear y tomar en cuenta esta iniciativa ciudadana:
Antonio Fuertes Esteban. ATTAC Acordem
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