La crisis financiera, económica y social tiene efectos muy negativos en
el conjunto de la sociedad, pero repercute de forma especialmente
perjudicial en las mujeres, tanto en el mercado laboral como en la vida
privada. En las líneas que siguen veremos que, en efecto, por todas
partes las mujeres están más expuestas a la precariedad laboral, al
despido y a la pobreza, y menos cubiertas por los sistemas de protección
social. En los períodos de recesión, las personas que ya estaban
amenazadas por la pobreza, mayoritariamente las mujeres, se vuelven
todavía más vulnerables, en particular las que se enfrentan a diversas
discriminaciones: madres solteras, jóvenes, mayores, inmigrantes,
minorías étnicas…
Las políticas de austeridad implementadas en Europa
obligan a pagar la crisis a los trabajadores, jubilados, parados, etc.,
y protegen a los auténticos responsables que son los grandes bancos y
el sistema financiero. Para mayor injusticia esas políticas, al ignorar
cualquier análisis diferenciado de los efectos de la crisis sobre los
hombres o las mujeres no solo no hacen nada para corregirlos, sino que
además los agravan. Los recortes de los presupuestos públicos tienen el
efecto de acrecentar las desigualdades, el desempleo femenino, la
feminización de la pobreza, la precarización laboral, en particular para
las mujeres, su trabajo invisible en la esfera doméstica. Así, a la
ineficacia de las medidas gubernamentales se añade su carácter
doblemente injusto.
Este texto pretende explicar los elementos
precedentes, en particular en los países europeos y con una aclaración
particular respecto a Francia. Se trata de un primer trabajo de
encuadramiento que no pretende ser exhaustivo y requerirá una
ampliación. Los efectos de la austeridad en ciertos ámbitos se tratan de
una forma más elaborada, otros se describen de forma genérica por la
escasez de datos sobre los sexos. Es imprescindible dar a conocer este
hecho, no para presentar a las mujeres como víctimas, sino porque
demuestra muy sólidamente la injusticia de las políticas que afectan más
severamente a las poblaciones que ya están en situación de desigualdad.
El potencial de movilización de las mujeres, y también el del los
hombres, será tanto más fuerte cuanto más se analicen y se conozcan por
todos los planes de austeridad y sus efectos sobre los distintos sexos.
Las mujeres son protagonistas insoslayables en los movimientos sociales y
en la construcción de alternativas a las políticas actuales. Ellas
deben ocupar su lugar para que se tengan en cuenta sus puntos de vista y
sus propuestas.
Decir que las mujeres deben hacer que se tengan
en cuenta sus puntos de vista y sus propuestas, lejos de reenviar a una
posición existencialista lo que hace es afirmar una realidad: el hecho
de asumir las funciones de la responsabilidad familiar, hacerse cargo de
los niños y de las personas dependientes, y más generalmente de la
economía de la asistencia, lleva a medir directamente las carencias o
las regresiones en el terreno de los servicios públicos, de la
protección social y de la cobertura de las necesidades sociales básicas.
Si, recuperando una máxima conocida, la existencia determina la
conciencia, las mujeres pueden tener un ángulo de visión y de las
prioridades distinto en las respuestas en la situación actual, en las
opciones del contenido de la producción, la forma de organizar la
asistencia, la seguridad social, el bienestar colectivo y la
participación democrática de la ciudadanía en las decisiones.
Frente
a la amplitud persistencia de las desigualdades entre los sexos, frente
al gran impacto negativo de la crisis y sus efectos sobre las
desigualdades, y teniendo en cuenta la ineficacia de las políticas
implementadas, las alternativas a construir se dirigen a garantizar la
justicia económica y social y la igualdad entre los sexos… que es una de
las mejores medidas del grado de progreso alcanzado por una sociedad.
La crisis afecta más especialmente a las mujeres
En
Francia, como en todas partes, los hombres y las mujeres no ocupan el
mismo lugar en el mercado laboral ni en el ámbito privado, debido a las
desigualdades entre los sexos: hay una «superrepresentación» femenina en
los empleos informales, precarios y de bajos salarios y una
«subrepresentación» en todos los niveles del proceso de toma de
decisiones en el terreno económico. Debido a esta diferencia de
situaciones, la crisis afecta de forma diferente a los hombres y a las
mujeres.
A las mujeres les afecta más directamente de diversas
maneras: es una constatación elaborada por organismos internacionales
como la Confederación Sindical Internacional (CSI), europeos como la
Confederación Europea de Sindicatos (CES), el Instituto Europeo para la
Igualdad de Género, y por el Parlamento Europeo, por no citar más que
unos pocos. La crisis «no ha hecho más que agravar la tradicional
posición desfavorecida de las mujeres», observa el CSI en un informe de
marzo de 2011 (1) «Vivir en la inseguridad económica: las mujeres y el
trabajo precario», que presenta un sombrío panorama de la situación de
las mujeres en el contexto de la crisis. La CSI recuerda que la primera
etapa de la crisis, que dejó 27 millones de personas desempleadas, está
bien señalada, pero insiste en la existencia de una segunda oleada de
repercusiones sobre el empleo, que afecta en particular a las mujeres, y
que sin embargo se refleja poco en las estadísticas oficiales y en las
políticas gubernamentales. «El impacto de la crisis en el empleo
femenino tiende a infravalorarse y nunca ocupa las primeras planas de
los periódicos. Sin embargo, de una manera general, las mujeres son las
primeras afectadas por la inseguridad y la precariedad laborales en
aumento». El informe también llama la atención sobre el hecho de que los
estándares y los datos utilizados para medir la evolución de los
mercados laborales no llegan a abarcar la amplitud del aumento de la
inseguridad económica que afecta a las mujeres, y que los datos
específicos respecto a la situación femenina a menudo son escasos.
La
propia Comisión Europea, casi paradójicamente, señala en términos
sutiles que «la crisis actual hace temer que los progresos conseguidos
en materia de igualdad entre las mujeres y los hombres corren peligro y
que los efectos de la crisis amenazan con afectar en particular a las
mujeres».
Consecuencias de la crisis sobre el empleo
Aunque
la situación varía según los países y los sectores de actividad, el
impacto de la crisis sobre el empleo presenta grandes tendencias a nivel
mundial: aumento de las tasas de desempleo, gran desarrollo del empleo
precario e informal, así como numerosos trabajadores pobres, limitación
mundial de la progresión salarial, e incluso rebaja de los sueldos.
Examinemos esas tendencias y sus dimensiones de género.
Desempleo y subempleo
A
nivel mundial, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
la tasa de desempleo de los hombres creció 0,8 puntos entre 2007 y 2009,
pasando del 5,5% al 6,3%, y el de las mujeres creció un punto, pasando
del 6% al 7%. En 2010, los niveles de desempleo se aproximaron, con una
tasa del 6,5% para las mujeres y el 6% para los hombres. La CSI señala
que las estadísticas del desempleo indican globalmente que el impacto de
la crisis sobre el empleo fue un poco más negativo para los hombres que
para las mujeres, pero que «la débil tasa de empleo de las mujeres, su
concentración en los trabajos poco remunerados, informales o vulnerables
y la insuficiencia de su protección social hacen que ellas estén más
expuestas a las crisis que los hombres».
En los países
industrializados, los sectores donde los hombres son mayoritarios son
los primeros a los que afectó la crisis más severamente: la
construcción, la industria automovilística, los transportes. (También
hay que subrayar que en los sectores laborales de predominio masculino
es donde se han concentrado los planes de relanzamiento de la economía).
Así, la progresión de las tasas de desempleo entre 2007 y 2010 en
promedio fue más fuerte para los hombres y su tasa de desempleo superó
incluso la de las mujeres. Efectivamente, pasó del 5,5% al 9,3%, es
decir, un aumento de 3,8 puntos, y el de las mujeres del 6% al 8,2%, o
sea, 2,2 puntos (cifras de la Organización Internacional del Trabajo,
OIT).
En esos países, las trabajadoras a tiempo parcial han
sufrido reducciones de la jornada laboral y del sueldo. Pero las
estadísticas que se publican sobre el desempleo no tienen en cuenta esa
tendencia, porque definen como demandantes de empleo a las personas sin
empleo que buscan uno (categoría A). Las personas subempleadas
(categorías B y C: «en actividad reducida», personas que desearían
trabajar más), mayoritariamente mujeres, por lo tanto no aparecen en las
cifras oficiales del desempleo. Por otra parte se ha comprobado que en
algunos países las mujeres se retiran de la población activa como
reacción a la falta de empleo. Lo que también contribuye a una
subvaloración de los efectos de la crisis en el empleo femenino.
En
la Unión Europea (UE) de los 27, las tasas de desempleo de las mujeres y
de los hombres se igualaron en 2009: la distancia entre ambas tasas,
que en el año 2000 era de 3 puntos desfavorable para las mujeres,
decreció, se anuló en 2009 y permaneció nulo en 2010: el nivel de
desempleo se situaba en el 9,6% tanto para los hombres como para las
mujeres. Pero esos promedios referidos a la UE ocultan situaciones
variadas: el desempleo femenino todavía es superior al de los hombres en
países como Grecia donde la diferencia entre las tasas llega a los 6
puntos, Italia y Portugal (2 puntos), Francia, España o Bélgica (1
punto). A la primera etapa de la crisis, que conoció un gran deterioro
del empleo masculino, siguió una segunda etapa en la que han sido los
sectores de predominio femenino los más afectados: el sector público, el
sector servicios, la sanidad, la educación…
En lo que se refiere a
Francia, las tasas de desempleo de los hombres y las mujeres también se
igualaron en 2009, pero desde 2010 la tasa de desempleo femenino de
nuevo se ha vuelto superior a la de los hombres, según la OIT y el INSEE
(gráfico siguiente):
Francia: evolución de las tasas de desempleo de los hombres y las mujeres, diferencias entre ambas
Elaborado a partir de los datos del INSEE (2011, segundo trimestre)
La
evolución del desempleo o del número de solicitantes de empleo, los
resultados son similares. En septiembre de 2011, el número de
solicitantes de empleo de la categoría A (sin empleo) aumentó en un año
el 0,9% para los hombres frente al 5,4% para las mujeres. Para las
categorías A, B y C (acumulados sin empleo y actividad reducida) el
aumento en un año fue del 6,4% para las mujeres frente al 2,7% para los
hombres.
Como analizó Françoise Milewski, el desempleo de los
hombres aumentó antes y más rápidamente que el de las mujeres al
principio de la crisis, pero hubo una recuperación en 2009-2010. Y sobre
todo no basta con observar la evolución del desempleo oponiéndolo al
empleo, porque se oculta la evolución del tiempo parcial que corresponde
al desempleo parcial. Las mujeres se han visto menos afectadas por las
pérdidas de empleos que por el aumento del subempleo a través del empleo
a tiempo parcial. La tasa de desempleo de las mujeres a tiempo parcial
ha aumentado, al mismo tiempo que aumentaba fuertemente el desempleo
femenino en jornada reducida (categorías B y C de las estadísticas del
desempleo). F. Milewski señala que la crisis refuerza las anteriores
tendencias del mercado laboral y el tiempo parcial ha desempeñado un
papel amortiguador para las mujeres.
De paso hay que subrayar que
incluso la Comisión Europea habla ahora de tiempo parcial en sus
comunicaciones. Lo que es muy significativo pero a la vez paradójico
cuando conocemos el papel de las instituciones europeas en el desarrollo
del empleo a tiempo parcial concebido como una forma de empleo que
respondería a las necesidades de las mujeres. En su informe de 2010
sobre la igualdad entre las mujeres y los hombres, la comisión señala:
«es importante prestar una atención especial a la evolución de las tasas
de desempleo durante la recesión, pero no debemos perder de vista otras
tendencias, menos visibles, como la sobrerrepresentación de las mujeres
entre los desempleados a tiempo parcial (es decir, los trabajadores a
tiempo parcial que querrían aumentar su jornada laboral), que no están
registrados necesariamente como desempleados». Bien dicho, pero de
momento sólo es una declaración.
Además del aumento del empleo a
tiempo parcial, en Europa la crisis ha acarreado la multiplicación de
contratos precarios, con horarios cortos y salarios muy bajos que
afectan mayoritariamente a las mujeres. Respecto a la indemnización por
desempleo, el desempleo parcial de hombres y mujeres no se trata de la
misma manera. En Francia, en la industria automovilística, los hombres
que sufrieron una reducción de su actividad se beneficiaron de medidas
indemnizatorias. Pero no se ha previsto nada para amortiguar los efectos
de la reducción de la jornada laboral a tiempo parcial de las mujeres.
Eso recuerda la persistencia de la idea según la cual el desempleo
masculino es más grave que el femenino. Por otra parte, los datos
muestran que en general se indemniza a los hombres en mayor proporción
que a las mujeres. A finales de 2009, según Pôle Emploi, el 64,1% de los hombres desempleados recibieron indemnizaciones frente al 56,9% de las mujeres.
Salarios
La
crisis económica y financiera también ha afectado a las personas que
conservan sus empleos: globalmente, la OIT señala en su Informe Anual
sobre los salarios (3) que el aumento de los salarios se ha dividido por
dos durante los años 2008 y 2009, lo que ha erosionado fuertemente el
poder adquisitivo de los trabajadores. Obviamente las consecuencias son
más graves para los trabajadores con salarios bajos que pueden caer
fácilmente en la pobreza… Ya que, como recuerda el informe, la
sobrerrepresentación femenina en los empleos con bajos salarios es una
característica universal de los mercados laborales. Las mujeres
constituyen incluso en absoluto la mayoría de los empleados con bajos
salarios en la mayoría de los países, mientras que su tasa de
participación en el mercado laboral generalmente es más baja.
Desarrollo del empleo precario e informal
El
recurso al trabajo precario (4) e informal ha aumentado
considerablemente debido a la crisis prácticamente en todos los países
del mundo. No se trata simplemente de una respuesta a corto plazo a los
problemas económicos coyunturales, sino más bien de la aceleración de
una tendencia de fondo que ha convertido el proceso «de informalización»
del trabajo en la característica principal de todos los mercados
laborales. Claramente esta tendencia afecta más a las mujeres de todo el
mundo, y en particular a las emigrantes. La OIT alerta del hecho de que
las mujeres son mayoritarias en el sector informal, en el empleo
vulnerable, en el trabajo a tiempo parcial y también que en promedio
ellas están peor remuneradas que los hombres por un trabajo del mismo
valor y tienen un acceso más limitado a las prestaciones sociales.
A
pesar de la escasez de datos por sexos a escala mundial con respecto a
las personas con trabajo precario, los análisis sobre el terreno que se
han llevado a cabo en diversos países o los testimonios de
organizaciones internacionales de trabajadores convergen para indicar la
sobrerrepresentación femenina en esta forma de trabajo. La CSI subraya
(5) que esta sobrerrepresentación de las mujeres: «socava sus derechos,
perpetúa las desigualdades entre los sexos en la sociedad y limita las
perspectivas de un progreso económico durable». La Federación
Internacional de las Organizaciones de Trabajadores de la Metalurgia
(FIOM) y la Unión Internacional de los Trabajadores de la Alimentación,
la Agricultura, y la Hostelería y Restauración (UITA) señalan que en las
empresas de sus sectores, los empleos ocupados por las mujeres son más
precarios en general, con una menor seguridad, salarios más bajos, menos
prestaciones y una menor protección social que los hombres. Indican que
el trabajo precario «rápidamente se convierte en el principal obstáculo
de los derechos de los trabajadores, y en particular de las mujeres»
Obstáculo
de los derechos de los trabajadores, el empleo precario también se
identifica, en un estudio (6) de Global Union Research Network (GURN)
como «un factor clave de las diferencias salariales entre mujeres y
hombres»: para luchar contra la precarización, los responsables
políticos deben concentrarse en el género.
También el Parlamento
Europeo retoma este análisis en dos resoluciones (7) votadas en junio y
en octubre de 2010. Desea llamar la atención del Consejo Europeo, de la
Comisión y de los Estados miembros sobre el hecho de que hasta ahora la
situación no ha recibido la atención que merece: «la crisis financiera y
económica en Europa tiene repercusiones particularmente negativas en
las mujeres, más expuestas a la precariedad del empleo y al despido y
menos cubiertas por los sistemas de protección social». Es lamentable
que estas resoluciones no hayan producido ningún efecto, lo que nos hace
preguntarnos sobre el poder real del Parlamento Europeo.
El
informe de la CES de junio de 2011 también hace una constatación
alarmante sobre la evolución de las condiciones laborales de las mujeres
en Europa, en términos de jornadas laborales, salarios y contratos,
Señala que los empleos femeninos se siguen precarizando. Asistimos a un
desarrollo del trabajo en «negro». En Turquía, por ejemplo, el 58% de
las mujeres y el 38% de los hombres ejercen una profesión sin declarar y
por lo tanto no se benefician de ninguna cobertura por enfermedad ni de
un seguro de accidentes. De forma general, por todas partes hay un
aumento de la carga laboral, de la presión y el estrés, de acoso moral y
psicológico. El número de trabajadores no declarados ha crecido
significativamente, en particular en el sector doméstico.
La
sobrerrepresentación femenina en el empleo precario se debe a un
conjunto de razones cuya enumeración no entra en el marco de este
documento. Pero una de esas razones es el hecho de que las mujeres
siempre asumen lo esencial de las cargas domésticas y familiares, la
asistencia a las personas dependientes. Eso las conduce a tener menos
miramientos respecto al empleo, a aceptar un trabajo a tiempo parcial o
poco remunerado. Cuando los recortes de los gastos públicos, como
veremos más adelante, se aplican a los servicios de guardería infantil,
servicios a las personas o servicios de sanidad, las limitaciones que
pesan sobre las mujeres no hacen más que ampliarse.
Aumento de la pobreza
El
aumento de la pobreza también afecta a las personas que tienen un
empleo. Según la OIT, el número de trabajadores pobres (8) globalmente
«ha crecido en 40 millones con respecto a las previsiones de antes de la
crisis, y en 2009 el desglose por sexos para la categoría «empleos
vulnerables» muestra que el 48,9% de los hombres y el 51,8% de las
mujeres han tenido que enfrentarse al tremendo desafío de la
precariedad».
Por todas partes son los más pobres, y por lo tanto
las mujeres, los afectados más duramente. «Aunque la crisis económica ha
comenzado en los países desarrollados, son las poblaciones pobres y
vulnerables de los países en vías de desarrollo, en particular las
mujeres, quienes sufren el impacto y las consecuencias de la crisis»
(OIT 2011). «La crisis ha originado un encarecimiento de los alimentos
que ya había afectado a las mujeres y a sus hijos en los países pobres.
Las mujeres y las niñas se vuelven muy vulnerables a los efectos de la
crisis debido al bajo nivel de educación».
El Parlamento Europeo
constata que «la pobreza femenina sigue oculta en las estadísticas y en
los regímenes de seguridad social». Según el informe anual de 2010 de la
Comisión sobre la igualdad entre las mujeres y los hombres, la pobreza
es uno de los ámbitos donde las diferencias entre hombres y mujeres
persisten: las mujeres están más expuestas al riesgo de pobreza y sufren
de forma diferente la exclusión social, en particular las mujeres
mayores, cuyo riesgo de pobreza se elevaba en 2008 al 22% frente al 16%
para los hombres mayores; para las madres solteras el riesgo de pobreza
es del 35% así como para otras categorías de mujeres como las
discapacitadas o las que pertenecen a minorías étnicas.
Riesgo de pobreza relativa de los hombres y de las mujeres por tramos de edad, media OCDE, mediados de los años 2000
Nota:
El riesgo de pobreza relativa es la tasa de pobreza específica en la
edad de los hombres y de las mujeres relacionada con la tasa de pobreza
del conjunto de la población y multiplicada por 100.
En
Francia, las organizaciones humanitarias señalan una parte creciente de
mujeres en las personas en situación de pobreza desde 2009, en su
informe anual, el «Secours Catholique» muestra una feminización de la
pobreza y de la precariedad y llama la atención sobre la situación de
las jóvenes madres solteras con empleos precarios.
Frente a la crisis, políticas de austeridad ineficaces e injustas
Las
deudas públicas de los Estados han estallado bajo el efecto de los
planes de salvamento masivos del mundo financiero llevadas a cabo por
los gobiernos, de la recesión provocada por la crisis y de las rebajas
de los ingresos fiscales en Francia y en numerosos países europeos
(debido especialmente a los regalos fiscales concedidos a los más ricos y
a las empresas). Bajo la presión de los mercados financieros que
quieren asegurarse la capacidad de los gobiernos de reembolsar sus
deudas, estos últimos han establecido planes de austeridad drásticos.
Aplicadas de forma simultánea y masiva en el conjunto de los países
europeos, esas políticas sólo pueden llevar a una recesión más grave que
conducirá a reducir todavía más los ingresos fiscales. Los déficit
públicos aumentarán, al contrario de los objetivos que se pretenden.
Además de ser incoherentes desde el punto de vista económico, esas
políticas son inaceptables desde el punto de vista social. Van a
acentuar la gravedad de los efectos de la crisis sobre las poblaciones.
Además, al ignorar cualquier análisis de los efectos diferenciados de la
crisis sobre los hombres y las mujeres, amenazan con agravar todavía
más las desigualdades.
Los principales resortes accionados por los
diversos planes de austeridad en Europa conciernen a la disminución de
los gastos del Estado, de la función pública y de la protección social y
el aumento de los ingresos a través de la fiscalidad. A continuación
presentamos de forma genérica los efectos producidos, o que se
producirán, debido a las diversas líneas de recortes presupuestarios en
Europa, con algunas especificaciones para Francia.
Recortes de los gastos públicos
Mientras
que los países que tienen un mayor nivel de protección social y de
servicios públicos absorben mejor el impacto de la crisis, resisten
mejor a la recesión y al aumento de la pobreza vinculada al crecimiento
del desempleo y del subempleo, ¡son precisamente esos fundamentos del
Estado social los objetivos de las restricciones presupuestarias! El
sector público sufre la reducción de numerosos puestos de trabajo y la
rebaja del sueldo de los funcionarios. A las mujeres les afecta por
partida doble: en primer lugar como principales empleadas del sector
público y después como principales beneficiarias de los servicios
públicos.
Recorte de trabajadores y de salarios en el sector público
Más
de una quincena de países de la UE han implementado medidas semejantes.
En octubre de 2010, el Parlamento Europeo llamó la atención sobre el
hecho de que «el desempleo femenino puede aumentar de forma
desproporcionada debido a los recortes presupuestarios anunciados en el
sector público, teniendo en cuenta que las mujeres son empleadas de
forma particularmente importante en la educación, la sanidad y los
servicios sociales».
En efecto, la función pública es ampliamente
femenina en la mayoría de los países. En el Reino Unido las mujeres
representan el 65% de los empleados del sector público… y ellas
soportarán la mayoría de las 400.000 supresiones de puestos de trabajo
anunciadas para los cuatro próximos años. La British Fawcett Society
(10) revela que la diferencia de salarios entre los sexos es dos veces
mayor en el sector privado (20,8%) que en el sector público (11,6%), las
medidas gubernamentales contribuirán a aumentar todavía más esa
diferencia. Se ha hecho una evaluación que estima que de los 8.000
millones de libras esterlinas que se ahorrarán sobre la fiscalidad y la
protección social, el 70% saldrá del bolsillo de las mujeres (11).
En
Francia se aplica la regla de no reemplazar a un jubilado de cada dos
(regla «uno sobre dos»). Así, en el conjunto del período 2008-2012, el
Estado suprimirá casi 150.000 empleos de jornada completa en la función
pública del Estado, lo que se traduce en menos contrataciones. La
educación nacional o la acción social habitualmente contrataban a muchas
jóvenes diplomadas. Ya se ha comprobado un fuerte aumento de la tasa de
desempleo de mujeres jóvenes (menores de 25 años) cuya evolución se
diferencia sensiblemente de la de los hombres jóvenes: entre principios
de 2008 y principios de 2011, un aumento de 7,2 puntos de la tasa de
desempleo para las mujeres frente a 4,5 puntos para los hombres. Las
mujeres jóvenes, sin embargo, teóricamente deberían beneficiarse de la
ventaja de una mejor formación para su inserción profesional, pero en la
realidad no es el caso en absoluto.
Además de la congelación o la
rebaja de muchos empleos en el sector público, algunos Estados han
aplicado rebajas salariales a los funcionarios (12): bajada del 5% en
España y Dinamarca, 10% en la República Checa, 12% en Lituania, del 5%
al 15% en irlanda, 20% en Letonia y hasta un 25% en Rumania, Portugal y
Grecia. En Francia los sueldos de los funcionarios se han congelado.
Recorte de la protección social y de los servicios sociales: las mujeres, principales afectadas
Casi
por toda Europa los gastos de protección social sufren reducciones
drásticas, asociadas a la opción de las disminuciones de los importes o
las duraciones de las prestaciones por desempleo, las ayudas a las
familias, las prestaciones por maternidad y las ayudas a personas
dependientes o incapacitadas. De la misma forma, las reducciones afectan
a los servicios esenciales como las guarderías infantiles, los
servicios sociales y los servicios sanitarios. En Francia también han
desaparecido las clases de maternidad, las maternidades y han cerrado
las clínicas de interrupción del embarazo. Mientras aumenta el número de
personas dependientes, los presupuestos dedicados a ellas en el mejor
de los casos se congelan o incluso se eliminan.
En Francia el
gobierno de Sarkozy convirtió la dependencia en la obra magna de 2011.
Pero a mediados de este año el Primer Ministro anunció la postergación
de la reforma a 2012, oficialmente en el marco de la reducción del
déficit, y probablemente por consideraciones electoralistas. Esa
información no se puede considerar una buena noticia a la vista de una
nueva regresión inevitable. La situación actual, en efecto, es
insostenible desde muchos puntos de vista pero en particular para los
cuidadores familiares de las personas dependientes –cuidadores de los
que dos tercios son mujeres- y que asumen una carga muy pesada (13).
Esta carga no está suficientemente reconocida ni se tiene debidamente en
cuenta. Penaliza a las mujeres en sus empleos –debido al frecuente paso
a tiempo parcial o incluso el abandono del empleo-, su salud (las
asociaciones del sector llaman la atención sobre el agotamiento de las
cuidadoras), su nivel de vida y más ampliamente su autonomía. Muchas
personas dependientes se encuentran en situación de pobreza. No solo no
se ha tomado ninguna medida positiva, sino que además el Primer Ministro
decidió en noviembre de 2011 una rebaja relativa de las prestaciones
sociales, entre ellas a las personas dependientes, suprimiendo su
actualización según la inflación.
Los recortes presupuestarios en
la protección social conciernen más particularmente a las mujeres, en la
medida en que ellas asumen siempre el papel de responsables principales
de la familia. Debido a su situación, a menudo característica, se las
ve en empleos precarios con bajos salarios. Las reducciones en los
servicios públicos o en el importe de las ayudas limitan otro tanto sus
capacidades para alimentar, educar y velar por el bienestar de sus hijos
y sus próximos, donde se ocupan de personas dependientes o inválidas de
las que la colectividad se desentiende. La ausencia o la escasez de
políticas de asistencia conduce al aumento del empleo de mujeres
inmigrantes a domicilio, sin acceso a una protección social adecuada e
incluso trabajando en la clandestinidad.
Se pueden prever
fácilmente los efectos de semejantes políticas de austeridad porque son
similares a las que impuso el FMI en los años 80 en los países en
desarrollo para garantizar su capacidad de reembolsar sus deudas. Las
consecuencias fueron muy negativas para las mujeres: obligadas a
garantizar los servicios de los que el Estado y la colectividad no se
hacían cargo, ellas vieron que su jornada laboral en la esfera privada
se ampliaba enormemente, a menudo en detrimento de un empleo remunerado.
Los
efectos también repercuten en la esfera profesional. El European
Institute for Gender Equality (EIGE) constata que los recortes
presupuestarios en los servicios de asistencia, las prestaciones
familiares, los permisos por maternidad y los permisos parentales
dificultan a las mujeres la famosa «conciliación de la vida familiar y
profesional» (se trata más bien de acumulación que de conciliación), con
una carga acrecentada del trabajo no remunerado que refuerza las
desigualdades de género en el mercado del trabajo y en las costumbres.
Ataques a las pensiones
Las
medidas con respecto a las pensiones vienen a completar la panoplia del
perfecto plan de austeridad. Casi todos los países europeos han
iniciado recientemente «reformas» en sus sistemas de jubilación. La
tendencia general es a una privatización de las pensiones favorecida por
la retirada del Estado social, y un fortalecimiento del vínculo entre
el importe de las cotizaciones entregadas y el importe de la pensión.
Ese fortalecimiento desemboca en el retroceso de los mecanismos
correctores (como las bonificaciones vinculadas al cuidado de los niños o
las pensiones mínimas…) que tenían una función de redistribución de las
pensiones y atenuaban los efectos negativos sobre las pensiones de las
mujeres del tiempo dedicado al cuidado de los niños. En efecto en todas
partes, como promedio, las mujeres tienen pensiones inferiores a las de
los hombres, y a menudo muy débiles debido a las carreras interrumpidas,
períodos de trabajo parcial y salarios bajos. Los mecanismos
correctores, imprescindibles, son notoriamente insuficientes puesto que
las desigualdades medias entre hombres y mujeres se amplifican cuando se
pasa de los salarios a las pensiones (en Francia la pensión media de
las mujeres, con todo incluido, no representa más que el 62% de la de
los hombres (14), mientras que el salario medio femenino es el 80% del
masculino…) ¡Y se tiende a reducir esos mecanismos!
El
reforzamiento del vínculo entre las cotizaciones entregadas y el importe
de la pensión significa una penalización global a las mujeres: el
importe de su pensión solo podrá bajar, lo que tendrá como consecuencia
exponer todavía más a las mujeres a la pobreza. La Comisión Europea
señala por otra parte que «el empobrecimiento amenaza a los jubilados y
que las mujeres mayores constituyen uno de los grupos más expuestos al
riesgo de la pobreza». Ese riesgo, elevado para los mayores de 65 años,
es significativamente más fuerte para las mujeres que para los hombre
(22% frente al 16%). ¡La Comisión ha demostrado su capacidad para dictar
la doctrina al mismo tiempo que parece lamentar sus consecuencias!
La
tendencia de las diferentes reformas de las jubilaciones también tiende
a igualar la edad de jubilación de las mujeres con la de los hombres en
los países donde son diferentes. Es el caso de Portugal e Italia, donde
se pasa de 62 a 67 años la edad de jubilación de las mujeres. En Gran
Bretaña la diferencia entre las mujeres (60 años) y los hombres (65), se
suprimirá en 2020, así como en Grecia, Lituania, Polonia, Rumanía, etc.
Según los países, los importes de las pensiones se congelan o se
rebajan y la duración del tiempo de cotización se alarga, lo que implica
mayores dificultades para las mujeres, porque muchas ya no llegarán a
reunir el tiempo mínimo necesario.
La «reforma» llevada a cabo en
Francia en 2010, en la misma línea que las precedentes, prolonga y
amplía la regresión (15). Las medidas de alargamiento de la duración de
la cotización significan una rebaja de las pensiones para todos, pero
afectan de manera desproporcionada a las mujeres: así, una mayor
proporción de mujeres que de hombres deberá jubilarse más tarde (con las
dificultades notorias del acceso al empleo de las personas mayores), es
decir, sufrirán un quebranto mayor porque en promedio ellas están más
lejos que los hombres del tiempo de cotización exigido. También el
retraso de la edad de 65 a 67 años afecta en primer lugar a las personas
cuyas cotizaciones mínimas son insuficientes y que a menudo llegan a
los 65 años para no sufrir una rebaja de su pensión muy gravosa. De esas
personas la mayoría son mujeres.
Las dificultades que se avecinan
son muy preocupantes. Según un estudio llevado a cabo por el grupo
bancario HSBC sobre 17.000 personas en 17 países, las mujeres europeas
están más preocupadas por su jubilación que los hombres, en particular
las francesas. Entre las quincuagenarias, el 58% asocia la jubilación al
término «dificultades económicas» frente a solo el 36% de los hombres.
Una encuesta de la Asociación de Mujeres y Calidad de Vida a nivel
europeo señala las preocupaciones de las mujeres respecto a la crisis
económica y sus consecuencias en términos de poder adquisitivo, de falta
de estructuras de guarderías y estructuras de asistencia, la usencia de
ayudas sociales a las familias y la precariedad de su empleo, a menudo
no declarado. Preocupaciones por desgracia muy fundamentadas…
Finalmente,
otro recorte presupuestario amputado debido a la austeridad es el de
las políticas de igualdad entre las mujeres y los hombres, que han sido
las primeras sacrificadas en diversos Estados, como lo señala el
Parlamento Europeo. En Francia, numerosas asociaciones femeninas han
visto bajar sus subvenciones entre un 10% y un 20% en tres años, a veces
incluso el 30%. Esas reducciones tienen efectos muy graves porque
conciernen a las asociaciones de alojamiento de urgencia o ayuda
alimentaria.
Conclusión
Esta aclaración
respecto a los efectos particulares de la crisis sobre las mujeres,
aunque parcial, conlleva ciertas enseñanzas… y reactiva algunos
imperativos. En primer lugar, la evidencia de que ninguna política debe
decidirse a nivel nacional, regional o internacional sin un análisis
previo de su efectos sobre los distintos sexos. Es un compromiso de los
Estados en la Cuarta Conferencia Mundial de las Mujeres en Pekín en
1955, que debería aplicarse en todos los ámbitos, económico, social,
etc., pero sigue siendo papel mojado.
Asimismo, los programas de
los partidos políticos y las propuestas de las organizaciones del
movimiento social sistemáticamente deben integrar la dimensión de género
y el objetivo de igualdad entre las mujeres y los hombres en la
elaboración y la construcción de alternativas. No solamente porque es
una exigencia de justicia social, que ya sería suficiente, sino porque
además las políticas igualitarias forman parte de la solución para salir
de la crisis.
Ir al origen de los mecanismos que conducen a las
desigualdades de género permite, en efecto, tomar conciencia de la
importancia de todo un sector de la actividad humana, garantizada
esencialmente por las mujeres, que concierne a la economía de la
asistencia y la cohesión social: trabajo invisible y gratuito realizado
en la esfera privada, y trabajo subvalorado en la esfera pública.
Analizar el impacto de la austeridad en las mujeres y en los grupos más
desfavorecidos recuerda –cruelmente- la importancia para el bienestar
colectivo de la existencia de una protección social de alto nivel y de
servicios públicos de calidad. Y mientras éstos necesitan desarrollarse
(en particular las guarderías infantiles y la asistencia a personas
discapacitadas), son precisamente los que reciben ataques en todas
partes. Esos sectores, además de su carácter esencial, representan un
potencial enorme para un crecimiento vuelto hacia las necesidades
sociales.
La austeridad no es inevitable, existen otras soluciones
(16). Las limitaciones priorizadas por los gobiernos –presiones de los
mercados financieros, funcionamiento de la Unión Europea, Pacto de
Estabilidad…- para justificar sus políticas regresivas, ciertamente son
reales. Pero no son leyes naturales, sino la expresión de una camisa de
fuerza creada por los sucesivos gobiernos que progresivamente se
entregan a la dictadura de las finanzas. Pero lo que se ha construido se
puede destruir. Los gobiernos de nuestros países los elegimos los
pueblos y se supone que tienen que respetar nuestra voluntad. Los
mercados financieros temen la expresión de la voluntad de los pueblos,
no hay más que ver su pánico cuando se anunció que se iba a consultar a
los griegos en un referéndum. Si se oye mucho a los mercados financieros
es porque no se escucha lo suficiente la voz de los pueblos.
En
el contexto actual, por lo tanto, la movilización popular es
imprescindible. La crisis debe ser una ocasión de cambiar radicalmente
de orientación, redefinir el modelo de sociedad y transformar
profundamente las formas de producción y de consumo. Se trata de
implementar políticas que respondan en primer lugar a las necesidades
sociales y medioambientales y supeditar la economía a este objetivo. Las
necesidades diarias, la economía de la asistencia, la cohesión social,
porque cada vez están más amenazadas debido a la crisis, recuperan una
importancia olvidada. Tenemos una auténtica oportunidad de que estas
preocupaciones –que todavía hoy siguen siendo mayoritariamente de las
mujeres pero deben ser de todos- se conviertan en una razón principal de
movilización. Influir más que los mercados sobre la base de exigencias
insoslayables con la creación de una dinámica que abarque a todas las
poblaciones europeas es el desafío actual.
Notas:
(1) Informe de la CSI «Vivir en la inseguridad económica: las mujeres y el trabajo precario», marzo de 2011.
(2) Chômage et emploi des femmes dans la crise en France, Françoise Milewski, Carta de la OFCE (mayo de 2010). http://www.ofce.sciences-po.fr/pdf/lettres/318.pdf.
(3) OIT- Informe Mundial sobre los Salarios, 2010
(4)
Por empleo precario la CSI entiende las formas de trabajo no
permanentes, temporales, ocasionales, inciertas y aleatorias. Los
trabajadores afectados no se benefician de la protección que ofrecen la
legislación laboral y la seguridad social. Las trabajadoras precarias a
menudo están privadas de las disposiciones relativas a la protección
durante el embarazo y el permiso por maternidad, así como de otras
formas básicas de protección social
(5) Informe citado.
(6) Moving from Precarious Employment to Decent Work , John Evans y Euan Gibb, 2009.
(7)
Parlamento Europeo, Resolución del 11 de junio de 2010 sobre los
aspectos relativos a la igualdad entre las mujeres y los hombres en el
contexto de la recesión económica y la crisis financiera, y Resolución
del 19 de octubre de 2010 sobre los trabajadores en situación de empleo
precario.
(8) La noción de pobreza es objeto de numerosos debates.
El umbral de la pobreza desde el punto de vista monetario se define en
general en el 60% de la renta media. Los trabajadores pobres se definen
por el hecho de que trabajan y pertenecen a hogares pobres.
(9) Ver especialmente el dossier del IRES de noviembre de 2010, «El Estado social en la prueba de la austeridad».
(10) Una de las organizaciones británicas más antiguas para los derechos de las mujeres.
(11) Informe de la CSI, marzo de 2011.
(12) Esos datos son parciales en la fecha de finales de 2010.
(13) «Hacerse cargo de la dependencia: un doble reto para las mujeres», mayo de 2011, Christiane Marty, http://gesd.free.fr/enjeu2f.pdf
(14) Cifras de 2004.
(15) Ver en particular «Retraites, l’heure de vérité» Syllepse, 2010. Coordinado por JM. Harribey, P. Khalfa, C. Marty.
(16) Ver Le piège de la dette de la dette publique, Attac, Éditions Les liens qui libèrent, abril de 2011. O Le manifeste d’économistes atterrés, Les liens qui libèrent, 2010.
Referencias
- AWID. «L’impact de la crise financiare sur les femmes en Europe de l’Ouest», Wendi Harcourt.
- OIT, «Tendances mundiales de l’emploi des femmes», 2009.
- CSI «Vivre Dans l’insecurité économique: les femmes et le travail précaire», marzo de 2011.
-
EIGE (European Institute for Gender Equality), «Report Reconciliation
of Work and Family Life as a Condition of Equal Participation in the
Labour Market».
- Ivosevic Vanja, «Les réformes des pensions en Europe et leur impact sur les femmes», septiembre 2009.
-
OCDE, «Rapport sur l’initiative de l’OCEDE pour la parité: l’égalité
entre hommes et femmes en matière d’éducation, d’emploi et d’
entrepreneuriat», mayo 2011.
- Parlamento Europeo, Resolución del
17 de junio de 2010 sobre los aspectos relativos a la igualdad entre las
mujeres y los hombres en el contexto de la recesión económica y de la
crisis financiera (2009/2204 INI)
- Parlamento Europeo, Resolución
del 19 de octubre de 2010 sobre los trabajadores en situación de
trabajo precario (2010/2018 INI)
- S. Seguino, «The global
economic crisis, its gender and ethnic implications, and policy
responses» Gender & Development, vol. 18, julio de 2010.
Christiane Marty
CADTM
Traducido para Rebelión por Caty R.
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