Un
artículo reciente del conservador diario digital Hispanidad.com (1),
reproducido después en innumerables páginas web, alertaba de una ruptura
en el frente común "occidental". EE.UU. habría escogido a China como
nuevo compañero de viaje, dejando (dejándonos) a sus antiguos socios
europeos más tirados que una colilla. Peor aún, brokers chinos y
usamericanos serían, según el autor del mencionado artículo, los
responsables de los ataques especulativos contra las deudas públicas
europeas. Su objetivo no sería otro que quedarse con toda la riqueza
europea, pública y privada, a precio de saldo.
Por otro lado prácticamente ya nadie duda, con la notable excepción de la élite alemana, que
la delicada situación económica de la Unión Europea tiene entre sus
causas principales un diseño institucional más que defectuoso,
lamentable.
La construcción de una unión monetaria sin armonización fiscal, sin
integración cooperativa de economías interconectadas pero con
características (y llegado el punto, también intereses y necesidades)
distintas y un banco central que tiene prohibido actual como tal, de
modo que puede prestar dinero a entidades financieras a precios bajos,
pero no a los estados miembros de la unión política a la que se supone
sirve. Ni siquiera los arquitectos de esta UE lo niegan ya (2).
Y
así, el nerviosismo se extiende por toda Europa. Pese a que los líderes
políticos sigan empeñados en mostrarse sumisos a los dictados germanos
de austeridad, la ola de críticas a la posición alemana se va haciendo
sentir cada vez más. Da la sensación de que durante un tiempo las élites
económicas, políticas y mediáticas de los distintos estados europeos
vieron con buenos ojos las exigencias de recortes y contención del gasto
público recetados desde Alemania. Era una justificación estupenda para
dar una vuelta de tuerca más a la privatización de los bienes públicos y
la eliminación de los derechos sociales. Pero ahora, según el riesgo de
apocalipsis se hace más presente, los círculos financieros comienzan a
preguntarse si no será que no está tensando la cuerda Alemania, sino que
está tan ciega ante la extrema gravedad de la situación que no se da
cuenta de que hace tiempo que la cuerda se ha roto (3).
Otros
autores discrepan de este diagnóstico sobre la cerrazón alemana, sin
que sus análisis resulten mucho más halagüeños. Manuel Castells apuesta
directamente al viejo proyecto germano de dominio europeo, en el que la
silenciosa invasión de las inversiones habría conseguido lo que los
panzers no lograsen en su día (4). Más mesurado, Rafael Poch cree que el
establishment alemán lleva tanto tiempo contando el
simplón cuento de la Alemania virtuosa frente a los gastones europeos
del Sur, que volverse atrás ahora y explicar a su pueblo que la cosa no
era tan sencilla supone un coste político inasumible, aunque en el
proceso la UE se vaya al infierno (5).
Y
con este escenario de fondo, los debates entre partidarios y
detractores de la permanencia en el euro se recrudecen. Mientras tanto,
el capital sigue a lo suyo y las noticias sobre fugas de capitales y
empresas que se preparan para la caída más o menos inminente del euro se
multiplican (6). Incluso se rumoreó que el Foreign Office
(el Ministerio de Exteriores Británico) envió una carta a sus embajadas
del Continente alertándoles de posibles disturbios ante el más que
probable final de la Divisa Unificada de Europa (7). Qué casualidad que
este tipo de informaciones provengan mayoritariamente del Reino Unido,
patria de la City londinense, nido privilegiado de especuladores
financieros.
Y de fondo, tambores de guerra entre Israel, Siria, Irán, EE.UU., y hasta China y Rusia.
Euro
sí o euro no. Más Europa o vuelta a la soberanía estatal. Recomposición
de la geopolítica mundial. No sé ustedes, pero yo de momento sólo saco
claras dos cosas. Primera, que vivimos tiempos extraordinariamente
confusos. Otra, más importante, si tanta incertidumbre no estará
haciendo que perdamos la perspectiva sobre lo verdaderamente importante.
A mí todo esto me está empezando a apestar a Doctrina del Shock,
por usar la feliz expresión de Naomi Klein (8). Aprovechar el
desconcierto provocado por situaciones catastróficas para profundizar en
las impopulares contrarreformas neoliberales sin demasiada oposición. O
para simplificar, a río revuelto, ganancia de pescadores.
A
ver, no me entiendan mal. En un momento tan delicado como el que
vivimos, conviene que los movimientos populares estemos tan informados y
tengamos la cabeza tan fría como sea posible. Hay que posicionarse en
todo y tratar de tomar los cursos de acción más apropiados. Pero no es
menos cierto que a veces un exceso de información conduce más bien a la
desinformación. Europeos contra estadounidenses y chinos, europeos del
norte contra europeos del sur, alemanes contra los demás europeos,
británicos contra europeos continentales (tras la última cumbre
europea), o nuestra versión doméstica de catalanes y vascos contra
andaluces y extremeños… Ay, ay, ay, ¿no estarán embarcándonos en alguna
aventura pseudonacionalista?, ¿no estarán pretendiendo que guardemos en
casa los antagonismos de clase para apretar filas detrás de nuestros
patrones patrios?, ¿no nos irán a pedir ahora que defendamos nuestra
economía o incluso nuestra moneda de malvados atacantes extranjeros?
Porque
con euro o sin euro, con banco central o sin él, con soberanía nacional
o sin ella, aquí lo único cierto es que en todos lados y con diferentes
excusas, en la UE, los EE.UU., Australia, Israel, Canadá y el Reino
Unido, hay una ofensiva generalizada contra los derechos sociales y el
Estado del Bienestar. Por eso el cuerpo me pide lo que los anglosajones
llaman un back to basics. Aquí y ahora, en última
instancia estamos asistiendo a un episodio especialmente cruento de
lucha de clases a nivel mundial. Hay una élite global tratando de que la
mayoría de la población del planeta paguemos con nuestro trabajo,
nuestras rentas, nuestros derechos y nuestro patrimonio común la
gigantesca burbuja financiera que ellos mismos han creado. Y eso no
podemos, ni debemos tolerarlo. A partir de aquí, debatimos del euro, la
construcción europea, la guerra de divisas, la geopolítica y de lo que
quieran, pero sin olvidar este hecho elemental. Si no, me temo que antes
o después acabaremos aceptando con resignación o alegría el que haya
que apretarse el cinturón.
Cuidado con los árboles, que a veces no dejan ver el bosque.
(1): Eulogio López, "Se rompe occidente. China y EE.UU. contra Europa", martes 15 de noviembre de 2011, http://www.hispanidad.com/noticia.aspx?ID=146577
(3): Ver por ejemplo esta entrada del blog del redactor de Cinco Días Nuño Rodrigo, "Cuando Merkel despertó, todo era periferia", 24 de noviembre de 2011, http://blogs.cincodias.com/lealtad/2011/11/cuando-merkel-despert%C3%B3-todo-era-periferia.html
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