El Estado español tiene el récord
europeo de kilómetros de vías ferroviarias de alta velocidad. Francia
tiene 2.106 kilómetros, Alemania
1.410 y aquí llegamos a los 3.744. El
estado ha gastado 82.000 millones
de euros en un modelo que está
muy lejos de ser sostenible. El mantenimiento de las líneas asciende a
33.000 euros km/año, según la
International Union of Railways y
esta cifra hace referencia a las infraestructuras, no a los trenes. Una
línea de alta velocidad sostenible
en términos económicos debe
transportar seis millones de pasajeros al año en trayectos de 400-700
km. Sólo se aproxima a esa cantidad la línea Madrid-Barcelona, que
transporta cinco millones.
Algunos trayectos ni siquiera han
durado un año. Es el caso de la conexión Toledo-Cuenca-Albacete,
que con la media de nueve pasajeros/día, tenía unas pérdidas operativas de 18.000 euros cada jornada
(sin incluir la amortización de la inversión). Su construcción costó
3.500 millones y Adif canceló el servicio en julio. Hay otros apeaderos
en los que se han invertido cantidades importantes de dinero y que
apenas son utilizados. Así una estación como la de Requena, con 50
pasajeros al día costó 12,4 millones.
Los aeropuertos son la otra “joya
de la corona”. Existen 50 y se estima que en 2020 llegaremos a 60.
Alemania sólo puede permitirse 38.
Los dos más esperpénticos son el
de Castellón y el de Ciudad Real,
mal llamados de “iniciativa privada”. En este último, mil millones invertidos con unas expectativas de
2,8 millones de pasajeros anuales
han acabado por esfumarse después de que en octubre abandonara los hangares la única compañía
que operaba allí.
En Castellón, 155 millones invertidos para un negocio que será muy
rentable para la concesionaria. Aún
no tiene licencia para operar ni la
tendrá en los próximos meses, pero
la Generalitat debe compensarle
con seis euros por cada pasajero
que falta hasta alcanzar los 600.000
pasajeros por año previstos para los
primeros ocho años de explotación.
Otro aeropuerto que ya no tiene actividad es el de Huesca, en el que se
invirtieron 40 millones. En Lleida,
el coste previsto inicialmente era de
42,5 millones, aunque la inversión
se disparó hasta cien. Se diseñó para que trasladara a 400.000 pasajeros al año, pero en doce meses sólo
ha trasladado a 61.000. En parecidas condiciones están los de
Albacete, Logroño o Jerez.
España es el tercer país del mun-
do por longitud de autovías y autopistas. La que une Cartagena con
Vera (Almería) se diseñó para una
media de 7.000 vehículos/día y no
llega a los 2.000. Costó 650 millones. De Ocaña a La Roda se diseñó
para un tráfico de 60.000 vehículos/día, circulan 4.000 y costó 565
millones de euros. Otras vías ruinosas son la AP-41 y las radiales de
entrada y salida de Madrid, que no
llegan al 30 % de su previsión. SEOPAN, la patronal de las
concesionarias, ha pedido a Fomento 120 millones de euros de
compensación.
Tomás Muñoz
Diagonal
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