Privatizaciones: “pan para hoy y hambre para mañana”
Economistas 15-M
DRY Economía
¿Por qué no se acepta que lo que en estos momentos se necesita no es precisamente una política contractiva de austeridad y de reducción del déficit público?
Valiéndose del hecho de que como consecuencia de la crisis todos los
países están incurriendo en cuantiosos déficits públicos, se alude a las
privatizaciones como medio para paliar el desequilibrio presupuestario.
El Estado espera recaudar 14.000 millones de euros por la
privatización de AENA y Loterías del Estado: lo cierto es que en España
queda poco por privatizar. Primero el PSOE y más tarde el PP han
reducido al mínimo el sector público empresarial, haciendo que todas las
grandes empresas públicas pasen a manos privadas. Independientemente de
ello, es erróneo afirmar que las privatizaciones puedan ser un medio
para reducir el déficit público. Constituyen una venta de activos
financieros y, como tales, no afectan a la cuantía del déficit, sólo a
su financiación. Lo único que reducen es el volumen de deuda pública que
es necesario emitir. Es más, a menudo el resultado es un incremento de
los déficits sucesivos. Esto es lo que ha ocurrido con la venta de las
grandes empresas públicas. El Tesoro ha dejado de recibir los cuantiosos
beneficios que generaban, muy superiores a lo que hubiesen sido los
gastos financieros de la deuda pública que se ha dejado de emitir.
Al vender empresas públicas tampoco se incrementa la solvencia de un
país. Ésta no sólo depende de lo que se debe, sino también de los
activos que se poseen. Las privatizaciones reducen, sí, el endeudamiento
público, pero también el patrimonio del Estado, esto es, la posesión de
importantes compañías, muchas de las cuales, como se ha podido
comprobar, muy codiciadas por el dinero privado. Por otra parte,
conviene tener en cuenta que los recursos que se orientan a la compra de
las sociedades estatales muy rentables y sin apenas riesgo no se
dirigen a ninguna otra inversión en la que el riesgo tenga que ser
mayor. ¿No radicará aquí, en parte, la incapacidad de nuestra clase
empresarial para invertir en sectores tecnológicos de futuro,
refugiándose en los mercados cautivos de los servicios y en el sector de
la construcción?
Democracia Real Ya!
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