La fundación BBVA acaba de presentar los primeros resultados de un Estudio Internacional: “Values and Worldviews Valores políticos-económicos y la crisis económica” (1)
realizado en diez estados de la Unión Europea: Alemania, Dinamarca,
España, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, República
Checa, y Suecia, en base a 15.000 encuestas a personas mayores de 18
años realizadas entre noviembre de 2012 y enero de 2013.
Dicho estudio comparativo resulta muy
ilustrativo para desmontar ciertos tópicos que los medios de
comunicación nos hacen creer de manera reiterada, hasta el extremo de
que incluso en las conversaciones y debates de los activistas se repiten
de manera inconsciente. Me estoy refiriendo a tópicos del estilo de que
“la gente no es consciente”, o “la gente no se mueve”, y cosas por el
estilo, dichas muchas veces sin fundamento alguno.
En este estudio, de cuya fiabilidad
profesional no hay en principio motivos para dudar, teniendo en cuenta
que muchas de sus conclusiones van en la dirección contraria a los
planteamientos de la entidad que ha pagado el estudio, se descubre, por
ejemplo, que los ciudadanos del estado español son los más
anticapitalistas del conjunto de los estados analizados. Y, como este
descubrimiento, podemos mencionar otros muchos de interés a la hora de
realizar análisis de nuestra realidad cercana.
Tengamos en cuenta que entre los
países estudiados no se encuentran otros castigados por la crisis, como
Grecia o Portugal, que seguramente harían variar en algún puesto la
“clasificación” de nuestro país; pero lo importante es que, sea el
primero o tercero, los datos revelan una conciencia elevada respecto del
funcionamiento de las instituciones políticas y económicas, así como el
cuestionamiento de muchas de las medidas adoptadas por ellas. O
sea, que no somos tan ignorantes como nos quieren hacer creer. Otra
cosa es que no seamos espabilados, y consintamos que una minoría nos
gobierne en contra de la voluntad mayoritaria; pero eso es otro asunto.
En la exposición que se hace a
continuación, me referiré siempre a los resultados de la muestra de los
ciudadanos del estado español, figurando entre paréntesis el resultado
del conjunto de los 10 países analizados, para facilitar la comparación.
Dado que los resultados totales están al alcance de cualquier persona
interesada, y para no cargar la exposición, sólo cuando merezca la pena
mencionaré el dato de algún país concreto.
Y para terminar esta introducción,
aclarar que unos indicadores vienen en % de la población que está de
acuerdo o en contra de determinada propuesta, y en otros casos se trata
de la nota media, de 0 a 10, que se otorga a determinada frase o
valoración. Veamos los resultados.
En lo relativo a señalar los diferentes responsables que nos han llevado a la actual crisis,
un 94,5% (89,4%) considera que los bancos tienen mucha o bastante
responsabilidad; el 95,3% (88,6%) los políticos; un 90,9% (86,5%) los
gobiernos; un 81,4% (80,2%) atribuye también mucha o bastante
responsabilidad a los dirigentes de la UE, el BCE 81% (75,6%), el FMI
72,7% (67,7%) y los empresarios el 68,7% (63,4%). Por el contrario sólo
el 24,9% (29%) considera que los ciudadanos han tenido mucha o bastante
responsabilidad en la crisis (o sea que no ha calado mucho eso de que
“hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”).
Como medidas para salir de la crisis,
sólo un 21% (39%) está de acuerdo con la política de recortes, frente
al 58,7% (40,3%) que apoya un aumento del gasto, en particular en
Sanidad 78% (67%), atención a mayores 73% (59%), Educación 65% (53%) o
protección a los parados 69% (41%). Por el contrario sólo el 12% (15%)
propone aumentar el gasto en Defensa, frente al 40,3% (33,5%) que
propone disminuirlos.
En una escala del 0 al 10, la
propuesta de regular los bancos recibe una valoración de 8,5 (7,8) y el
subir impuestos a los que más ganan 7,1 (4,7). Las medidas neoliberales
como reducir funcionarios se valora en un 5,9 (6,5), flexibilizar el
mercado de trabajo 4,9 (6,2). Pero aportar capital a los bancos con
problemas sólo obtiene una nota de 1,9 (3,5). Hay una corriente de
opinión contraria a las medidas impulsadas por la UE y el gobierno
nacional, y el neoliberalismo parece haber calado poco; en cualquier
caso menos que el conjunto de los países analizados.
En lo referente a la moneda única,
en los países que no pertenecen a ella se valora muy alto el beneficio
por esta no pertenencia (7,8 en Suecia, 7,5 en Dinamarca y 7,3 en Reino
Unido sobre 10). En los países del euro se puntúa bajo los beneficios de
esta pertenencia, destacando nuestro país con un 3,6 frente a un 4,5 en
Alemania y un 5,3 en los Países Bajos. Sin embargo la posibilidad de
abandonar el euro en el estado español recibe una puntuación de 3,8
sobre 10, frente a 4,5 en Alemania o Italia. También en el plano
europeo, el 54,6% de la población (60,2%) considera que los países deben
tener más autoridad que la UE, frente al 38% (33,4%) que sugiere más
autoridad de la UE frente a los países. El desapego al euro y las
instituciones europeas parece patente, pese a la incertidumbre que puede
suscitar una vuelta a las monedas nacionales.
En lo referente a la política económica y el papel que debería tener el estado
en su funcionamiento, hay también datos reveladores. La economía de
mercado obtiene un 5,2 (6,1) de identificación sobre 10, y se la
considera como causa de desigualdad 6,6 (6). El control estatal sobre la
economía se valora en 7,1 (6,8), lo que se corresponde con el % de
ciudadanos que dan mucha importancia a la participación del estado en la
sanidad 85,8% (65%), las pensiones 85,2% (62%), el control a los bancos
77,5% (55,9%), los precios 64,8% (44,8%), vivienda 72,3% (44,1%) o la
protección al desempleo 74,6% (38,6%). Incluso un 80,5% (66,2%) declaran
preferir sistemas públicos de Seguridad Social frente a los privados,
aunque ello conllevase subidas de impuestos. De nuevo nos encontramos
con sólidas opiniones contrarias al neoliberalismo.
En lo referente a la política y sus instituciones,
la valoración del funcionamiento de la democracia obtiene una
puntuación de 3,6 en una escala del 0 al 10; la confianza en el ejército
merece un 4,9 (6), los tribunales un 4,3 (5,5), el FMI un 3,4 (4,5), el
BCE un 3,1 (4,3), el gobierno un 2,8 (4,1), los bancos un 2,3 (4), y
las instituciones religiosas un 3,4 (4,5).
Es muy baja la valoración que se hace
de los sindicatos, el 2,8 (4,6) sobre 10, lo mismo que de los partidos
políticos, un 2 (3,3). Coincide esta valoración con la baja afiliación a
un tipo u otro de organizaciones, menor que la media de los 10 países
analizados. Sin embargo un 44,3% (41,8%) manifiesta sentir simpatía por
algún partido político, y la capacidad que se atribuye al voto para
influir en el gobierno es valorada con un 6,3 (6,3) sobre 10. A pesar
del descrédito de las instituciones, todavía existe una corriente
importante que valora las posibilidades que ofrecen para influir en la
acción política.
Es significativo el posicionamiento de los ciudadanos del estado español en algunos valores ideológicos como
el pacifismo, que merece un 5,9 (4,7) de identificación en una escala
también de 0 a 10. El socialismo merece una identificación del 3,9 (3,9)
y el capitalismo sólo un 2,3 (3,1). Somos anticapitalistas, y el
socialismo no suscita en estos momentos una simpatía mayoritaria.
Existe un apartado muy interesante dedicado a la participación política y social de los ciudadanos.
El 42,7% declara haber participado en alguna actividad pública en los
últimos 12 meses (frente al 41,9 del conjunto de los 10 países), el
23,2% (10,3%) en alguna manifestación y el 20,6 (7,6%) en alguna huelga.
Respecto al uso de la red
en las convocatorias y participación en movilizaciones, el 16,8%
(21,2%) declaran haber usado la red para estas actividades; el 8,7%
(7,2%) se comunicó a través de SMS y el 6,7% (4,2%) dice haber
participado en manifestaciones convocadas a través Internet mediante
correo electrónico o red social. En las diversas campañas de boicot
relacionadas con el consumo, participó el 8,9% (15,1%). Sin duda que
estos resultados deberían tener utilidad a la hora de no despreciar
ninguno de los medios de difusión de las convocatorias, en particular de
los más tradicionales, pues la red sigue siendo minoritaria.
A modo de comentario final,
podríamos destacar la enorme falta de legitimidad con la que actúa el
gobierno, contra el sentir mayoritario de una población que no comparte
las líneas generales ni concretas de su actuación. Pese al pensamiento
único que divulgan unos medios de comunicación sufragados por el gran
capital, la población tiene otros valores y opiniones de lo que pasa y
de lo que habría que hacer. Aunque el poder de adoctrinamiento de estos
medios se revela limitado, ejercen una influencia muy dañina al crearnos
la sensación de que todo el mundo piensa y actúa como ellos,
debilitando la participación y unidad popular. No olvidemos que el
actual partido en el poder sólo cuenta con un 30% de respaldo electoral,
que obtuvo menos votos que en 2008 y que su mayoría absoluta se
sustenta en una ley electoral injusta, y en el derrumbe de otras
opciones que traicionaron a su electorado, pues su actuación tampoco
sintoniza con esta corriente de opinión mayoritaria que refleja este
estudio.
No somos tan ignorantes como nos
pintan, aunque todavía nos falta espabilar para conseguir trasladar esta
conciencia colectiva a la realidad política e institucional de nuestro
país.
Pedro Casas. Activista vecinal y miembro del Ateneo Republicano de Carabanchel
Kaos en la Red
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