Pero, sobre todo, ¿qué previsiones hay en España al “final de ciclo”? ¿Lo mismo que en Portugal, que en el Reino Unido, que en Grecia, que en Italia… es decir, mayores recortes, más privatizaciones, obediencia total al “gran dominio” (militar, económico, energético, mediático…)? ¿Cuál es la alternativa en España? ¿Existen, de verdad, programas de soluciones posibles? Porque las “pruebas” de los gobiernos en varias Comunidades Autónomas son -por su excesivo gasto, corrupción, etc.- poco edificantes.
Creo, sinceramente, que ha llegado el momento de, con toda seriedad, alejados de las prisas y desinformaciones de tantos medios de comunicación partidistas, con responsabilidad de Estado, representando a los ciudadanos españoles que son también ciudadanos del mundo, urgidos por reponer los principios democráticos donde los globalizadores situaron pautas mercantiles, se sienten y analicen conjuntamente los grandes retos, olvidando por un momento diferencias y ambiciones, como cuando se trata de un paciente que requiere cuidados intensivos, y decidan qué puede hacerse realmente a escala local, nacional, europea y global.
Que consideren, con la objetividad que requiere el caso, de qué manera puede España contribuir a resolver los colosales problemas -alimenticios, sociales, medioambientales…- que representan el “final de ciclo” de un sistema que ha intentado -¡con cuántos “efectos colaterales” nocivos!- llevar las riendas del destino común. Y ahora -como sucedió en 1989 con el régimen soviético -se derrumba con estrépito sin que se hayan concordado, con la seriedad que exigen las generaciones venideras, las fórmulas aplicables para la construcción de un mañana a la altura de la dignidad de todos los seres humanos.
No es bueno, no es bueno ni conveniente, en momentos de grandes decisiones, de lucidez y enfoques colectivos, que “espinas” individuales enturbien la mirada hacia el futuro.
“Final de ciclo” global… ¿Y luego?
“Final de ciclo” local… ¿Principio de qué?
Más mercado y menos Estado, el “ciclo vicioso”…
Los “globalizadores” no sólo pretendían alcanzar una situación dominante sino hegemónica: los mercados, perfectamente acompañados por la gregarización de las masas mediante un colosal poder mediático, fueron debilitando progresivamente la capacidad de decisión política. Los Estados no sólo transfirieron cuantiosos recursos de toda índole a los grandes consorcios supranacionales sino que, con el apoyo y apremio de las “burbujas” y la deslocalización productiva, cedieron también, a escala nacional y mundial, responsabilidades propias de las instituciones democráticas.
Grupos de 6, 7, 8 ó 20 países ricos suplantaron las funciones de autoridad planetaria que sólo unas Naciones Unidas respaldadas por la totalidad de los países podían y debían asumir.
Y así, en una deriva y desgobierno total, con una economía completamente desregulada, unas instituciones financieras irresponsables (hedge funds) y los paraísos fiscales colmados, se llega a la quiebra sistémica de 2008.
Europa –ya elegido el Presidente Obama- va a pedir socorro en noviembre al Presidente Bush, en lugar de desempeñar, por fin, una gobernación autónoma. Y, más de lo mismo –“mercado libre, comercio libre, economía libre”, dijo Bush en aquella ocasión- se procedió al “rescate” de las instituciones financieras responsables, en buena parte, de la gravísima situación.
Los “rescatadores” empobrecidos… no tardaron en ser sometidos al acoso de los “rescatados”, desagradecidos, que han instalado después mecanismos de “ajuste” nacional, regional y global. Un auténtico “ciclo vicioso”, ya que se recorta el gasto y se privatiza –cada vez menos Estado- de tal modo que las previsiones de empleo y normalización laboral y económica decrecen, con lo que las agencias de calificación, al servicio del “gran dominio” (militar, energético, mediático…) advierten que las previsiones son (lógicamente) negativas… Y vuelta a empezar: más ajustes, más privatización, más recortes…
Hay que romper sin contemplaciones este ciclo vicioso. Es urgente un liderazgo que confiera de nuevo al Estado la capacidad de acción y la potencia económica que le permita, iniciar urgentemente la “nueva era” que el mundo reclama tan justamente. Si no lo hacen los gobiernos democráticos, pronto lo hará la gente, que ya dispone de medios de movilización masiva.
Los tiempos de la manipulación, del chantaje y del miedo han terminado. Sería conveniente y oportuno que los últimos obcecados representantes del sistema que se desmorona pensaran en el Muro de Berlín y los mercados dieran pacíficamente paso a los Estados y a los valores que nunca debieron sustituirse por los precios.
Federico Mayor Zaragoza. Comité de apoyo de Attac España
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