Casper Gutman, personaje de la novela El halcón maltés, de
Dashiell Hammet, es un gángster de modales exquisitos, capaz de incitar
al asesinato para conseguir una valiosísima estatua de un halcón
esculpido en oro y piedras preciosas. Cuando un detective privado le
pregunta qué derecho tiene sobre esa joya, Gutman responde: “Un objeto
de tal valor pertenece indudablemente a quien lo coja”.
La inmoralidad de la respuesta coincide con la de la minoría que
controla la economía. Lo que buscan es quedarse con todo y, para
lograrlo, en los 80 tuvieron la desfachatez de pretender que no había
alternativa al capitalismo, cuyo triunfo sobre el comunismo prometía
estabilidad y desarrollo sin fin. Treinta años después sabemos que es
falso y sabemos también lo que nos ha dejado en verdad el capitalismo
realmente existente.
Nos ha dejado una crisis global económica, financiera, social y moral
como nunca se ha visto. Y la destrucción del llamado estado de
bienestar que, sin ser como para lanzar cohetes, era lo más próximo a un
estado social que redistribuyera con alguna justicia parte de la
riqueza.
El capitalismo nos deja la existencia impune de los paraísos
fiscales. Perversa realidad, pues la evasión de impuestos masiva
(imposible sin paraísos fiscales) reduce en los países pobres o
empobrecidos del 30 al 40% de ingresos del Estado. Por lo mismo, la
Unión Europea deja de ingresar anualmente 200.000 millones de euros y
Estados Unidos 100.000 millones de dólares. Mientras el terrorismo mueve
impunemente 500.000 millones de dólares que le permiten perpetrar
violencias y crímenes, en tanto que el crimen organizado lava su dinero
negro. Gracias a los paraísos.
Nos deja también este capitalismo realmente existente el hambre con
visos de ser crónico. En 2007 solo especulaban en el mercado de
derivados de alimentos básicos 13.000 millones de dólares, pero en 2008
ya lo hacían 320.000 millones de dólares, que contribuyen a subir
indecentemente los precios de alimentos esenciales. Olivier de Schutter,
relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, acusa
directamente a los especuladores financieros de ser responsables de que
no se acabe el hambre.
El capitalismo realmente existente nos deja el asalto sistemático a
las tierras fértiles de África, América Latina y Asia por poderosos
grupos capitalistas para producir de modo intensivo para exportar. Así
expulsan al campesinado local que aseguraba cierta soberanía alimenticia
en esos lugares. Nos deja por tanto el capitalismo, como denuncia
Ziegler, estructuras económicas criminales que fabrican la masacre
cotidiana del hambre; principal causa de muerte, más que guerras,
enfermedades cardiovasculares o cáncer.
Este capitalismo realmente existente nos deja la arremetida contra el
agua, pues se la quieren apropiar, y por cuyo derecho y uso hay que
luchar ya con uñas y dientes.
Y nos deja una letal desigualdad creciente. Según Credit Suisse (nada
sospechoso de izquierdismo), un muy minoritario 10% de población
mundial posee el 85% de la riqueza del planeta y, un aún más reducido 1%
de la población mundial es dueño del 43 % de la riqueza.
Finalmente nos deja el capitalismo un decorado de democracia. Una
democracia vacía. Junto a la mayor violación sistemática conocida de
derechos humanos.
Un legado a beneficio, honra y gloria de la minoría rica. De los
llamados mercados, que no son anónimos sino la minoría misma. En
realidad, unos 700 bancos, compañías de seguros y corporaciones
industriales que controlan 43.000 empresas multinacionales, según han
demostrado Stefano Battiston, James Glattfelder y Stefania Vitali. El
0,1%.
John Houston retrató el talante de la minoría rica en el filme Cayo Largo.
En un hotel coinciden un soldado, que vuelve a casa tras la guerra
mundial, y Johnny Rocco, gángster deportado que vuelve a Estados Unidos
clandestinamente para un negocio sucio. La proximidad de un huracán pone
nerviosa a la gente y, en un enfrentamiento entre el gángster y el
dueño del hotel, el soldado intenta pacificar con la pregunta, ¿qué
quiere Rocco? Y él mismo responde: Quiere más. Rocco confirma: Eso es,
quiero más. El soldado pregunta de nuevo: “¿alguna vez Rocco tendrá
bastante?” Y contesta Rocco: “Nunca tengo bastante”.
Es lo que ocurre con quienes se apropian de la riqueza del mundo.
Quieren más y nunca tienen bastante. Pero no podemos permitírselo.
Porque nos va la vida, la justicia y la dignidad en ello.
Xavier Caño Tamayo
Periodista y escritor
Periodista y escritor
CCS (Centro de Colaboraciones Solidarias)
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