martes, 25 de septiembre de 2012

El #25S ha triunfado

Apenas nadie parece haberse dado cuenta. Esperan a poder contabilizar manifestantes. Unos para relatar la épica de la desobediencia civil y otros para alabar como éxito el amedrentamiento y la represión que se vienen aplicando. Ojalá seamos muchos, muchísimas en las calles. Pero me temo que nunca bastaremos.

Unos dirán que éramos decenas de miles y otros que, apenas unos centenares. Los primeros cantarán victoria por los “desbordamientos” de la multitud y los segundos por la siempre ejemplar contención de la policía.

Me temo que nadie agradecerá a la Plataforma ¡En Pie! y a la Coordinadora del 25S sus enormes logros. Los han conseguido y brindado a toda la sociedad, como corresponde a un movimiento social en toda regla. Señalo siete y me quedo corto.

(1) Gracias por desmarcarse de las operaciones fascistas que ya clamaron ante el Parlamento sin capacidad de convocatoria alguna. Tanto éxito ha tenido el desmarcaje del golpismo, que Cristina Cifuentes, Delegada del Gobierno en Madrid, alude a la presencia de nazis infiltrados. Con su ayuda estaremos más seguros. Nadie mejor que ella y gente de su partido para revelar la identidad de los ultras y apartarlos preventivamente de nuestro recorrido. Lo hacen con los hinchas. ¿Podrían hacerlo en nuestras próximas convocatorias? ¿Y legalizarlas aunque no lo hayamos solicitado, como con el 25S?

(2) Gracias, porque lo anterior ha arrebatado a la (extrema)derecha el monopolio de la crítica frontal al Régimen de la Transición. El turnismo pactado entre el PP y el PSOE o el fruto de sus mayorías absolutas son criticados ahora como rasgos antidemocráticos. Como solución se pide más democracia. Se impugna el desmantelamiento del muy precario Estado de Bienestar y la precarización de la fuerza de trabajo que comparten ambos partidos. Y se critican los giros pendulares que impiden la continuidad de políticas centrales para una sociedad (sanidad, educación, organización del estado…). Por mucho que lo sigan intentando, Tejero nunca más servirá de mordaza para ahogar las críticas estructurales del Régimen que padecemos.

(3) Gracias por exigir la dimisión de un Gobierno que ha incumplido todo su programa electoral. La rendición de cuentas y el cambio noviolento de los gobiernos falaces son dos rasgos esenciales de los cargos democráticos. El tercero, la receptividad a la ciudadanía, habrá que exigírsela y ganársela a los siguientes gobiernos. Llevan año y medio acosando como antisistema a un 15M que recaba las simpatías de siete de cada diez votantes. Pero a partir del 25S saben que podrían caer con la resistencia y la desobediencia noviolentas de la población a la que han traicionado.

(4) Gracias también por exigir un nuevo contrato social y normalizar la demanda de un proyecto constituyente que renueve esta democracia. Por primera vez en nuestra historia la Constitución muestra sus costuras y esta vez las hacen saltar los demócratas y no los fascistas. Es la ciudadanía la que quiere participar, con nuevas reglas de juego. La única reforma de la Constitución ha sido unilateral y puntualmente adoptada por el bloque político gobernante: para anteponer las cuentas del Estado al bienestar, las finanzas a los derechos sociales. Por eso, el 25S hará llegar sus demandas como peticiones al Congreso.

Escojan el formato para enviarles sus peticiones a sus señorías. Pueden cambiar el disco de esta democracia (se propone lanzar discos voladores) y/o presentar un escrito a favor de un Parlamento 4.0: siempre complementario y simbólico, reflejando lo que votaría la población en caso de contar con una ley electoral proporcional. Solo como referencia, para evidenciar su distancia y encastillamiento. Si no les atienden, habrá sido la Administración la que incumpla con la constitución. Habrá quedado claro, otra vez, que después de votar la ciudadanía no puede pedir nada, menos aún exigir.

(5) Gracias, una vez más, por haber abierto la convocatoria y haber reformulado los lemas y la estrategia para hacerlos más inclusivos. De “tomar” el Congreso se pasó a “ocuparlo” y de ahí a “rodearlo” y, por fin, a “rescatarlo”. Ni hacerse con el poder, ni ocuparlo temporalmente, ni someterlo siquiera a un ultimátum. “Rescatarlos”: a ellos, a los parlamentarios que ocupan sus escaños presos de la disciplina de partido y de los Consejos de Administración. El proceso constituyente se ha iniciado en forma de “cumbres sociales” de sindicatos, “congresos” de partidos o surgimiento de plataformas, posibles embriones de Siryza en los próximos comicios autonómicos. Representantes de partidos y sedes parlamentarias acudirán a las concentraciones. Jueces por la Democracia, semillero de ministros y hasta de una vicepresidenta, ha salido en favor de los manifestantes. Hacen faltan más auto-inculpaciones y más equipos jurídicos de partidos y sindicatos, en reciprocidad con el apoyo que han recibido del 15M, para que la democracia viral pase de la calle a las instituciones

(6) Gracias porque el diálogo y la movilización con base digital han abierto el código democrático otra vez. El anonimato inicial de la convocatoria, por miedo a la represión, y los recelos que despertaba se han superado poniéndole mil voces y presentando otras tantas caras. Así ha resultado más plural e incluyente. El centralismo se ha eliminado multiplicando las sedes políticas a “rescatar”, al sumar parlamentos autonómicos y ayuntamientos. La retórica ha pasado de una “batalla final” a iniciar un proceso de cambio estructural. No por imparable será rápido. Les tomó muchos años arrebatarnos la democracia. Nos llevará también muchos recuperarla y reinventarla.

Pero no se preocupen hace tiempo que estamos en ello. Nunca Máis demostró que había que limpiar más despachos que playas. El 13M que la España de 2004 ya no era la de 1981 y que la gente esta vez salía a parar el golpismo mediático que quiso dar Aznar. V de Vivienda denunció la buburja que hoy nos asfixia. El 15M recuperó e innovó todas esas experiencias, las aliñó con más tecnopolítica digital y echó raíces en el tejido social contra los ajustes.

(7) Gracias, en fin, por no haber amenazado al 15M arrogándose su nombre. Se han evitado rupturas y escisiones que el bloque de poder explotaría a su favor. El 15S y el 25S, sumados, podrían perfilarse como dimensiones distintas de un mismo artefacto político-social novedoso e innovador. El 25S ha sacado al 15M de las “atmósferas” y los “climas” que lo entendían como “contra-hegemonía” (un cambio cultural y ético, no tanto de poder político-económico, para que se entienda). El movimiento de consenso, expresivo y de largo aliento, se completa con el de protesta que logra impactar el curso político. Ante la agresión y la represión de las políticas públicas actuales no bastan la auto-exaltación exhibicionista ni la parodia autocomplaciente. Esto último parece ser lo único que aprendieron los sindicatos mayoritarios con su convocatoria del 15S. ¿Quién se acuerda de que exigían un referéndum? A lo mejor pueden improvisar un Bloque Crítico en las siguientes (auto)convocatorias ciudadanas. Por coherencia y por reciprocidad al apoyo recibido, digo.

Ojalá seamos muchos, muchísimas quienes acompañemos el 25S. Conste que cualquiera que sea nuestro número, acudiremos porque hemos recuperado la protesta pacífica como derecho cívico que se ejerce y que obtiene reconocimiento (no permiso) administrativo. Porque la crítica a la Transición y a la Constitución ya no hacen el juego a la derecha; al contrario, denuncia su uso patrimonialista, casi guerracivilista, del patriotismo constitucional. Porque la reforma constitucional ya no se limitará a procesos federalizantes (la escapada electoral de las elites regionales y la coartada socialdemócrata). El nuevo contrato social deberá recoger la voz de los dos tercios de ciudadanos actuales que no pudieron votar el texto de 1978. Y porque, aunque no se les reconozca cuando cuajen, de todo esto y para entonces habrá nacido una nueva institucionalidad y contaremos con más espacios de auto-organización y autonomía ciudadanas.

Víctor Sampedro
Catedrático de Opinión Pública y Comunicación Política en la Universidad Rey Juan Carlos
Público.es

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