Las revueltas de hambre en Haití, África occidental o Bangladesh constituyen una advertencia, puntualmente registrada por el Banco Mundial y el FMI. De aquí que en el orden del día de sus últimas reuniones no sólo hayan figurado la crisis financiera global, el cercano fin de las reservas petrolíferas y el cambio climático, sino también la crisis alimenticia. Ambas crisis energéticas y la crisis financiera tienen causas que no son independientes entre sí.
El libre comercio trae consigo el imperio avasallador de los ofertantes más competitivos de productos agrarios. Las grandes transnacionales agrícolas de EEUU y
Para producir la carne de las hamburguesas, obvio es decirlo, se precisa mucha superficie y el cultivo a gran escala de plantas destinadas a forraje. Lo que luego se echa de menos en la cotidiana ración de alimento. Y carne, no muchos pueden permitírsela.
Robert Zoellick, el presidente del Banco Mundial, ha comparado recientemente la escasez alimentaria con las "siete plagas" véterotestamentarias. Olvidó mencionar que una octava es la representada por el propio Banco Mundial. Es él quien ha impuesto la producción agrícola con fines de exportación, y no de suministro de la población local. Las divisas necesarias para servir los créditos en los mercados financieros globales eran para el Banco Mundial más importantes que la alimentación de la gente, aun si eso, a fin de cuentas, tampoco ha ayudado a los mercados financieros. Cuando estalló la burbuja inmobiliaria, se precipitaron en la más profunda crisis de los últimos 100 años. Pero los especuladores no ceden. A pesar de las pérdidas, colocan cantidades cada vez más enormes de dinero en materias primas, empujando así al alza los precios de los alimentos. La crisis de los mercados financieros infecta, pues, a los mercados alimentarios.
A todo eso, tiene también su peso el hecho de que tierras de cultivo se destinen hoy, como nunca en el pasado, a llenar depósitos automovilísticos, más que a alimentar estómagos hambrientos. La humanidad se halla súbitamente ante la alternativa: food or fuel [comida o combustible], según ha titulado
Los afectados pueden elegir entre la "salida" y la "voz" (2). Pueden tomar las de Villadiego y tratar, como emigrantes, salir mal que bien del paso. O exigir y rebelarse contra tamaño desastre. En las democracias, esto último, en circunstancias favorables, puede hacerse pacíficamente, pero las más veces se llega a la violencia, una violencia que procede de los defensores del statu quo de una dominación que ni siquiera puede garantizar la seguridad del suministro alimentario.
La verdadera soberanía alimentaria sólo puede darse cuando los propios productores de alimentos disponen de la tierra y de la cadena alimentaria. De todos modos, sin un control de los mercados financieros resuelto a someter la especulación a costa de los alimentos, todo eso no son sino afanes vanos. Contra las crisis de la energía fósil y de los alimentos, sólo sirven las energías renovables (pero no a costa de los alimentos de la gente), y un modo de vida radicalmente otro, capaz de ahorrar energía.
Hubo una vez la idea del cambio de base de la vida social, una idea que sucumbió a la "contrarrevolución neoliberal". Lo cierto es que, a la vista de una crisis multidimensional que no sólo amenaza con desestabilizar la economía, sino la vida de miles de millones de seres humanos, sería más necesario que nunca hacer realidad aquella idea.
Elmar Altvater
Freitag
NOTAS T.: (1) "Hartz IV" es un programa de contrarreforma en sentido neoliberal del Estado social de
Elmar Altvater, miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es profesor emérito de Ciencia Política en el Instituto Otto-Suhr de
México, D.F., 2002.
Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss
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