En el mundo hay 'países en
desarrollo', es decir pobres. 'Países emergentes', es decir, que están saliendo
de la pobreza y se están convirtiendo en 'países desarrollados'. Y los propios
'países desarrollados', en los que actualmente los niveles de pobreza van en
aumento y las diferencias entre ricos y pobres son cada vez mayores.
Evidentemente, aquí algo falla.
Asistimos a la economía global,
la desregularización de los mercados, la privatización de empresas y bienes
públicos, la especulación financiera, el endeudamiento de los Gobiernos, etc.
Los sistemas económicos mundiales actuales no resuelven la pobreza, por el
contrario, favorecen el enriquecimiento de unos pocos y la usura de las
entidades financieras. Si el objeto de la economía es, o debería ser, aportar
criterios para que la distribución de los recursos sea lo más eficiente
posible, siguiendo principios de equidad, como rezan la mayoría de las teorías
económicas, no parece que se esté haciendo nada bien.
Una vez más, esta situación es el
resultado del estado psicológico y evolutivo del ser humano. Más allá de los
modelos y teorías económicas, el objetivo de la raza humana no debería ser
sobrevivir, o enriquecerse, sino aprender, desarrollarse, evolucionar y
autorrealizarse. La economía deberá ser un instrumento que favorezca este
objetivo, satisfaciendo las necesidades básicas y aportando los recursos
necesarios para este fin colectivo. En el momento actual, el aprendizaje de la
humanidad debe ir hacia entender precisamente esto, cómo pasar de un sistema en
que sobrevivir es el objetivo principal, a otro donde la supervivencia esté
garantizada y podamos disfrutar viviendo y aprendiendo.
La inmadurez humana se traduce en errores de base
Por un lado, las teorías
económicas actuales más reconocidas se basan en falacias psicológicas, lo que
hace imposible que tengan éxito. Entendiendo por éxito el bienestar económico
de todos los habitantes de este planeta.
Una de estas falacias es la
supuesta igualdad de oportunidades. Es obvio que cada uno parte de diferentes
circunstancias externas, tales como la posición económica y social, el acceso a
la formación, etc. Tampoco partimos de las mismas capacidades personales, pues
hay diferencias psicológicas individuales que nos hacen más aptos para unas
actividades que para otras. Todos somos igual de valiosos, pero no somos
iguales.
Otra falacia es la idea de que la
competencia es la mejor manera de generar riqueza y prosperidad. La motivación
psicológica de la competencia es el miedo, la lucha por el poder, por el
control, y del miedo y la lucha entre nosotros no puede surgir un sistema
saludable. Es mucho más fuerte y satisfactoria la motivación de la solidaridad
y el reconocimiento mutuo, el hacer algo bueno para todos, para sí mismo y para
los demás al mismo tiempo, obteniendo el agradecimiento y el apoyo de la
comunidad. Quien lo practica lo sabe.
Microeconomía
Normalmente, el ciudadano de a
pie, cuando piensa en economía se centra más en la microeconomía, el
comportamiento de los principales agentes económicos: empresas, empleados y
consumidores. Se piensa en variables como los precios, los salarios, el margen
de beneficios o las rentas.
La llamada 'economía conductual'
aplica principios básicos de la psicología actual a la economía, teniendo en
cuenta la influencia que las emociones, los pensamientos o las tendencias
sociales tienen en la toma de decisiones de estos agentes económico básicos, y
cómo esto afecta a las variables microeconómicas. Pero, aunque con ello se
entienda mejor el funcionamiento del sistema, no aporta soluciones a los
problemas principales: la desigualdad y la inseguridad económica de la mayoría.
Todas las propuestas se basan en
el esfuerzo individual, cada uno luchando por sí mismo en un mercado
impersonal, despiadado, que supuestamente se autorregula, pero que no funciona
en absoluto. Se menosprecian fuerzas inherentes en el ser humano tales como la
inteligencia, la bondad y la solidaridad. La vida está llena de ejemplos de
actitudes de estas últimas a las que no se da publicidad.
Macroeconomía
En el campo macroeconómico, los
sistemas económicos actuales en todo el mundo han derivado en sistemas mixtos,
es decir, el motor principal es el llamado 'sistema de mercado, oferta y
demanda', pero con la intervención reguladora del Estado. En principio, hasta
que seamos tan solidarios y altruistas que no haga falta regulación alguna,
esta parece la solución más acertada, por su flexibilidad y porque compagina la
iniciativa privada con el interés común… al menos en teoría.
Pero la inmadurez humana también
alcanza a los que llegan a posiciones en las que podrían regular adecuadamente
las normas y principios macroeconómicos a favor del bien común. Y no hablamos
simplemente de igualdad de oportunidades, porque eso supone una competición,
hablamos de principios de colaboración, de máxima eficacia en función de la
solidaridad, donde cada uno aporta lo que puede y recibe lo que necesita. No es
tan difícil, ya ocurre en pequeños colectivos y en situaciones de emergencia.
En este sentido, una de las
claves del desastroso estado actual de la economía mundial es que la generación
de deuda está en manos privadas. Hasta los Gobiernos, que son los que autorizan
la emisión de moneda ('fiat money') y la capacidad o límite de emisión de
créditos por entidades privadas (dinero fiduciario), están endeudados con esas
mismas entidades privadas, siendo el volumen de dinero fiduciario alrededor del
95% del total. Esto hace que las directrices de la sociedad, no solo de la
economía, esté en manos de unos pocos, financiando lo que va acorde con sus
propios intereses y dejando de financiar lo que no. Estos pocos no parecen entender
el beneficio que les reportaría fomentar el bienestar global, en lugar de mirar
por asegurarse una posición privilegiada personal. O bien es que no saben cómo
hacerlo y no dejan que otros lo hagan.
En definitiva, la raíz, el origen
psicológico del desorden económico mundial está en el miedo al futuro, que
genera una lucha por la supervivencia de uno en competencia con los demás. La
solución está en que la mayor cantidad de personas posible entienda bien los
errores de la situación actual y aprenda a resolver ese miedo para, sin excluir
a nadie, favorecer el bien común frente al individual y restablecer el orden
económico y social.
María Ibáñez y Jesús Jiménez. Psicólogo Clínico y
Psicoterapeuta
RT
http://actualidad.rt.com/blogueros/mente-y-actualidad/view/110467-desorden-economico-mundial-surge-miedo
En
el mundo hay 'países en desarrollo', es decir pobres. 'Países
emergentes', es decir, que están saliendo de la pobreza y se están
convirtiendo en 'países desarrollados'. Y los propios 'países
desarrollados', en los que actualmente los niveles de pobreza van en
aumento y las diferencias entre ricos y pobres son cada vez mayores.
Evidentemente, aquí algo falla.
Asistimos a la economía global, la desregularización de los mercados, la privatización de empresas y bienes públicos, la especulación financiera, el endeudamiento de los Gobiernos, etc. Los sistemas económicos mundiales actuales no resuelven la pobreza, por el contrario, favorecen el enriquecimiento de unos pocos y la usura de las entidades financieras. Si el objeto de la economía es, o debería ser, aportar criterios para que la distribución de los recursos sea lo más eficiente posible, siguiendo principios de equidad, como rezan la mayoría de las teorías económicas, no parece que se esté haciendo nada bien.
Una vez más, esta situación es el resultado del estado psicológico y evolutivo del ser humano. Más allá de los modelos y teorías económicas, el objetivo de la raza humana no debería ser sobrevivir, o enriquecerse, sino aprender, desarrollarse, evolucionar y autorrealizarse. La economía deberá ser un instrumento que favorezca este objetivo, satisfaciendo las necesidades básicas y aportando los recursos necesarios para este fin colectivo. En el momento actual, el aprendizaje de la humanidad debe ir hacia entender precisamente esto, cómo pasar de un sistema en que sobrevivir es el objetivo principal, a otro donde la supervivencia esté garantizada y podamos disfrutar viviendo y aprendiendo.
La inmadurez humana se traduce en errores de base
Por un lado, las teorías económicas actuales más reconocidas se basan en falacias psicológicas, lo que hace imposible que tengan éxito. Entendiendo por éxito el bienestar económico de todos los habitantes de este planeta.
Una de estas falacias es la supuesta igualdad de oportunidades. Es obvio que cada uno parte de diferentes circunstancias externas, tales como la posición económica y social, el acceso a la formación, etc. Tampoco partimos de las mismas capacidades personales, pues hay diferencias psicológicas individuales que nos hacen más aptos para unas actividades que para otras. Todos somos igual de valiosos, pero no somos iguales.
Otra falacia es la idea de que la competencia es la mejor manera de generar riqueza y prosperidad. La motivación psicológica de la competencia es el miedo, la lucha por el poder, por el control, y del miedo y la lucha entre nosotros no puede surgir un sistema saludable. Es mucho más fuerte y satisfactoria la motivación de la solidaridad y el reconocimiento mutuo, el hacer algo bueno para todos, para sí mismo y para los demás al mismo tiempo, obteniendo el agradecimiento y el apoyo de la comunidad. Quien lo practica lo sabe.
Microeconomía
Normalmente, el ciudadano de a pie, cuando piensa en economía se centra más en la microeconomía, el comportamiento de los principales agentes económicos: empresas, empleados y consumidores. Se piensa en variables como los precios, los salarios, el margen de beneficios o las rentas.
La llamada 'economía conductual' aplica principios básicos de la psicología actual a la economía, teniendo en cuenta la influencia que las emociones, los pensamientos o las tendencias sociales tienen en la toma de decisiones de estos agentes económico básicos, y cómo esto afecta a las variables microeconómicas. Pero, aunque con ello se entienda mejor el funcionamiento del sistema, no aporta soluciones a los problemas principales: la desigualdad y la inseguridad económica de la mayoría.
Todas las propuestas se basan en el esfuerzo individual, cada uno luchando por sí mismo en un mercado impersonal, despiadado, que supuestamente se autorregula, pero que no funciona en absoluto. Se menosprecian fuerzas inherentes en el ser humano tales como la inteligencia, la bondad y la solidaridad. La vida está llena de ejemplos de actitudes de estas últimas a las que no se da publicidad.
Macroeconomía
En el campo macroeconómico, los sistemas económicos actuales en todo el mundo han derivado en sistemas mixtos, es decir, el motor principal es el llamado 'sistema de mercado, oferta y demanda', pero con la intervención reguladora del Estado. En principio, hasta que seamos tan solidarios y altruistas que no haga falta regulación alguna, esta parece la solución más acertada, por su flexibilidad y porque compagina la iniciativa privada con el interés común… al menos en teoría.
Pero la inmadurez humana también alcanza a los que llegan a posiciones en las que podrían regular adecuadamente las normas y principios macroeconómicos a favor del bien común. Y no hablamos simplemente de igualdad de oportunidades, porque eso supone una competición, hablamos de principios de colaboración, de máxima eficacia en función de la solidaridad, donde cada uno aporta lo que puede y recibe lo que necesita. No es tan difícil, ya ocurre en pequeños colectivos y en situaciones de emergencia.
En este sentido, una de las claves del desastroso estado actual de la economía mundial es que la generación de deuda está en manos privadas. Hasta los Gobiernos, que son los que autorizan la emisión de moneda ('fiat money') y la capacidad o límite de emisión de créditos por entidades privadas (dinero fiduciario), están endeudados con esas mismas entidades privadas, siendo el volumen de dinero fiduciario alrededor del 95% del total. Esto hace que las directrices de la sociedad, no solo de la economía, esté en manos de unos pocos, financiando lo que va acorde con sus propios intereses y dejando de financiar lo que no. Estos pocos no parecen entender el beneficio que les reportaría fomentar el bienestar global, en lugar de mirar por asegurarse una posición privilegiada personal. O bien es que no saben cómo hacerlo y no dejan que otros lo hagan.
En definitiva, la raíz, el origen psicológico del desorden económico mundial está en el miedo al futuro, que genera una lucha por la supervivencia de uno en competencia con los demás. La solución está en que la mayor cantidad de personas posible entienda bien los errores de la situación actual y aprenda a resolver ese miedo para, sin excluir a nadie, favorecer el bien común frente al individual y restablecer el orden económico y social.

AFP
Asistimos a la economía global, la desregularización de los mercados, la privatización de empresas y bienes públicos, la especulación financiera, el endeudamiento de los Gobiernos, etc. Los sistemas económicos mundiales actuales no resuelven la pobreza, por el contrario, favorecen el enriquecimiento de unos pocos y la usura de las entidades financieras. Si el objeto de la economía es, o debería ser, aportar criterios para que la distribución de los recursos sea lo más eficiente posible, siguiendo principios de equidad, como rezan la mayoría de las teorías económicas, no parece que se esté haciendo nada bien.
Una vez más, esta situación es el resultado del estado psicológico y evolutivo del ser humano. Más allá de los modelos y teorías económicas, el objetivo de la raza humana no debería ser sobrevivir, o enriquecerse, sino aprender, desarrollarse, evolucionar y autorrealizarse. La economía deberá ser un instrumento que favorezca este objetivo, satisfaciendo las necesidades básicas y aportando los recursos necesarios para este fin colectivo. En el momento actual, el aprendizaje de la humanidad debe ir hacia entender precisamente esto, cómo pasar de un sistema en que sobrevivir es el objetivo principal, a otro donde la supervivencia esté garantizada y podamos disfrutar viviendo y aprendiendo.
La inmadurez humana se traduce en errores de base
Por un lado, las teorías económicas actuales más reconocidas se basan en falacias psicológicas, lo que hace imposible que tengan éxito. Entendiendo por éxito el bienestar económico de todos los habitantes de este planeta.
Una de estas falacias es la supuesta igualdad de oportunidades. Es obvio que cada uno parte de diferentes circunstancias externas, tales como la posición económica y social, el acceso a la formación, etc. Tampoco partimos de las mismas capacidades personales, pues hay diferencias psicológicas individuales que nos hacen más aptos para unas actividades que para otras. Todos somos igual de valiosos, pero no somos iguales.
Otra falacia es la idea de que la competencia es la mejor manera de generar riqueza y prosperidad. La motivación psicológica de la competencia es el miedo, la lucha por el poder, por el control, y del miedo y la lucha entre nosotros no puede surgir un sistema saludable. Es mucho más fuerte y satisfactoria la motivación de la solidaridad y el reconocimiento mutuo, el hacer algo bueno para todos, para sí mismo y para los demás al mismo tiempo, obteniendo el agradecimiento y el apoyo de la comunidad. Quien lo practica lo sabe.
Microeconomía
Normalmente, el ciudadano de a pie, cuando piensa en economía se centra más en la microeconomía, el comportamiento de los principales agentes económicos: empresas, empleados y consumidores. Se piensa en variables como los precios, los salarios, el margen de beneficios o las rentas.
La llamada 'economía conductual' aplica principios básicos de la psicología actual a la economía, teniendo en cuenta la influencia que las emociones, los pensamientos o las tendencias sociales tienen en la toma de decisiones de estos agentes económico básicos, y cómo esto afecta a las variables microeconómicas. Pero, aunque con ello se entienda mejor el funcionamiento del sistema, no aporta soluciones a los problemas principales: la desigualdad y la inseguridad económica de la mayoría.
Todas las propuestas se basan en el esfuerzo individual, cada uno luchando por sí mismo en un mercado impersonal, despiadado, que supuestamente se autorregula, pero que no funciona en absoluto. Se menosprecian fuerzas inherentes en el ser humano tales como la inteligencia, la bondad y la solidaridad. La vida está llena de ejemplos de actitudes de estas últimas a las que no se da publicidad.
Macroeconomía
En el campo macroeconómico, los sistemas económicos actuales en todo el mundo han derivado en sistemas mixtos, es decir, el motor principal es el llamado 'sistema de mercado, oferta y demanda', pero con la intervención reguladora del Estado. En principio, hasta que seamos tan solidarios y altruistas que no haga falta regulación alguna, esta parece la solución más acertada, por su flexibilidad y porque compagina la iniciativa privada con el interés común… al menos en teoría.
Pero la inmadurez humana también alcanza a los que llegan a posiciones en las que podrían regular adecuadamente las normas y principios macroeconómicos a favor del bien común. Y no hablamos simplemente de igualdad de oportunidades, porque eso supone una competición, hablamos de principios de colaboración, de máxima eficacia en función de la solidaridad, donde cada uno aporta lo que puede y recibe lo que necesita. No es tan difícil, ya ocurre en pequeños colectivos y en situaciones de emergencia.
En este sentido, una de las claves del desastroso estado actual de la economía mundial es que la generación de deuda está en manos privadas. Hasta los Gobiernos, que son los que autorizan la emisión de moneda ('fiat money') y la capacidad o límite de emisión de créditos por entidades privadas (dinero fiduciario), están endeudados con esas mismas entidades privadas, siendo el volumen de dinero fiduciario alrededor del 95% del total. Esto hace que las directrices de la sociedad, no solo de la economía, esté en manos de unos pocos, financiando lo que va acorde con sus propios intereses y dejando de financiar lo que no. Estos pocos no parecen entender el beneficio que les reportaría fomentar el bienestar global, en lugar de mirar por asegurarse una posición privilegiada personal. O bien es que no saben cómo hacerlo y no dejan que otros lo hagan.
En definitiva, la raíz, el origen psicológico del desorden económico mundial está en el miedo al futuro, que genera una lucha por la supervivencia de uno en competencia con los demás. La solución está en que la mayor cantidad de personas posible entienda bien los errores de la situación actual y aprenda a resolver ese miedo para, sin excluir a nadie, favorecer el bien común frente al individual y restablecer el orden económico y social.
Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta, escritores. María Ibáñez y Jesús Jiménez.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/blogueros/mente-y-actualidad/view/110467-desorden-economico-mundial-surge-miedo
En
el mundo hay 'países en desarrollo', es decir pobres. 'Países
emergentes', es decir, que están saliendo de la pobreza y se están
convirtiendo en 'países desarrollados'. Y los propios 'países
desarrollados', en los que actualmente los niveles de pobreza van en
aumento y las diferencias entre ricos y pobres son cada vez mayores.
Evidentemente, aquí algo falla.
Asistimos a la economía global, la desregularización de los mercados, la privatización de empresas y bienes públicos, la especulación financiera, el endeudamiento de los Gobiernos, etc. Los sistemas económicos mundiales actuales no resuelven la pobreza, por el contrario, favorecen el enriquecimiento de unos pocos y la usura de las entidades financieras. Si el objeto de la economía es, o debería ser, aportar criterios para que la distribución de los recursos sea lo más eficiente posible, siguiendo principios de equidad, como rezan la mayoría de las teorías económicas, no parece que se esté haciendo nada bien.
Una vez más, esta situación es el resultado del estado psicológico y evolutivo del ser humano. Más allá de los modelos y teorías económicas, el objetivo de la raza humana no debería ser sobrevivir, o enriquecerse, sino aprender, desarrollarse, evolucionar y autorrealizarse. La economía deberá ser un instrumento que favorezca este objetivo, satisfaciendo las necesidades básicas y aportando los recursos necesarios para este fin colectivo. En el momento actual, el aprendizaje de la humanidad debe ir hacia entender precisamente esto, cómo pasar de un sistema en que sobrevivir es el objetivo principal, a otro donde la supervivencia esté garantizada y podamos disfrutar viviendo y aprendiendo.
La inmadurez humana se traduce en errores de base
Por un lado, las teorías económicas actuales más reconocidas se basan en falacias psicológicas, lo que hace imposible que tengan éxito. Entendiendo por éxito el bienestar económico de todos los habitantes de este planeta.
Una de estas falacias es la supuesta igualdad de oportunidades. Es obvio que cada uno parte de diferentes circunstancias externas, tales como la posición económica y social, el acceso a la formación, etc. Tampoco partimos de las mismas capacidades personales, pues hay diferencias psicológicas individuales que nos hacen más aptos para unas actividades que para otras. Todos somos igual de valiosos, pero no somos iguales.
Otra falacia es la idea de que la competencia es la mejor manera de generar riqueza y prosperidad. La motivación psicológica de la competencia es el miedo, la lucha por el poder, por el control, y del miedo y la lucha entre nosotros no puede surgir un sistema saludable. Es mucho más fuerte y satisfactoria la motivación de la solidaridad y el reconocimiento mutuo, el hacer algo bueno para todos, para sí mismo y para los demás al mismo tiempo, obteniendo el agradecimiento y el apoyo de la comunidad. Quien lo practica lo sabe.
Microeconomía
Normalmente, el ciudadano de a pie, cuando piensa en economía se centra más en la microeconomía, el comportamiento de los principales agentes económicos: empresas, empleados y consumidores. Se piensa en variables como los precios, los salarios, el margen de beneficios o las rentas.
La llamada 'economía conductual' aplica principios básicos de la psicología actual a la economía, teniendo en cuenta la influencia que las emociones, los pensamientos o las tendencias sociales tienen en la toma de decisiones de estos agentes económico básicos, y cómo esto afecta a las variables microeconómicas. Pero, aunque con ello se entienda mejor el funcionamiento del sistema, no aporta soluciones a los problemas principales: la desigualdad y la inseguridad económica de la mayoría.
Todas las propuestas se basan en el esfuerzo individual, cada uno luchando por sí mismo en un mercado impersonal, despiadado, que supuestamente se autorregula, pero que no funciona en absoluto. Se menosprecian fuerzas inherentes en el ser humano tales como la inteligencia, la bondad y la solidaridad. La vida está llena de ejemplos de actitudes de estas últimas a las que no se da publicidad.
Macroeconomía
En el campo macroeconómico, los sistemas económicos actuales en todo el mundo han derivado en sistemas mixtos, es decir, el motor principal es el llamado 'sistema de mercado, oferta y demanda', pero con la intervención reguladora del Estado. En principio, hasta que seamos tan solidarios y altruistas que no haga falta regulación alguna, esta parece la solución más acertada, por su flexibilidad y porque compagina la iniciativa privada con el interés común… al menos en teoría.
Pero la inmadurez humana también alcanza a los que llegan a posiciones en las que podrían regular adecuadamente las normas y principios macroeconómicos a favor del bien común. Y no hablamos simplemente de igualdad de oportunidades, porque eso supone una competición, hablamos de principios de colaboración, de máxima eficacia en función de la solidaridad, donde cada uno aporta lo que puede y recibe lo que necesita. No es tan difícil, ya ocurre en pequeños colectivos y en situaciones de emergencia.
En este sentido, una de las claves del desastroso estado actual de la economía mundial es que la generación de deuda está en manos privadas. Hasta los Gobiernos, que son los que autorizan la emisión de moneda ('fiat money') y la capacidad o límite de emisión de créditos por entidades privadas (dinero fiduciario), están endeudados con esas mismas entidades privadas, siendo el volumen de dinero fiduciario alrededor del 95% del total. Esto hace que las directrices de la sociedad, no solo de la economía, esté en manos de unos pocos, financiando lo que va acorde con sus propios intereses y dejando de financiar lo que no. Estos pocos no parecen entender el beneficio que les reportaría fomentar el bienestar global, en lugar de mirar por asegurarse una posición privilegiada personal. O bien es que no saben cómo hacerlo y no dejan que otros lo hagan.
En definitiva, la raíz, el origen psicológico del desorden económico mundial está en el miedo al futuro, que genera una lucha por la supervivencia de uno en competencia con los demás. La solución está en que la mayor cantidad de personas posible entienda bien los errores de la situación actual y aprenda a resolver ese miedo para, sin excluir a nadie, favorecer el bien común frente al individual y restablecer el orden económico y social.

AFP
Asistimos a la economía global, la desregularización de los mercados, la privatización de empresas y bienes públicos, la especulación financiera, el endeudamiento de los Gobiernos, etc. Los sistemas económicos mundiales actuales no resuelven la pobreza, por el contrario, favorecen el enriquecimiento de unos pocos y la usura de las entidades financieras. Si el objeto de la economía es, o debería ser, aportar criterios para que la distribución de los recursos sea lo más eficiente posible, siguiendo principios de equidad, como rezan la mayoría de las teorías económicas, no parece que se esté haciendo nada bien.
Una vez más, esta situación es el resultado del estado psicológico y evolutivo del ser humano. Más allá de los modelos y teorías económicas, el objetivo de la raza humana no debería ser sobrevivir, o enriquecerse, sino aprender, desarrollarse, evolucionar y autorrealizarse. La economía deberá ser un instrumento que favorezca este objetivo, satisfaciendo las necesidades básicas y aportando los recursos necesarios para este fin colectivo. En el momento actual, el aprendizaje de la humanidad debe ir hacia entender precisamente esto, cómo pasar de un sistema en que sobrevivir es el objetivo principal, a otro donde la supervivencia esté garantizada y podamos disfrutar viviendo y aprendiendo.
La inmadurez humana se traduce en errores de base
Por un lado, las teorías económicas actuales más reconocidas se basan en falacias psicológicas, lo que hace imposible que tengan éxito. Entendiendo por éxito el bienestar económico de todos los habitantes de este planeta.
Una de estas falacias es la supuesta igualdad de oportunidades. Es obvio que cada uno parte de diferentes circunstancias externas, tales como la posición económica y social, el acceso a la formación, etc. Tampoco partimos de las mismas capacidades personales, pues hay diferencias psicológicas individuales que nos hacen más aptos para unas actividades que para otras. Todos somos igual de valiosos, pero no somos iguales.
Otra falacia es la idea de que la competencia es la mejor manera de generar riqueza y prosperidad. La motivación psicológica de la competencia es el miedo, la lucha por el poder, por el control, y del miedo y la lucha entre nosotros no puede surgir un sistema saludable. Es mucho más fuerte y satisfactoria la motivación de la solidaridad y el reconocimiento mutuo, el hacer algo bueno para todos, para sí mismo y para los demás al mismo tiempo, obteniendo el agradecimiento y el apoyo de la comunidad. Quien lo practica lo sabe.
Microeconomía
Normalmente, el ciudadano de a pie, cuando piensa en economía se centra más en la microeconomía, el comportamiento de los principales agentes económicos: empresas, empleados y consumidores. Se piensa en variables como los precios, los salarios, el margen de beneficios o las rentas.
La llamada 'economía conductual' aplica principios básicos de la psicología actual a la economía, teniendo en cuenta la influencia que las emociones, los pensamientos o las tendencias sociales tienen en la toma de decisiones de estos agentes económico básicos, y cómo esto afecta a las variables microeconómicas. Pero, aunque con ello se entienda mejor el funcionamiento del sistema, no aporta soluciones a los problemas principales: la desigualdad y la inseguridad económica de la mayoría.
Todas las propuestas se basan en el esfuerzo individual, cada uno luchando por sí mismo en un mercado impersonal, despiadado, que supuestamente se autorregula, pero que no funciona en absoluto. Se menosprecian fuerzas inherentes en el ser humano tales como la inteligencia, la bondad y la solidaridad. La vida está llena de ejemplos de actitudes de estas últimas a las que no se da publicidad.
Macroeconomía
En el campo macroeconómico, los sistemas económicos actuales en todo el mundo han derivado en sistemas mixtos, es decir, el motor principal es el llamado 'sistema de mercado, oferta y demanda', pero con la intervención reguladora del Estado. En principio, hasta que seamos tan solidarios y altruistas que no haga falta regulación alguna, esta parece la solución más acertada, por su flexibilidad y porque compagina la iniciativa privada con el interés común… al menos en teoría.
Pero la inmadurez humana también alcanza a los que llegan a posiciones en las que podrían regular adecuadamente las normas y principios macroeconómicos a favor del bien común. Y no hablamos simplemente de igualdad de oportunidades, porque eso supone una competición, hablamos de principios de colaboración, de máxima eficacia en función de la solidaridad, donde cada uno aporta lo que puede y recibe lo que necesita. No es tan difícil, ya ocurre en pequeños colectivos y en situaciones de emergencia.
En este sentido, una de las claves del desastroso estado actual de la economía mundial es que la generación de deuda está en manos privadas. Hasta los Gobiernos, que son los que autorizan la emisión de moneda ('fiat money') y la capacidad o límite de emisión de créditos por entidades privadas (dinero fiduciario), están endeudados con esas mismas entidades privadas, siendo el volumen de dinero fiduciario alrededor del 95% del total. Esto hace que las directrices de la sociedad, no solo de la economía, esté en manos de unos pocos, financiando lo que va acorde con sus propios intereses y dejando de financiar lo que no. Estos pocos no parecen entender el beneficio que les reportaría fomentar el bienestar global, en lugar de mirar por asegurarse una posición privilegiada personal. O bien es que no saben cómo hacerlo y no dejan que otros lo hagan.
En definitiva, la raíz, el origen psicológico del desorden económico mundial está en el miedo al futuro, que genera una lucha por la supervivencia de uno en competencia con los demás. La solución está en que la mayor cantidad de personas posible entienda bien los errores de la situación actual y aprenda a resolver ese miedo para, sin excluir a nadie, favorecer el bien común frente al individual y restablecer el orden económico y social.
Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta, escritores. María Ibáñez y Jesús Jiménez
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/blogueros/mente-y-actualidad/view/110467-desorden-economico-mundial-surge-miedo
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