martes, 27 de septiembre de 2011

Libro. "El Banco. Como Goldman Sachs dirige el mundo"


"El Banco. Cómo Goldman Sachs dirige el mundo"
Marc Roche
Ediciones Deusto

Marc Roche es un prestigioso periodista y corresponsal en Londres del diario francés, Le Monde. ‘El Banco: Como Goldman Sachs dirige el mundo’ (La banque: Comment Goldman Sachs dirige le monde) es su tercer libro. Por el cual, ha recibido el Prix du Livre d’Économie de 2010, concedido por los periodistas franceses al mejor ensayo económico del año.

Roche cuenta la creación del imperio Goldman Sachs y cómo ha logrado convertirse en casi un gobierno que domina el mundo.  Con un lenguaje ameno y nada difícil de leer como se podría pensar de un libro de temática económica, el periodista relata punto por punto los hechos que han llevado a la crisis económica actual mezclado con la historia familiar de los creadores de Goldman Sachs.

Todo aquel que llegue a las últimas páginas de este libro, sacará la conclusión que El Banco es el enemigo número uno que hay que vencer para salir de la crisis en la que estamos inmersos. Pero no hay que perder el rumbo, y no olvidar que éste es un ensayo económico centrado en la firma estadounidense, pero  existen otros muchos puntos de vista y factores.

Lo que tampoco se puede negar son muchas de las verdades que cuenta Marc Roche, como que la filial de G.S en Londres ayudó al gobierno conservador griego a maquillar sus cuentas para entrar en la Comunidad Económica Europea, eso sí, a cambio de una buena cantidad de dinero. La influencia que tuvo en el establecimiento del precio del petróleo tras el desastre del  Golfo de México. La creación de las famosas ‘hipotecas subprime’ (hipotecas basuras) provocando el declive económico de las primeras potencias mundiales, a sabiendas que dichas hipotecas eran un producto financiero tóxico.

También el conflicto de intereses en el que se mueve el ámbito financiero…el intentar imponer sus políticas económicas a los gobiernos. Un claro ejemplo, es la relación de la firma con el gobierno estadounidense de la era Obama. Barack Obama ha continuado con la política económica de George Bush, además de con los mismos asesores que anteriormente habían trabajado para la firma Goldman Sachs, la relación se enfría cuando Obama impone su criterio y ‘para los pies’ a El Banco. Mientras que muchos estadounidenses y también muchos europeos hacen encajes de bolillos pagar sus facturas, los empleados de Goldman Sachs reciben bonificaciones desorbitantes, con las que el gobierno de Obama no está de acuerdo.

El corresponsal de Le monde también desvela el círculo cerrado por el que se mueven los trabajadores de El Banco. Los empleados deben ser gente sana, super inteligente y además con buenos contactos políticos…sus esposas dedicadas exclusivamente a la familia… Para lavar su imagen ante la población han establecido un determinado número para que las mujeres puedan acceder a cargos directivos y también representación dentro de la firma del colectivo gay…

Para leer ‘El Banco: Como Goldman Sachs dirige el mundo’ no es necesario ser economista ni entender de economía, simplemente estar al día de la actualidad, ¡qué no es muy difícil!, ya que todas las noticias, en los últimos tiempos, tratan todas sobre economía.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Privatizaciones

Privatizaciones: “pan para hoy y hambre para mañana”
 Economistas 15-M
DRY Economía 

¿Por qué no se acepta que lo que en estos momentos se necesita no es precisamente una política contractiva de austeridad y de reducción del déficit público?
Valiéndose del hecho de que como consecuencia de la crisis todos los países están incurriendo en cuantiosos déficits públicos, se alude a las privatizaciones como medio para paliar el desequilibrio presupuestario.

El Estado espera recaudar 14.000 millones de euros por la privatización de AENA y Loterías del Estado: lo cierto es que en España queda poco por privatizar. Primero el PSOE y más tarde el PP han reducido al mínimo el sector público empresarial, haciendo que todas las grandes empresas públicas pasen a manos privadas. Independientemente de ello, es erróneo afirmar que las privatizaciones puedan ser un medio para reducir el déficit público. Constituyen una venta de activos financieros y, como tales, no afectan a la cuantía del déficit, sólo a su financiación. Lo único que reducen es el volumen de deuda pública que es necesario emitir. Es más, a menudo el resultado es un incremento de los déficits sucesivos. Esto es lo que ha ocurrido con la venta de las grandes empresas públicas. El Tesoro ha dejado de recibir los cuantiosos beneficios que generaban, muy superiores a lo que hubiesen sido los gastos financieros de la deuda pública que se ha dejado de emitir.

Al vender empresas públicas tampoco se incrementa la solvencia de un país. Ésta no sólo depende de lo que se debe, sino también de los activos que se poseen. Las privatizaciones reducen, sí, el endeudamiento público, pero también el patrimonio del Estado, esto es, la posesión de importantes compañías, muchas de las cuales, como se ha podido comprobar, muy codiciadas por el dinero privado. Por otra parte, conviene tener en cuenta que los recursos que se orientan a la compra de las sociedades estatales muy rentables y sin apenas riesgo no se dirigen a ninguna otra inversión en la que el riesgo tenga que ser mayor. ¿No radicará aquí, en parte, la incapacidad de nuestra clase empresarial para invertir en sectores tecnológicos de futuro, refugiándose en los mercados cautivos de los servicios y en el sector de la construcción?

Democracia Real Ya!

domingo, 25 de septiembre de 2011

Cinco razones para confiar en el 15-M

Es frecuente encontrar, en los últimos tiempos, a gentes que muestran un creciente escepticismo en lo que se refiere al futuro del movimiento del 15 de mayo. Si en unos casos tal vez le piden demasiado a una iniciativa que tiene apenas cuatro meses, en otros parecen olvidar que luego del paréntesis estival puede abrirse camino un claro repunte del movimiento. El escenario al respecto -adelanto de las elecciones legislativas, radicalización de las agresiones, posible huelga general, asentamiento de las protestas en institutos y universidades- parece singularmente propicio, tanto más cuanto que la propia biología del 15-M ha mostrado sobradamente su capacidad para hacer frente a retos muy dispares. 

Las cosas como fueren, en este texto me propongo poco más que enunciar cinco ideas que invitan a mantener encendida la llama de la confianza que merece un movimiento que ha roto, por fortuna, muchos moldes. 

1. El escenario perfilado alrededor del 15-M es claramente preferible a cualquiera de los anteriores. Ello es así hasta el punto de que incluso l@s más escéptic@s al respecto, que han tenido a bien subrayar la condición interclasista y la indefinición programática del movimiento, se han mostrado comúnmente inclinad@s a defender, pese a todo, la participación en aquél. En ese sentido el 15-M configura, por un lado, un inédito espacio de experimentación a través de la asamblea y ha permitido, por el otro, la reunión de gentes muy dispares, en una actitud de genérico respeto de las diferencias. Aunque no sin problemas, las dos almas iniciales del 15-M -los movimientos sociales alternativos y l@s jóvenes indignad@s- han entendido que se necesitaban mutuamente y, en consecuencia, se han vivificado la una a la otra sobre la base de la certeza de que no precisaban de líderes ni de representaciones externas. 

2. Cualquier persona que se acerque desprejuiciadamente al 15-M tendrá rápidamente la oportunidad de comprobar que las demandas de l@s activistas -el programa que defienden, si queremos decirlo así- son mucho más radicales y consecuentes que lo que retratan los medios de comunicación progresistas. Estos últimos, empeñados en rebajar esa radicalidad, olvidan que la mayoría de l@s integrantes del movimiento piden algo más, mucho más, que la reforma de la ley electoral y la introducción de medidas que castiguen la corrupción. De la contestación de la epidermis que constituyen la corrupción mencionada y la precariedad se ha pasado rápidamente, en la mayoría de los casos, a la del capitalismo como un todo. El ‘se va a acabar, se va a acabar, se va a acabar la paz social’ retrata fidedignamente el sentido de fondo del programa mínimo de estas horas. 

3. En muchas asambleas es fácil apreciar la firme voluntad de trascender las limitaciones iniciales, generacionales y discursivas, del movimiento. En tal sentido, y en un momento como éste, existe una conciencia cristalina en lo que se refiere a la necesidad inexcusable de trasladar muchas de las perspectivas del 15-M al mundo del trabajo. Convengamos que en ese terreno, y las reglas del juego como están, es difícil que el movimiento vaya a conectar con las alicaídas cúpulas de los dos sindicatos mayoritarios. Aunque la tarea al respecto es cualquier cosa menos sencilla, son much@s los activist@s cada vez más claramente conscientes de que el futuro del 15-M pasa por su consolidación en la forma de un movimiento que, asambleario y autogestionario, plante cara al capitalismo en todos los órdenes de la vida y lo haga, por añadidura, desde perspectivas antipatriarcales, antidesarrollistas e internacionalistas. 

4. El movimiento disfruta de un activo tan estimulante como paradójico: no hay ningún motivo para concluir que nuestros gobernantes -los de ahora como los de dentro de unos meses- van a modificar un ápice el guión de sumisión al capital que aplican pundonorosamente. Todo invita a concluir, antes bien, que la defensa obscena de los intereses y de las prácticas especulativas del gran capital va a ganar terreno en los próximos meses. No olvidemos que lo anterior, que es una mala noticia en sí misma, tiene efectos saludables en términos de la lógica de consolidación del 15-M: no hay mayor riesgo de que este último se vea frenado por eventuales concesiones gubernamentales o, en su caso, experimente agudas divisiones internas. Se multiplican, en cambio, los datos que obligan a pertrechar respuestas en la calle como las que propicia el movimiento. 

5. Admitamos, aun así, que las certezas en lo que hace a un futuro venturoso del movimiento del 15 de mayo están de más. El hecho de que este último haya exhibido una fuerza y una vitalidad desconocidas entre nosotr@s no es razón suficiente para dar por seguro un futuro pletórico. Importa subrayar, sin embargo, que al calor del movimiento ha cobrado cuerpo algo que, se desarrollen los hechos como se desarrollen, tiene su relieve: muchas gentes han empezado a descubrir que pueden hacer cosas que antes no estaban en su horizonte mental. Y que las pueden hacer colectivamente. Éste es un legado muy estimulante para lo que se avecina en los años venideros. 

Carlos Taibo
Rebelión

"La democracia no consiste en que el pueblo sea contado, sino en que el pueblo cuente". Federico Mayor Zaragoza. Entrevista


Entrevista a Federico Mayor Zaragoza
(Ex-director general de la UNESCO)
Programa "Las 1001 noches" . Canal Sur 2

Reflexión donde muestra su indignación hacia ese nuevo orden mundial dominado por la guerra, el mercado y los medios. Defensa de la democracia real, participativa, contra la democracia representativa, falsa e inutil.

"La democracia no consiste en que el pueblo sea contado, sino en que el pueblo cuente".

sábado, 24 de septiembre de 2011

"Los gobiernos no son capaces de definir su propia política porque actúan al servicio de los mercados". Entrevista a Pascual Serrano

Pascual Serrano, uno de los fundadores del periódico digital Rebelion.org, comparte con DIAGONAL su visión crítica sobre la articulación de la democracia dentro del sistema capitalista y el papel que juegan los medios en su consolidación.

DIAGONAL: ¿Con qué principios debería contar un sistema democrático? ¿Es posible en el Estado español?
PASCUAL SERRANO: Debería garantizar una serie de derechos sociales, y sólo después de su cumplimiento podría garantizarse un sistema democrático. Si un ciudadano no tiene garantizado el derecho a la salud, educación, vivienda, trabajo, alimentación...no tiene sentido decir que existe democracia porque se pueda crear un partido político o votar en unas elecciones.

En el Estado español no está garantizada la vivienda, el trabajo o la alimentación. No existe una ley electoral justa, no existe un panorama informativo plural y participativo. Y, por último, ahora vemos que los gobiernos no son capaces de definir su propia política porque actúan dirigidos y al servicio de los mercados. En conclusión, nuestra democracia necesita un gobierno que gobierne, y en nuestro capitalismo los gobiernos solo gestionan las condiciones impuestas por el mercado. A eso hay que añadir la garantía de unos derechos sociales que creasen ciudadanos verdaderamente libres para decidir su futuro. Todas esas cosas deberían cambiarse.

D.: Entonces, ¿considera el sistema político actual como un fraude, donde el Gobierno no representa a la población? ¿Por qué entonces tanta pasividad en la mayoría de los ciudadanos?
P.S.: Son muchas las razones. Entre otras, porque el ciudadano no sabe cómo articular su indignación. La movilización del 15M es una prueba de indignación, pero también de desesperación por no encontrar vías institucionalizadas para manifestar la disconformidad.
En las dictaduras la disconformidad es reprimida, en nuestro sistema, sencillamente, no se ofrece una vía que desemboque en cambios. Por eso mientras lo mejor de nuestro país se manifiesta en las plazas, organiza marchas de cientos de kilómetros o se organiza para impedir desalojos, el sistema continúa impertérrito su avance, en realidad retroceso, hacia el siglo XIX.
No intento con esto sembrar la desesperanza, al contrario, desearía provocar más indignación al comprobar que el sistema ignora al sumiso, pero también al indignado, lo que indica que es doblemente infame y merece una mayor indignación. También creo que hace falta que se perciba una esperanza, una luz. Estoy convencido de que un pequeño logro, un mínimo avance organizativo u operativo puede tener un efecto multiplicador en la movilización.

D.: Cuando la población se enfrenta al sistema es rechazada por el mismo Gobierno que se dice defensor de los derechos humanos ¿Qué papel juegan los medios en la consolidación del sistema?
P.S.: Nuestros gobiernos se caracterizan por el mayor de los cinismos. Bombardean países en nombre de la paz, piden a ETA que haga política sin armas mientras ilegalizan partidos políticos, crean las condiciones legales para que el juez que investiga los crímenes del franquismo acabe procesado, condenan en la ONU al único Gobierno del mundo que garantiza el derecho a la alimentación, y cuando comprueban que los bancos privados son los que han provocado la mayor crisis de la historia corren a privatizar las cajas. La muestra más insultante es ver que el vicepresidente del Gobierno que aprobó todos los atropellos de los derechos sociales dimite para presentarse de candidato a presidente como defensor de esos mismos derechos. Para defender todo eso hace falta un impresionante aparato de convencimiento y mentira.

D.: En su libro "Desinformación", hace referencia a la manipulación de los grandes grupos mediáticos sobre la población ¿Cree que esto ha contribuido al rechazo que ha expresado el movimiento 15M hacia los medios?
P.S.: Intento explicar mejor la manipulación. Indagar en la propiedad de los medios para poder comprender el por qué de esa desinformación. Las encuestas han mostrado que los medios de comunicación se encuentran entre los principales motivos de indignación.
Es lógico, el poder de los medios de comunicación, aunque surgieron como control de los otros tres poderes, se han convertido en el más difícil de controlar por el ciudadano. Es el poder que opera con más impunidad y sobre el que no disponemos de ningún método democrático para influir en él.

D.: En su último libro, ¿El mejor de los mundos? Un paseo crítico por lo que llaman “democracia”, parece ir en sintonía con el movimiento 15M al poner en duda el funcionamiento de la democracia dentro del sistema capitalista, ¿Son acaso incompatibles ambos conceptos?
P. S.: En mi opinión son incompatibles. Básicamente porque el capitalismo se remite al mercado como referente para definir el modelo social, establecer el dinero como elemento directriz de los derechos ciudadanos es un golpe a la línea de flotación de cualquier sistema de justicia social, y la democracia debería ser eso. Todo esto lo desarrollan muy bien Carlos Fernández Liria y Luis Alegre en su libro Educación para la ciudadanía.

D.: Los problemas para dar de baja los servicios telefónicos son un ejemplo que cuenta en su último libro sobre cómo las empresas son capaces anular nuestra capacidad legal. ¿Pueden las grandes corporaciones imponerse al propio Estado?
P.S.: Hace mucho que lo están haciendo. En algunos casos, como en Estados Unidos, abiertamente a través de los lobbys multinacionales, aquí en la Unión Europea estamos siguiendo por el mismo camino. Hemos creado un sistema político dominado por el dinero, y el dinero lo tienen las grandes empresas, es absolutamente lógico que gobiernen ellas. Al fin y al cabo controlan los medios de comunicación, financian las campañas electorales y manejan el dinero de la deuda pública de los países.

D.: También ha planteado en sus libros que este sistema se nutre de las mismas tragedias humanas de las que el Estado debería salvaguardarnos.
P.S.: Sí. El ejemplo más elocuente de que este sistema se nutre de la tragedia y del crimen es que el Producto Interior Bruto (PIB) crece con el narcotráfico, la prostitución, las guerras o la reconstrucción tras un terremoto. Es suicida seguir rindiendo culto a un parámetro que va ligado a todo eso. En algún momento debemos plantearnos si queremos seguir celebrando un crecimiento que lo hace a costa de todo eso.

D.: El progreso en el sistema capitalista, es muchas ocasiones a base de la especulación. ¿Cómo afecta esto a la ética del ciudadano?
P.S.: Sin duda. Eso convierte al ciudadano en ambicioso, individualista y egoísta. Lo que sucede es que ese mismo sistema al final acaba explotando porque termina defraudando también al egoísta. Un ejemplo son las burbujas inmobiliarias, bursátiles o la política de préstamos de los bancos. Mucha gente lo vivió con alegría a pesar de que seguía habiendo un alto porcentaje de paro, problemas de acceso a la vivienda, pobreza, etc... Ahora han visto que era mentira que su casa valía tanto, que los bancos no les dan préstamos y que ha perdido el dinero fácil que ganó o quiso ganar en la bolsa. También a ellos les ha engañado el capitalismo.

D.: Cuando ejemplifica cómo un brigadista forestal provoca incendios para evitar perder el empleo, ¿Qué es lo que está fallando, el ciudadano o el sistema?
P.S.: Una de las paradojas sobre las que llamo la atención es que, en el capitalismo, se remunera a personas y empresas para atender unos problemas que, si resolvieran, se terminaría el negocio. Es un sistema perverso por tanto. Por ejemplo, si las empresas farmacéuticas erradicasen una enfermedad sería un desastre para su contabilidad y las empresas de armas no querrán acabar con las guerras.
El ejemplo que yo ponía en el libro era el del guarda forestal pirómano. Una empresa privada de incendios si quiere ser rentable debe conseguir que siempre haya fuegos. En cambio, una empresa pública no. Un hospital privado mejorará sus cuentas si hay una epidemia, en cambio, un hospital público hará unas campañas de prevenciones para evitar tener enfermos. No es un problema del ciudadano, es el sistema que le está diciendo al brigadista forestal que para poder tener un trabajo para dar de comer a su familia debe arder el bosque. Ese sistema es criminal.

D.: El movimiento 15M brota en plena crisis económica, donde las políticas aplicadas por el Gobierno intensifican la brecha entre ricos y pobres ¿esto es casual?
P.S.: Una de las características de la crisis es que ha terminado dejando en la cuneta a muchos sectores sociales. Incluso, como señalé antes, a quienes creían que este sistema les funcionaba bien. Jóvenes individualistas que pensaban que con su master privado bajo el brazo iban a ganar mucho dinero, pequeños autónomos que ganaron dinero con el boom inmobiliario, ahorradores que pensaban enriquecerse con su especulación en viviendas o en Bolsa. Ahora todo ellos se han visto burlados y en el mismo bando que los sectores más empobrecidos. Esto puede generar una determinada conciencia social y solidaridad que es positiva.

D.: Este verano los vecinos del barrio madrileño de Lavapiés expulsaron a la policía para evitar las redadas contra inmigrantes. La libertad que pregona el sistema democrático ¿a quién se aplica?
P.S.: En el capitalismo, derechos y libertades van unidos al dinero. Uno puede hacer lo que su cuenta bancaria le permita. Y eso se asume de un modo casi imperceptible. Hemos de empezar a interiorizar que un derecho o una libertad, sólo es real si la podemos ejercer sin dinero. El extranjero marroquí de Lavapiés es pobre, por eso no disfruta de los derechos de un saudí en Marbella. Por tanto, se trata de derechos que no están garantizados por nuestro sistema.

Laura Raices
Diagonal

Manifestación. "Por el derecho a la vivienda". PAH-Murcia


Manifestación.
"Por el derecho a la vivienda"
25 de septiembre. 19h
Plaza de la Cruz. Murcia
Convoca: Plataforma de afectados por la hipoteca.(PAH-Murcia)

viernes, 23 de septiembre de 2011

La ilusión socialdemócrata

La socialdemocracia tuvo su apogeo en el periodo de 1945 a finales de los años sesenta. En ese entonces, representaba una ideología y un movimiento que estaba en favor de utilizar los recursos del Estado para garantizar que hubiera alguna redistribución para la mayoría de la población en varias maneras concretas: la expansión de las instalaciones educativas y de salud; la garantía de niveles de ingreso de por vida mediante programas que apoyaran las necesidades de los grupos sin empleo con salarios, particularmente los niños y los ancianos; programas para minimizar el desempleo.
La socialdemocracia prometía un futuro siempre mejor para las futuras generaciones, una suerte de elevación permanente del nivel de los ingresos nacionales y familiares. A esto se le llamaba estado de bienestar. Era una ideología que reflejaba la visión de que el capitalismo podía reformarse y asumir un rostro más humano.

Los socialdemócratas fueron más poderosos en Europa occidental, Australia y Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos (donde se les conocía como demócratas del Nuevo Trato/New Deal). En resumen, su ámbito fueron los acaudalados países del sistema-mundo, aquéllos que constituían lo que podría llamarse un mundo pan-europeo. Eran tan exitosos que sus oponentes de centro-derecha también reivindicaron el concepto de estado de bienestar. Solamente intentaron reducir sus costos y su extensión.

En el resto del mundo, los estados intentaron brincar a esta carreta mediante proyectos de desarrollo nacional.

La socialdemocracia fue un programa sumamente exitoso durante este periodo. Lo sostuvieron dos realidades de los tiempos: la increíble expansión de la economía-mundo, que creaba los recursos que hacían posible la redistribución, y la hegemonía de Estados Unidos en el sistema-mundo, que garantizaba la relativa estabilidad de su aplicación y, sobre todo, la ausencia de violencia seria dentro de esta zona de riqueza.

La imagen rosa no duró. Las dos realidades llegaron a su fin. La economía-mundo dejó de expandirse y entró en un prolongado estancamiento, en el que todavía seguimos viviendo. Y Estados Unidos comenzó su larga, aunque lenta decadencia como poder hegemónico. Estas dos nuevas realidades se han acelerado considerablemente en el siglo XXI.

La nueva era que comenzó en los años setenta vio el fin del consenso centrista mundial acerca de las virtudes del estado de bienestar y del desarrollo manejado por el Estado. Lo remplazó una nueva ideología, más hacia la derecha, llamada de varias formas, neoliberalismo o del Consenso de Washington, que predicó los méritos de confiar en los mercados más que en los gobiernos. Se decía que este programa se basaba en una supuesta nueva realidad de globalización para la cual no hay alternativa.

Implementar los programas neoliberales pareció mantener niveles elevados de crecimiento en los mercados de valores, pero al mismo tiempo condujo al mundo a escalas crecientes de endeudamiento y desempleo y a más bajos niveles reales de ingreso para la vasta mayoría de las poblaciones. Sin embargo, los partidos que eran los bastiones de los programas de centro-izquierda, o socialdemócratas, se movieron hacia la derecha, sesgando o erosionando su respaldo al estado de bienestar y aceptando que el papel de los gobiernos reformistas tenía que reducirse considerablemente.

Aunque los efectos negativos para la mayoría de la población se sintieron aun dentro del rico mundo paneuropeo, se sintieron mucho más agudamente en el resto del mundo. ¿Qué habrían de hacer sus gobiernos? Comenzaron a sacar ventaja de la relativa decadencia económica y geopolítica de Estados Unidos (y a nivel más amplio del mundo paneuropeo), enfocándose a su propio desarrollo nacional. Utilizaron el poder de sus aparatos estatales y sus menores costos generales de producción para volverse naciones emergentes. Mientras más de izquierda era su discurso y aun su compromiso político, más estuvieron decididos a desarrollarse.

¿Funcionará esto para ellos como alguna vez funcionó el mundo paneuropeo del periodo posterior a 1945? No es nada obvio que les funcione, pese a las notables tasas de crecimiento de algunos de estos países –en particular el llamado BRIC (Brasil, Rusia, India, China)– en los últimos cinco o diez años. Porque existen algunas serias diferencias entre el estado actual del sistema-mundo y aquél del periodo inmediatamente posterior a 1945.

Primera. Los niveles reales de los costos de producción, pese a los esfuerzos neoliberales por reducirlos, son de hecho considerablemente mayores de lo que eran en el periodo posterior a 1945, y amenazan las posibilidades reales de la acumulación de capital. Esto hace al capitalismo un sistema menos atractivo para los capitalistas, y los más perceptivos de ellos están buscando modos alternativos de garantizar sus privilegios.

Segunda. La capacidad de las naciones emergentes para incrementar a corto plazo su adquisición de riqueza le ha provocado un gran desgaste a la disponibilidad de los recursos –que ya no pueden cubrir sus necesidades. Por tanto, esto ha creado una carrera que crece siempre por adquirir tierras, agua, alimentos y recursos energéticos, lo que no sólo está conduciendo a fieras luchas sino que también está reduciendo la capacidad mundial de los capitalistas para acumular capital.

Tercera. La enorme expansión de la producción capitalista ha creado por fin un serio desgaste de la ecología mundial, a tal punto que el mundo entró en una crisis climática cuyas consecuencias amenazan la calidad de vida de todo el planeta. También ha promovido un movimiento en pos de reconsiderar fundamentalmente las virtudes del crecimiento y el desarrollo, como objetivos económicos. Esta demanda creciente de una perspectiva civilizatoria diferente es lo que se está llamando movimiento en pro de un buen vivir en América Latina.

Cuarta. Las demandas de los grupos subordinados en pro de un grado real de participación en los procesos de toma de decisiones en el mundo, han llegado a dirigirse ya no sólo a los capitalistas sino también a los gobiernos de izquierda que promueven el desarrollo nacional.

Quinta. La combinación de todos estos factores, más la decadencia visible de la otrora potencia hegemónica, ha creado un clima de fluctuaciones constantes y radicales tanto en la economía-mundo como en la situación geopolítica, lo que tiene el resultado de paralizar a los empresarios y a los gobiernos del mundo. El grado de incertidumbre –no sólo la de largo plazo sino una de muy corto plazo– ha escalado marcadamente, y con ésta, el nivel real de violencia.

La solución socialdemócrata se ha vuelto una ilusión. La cuestión es lo que remplazará para la vasta mayoría de las poblaciones del mundo.

Traducción:
Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
La Jornada

La ofensiva de los antisistema, o la reducción al absurdo de la sociedad

Resulta difícil explicarse nuestra sociedad y la situación en la que nos encontramos si no es interpretándola como una pesada broma que alguien nos está gastando. Y en cierto modo, así es. 

Ante esta broma, hacen falta respuestas racionales que planteen alternativas no ya para cambiar el sistema, sino para volver a él.

La ofensiva antisistema ha surgido de los mercados, del sistema bancario y de los políticos neoliberales, y a estos últimos se han incorporado incluso los que habían sido elegidos para defender el sistema social. No es mucho lo que podíamos esperar del Partido Popular, evolución forzada de aquellos gobernantes primitivos e ignorantes que nos guiaron durante la dictadura. Los planteamientos de sus dirigentes, si bien reaccionarios y antisolidarios, al menos son sinceros. Sin embargo, causa mucho más estupor asistir a la evolución inaudita del Partido Socialista Obrero Español. El partido en su totalidad ha faltado al pacto antitransfuguismo, pasando la totalidad de sus miembros a las filas neoliberales, y raptando el voto de los ciudadanos de izquierda o centro-izquierda que confiaron en ellos.

Los antisistema visten traje y corbata, controlan el sistema financiero, se infiltran –hasta llegar a coparlo prácticamente- en el congreso, el parlamento, las diputaciones y los ayuntamientos. Frecuentemente también se introducen en ONGs y organizaciones sociales, sindicales o ecologistas, para redirigirlas de modo que parezca que actúan cuando en realidad permanecen pasivas.

Estos antisistema no tienen el pelo largo, ni viven de la artesanía ni se hacen acompañar por “chuchos”, sino que apestan a colonia cara, malhumor y egoísmo. Viven de nosotros, de nuestros sueldos y del recorte de nuestros derechos. Y aún con todo, les damos dinero público en un ejercicio de socialismo con los poderosos (socializar sus pérdidas), mientras avanzamos en la privatización de sus beneficios. Cuando el sistema bancario comenzó a hundirse, víctima de su temeraria ansia de beneficios, los refinanciamos con dinero público, quitándoselo a las pensiones, la educación o la sanidad. Hubiera sido un excelente momento, una vez asumido el sacrificio, para desarrollar una banca pública que se oriente por parámetros sociales y racionales. Pero nadie (de los que están arriba, los antisistema) planteó esta opción. En su lugar, y con una impudicia histórica, plantearon la necesidad de privatizar también las cajas de ahorro, pero claro, solo después de inyectarle más dinero público, en un nuevo ejercicio de socializar pérdidas y privatizar ganancias. Tal despropósito resulta inaudito, y no por parte de los antisistema, a los que hay que reconocer unos logros que ni ellos imaginaban, sino por parte del resto de la ciudadanía, cuya pasividad e ignorancia es incomprensible. 

No es fácil explicarse como hemos llegado hasta aquí. Parece claro en cualquier caso que una de sus principales herramientas ha sido el control de los medios de comunicación, desde los que se nos inculcan las ideas de competitividad, egoísmo, consumo, espectáculo y vulgaridad, a la vez que se menosprecia el pensamiento crítico, la cultura y la educación. CNN+ ahora es Divinity. Una sociedad culta y crítica jamás admitiría la situación a la que hemos llegado. Copiamos el estilo de vida norteamericano, y con ello nos infantilizamos. 

Con esto, a la sumisión de la política al poder económico, se suma el problema social de los votantes condicionados por la propaganda y control mediático. Es insólito ver como el pueblo apoya a alcaldes y dirigentes condenados por corrupción, o en el mejor de los casos, olvida rápidamente los hechos. Se respeta y admira a estos antisistema. Hemos llegado a aceptar que enriquecerse, aún mediante la corrupción, es un objetivo respetable y lógico para cualquier persona. Mientras, se desprecia y silencia a quienes defienden lo público, lo social y el compromiso democrático, a los que se tacha de moralistas trasnochados.

Su control ha llegado también al uso del lenguaje, que todos hemos asumido. Así, los especuladores se hacen llamar a sí mismos “los mercados”, a los trabajadores se les llama “capital humano”, a la eliminación de los derechos laborales se le llama “flexibilidad en el empleo”, y la inversión social la han rebautizado como “gasto social”, como si pagar las pensiones o la sanidad fuese tirar el dinero. Por el contrario, sí podemos hablar de “inversión” en infraestructuras. Debemos suponer que los puentes y autopistas son más necesarios que la salud o la educación. Para quien tiene claras las ideas, este lenguaje dirigido no le conducirá jamás a confusión, pero por desgracia un amplio margen de la población carece del interés suficiente para enjuiciar y marginar estas técnicas.

Otras muestras más violentas de la manipulación del pueblo en este giro suicida son el renacimiento de la violencia militar y de las religiones. Las guerras, que comenzaban a verse como algo del pasado, vuelven a la actualidad, como eficaz herramienta para autofinanciar gobiernos y “mercados” y para aterrorizar a la población (no a la agredida, sino a la propia que agrede, que llega a creerse en peligro apocalíptico y clama para que el Estado le defienda con tanques e invasiones). Y de otro lado, las religiones, cuyo primitivismo parecía estar apagándolas definitivamente, pero que muy al contrario, ahora renacen con fuerza en diversos sectores de la población. Da igual que sean islámicas, católicas o judías, pues todas sirven a los mismos objetivos, aunque actúen en diferentes países o sectores de la sociedad.

Esta historia irracional se inició con la entrada de la economía de mercado, impulsada a mediados del pasado siglo por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, y fue evolucionando en nuestro país hasta llegar a la primera década del siglo XXI, donde el enriquecimiento rápido, el urbanismo sin sentido, la economía sumergida, la malversación y el lavado del dinero negro generaron una burbuja económica solo superada en gravedad por nuestro desmoronamiento ético y cultural.

En la actualidad, la economía de mercado se ha transformado ya en una sociedad de mercado. Marx escribió en su día que el sistema capitalista lo convierte todo en mercancía, pero lo que jamás imaginaría es que llegaría hasta el extremo de acabar con la democracia, la justicia y con buena parte de los valores sociales que habían ido cimentándose muy lentamente durante décadas. Nosotros mismos somos mercancías. Si salen adelante las propuestas laborales que se están planteando actualmente, los salarios no serán por trabajador, sino por productividad. Llegamos al extremo delirante de negar nuestra identidad como persona para convertirnos en máquinas de producción.

El cáncer empezó localizado, pero se ha extendido hasta tal punto de dejarnos debilitados en la cama, y además drogados. No solamente nos sentimos impotentes para actuar, sino que además incluso llegamos a creer que este es el mejor mundo posible.

Reinan los “mercados” y se desprecia a las personas. No resulta fácil ni ético asimilar que el capital pueda circular libremente por todo el mundo, y las personas no. Un mundo lógico exige que cambiemos los visados de los inmigrantes por las tasas a la circulación de capitales y a los movimientos especulativos.

Mientras tanto, las desigualdades y la pobreza avanzan, un cada vez mayor porcentaje de familias españolas viven situaciones dramáticas e indignas, los migrantes sufren más exclusión y xenofobia, el equilibrio de la naturaleza se va deshilachando… y la sociedad en su conjunto, incluso la que se enriquece económicamente, involuciona. En un futuro, absolutamente a nadie favorecerá esto.

Y aún con todo, seguimos confiando en los políticos de siempre para que arreglen esto. Les seguimos votando para que legislen y gestionen nuestro sistema. Ahí están los resultados de las anteriores elecciones locales y autonómicas. Si ellos son mediocres, nuestro futuro también lo será.

Soluciones existen, tantas como queremos imaginar. Y solo hace falta eso, imaginar, pensar. Y actuar. Se puede actuar desde la política o desde los movimientos y colectivos sociales. E incluso si no nos apetece levantarnos del sofá, también se puede actuar, sencillamente, retirándole el voto en las próximas elecciones a los que nos han traído hasta aquí.

Desde el inicio de la “crisis” ya hemos dormido demasiado, y desde el 15 de mayo, ya hemos reflexionado suficientemente. Ha llegado el momento de ser vehementes, de alzar la voz y despertar conciencias.

Antonio Gallegos
Rebelión

jueves, 22 de septiembre de 2011

La verdad de los mentirosos

Lo que sea la verdad es algo bien difícil de dilucidar. No solo los filósofos se han aplicado durante siglos a tratar de averiguarlo sino que, de creer al Evangelio de San Juan, Poncio Pilatos hubiera debido pasar a la historia, no tanto por lavarse las manos ante la sentencia de muerte a un inocente, sino porque, en un acto de desesperación escéptica, le espetó a Cristo: ¿qué es la verdad? Quid est veritas? Una pregunta con una respuesta difícil, quizá la más difícil de todas las que podemos plantearnos. Y, sin embargo, en los últimos tiempos estamos cansados de escuchar a personajes públicos que, ante cualquier dificultad, responden machaconamente: "Nos limitamos a decir la verdad". Y también los derivados más crudos de esta afirmación: "Es lo que hay" o "así es la realidad".

No pasa día en que alguna de estas tres frases -y a menudo las tres- sea pronunciada por consejeros, alcaldes, presidentes autonómicos, ministros y jefes de Gobierno. A partir de ahí el dominio de lo que es la verdad, presentada asimismo como revelación de lo que era la mentira, justifica cualquier acción, pues el responsable público, amparado por lo inevitable de la situación, acaba presentándose, ya no como un servidor sino como un salvador de la comunidad o, para los que prefieren una mayor grandilocuencia, como salvador de la patria. Una de las más grotescas paradojas de la situación actual es que la "verdad sobre lo que hay" (arcas vacías, deudas insostenibles) sea el argumento para agredir los dos territorios más sensibles de la sociedad, la educación y la salud.

El embuste implícito a esta verdad con que ahora se nos abruma está originado, cuando menos, en dos fuentes: quiénes son los albaceas de aquella supuesta verdad y cómo se forjó la mentira de la que ahora quieren liberarnos. No obstante, ambas fuentes confluyen en el hecho de que quienes ahora dicen revelarnos la verdad son los mismos que estaban en condiciones, durante años, de desentrañar la mentira. Me cuesta encontrar un solo responsable político actual de envergadura que no haya estado comprometido con aquella ocultación, ni en el partido del Gobierno ni en los principales de la oposición. 

Esta complicidad en la mentira o, si se quiere, en el mantenimiento de una opacidad culpable, es la que ha creado un clima moralmente inquietante, en el cual no solo hemos contemplado la corrupción de políticos sino de amplias capas de la ciudadanía, que han premiado la corrupción con vergonzosos respaldos electorales. En las próximas elecciones la mayoría de los candidatos están atrapados en aquella complicidad pues, a pesar de los desastres económicos de los que venimos hablando desde hace unostres años -pero no antes, el detalle es importante-, no se ha producido autocrítica real ni catarsis colectiva. Es fácil tener la verdad hoy; lo auténticamente difícil era denunciar la mentira ayer.

Y no denunciaron la mentira. Este verano, y como noticia de un par de días y sin seguimiento, apareció la información de que España no estaba en condiciones de pagar lo que había adquirido en material militar en los últimos 15 años, primero con Aznar y luego con Zapatero: creo recordar que eran unos 30.000 millones de euros, los suficientes quizá, de no haber sido gastados, para que ahora no hubiera que recortar el presupuesto de educación. De acuerdo con la información, lo peor y lo más frívolo es que no estaba claro en absoluto el destino de estos productos más bien siniestros por los que habíamos contraído una deuda tan abultada. No recuerdo ninguna explicación de Zapatero o Rubalcaba, de Aznar o de Rajoy. Ni las recuerdo ni las espero porque forman parte de la omertà en la ocultación de la mentira por parte de los que en la próxima campaña electoral se nos presentarán como fervientes amantes de la verdad. Y, sin embargo, por ese lado hubiéramos podido salvar nuestros presupuestos educativos.

Y acaso también podrían salvarse los presupuestos sanitarios si el Estado español presentara una demanda masiva contra la banca por negligencia, como ha hecho Estados Unidos. La Agencia Federal de la Vivienda espera una indemnización multimillonaria tras su demanda contra Bank of America, JP Morgan Chase, Deutsche Bank, HSBC, Barclays y Citigroup, entre otros. Acusación: vender hipotecas de baja calidad y faltar a la obligación de comprobar la excelencia de los activos. ¿Les suena? Durante años y años asistimos al esperpéntico espectáculo de la especulación inmobiliaria, sin apenas denuncias por parte de los grandes partidos. Tuvo que ser una diputada danesa del Parlamento Europeo la que, a instancias de Greenpeace y otros grupos similares, denunciara el caso con la resistencia activa de la mayoría de los diputados españoles. También aquí funcionó la ley del silencio, a la que lamentablemente se sumaron muchos grupos de comunicación. Eran los días en que los tentadores ofrecían créditos e hipotecas de alcance casi celestial y los tentados aprendían a vivir como aspirantes a nouveaux riches en medio de un simulacro general. Primero, se educó para la estafa, y cuando la estafa ya era demasiado evidente, en lugar de castigar a los estafadores se marchó a su rescate con dinero público. Si los que ahora se presentan a las elecciones se atrevieran a pedir cuentas a los saqueadores, como intenta hacerse por parte de algunos en Estados Unidos, tal vez no sería necesario recortar en sanidad, pues la devolución del dinero del saqueo cubriría muchos déficits. Pero ninguno de los que puede ganar lleva en el programa la exigencia de la restitución. En consecuencia, nadie devolverá el dinero robado, ni los delincuentes confesos, de Roldán a Millet, ni aquellos banqueros corruptos que nunca serán declarados delincuentes.

En esta tesitura es de una hipocresía inaguantable que tantos responsables públicos, alentados muchas veces, como corifeos, por economistas sin escrúpulos, aleguen que se limitan a expresar "la verdad" que exige sacrificios, nada menos que en educación y sanidad, los fundamentos, precisamente, de una sociedad justa. Los mismos, exactamente los mismos, que cerraron los ojos y las bocas cuando la mentira crecía sin cesar.

Rafael Argullol es escritor.
El País

martes, 20 de septiembre de 2011

Reforma Constitucional. Comunicado de Attac Murcia


Reforma Constitucional. 
Comunicado de Attac Murcia

Attac-Murcia quiere mostrar mediante este comunicado su profunda preocupación por el deprimente estado de la democracia en España, donde se ha estado manteniendo intacta una constitución “para salir del paso” que en muchos puntos ya no responde a las necesidades ciudadanas de hoy y se encuentra deslegitimada por el hecho de que una gran parte de la población actual no haya disfrutado la oportunidad democrática de votar su Constitución,  exactamente todas las personas menores de 50 años.

Se han venido retrasando durante todos estos años los debates entorno a la actualización de la Constitución en temas como la reforma electoral, la condena de los crímenes del franquismo, la reforma del senado o la igualdad entre hombre y mujer al acceso a la corona poniendo como excusa la gran difultad que entrañaría acometer dichos cambios en la Constitución española, obsoleta, aprobada en 1978 en un estado de transición política y social. Dichos retrasos reiterados en cuestiones de gran importancia nacional sólo han beneficiado a los dos grandes partidos políticos que ostentan el poder en este país, y que son los mismos que han estado vetando reformas constitucionales todos estos años.

Dicho lo cual, Attac-Murcia manifiesta su sorpresa ante la reforma express impulsada por el presidente J.L. Zapatero para desvirgar la intocable constitución en materia de estabilidad presupuestaria  que fue aprobada sin consulta popular por el Congreso y el Senado y que, de no ocurrir algo excepcional, sería ejecutada el 23 de septiembre tras haberse agotado el plazo del que se dispone para que un 10% de cualquiera de las cámaras solicite un referendum. 

Esta reforma antisistema democrático consiste en establecer un marco constitucional para la limitación del gasto público por ley y, lo que es peor, establecer un órden de preferencia de cobro en el que los acreedores de deuda tienen garantizados sus inversiones especulativas por encima del salario de los funcionarios públicos, preparando así el terreno a las grandes financieras y grupos de inversión en el caso de quiebra del estado.

En este contexto, animamos a la ciudadanía a ejercer toda la presión necesaria para que esta reforma que se acomete sea sometida a referendum vinculante y así, consecuentemente, apoyamos las convocatorias de manifestaciones en marcha a tal efecto, y especialmente la convocatoria por parte de un grupo de ciudadanos del 21 de septiembre a las 20:30 en Murcia y que arrancará en el jardín de Floridablanca. Insistimos en que consideramos esencial la movilización ciudadana a tales efectos en defensa del modelo de Estado de Bienestar y por eso solicitamos la asistencia a todos los ciudadanos en este ejercicio de responsabilidad democrática crucial que nos toca acometer.

Aprovechamos la ocasión para informar de que recientemente el Banco de España ha accedido a garantizar hasta 20000 millones de euros (con dinero de todos) las posibles pérdidas de la Caja de Ahorros del Mediterráneo para hacer más atractiva su privatizción y además porque el Fondo de Garantía de Depósitos (por el que se garantizan hasta 100000 euros a cada cliente en caso de quiebra de su entidad financiera) se encuentra agotado desde hace unos meses. Esa cantidad significa casi 6 veces lo que el estado tiene presupuestado para Sanidad en el ejercicio 2011 y 8 veces lo presupuestado para educación y en los que se están efectuando drásticos recortes . Exigimos por ello la nacionalización de todas las cajas intervenidas por el Banco de España y que se depuren responsabilidades en las personas encargadas de su gestión.

Attac Murcia

¿Reforma Constitucional? Referendum vinculante ya. Manifestación - Murcia


¿Reforma Constitucional?
No sin nuestra voz
Referendum vinculante ya!

Manifestación
21 de septiembre. 20.30h
Jardín de Floridablanca. Murcia
Convoca: Movimiento 15-M. Murcia

Entre el cinismo político y las revueltas de la “dignidad”

La excepcional combinación de crisis, conflictos y acontecimientos que están sacudiendo al planeta entero parece confirmar la entrada en una transición histórica cuya salida es difícil de adivinar y hace temer lo peor. No obstante, el dato más esperanzador desde el inicio de las revueltas árabes es la extensión creciente de la ocupación del espacio público en muy diferentes partes del mundo por parte de millones de personas “indignadas”.

Esas protestas, surgidas desde nuevas redes sociales —protagonizadas en un primer momento por una juventud que, debido al capital cultural con que cuenta y a su futuro de precariedad, comparte un mismo sentimiento de privación relativa creciente— han tenido hasta ahora una dimensión principalmente expresiva y simbólica, mientras que la basada en propuestas concretas y viables frente a este capitalismo cada vez más injusto e insostenible tiene más dificultades para abrirse paso. Pero lo más relevante es la confianza en la fuerza colectiva que esas multitudes están obteniendo y, con ella, la capacidad que están mostrando para perder el “miedo al miedo” que durante tanto tiempo ha logrado paralizar la acción colectiva de los y las de abajo.

Es, por tanto, a la crisis de legitimidad del “sistema” —representado fundamentalmente por “políticos y banqueros” pero ampliándose cada vez más a la democracia liberal, el capitalismo y sus medios de desinformación— a la que estamos asistiendo, pese a que todavía estemos muy lejos de un cambio en la relación de fuerzas social y política que permita arrancar victorias parciales significativas a favor de otro proyecto de sociedad y de civilización. En todo caso, es ya otra política —y otra forma de hacerla, basada en la democracia participativa y directa y en el rechazo de la “profesionalización”— la que ha irrumpido en la escena frente a la “política sistémica”.

La Constitución “material” y escrita del 78, más a la derecha
Entrando ya en el momento que estamos viviendo en el Estado español no creo que haga falta dar muchos ejemplos para recordar que sobran motivos para la indignación popular. El último y el más grave ha sido la “reforma constitucional” que, con el pretexto de la lucha contra el déficit, impone el pago de la deuda como la “prioridad absoluta” y, con ello, la ciega obediencia al fundamentalismo neoliberal, ya suficientemente arraigado en la Unión Europa pero que ahora necesitaba aparecer en una “ley de leyes” considerada hasta ahora intocable. El servilismo mostrado por Rodríguez Zapatero —de Rajoy no vale la pena hablar— a los dictados de quienes mandan en la UE —con Merkel, Sarkozy y Trichet de portavoces— ha llegado a tales extremos que le ha llevado en pocos días a hacer saltar por los aires lo que podía tener de “progresista” la letra de la Constitución de 1978, no teniendo reparos en negarse a convocar un referéndum con el falso argumento de que “los mercados no podían esperar”. Una decisión que supone de facto declarar en suspenso las mínimas reglas formales de la democracia liberal y que además, como estamos viendo, no está sirviendo para frenar la carrera hacia el abismo a la que está viéndose arrastrada la Unión Europea y, sobre todo, la periferia de la eurozona.

Porque, en efecto, esto no sólo está pasando aquí sino que es en toda la Unión Europea en donde se va instalando una misma política sistémica ultraneoliberal que está acabando con el “sueño europeo”. Hoy, más que nunca en el pasado, ese sueño de la razón instrumental capitalista está, como en el cuadro de Goya, creando un monstruo que amenaza con devorar todo lo que pueda ser mercantilizado, privatizado y precarizado en beneficio de unos pocos. Urge, por tanto, desde la izquierda extraer las lecciones del fracaso de un “proyecto europeo” que, si bien desde sus inicios era procapitalista, se desarrolló bajo hegemonía neoliberal y germanocéntrica desde el Tratado de Maastricht para culminar con el “Pacto por el Euro”. Debates como los que están desarrollándose desde hace algún tiempo entre economistas críticos europeos pueden ayudarnos a rechazar los falsos dilemas en los que nos quieren encerrar los partidos del sistema y a diseñar estrategias comunes que pasen por el rechazo, a través de Auditorías Ciudadanas, de deudas ilegítimas y odiosas —empezando ahora por la de Grecia—, la creación de un nuevo sistema bancario público cuyos objetivos principales sean la lucha contra el paro y una política crediticia a favor de una economía social, ecológica y de cuidados, y la armonización fiscal y laboral “por arriba” en el mayor número de países posible.

Es cierto que es difícil reconstruir un nuevo internacionalismo solidario en medio de un clima de resistencias todavía fragmentadas y de depresión económica, pero ésa es la única forma de evitar que la extrema derecha aproveche el malestar popular para ofrecerse como alternativa buscando chivos expiatorios entre los sectores más vulnerables de la sociedad. La experiencia del rápido efecto contagio que tuvo la Acampada de Sol en otras ciudades y plazas europeas es un buen ejemplo de que la convergencia en las luchas y propuestas más allá de las fronteras es posible. La jornada del 19 de junio contra el “Pacto por el Euro” fue otro paso adelante y tenemos ahora otra oportunidad con la que se prepara para el 15 de Octubre a escala internacional. Quizás habría que empezar ya a mirar también hacia el otro lado del Mediterráneo y pensar en nuevas vías de convergencia y cooperación entre las orillas Norte y Sur de ese viejo y contaminado mar.

Elecciones en estado de emergencia
Ése es el panorama que tenemos justamente cuando se anuncian unas elecciones el 20-N en las que es difícil percibir diferencias sustanciales entre los dos grandes partidos (como escribía El Roto ya antes de las del 20 de mayo pasado, «podían elegir cara A o cara B, pero el disco era el mismo…»). Tampoco el posible aumento de votos de otras formaciones a la izquierda del PSOE, de la abstención o del voto nulo o en blanco parece que podrán contrarrestar el ascenso de una derecha cada vez más neoliberal, autoritaria y centralista, dispuesta a seguir apoyándose en la cultura del “cinismo político” y en las rentas provenientes del “capitalismo popular” que todavía perviven.

En esas condiciones, el reto que tiene el Movimiento 15-M es enorme, ya que, una vez convertido en nuevo actor de referencia en la escena política, deberá ahora ir contagiando de su “espíritu” rebelde a otros movimientos y organizaciones sociales, como ya está ocurriendo en la enseñanza, buscando evitar falsas polarizaciones y reforzando su autoorganización y coordinación desde los barrios, pueblos y ciudades. De esta forma podremos aspirar a restar legitimidad a la muy probable victoria electoral del PP para luego, a partir del 21 de noviembre, ir construyendo un amplio bloque social dispuesto a desobedecer a sus políticas y a sentar las bases de una nueva legitimidad que apueste por una “segunda transición”, esta vez de ruptura desde la izquierda, más necesaria si cabe tras el reciente “golpe de los mercados”.

Nota:
[1] Me remito, por ejemplo, al artículo de Daniel Albarracín “Sobre el debate del euro. Una estrategia
para romper la Europa del Capital y encaminarse hacia otro modelo supranacional
”, a “Débat: Michel Husson & Jacques Sapir, à propos de Jacques Sapir, La Démondialisation”, en La Revue des Livres, nº 1, septiembre-octubre 2011  y a F. Lordon, “La desmundialización y sus enemigos”, Le Monde Diplomatique en español, 191, septiembre 2011.

Jaime Pastor es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso

domingo, 18 de septiembre de 2011

Los diez mandamientos de la teología neoliberal

En su Historia del siglo XX, el historiador británico Eric Hobsbawm se refiere a las décadas de 1980 y 1990 como la “era de la teología económica neoliberal”. En la misma línea, y haciendo igualmente un uso metafórico del lenguaje religioso, el escritor y periodista español Manuel Vázquez Montalbán acuñó la descriptiva expresión “teología neoliberal” para referirse a un tipo de fundamentalismo económico basado en los dogmas del neoliberalismo, hoy de sobra conocidos: desregulación de la economía, privatización y reducción del papel del Estado, entre otros principios que convierten al libre mercado en una especie de divinidad universal cuyos preceptos deben ser obedecidos de manera inflexible. El economista italiano Riccardo Petrella habla de las “Nuevas Tablas de la Ley” fundadas por la teología neoliberal: los mandamientos revelados por el dios Mercado a Friedrich Hayek, Milton Friedmann y el resto de colegas de la Sociedad del Monte Peregrino, congregados en esta localidad suiza en 1947 para cargar contra el New Deal del presidente Roosevelt y el keynesianismo hegemónico en aquel momento.

Desde entonces y hasta hoy, los mandamientos de la teología neoliberal han sido perfectamente naturalizados e impuestos gradualmente urbi et orbi durante décadas de propaganda política y mediática. Durante años, Margaret Thatcher sostuvo, como si fuera un oráculo revelador de una verdad inexorable, la máxima de que “no hay alternativa” (There is no alternative) a la globalización capitalista neoliberal. Los mandamientos de la teología económica neoliberal representan el pacto de amor incondicional suscrito entre los promotores de la globalización neoliberal y el Mercado. Los deberes incondicionales que la teología neoliberal exige cumplir pueden formularse del siguiente modo:

1. Amarás al Señor tu Dios, el Mercado, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este mandamiento expresa el principio de divinización y sacralización del Mercado, fundado en el amor único y la fe ciega que el ser humano está llamado a depositar en este mecanismo abstracto, rechazando todos los pecados y herejías que le son contrarios. Cualquier intento de interferir en su funcionamiento libre y natural para introducir elementos de justicia redistributiva conduce directamente al socialismo, catalogado como ideología herética a combatir. El Mercado es quien con sus propias leyes regula los precios, estimula la producción, castiga al incompetente y premia al emprendedor virtuoso. La principal representación simbólica del Mercado en la Tierra es el dinero, al que se le debe rendir culto todos los días. De manera metafórica, en los Gründisse (1857-58), Marx afirmaba que en las sociedades capitalistas el dinero es la divinidad entre las mercancías: “De su figura de siervo, en la que se presenta como simple medio de circulación, se vuelve de improviso soberano y dios en el mundo de las mercancías”.

2. No opondrás resistencia a la actual globalización neoliberal de mercados, finanzas y capitales. Es necesario que te adaptes a este proceso imparable e irreversible que sigue adelante contra viento y marea.

3. Privatizarás todo lo privatizable, reducirás a mínimos el Estado y dejarás el gobierno en manos de poderes globales privados. Este precepto exige desmantelar el Estado social y promover el control de los servicios públicos por parte del sector privado, hecho que permitirá una gestión más eficaz de los recursos. El Estado, de este modo, se convertirá en una institución residual, mantenido como mero garante de los derechos de propiedad privada y árbitro en los conflictos jurídicos entre individuos.

4. No ejercerás resistencia contra el sacrificio de vidas humanas y no humanas. La vida humana y la de la naturaleza son sólo un medio más para mantener y asegurar la continuidad del sistema vigente.

5. No te resistirás a la innovación tecnológica. Es necesario que te adaptes rápida e intensamente a las nuevas tecnologías para reducir gastos y eliminar fuerza de trabajo inútil.

6. Liberalizarás todos los mercados nacionales hasta hacer que el mundo se convierta en un mercado único global. Cualquier forma de proteccionismo es declarada totalmente incompatible con la fe en el Mercado.

7. Codiciarás los bienes ajenos. Extenderás tus propiedades allende los mares ejerciendo nuevas formas de colonización.

8. Practicarás el evangelio de la competitividad. Lucharás a sangre y fuego contra el prójimo hasta llegar a ser el vencedor, el mejor y más exitoso líder del mercado. De no hacerlo, tus posibilidades de supervivencia en el Paraíso son nulas, pues serás liquidado por otros más competitivos que tú y, por tanto, expulsado.

9. Sustituirás la justicia social, una grave amenaza y coerción al valor de la libertad individual, por la caridad, la compasión y la buena voluntad como ejemplo de virtud moral altruista con los desafortunados que viven al margen del Mercado.

10. Defenderás una “utopía conservadora” (Hinkelammert), aquella que hace apología de la realidad existente, la radicaliza y mantiene inmutable. Abandonarás sin contemplaciones el sueño y la esperanza vana de un mundo mejor, más justo, igualitario y democrático, porque ya estás, de hecho, en el mejor de los mundos posibles.

Los dogmas de la teología neoliberal consagran la glorificación de la sociedad y la ideología de consumo; respaldan la presión de los mercados financieros y las agencias de calificación de riesgo sobre la economía de un país; utilizan la retórica de la moderación, el ajuste y la austeridad presupuestaria para recortar, deteriorar o privatizar servicios sociales públicos (sanidad, educación, transportes, etc.); transforman el Estado de Bienestar para la ciudadanía en un Estado de Bienestar para las empresas privadas; generan desigualdades estructurales de poder y riqueza y, por tanto, legitiman la exclusión social; amparan el secuestro de la democracia por parte de poderosos actores privados que convierten al Mercado en la instancia que toma decisiones políticas, sociales y económicas que afectan al común de la sociedad; promueven un modelo de desarrollo que propicia la insostenibilidad ecológica, la homogeneización cultural y la generación de formas de sociabilidad empobrecidas (darwinismo social del sálvase quien pueda, egoísmo insolidario y destrucción de los vínculos comunitarios).

¿Puede la democracia revertir los procesos de pauperización y desdemocratización provocados por esta teología sacrificial, individualista e insolidaria dominante a escala global? Será la reflexión de la próxima crónica.

*Antoni Jesús Aguiló es investigador en filosofía política.
Rebelión

sábado, 17 de septiembre de 2011

15-M: alternativas contra el “no hay alternativa”

Una nueva señal de que el 15M (internacional) debe aspirar a generar un nuevo perfil de políticos que construyan la Europa que nos merecemos la ha dado el siempre oportuno presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, que ha entonado el thacheriano “There is no alternative”. Un “no existe otra opción” que pretende, aunque no lo dice, igualar las leyes del irracional y asimétrico mercado de capitales a las de la Física –para lo que también ignorará las novedades introducidas por la Teoría de la relatividad y determinados experimentos que nos llevan a dudar de muchas cosas puramente científicas… A lo mejor se les ocurriría algo si dedicaran el tiempo suficiente a las instituciones que se supone que representan a los ciudadanos, que están pudiendo comprobar cómo el precariado se instala irremisiblemente en la otrora cuna de la civilización de los derechos y el pleno empleo. Estos dirigentes podrían reflexionar, por ejemplo, sobre algo como lo que sigue:

- Lo tocable y lo intocable. Las reformas consisten, en definitiva, en hacer disminuir con facilidad tanto el gasto público como los salarios de los funcionarios y las pensiones, entre otros. Nos referimos a los soportes de la economía real, que paradójicamente está saneando los balances de la financiera. Sin embargo, existe una dimensión económica que, por ahora, no se ha querido tocar: unos mercados financieros y unas operaciones informáticas lucrativas que se repiten a velocidades desconocidas durante las 24 horas del día en todo el mundo. Se protege, indirectamente, un mecanismo que no rinde cuentas ante nadie y, peor, se lo deja aparte, como si fuera poco menos que natural e invariable. Es hora de que los ciudadanos comencemos a tener propuestas cualificadas sobre este asunto.

- Perder un miedo que no sabemos si se tiene. Los responsables de la eurozona marean la perdiz para no aceptar lo que es ahora mismo innegable: que Grecia no puede financiarse a largo plazo y que su quiebra es inminente. Las razones para prolongar el potro de tortura: no quieren enfadar a las agencias de rating –que ponen notas a los bonos públicos de los estados y son la guía perfecta para los especuladores- ni tampoco que se activen los terribles CDS –‘Credit default swaps’ o seguros contra impago, en este caso, de la deuda helena; estos vienen suscritos entre especuladores, inversores, fondos y bancos entre sí y, en caso de la quiebra, supondrían una desestabilización financiera en la medida en que muchos tendrían que pagarse a otros tantos una inflada cantidad de dinero, puesto que además constituyen un instrumento especulativo-. ¿Por qué no atamos en corto, primero, a las empresas privadas y a los instrumentos especulativos, para proceder después a una quiebra ordenada (y justa, sin vencedores ni vencidos) de los estados gangrenados por esta sangría?

- Hacer los pocos deberes suscritos. Si lo anterior no se realiza por “prudencia” o “responsabilidad” –y recordemos que un ministro, sea Acebes, sea Solbes, sea Salgado, mentirá siempre con responsabilidad -, al menos, nuestros gobernantes europeos podrían poner en marcha las reformas financieras que se anunciaron para junio de 2010 y de las que poco sabemos. Entre ellas estaba la creación de una agencia de calificación pública que hiciera frente a Standard and Poors, Moody´s y Fitch y que contrarrestara el impacto del oligopolio del rating en los mencionados mercados.

- Otros globos sonda son posibles. Si las alarmas de Juncker, de Merkel, Schauble, del diario Bild, Financial Times Deutschland, etc. desatan las bajas pasiones en los mercados, también se podría adjudicar a estos altavoces la tarea de abrir algún debate constructivo de vez en cuando, que contribuiría a estabilizar un poco la situación: por ejemplo pronunciarse hipotéticamente a favor de la emisión de eurobonos –que se canjearían con los bonos de los países periféricos y gracias a los cuales estas naciones (PIGS) no tendrían que pedir dinero a los especuladores-; por otro lado, se podría anunciar la posibilidad de creación de un Fondo Monetario Europeo, un nuevo objetivo inflación (por ejemplo, del 4% frente al 2% actual) o, por qué no, un verdadero Tesoro continental que sirviera para evitar los disfuncionales desequilibrios entre naciones.
- Devolver las ayudas. Si tan responsables nos hemos vuelto todos, podríamos tener la sensatez y el sentido común de canjear deudas por deudas: al haber ayudado a la banca con avales, aumentando el fondo de garantía de depósitos, creando el FROB en España, etc., también podríamos exigir a estas instituciones privadas que compraran nuestra propia deuda pública a bajos tipos de interés (por debajo del 2,5%, por ejemplo), o bien, que estas empresas nos descontaran la deuda pública que tienen en sus activos por la inyección de liquidez que se les está prestando. Parece complicado pero, en realidad, como todo, es bastante sencillo: que se devuelva lo prestado.

- Si no sirven para otra cosa, eliminémoslos. Se podría llevar a cabo un estudio profundo sobre las funciones que cumplen los instrumentos más especulativos en los mercados financieros. La argumentación liberal hace referencia a que herramientas –CDS, Hedge Funds, etc.- contribuyen a inyectar liquidez en un sistema que de otro modo entraría en una grave crisis. ¿En una situación peor que aquella hacia la que nos acercamos nosotros? Un comité de expertos (plural, por primera vez) debería valorar los pros y los contras: si los costes son mayores que los beneficios, estos vehículos financieros deberían ser eliminados y prohibidos.

- Una reforma e investigación verdadera de los paraísos fiscales. Nada más ser elegido, el presidente Obama dijo lo siguiente: “En las Islas Caimán hay un edificio que tiene 300.000 empresas alojadas: o es el más grande del mundo, o es la mayor estafa que nos han colado nunca”. Lo siguiente que hizo fue tragar con unas exigencias pactadas con un tal Colin Powell (no es el mismo de Bush), precisamente ¡el representante del lobby de los paraísos fiscales! Resultado: doble blanqueo y unas migajas de euros y dólares de vuelta a nuestros esquilmados Estados. ¿No es hora de que situemos culturalmente a los grandes defraudadores a la altura de los traficantes de armas? ¿No hay medios para que nos devuelvan un dinero que es nuestro?

Cuando el tiempo se dedica a pensar en algo más que unos pocos intereses y unas políticas completamente ideologizadas, surgen ideas mucho mejores que las que salen de una reflexión amateur como esta. En este blog, si los lectores así lo quieren, podríamos entablar un debate entre distintas sensibilidades y puntos de vista sobre estos problemas. Nosotros también tenemos la tarea de exigir un nuevo proyecto coherente y consistente. Manos a la obra

Andrés Villena
Público
http://blogs.publico.es/andresvillena/2011/06/21/15-m-alternativas-contra-el-%E2%80%9Cno-hay-alternativa%E2%80%9D/